sábado, 23 de noviembre de 2019

Harkaitz Cano: La voz del Faquir

Idioma original: euskera
Título original: Fakirraren ahotsa
Traductor: Jon Muñoz Otaegi
Año de publicación: 2018
Valoración: está bien

No es fácil el género de la biografía ficcionalizada (como en cine el género del biopic). Por una parte está la obligación de ser esencialmente fiel a los hechos de la vida del personaje biografiado, al menos en los grandes rasgos si no necesariamente a un nivel de detalle; por otro, la necesidad de construir, con esos hechos, un personaje que sea reconocible y "redondo" (no un mero arquetipo ni un santo ni un demonio), y una narrativa que vaya más allá de lo cronológico (nació, hizo esto y lo otro, murió). Si no estuviera tan manoseada, podría utilizarse la expresión "construir un relato" para este proceso de transformación sin el cual no hay biografía digna de tal nombre. Así, hay muchos biopics que fallan por ser demasiado planos o  hagiográficos, y otros que son criticables por tomarse demasiadas libertades con la verdad (whatever that means). En este peligroso equilibrio, Harkaitz Cano parece haber intentado encontrar el "justo medio": aunque la mayoría de los acontecimientos y personajes parecen ser verídicos (y cualquier persona que conozca la trayectoria del cantante Imanol Larzábal reconocerá muchos de ellos), al mismo tiempo cambia el nombre del protagonista a Imanol Lurgain y, por lo que explica en el [quizás innecesario] capítulo final, se toma ciertas libertades con determinadas situaciones y personajes secundarios.

Desde luego, es innegable el interés del personaje escogido: el cantautor Imanol Larzabal, una de las figuras esenciales de la música y la cultura vascas de finales del siglo XX. Cercano a la izquierda abertzale en su juventud, colaborador de ETA en los años 60, pasó por la prisión y el exilio francés hasta la amnistía de 1977. A partir de ese momento se involucró muy activamente en diversas iniciativas a favor de la lengua y la cultura vascas, así como de los derechos sociales, aunque en posiciones cada vez más alejadas de las de ETA; a pesar de ello, en 1985 Imanol participó (¿activamente?) en la fuga de la cárcel de Martutene de dos miembros de la organización terrorista (uno de ellos, el escritor Joseba Sarrionandia), que huyeron escondidos en los bafles del cantante después de un concierto. El momento esencial de giro de su biografía, sin embargo, es el asesinato de la ex-etarra 'Yoyes' en 1986, que intentó acogerse a las medidas de reinserción propuestas por el gobierno español y por ello fue ajusticiada por la banda terrorista; sacudido por la noticia, Imanol participó en la organización del concierto en repulsa por el asesinato, lo que le valió el rechazo, el boicot y las amenazas de una buena parte de la izquierda abertzale. Cansado, atemorizado y abrumado por las presiones, en el año 2000 abandonó el País Vasco, y murió en Orihuela en 2004.

La trayectoria de Imanol sirve, por lo tanto, como reflejo o representación metonímica, podríamos decir, de la evolución de al menos una parte de la sociedad vasca: del amplio apoyo en los años 60 y 70 a la ETA antifranquista (en la que convivían al menos dos espíritus, uno socialista e internacionalista y otro más decididamente nacionalista vasco), al alejamiento posterior con la llegada de la democracia, y finalmente al desencanto y el repudio con la "socialización del dolor" y la represión de toda disidencia en la banda (de la que el asesinato de Yoyes es el ejemplo último) y en la sociedad (con el acoso a políticos, intelectuales, periodistas, etc.). Esta "caída del caballo", que tan bien ha representado Saizarbitoria en varios de sus textos, pero superlativamente en Martutene, es quizás una de las tragedias de la historia vasca reciente: despertar un día y ver que tu sueño utópico (una Euskal Herria independiente y socialista) ha producido monstruos, muerte y destrucción.

