Pues no nos habrán dado el Ministerio de Cultura, siquiera una mísera Subsecretaría de Estado de blogueros, influencers e intelectuales orgánicos, pero aquí seguimos con nuestra vocación de servicio público. En esta ocasión, ayudando a los sufridos padres y madres a elegir los regalos navideños para pequeños lectores (y, ¿por qué no?, también para ellos).
Porque aunque Cuando mi abuelo no pisó la Luna es, evidentemente, un libro destinado al público infantil, también puede ser una lectura, breve y tierna, para un público adulto que seguro se ve identificado con la historia del pequeño Adrián. Y si no, que levante la mano aquel (o aquella, no la vayamos a liar) que no viera cómo su infancia o adolescencia terminaba en el momento en que uno de sus abuelos fallecía. En mi caso, desde luego, así fue.
Por lo tanto, podríamos hablar de un cuento infantil de iniciación. No, no se me lleven los puristas las manos a la cabeza por incluir un librito infantil de apenas una veintena de páginas en la misma categoría que las sacrosantas El guardián entre el centeno o La montaña mágica. Estas narran la transición de la niñez a la vida adulta y eso mismo es lo que, a grandes rasgos, retrata Cuando mi abuelo no pisó la Luna.
Las principales virtudes del texto, además de su carácter atemporal y universal, son la de desprender ternura sin caer en la ñoñería y la de tratar al lector infantil como si fuese una "persona normal". Esto último es algo que me parece realmente complicado en literatura infantil, dar con ese tono adecuado, y creo que es algo que la autora consigue al no confundir inocencia con "idiotez". Puede parecer sencillo, pero creo que no lo es.
Mención especial para las ilustraciones de Carlota Téllez que acompañan (¿o debería decir se funden con?) al texto. Estas se sitúan a medio camino entre lo evocador, lo (por momentos) onírico y lo grotesco y hacen gala, en ocasiones, de un deliberado feísmo que seguro resulta de lo más atrayente para los peques.
1 comentario:
Es un magnífico libro que descubrí este verano y que ofrecí a mis hijos en primer lugar, desde entonces, en mi consulta de psicología, lo recomiendo a los padres que lo necesitan para abordar con sus hijos esta cuestión existencial.
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