Tenía, por eso, muchísimas ganas de leer esta nueva novela de Harkaitz Cano, uno de los escritores más significativos relevantes e interesantes de la literatura vasca actual; y tenía muchísimas ganas de que me gustase, después de que Twist me dejase con un sabor amargo. El problema es que, me temo, La voz del faquir también se ha quedado a medio camino, aunque el que vaya, en mi opinión, de menos a más hace que la sensación final sea más positiva.

Desde el punto de vista puramente literario, tengo la sensación de que la novela, en cuanto a la acción y la creación de un personaje interesante, solo consigue arrancar y despegar a partir del momento del asesinato de Yoyes ('Arakis' en la ficción). El capítulo que describe el asesinato es sin duda el más duro y el más logrado del libro, con un efecto narrativo y emocional superior a todo el resto. Y es también a partir de ese momento cuando Imanol Lurgain gana cuerpo como personaje, mostrándose al mismo tiempo decidido y temeroso, orgulloso y frágil, mujeriego y dependiente, irresponsable y vanidoso como un niño grande. (Recuerda, en cierto modo y salvando las distancias, al Maiakovski de Prohibido entrar sin pantalones, de Juan Bonilla). Hasta ese punto, su personalidad parece estar sin definir, y el personaje consiste fundamentalmente en un agente narrativo al que le van pasando cosas, que vienen a coincidir, en lo fundamental, con los acontecimientos de la vida de Imanol Larzabal, el de verdad, pero sin que se construya una psicología compleja a partir de ellos. Esto me hace pensar (y aquí entramos ya en territorio "pues si eres tan listo haber escrito tú la novela") que una estructura menos lineal, que nos mostrase desde el principio a este Imanol final, más humano, habría cambiado completamente la experiencia de la lectura.

El otro punto en el que esperaba más de la novela tiene más que ver con lo político. Esperaba que, a través de la voz del "Faquir" Imanol, se reflexionase más en profundidad sobre el conflicto ético y político de fondo: sobre cómo se llegó a justificar lo injustificable, a pegar tiros en la nuca de políticos, empresarios o periodistas, a tachar de traidores a todas las voces discrepantes, a expulsar del País Vasco a quienes, incluso habiendo pasado por la cárcel y el exilio, se oponían a la continuidad de la banda en democracia. No es que Harkaitz Cano oculte esta violencia ni, por supuesto, la justifique, pero tampoco, creo, ahonda en esas cuestiones, en las derivas individuales o colectivas que llevaron a ese punto, o en la necesaria asunción de responsabilidades ante sus consecuencias. (Es posible que la comparación con Martutene también le perjudique en este caso). Por supuesto, Imanol no tenía en su conciencia delitos de sangre (y de hecho en la novela aparece casi como un pacifista, negándose a aprender a disparar), pero sí que convivió y colaboró con quienes, con o sin conflictos de conciencia, empuñaron un arma o colocaron una bomba; y los posibles dilemas morales que esta convivencia pudieran provocar (a él y al narrador-autor) parecen resumirse en la decepción personal por que sus antiguos amigos le abandonen y dejen de ir a sus conciertos, y no por que se hayan convertido en cómplices del terror.

Sí que son frecuentes, en cambio, y muy sugerentes, las reflexiones sobre el acto creativo (musical en este caso, pero extrapolable a otras áreas) y sobre la posición del artista en la sociedad, particularmente en momentos turbulentos como los que le tocó vivir a Imanol: ¿es aceptable hacer arte escapista en tiempos de plomo? Hay también algunas digresiones de interés y efecto variables (algo obvia la identificación del Faquir con el mártir San Sebastián; más sugerente y polisémica la de los caballos de Géricault). Pero lo mejor, pienso, sigue siendo ese último tercio de la novela, en que se puede hablar efectivamente de novela y no de simple narración biográfica: un Imanol digno pero arruinado, orgulloso pero rechazado por los que antes eran los suyos, que se tiene que resignar a cantar para un auditorio lleno de políticos y escoltas que ni siquiera conocen sus canciones, y que acaba viviendo del sablazo y del ocasional golpe de suerte, es la imagen más memorable que nos deja La voz del faquir

12 comentarios:

Koldo CF dijo...

Hola, Santi

Sin haber leído este, aunque sí Twist, creo que Cano se maneja mejor en las historias breves de ficción pura. Ahí creo que es bastante bueno.

Abrazo

Anónimo dijo...

A mí siempre me ha interesado el tema vasco sin ser vasco y sin tener ningún vínculo familiar o profesional con Euskadi. Así que he leído algunas novelas y colecciones de cuentos de autores vascos euskaldunes y no euskaldunes, nacionalistas y no nacionalistas. Uno intenta ser objetivo y mantener cierta calma con la lectura de algunos autores. Pero en ocasiones no es posible. Todavía recuerdo la indignación que me recorrió todo el cuerpo cuando terminé de leer "Esos cielos", la por lo demás buena novela de Atxaga. La protagonista era una etarra excarcelada. Naturalmente, esta es una opción argumental absolutamente legítima. El viaje de la etarra de vuelta hacia su paisillo oprimido era un resumen de su trayectoria en la "organización." Bien. Pero en su somnolienta evocación no había ni una sola referencia a la sangre y la muerte. Todo se quedaba en una quejumbre insufrible. Y la novela era muy buena, lo reconozco, pero hurtaba la realidad. Un tupido velo. De Cano leí Twist. Coincido plenamente con la reseña que se publicó en este blog. Las primeras treinta páginas eran una danza dura, barroca y macabra de la España de los ochenta alrededor de la tumba anónima de Lasa y Zabala. El resto era insoportable, casi ilegible. Algo pasa en ciertos escritores vascos cuando abordan el espinoso tema de la violencia. No abordan el tema de frente. Dan vueltas. Ensayan todo tipo de explicaciones, en ocasiones poco verosímiles. El caso de Atxaga me parece escandaloso. Aludo a su novela El hijo del acordeonista. Para este señor, los pobres rústicos defensores de lo "vasco" son la gente del monte que dejan la azada y cogen la metralleta para defender su vida ancestral. Nada menos. Y los personajes españoles que aparecen son ridículos por malos y estereotipados. Supongo que acabaré leyendo esta novela de Cano porque me interesa mucho el tema, aunque la reseña ya deja claro que es un texto algo fallido.

Juan G. B. dijo...

Pues yo voy a disentir: me llamaréis insensible, frívolo o incluso lo peor, equidistante (que es lo más inmoral que se puede ser, según dice Javier Cercas), pero a mí el "tema ETA", (que no "tema vasco"), me da cada vez más pereza... o más bien me resulta ya algo del año de la polca, aunque se acabara hace cuatro días. A lo mejor dentro de un tiempo vuelve a suscitar mi interés, ya más en plan histórico, pero me parece poco urgente ahora que quienes reparten amenazas a quienes no les siguen el rollo (estos días, aun profesor de instituto de un pueblo de Alicante,parece ser) es la ultraderecha nacionalista española... que por suerte aún no tiene un brazo armado que se dedique a "ejecutar enemigos del pueblo español", pero toquemos madera, que no sería la primera vez...
Por otro lado, disiento también en la apreciación que hace el amigo o amioga anónimo de la novela de atxaga, "Esos cielos"; la leí hace muchos años, pero la recuerdo más bien mediocre o cuando menos aburridilla... ahora bien, si lo que no le parece adecuado es que la etarra protagonista no entrase nunca en conflicto los crímenes que pudiera haber cometido, a mí eso sí que me resulta verosímil, porque sospecho que el arrepentimiento de quien ha militado en una organización de ese tipo viene primero por haber jodido una vida, sí, pero la suya propia. y después, en todo caso, las de los demás...
Por lo demás, y ya acabo, que luego nos acusan de hablar mucho de política en este blog (aunque no sé si mi intervención es tan "política", la verdad), quizá peque de optimista, que es casi tan malo como equidistante, pero yo tengo la sensación de que la sociedad vasca ha salido mucho más indemne de lo que parece o, al menos, no tan descompuesta ni rota como cabría esperar, después de todo el huracán ETA y lo que hubo antes y durante la existencia de la misma. Ya veremos si la sociedad murciana o almeriense, por ejemplo, salen igual de enteras después del terremoto VOX... (y ya sé que estos aún no han matado a nadie, pero fachas y nazis con ganas de hacerlo, los hay).

Lupita dijo...

Hola:
Recuerdo haber leído el inicio de Twist como en trance. Es algo increíble, un prodigio narrativo, tan bueno que parece escrito en "estado de gracia" Sin embargo, el resto del libro no está a la altura, aunque me gustó. Este, ahora mismo, no me apetece.
El tema de ETA me cuesta, como a mucha gente, y con libros que te acercan a la visión de los terroristas, pues más.

Juan, no sé qué decir, será donde viva cada uno y como lo viva. Supongo que en algunos pueblos, familias o cuadrillas sigue siendo un tema actual que aún les toca.Y sabes perfectamente que en cualquier acto que se celebre asociado al euskera, por ejemplo, una parte de los asistentes está muy politizada, presuponiendo la oposición ideológica su afiliación con el ideario etarra (ahí están Pirritx eta Porrotx)
Por otra parte, recuerdo muy bien a los skins de los 90 paseándose por las calles; durante años siguieron las consignas para camuflarse pero estaban escondidos. El otro día oí consignas franquistas en la calle a chavales; es la última moda, como cantar el " Cara al sol" en clase de euskera.Puede que sea hablar de política, pero es algo urgente, que está pasando.

Creo que soy equidistante y más bien optimista, así que mal voy en este ambiente radicalizado.
Saludos

Anónimo dijo...

Juan G. B., campeón, no crees estar hablando de política pero ahí sin querer metes la puyita. Ya sabemos tu opinión de VOX. ¿Qué te parecen Bildu y ERC con sus CDR?.

Hablar de política lo que consigue es guarrear el blog, pero allá vosotros.

Juan G. B. dijo...

Hola Lupita:
Ya sabes que Pirritx eta Porrotx se cargaron a Mari Motots por revisionista, no?...(es broma, ¿eh?, que no tengo ni idea).
Bueno, si me dices que en ciertos colegios hay chavales que cantan el Cara al sol en clase de euskera, tal vez sea como homenaje a la cultura vasca, pues el autor de la música era guipuzcoano y la letra se escribió en un asador de Madrid llamado Hor Konpon...
(Lo siento, no puedo evitar privicar un poquito). No, en serio: eso lo que me ibdicaxes qye el peligro de que aparezca un nuevo monstruo viene ahora por el flanco derecho, como ya he comentado... Y aún estamos a tiempi de evitarlo, espero.

Juan G. B. dijo...

El campeón te responde con otra pregunta: ¿Te molestan las puyitas a VOX? Tú sabrás por qué...
En cuanto a los CDR, de poco te has enterado tú si los vinculas precisamente a ERC... No digamos ya a Bildu (?).
Y aunque no considero que hablar de esto o de lo que sea suponga "guarrear" el blog, es cierto que esto se puede devenir muy cansino, así que, si te place, te dejo la última palabra, anónimo. Por mi parte, prou...

Lupita dijo...

Hola de nuevo:
Este libro, como otros similares, están anclados a una época concreta, y como lectores nos encontramos con algo que trasciende la ficción. A mí me gusta ver qué provoca en las personas este tema, porque es una de las increíbles consecuencias de la lectura: hay tantas lecturas de un libro como lectores. Si quiero leer una reseña literariamente exquisita y pulcra en lo subjetivo, no leo ULAD. Quiero leer a diez personas distintas transmitiendo lo que han sentido o pensado tras una lectura.

Juan, eres incorregible.. jaja. Trasladando todo esto a la vida diaria, va a ser divertido como poco. El ambiente entre Bildu y Navarra más va a dar para unas buenas risas. Ahora es Pirritx eta Porrotx, luego serán los nombres de las calles y seguirán no sé..las pancartas de las peñas, etc...

No he leído muchos libros con el tema de ETA, pero me han costado. Sobre todo desde el 11 M ese tema me remueve mucho por dentro. Si leer nos dejara indiferentes, pues no leería como dice Deborahlibros: muy fuerte.
Saludos a todos

Anónimo dijo...

Me parece como poco discutible aludir a murcianos y almerienses con motivo de ETA. No viene a cuento.¿Qué es lo que se quiere decir con semejante alusión? ¿Que los de Murcia y Almería son muy malos y fachas porque muchos votan a Vox? ¿Y? En una democracia cada quisque vota a quien quiere libremente. Vox tiene una ideología repelente, pero no mata a nadie. En Murcia o Almería no se asesina a cargos electos de otros partidos como sí ocurrió durante años y años en la inefable Euskadi. Murcianos y almerienses no engendraron una organización armada etnonacionalista responsable de mil asesinatos políticos. A ver si dejamos de mezclar churras con merinas en este asunto y somos un poco ecuánimes en términos intelectuales. Lamento que este comentario mío sea tan "político."

Santi dijo...

Hola a todos!
Muchas gracias por los comentarios, aunque algunos ya bastante "calentitos"...

Realmente con una obra como esta es imposible no hablar de política; de hecho, habrá quien defienda que con cualquier obra es imposible hacer crítica "pura", pero con obras que tratan sobre temas como este, todavía más claramente. Naturalmente esto no quiere decir que no se pueda hacer un comentario crítico literario del texto (y creo que lo hago en la reseña), pero al mismo tiempo me parece que una de los aspectos negativos de la novela es, precisamente, el intentar reducirlo todo a lo individual y borrar el aspecto colectivo o, sí, político de los conflictos. Por ejemplo, que muera Arrakis/Yoyes a Imanol le duele porque ella era amiga y había tenido una trayectoria muy semejante, y no tanto porque sea una barbaridad matar a alguien por cualquier motivo, o por considerarla traidora a la causa por querer recuperar su vida. Lo mismo con la fuga de Sarrionandia y de Iñaki Pikabea: se centra casi toda la atención en Sarrionandia (escritor, poeta, intelectual) y se pasa de puntillas por el hecho de que Pikabea sí estaba acusado de delitos de sangre...

Hablando de forma más general, a mí sí que me interesan las obras escritas sobre la violencia en el País Vasco, me parece que estamos en una fase fundamental de construcción de esa memoria sobre lo que pasó, y la literatura es una de las herramientas para construir esa memoria, quizás de una forma más plural y compleja que desde otros ámbitos. En este blog he reseñado ya unas cuantas obras que me parecen interesantes (y no, no me refiero precisamente a Patria), y he entrevistado a algunos de sus autores y autoras. Van algunos enlaces:

https://unlibroaldia.blogspot.com/2015/08/katixa-agirre-espera-hasta-que-escampe.html

https://unlibroaldia.blogspot.com/2017/10/resena-aixa-de-la-cruz-la-linea-del.html

https://unlibroaldia.blogspot.com/2016/12/edurne-portela-el-eco-de-los-disparos.html

https://unlibroaldia.blogspot.com/2017/09/resena-entrevista-mejor-la-ausencia-de.html

https://unlibroaldia.blogspot.com/2018/12/resena-entrevista-como-si-todo-hubiera.html

Cualquiera de estas obras (además de las de Saizarbitoria, que menciono en la reseña) me parecen más interesantes que Patria o que La voz del faquir en la forma de afrontar el conflicto vasco y las heridas que ha dejado, algunas de ellas todavía abiertas (en esto creo que soy más pesimista que Juan: creo que todavía queda mucho por hacer en el camino por la convivencia). Coincido, en cualquier caso, en que Harkaitz Cano en las novelas parece que no acaba de dar con la tecla, a pesar de momentos absolutamente brillantes...

Anónimo dijo...

Bueno, siendo un poco brusco se puede afirmar que el camino hacia la convivencia se comienza a recorrer en Euskadi cuando se pone fuera de la circulación a quienes no querían convivir con nadie porque ni tan siquiera dejaban vivir a los discrepantes. Y esta labor no la hizo la sociedad vasca o abstracciones por el estilo sino los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (opresor). Claro que para convencer a los " violentos" los opresores tuvieron que sufrir previamente sus dentelladas: más de 500 asesinatos. Dos de cada tres asesinados por los "violentos" (y tanto) es un uniformado del Estado opresor también conocido como España. Doy este dato por aquello de que una perspectiva justa de la historia nos pone en el camino de desentrañar la verdad con minúscula. La convivencia se nos dará por añadidura. Otra cuestión. En una sociedad tan politizada como la vasca es inevitable dar una interpretación ideológica de la producción literaria acerca del "conflicto" (asesinatos a sangre fría jaleados por una parte minoritaria pero impresionante de los vascos). En este sentido, recomiendo la lectura del artículo del historiador José Luis Rodríguez Jiménez disponible en pdf sobre la presencia y significación de las víctimas en esta narrativa. Por no ser sectarios, hay que indicar asimismo que algunos etarras además de liquidar a sus semejantes también tenían el vicio de la pluma. Sarrionandia es el más conocido. Pero quien organizó su fuga de Martutene en 1985 también era hombre de letras: Mikel Albizu Iriarte, más conocido en los carteles de "Se busca" como Mikel Antza. Este buen señor llegó a ser el máximo jefe de la organización terrorista. En la actualidad está libre tras pasarse 15 años preso en Francia por asociación de malhechores. Antza tiene cierta reputación literaria (además de política, claro) en los ambientes euskaldunes y abertzales. Desconozco si realmente sus escritos merecen la pena.

Santi dijo...

Hola, último anónimo.

Puedo estar de acuerdo en algunas cuestiones de las que comentas, por ejemplo en la necesidad de recordar y reconocer a todas las víctimas, también a las de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado; a veces, desde la izquierda abertzale y desde otros ámbitos incluso, parece distinguirse entre "víctimas que se lo merecían" (policías, soldados, etc.) y "víctimas inocentes", y eso es muy peligroso. Eso sí, hay casos en que la cuestión ya es ética y políticamente más compleja, como en el caso de Melitón Manzanas o de Carrero Blanco, un torturador implacable y un alto jerarca del franquismo respectivamente...

En lo que no puedo estar en absoluto de acuerdo es en esta visión de que la oposición a ETA solo vino desde fuera del País Vasco. Gesto por la Paz no se fundó en Badajoz, por decirlo de alguna forma. Y mantener esa visión es despreciar o invisibilizar a los intelectuales, artistas, políticos, periodistas, jueces, etc. que se opusieron a ETA y a su mundo desde dentro del País Vasco, en los tiempos más difíciles. Una narrativa "vascos malos - españoles buenos" (que en el fondo es la que viene a alimentar "Patria", sobre todo tal y como ha sido leída fuera de Euskadi) no ayuda en nada ni a comprender ni a superar la violencia de estas últimas décadas.

(Eso sin olvidar, y no se trata de equiparar violencias sino de no invisibilizarlas, que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad también tienen pendiente una labor de autocrítica en relación con cuestiones como los GAL, las torturas, etc., que no veo que haya muchas ganas de hacer...)

Yo tampoco he leído nada de Mikel Antza, ni lo he visto mencionado demasiadas veces como escritor, así que no puedo dar una opinión al respecto...