martes, 20 de agosto de 2019

María Sánchez: Tierra de mujeres


Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable

Cuando andamos por nuestro entorno, los urbanitas somos muy capaces de distinguir si un automóvil es gti o turbo o híbrido, si aquel vestido es verde manzana o verde melón o té verde, si aquel teléfono móvil es de cuarta o de quinta generación. A su vez, fuera del asfalto, somos en general absolutamente incapaces de llamar a un árbol por su nombre, de reconocer un animal –esos bichitos- por su especie, o de distinguir un pájaro por su canto –son pajarracos-. Dice George Steiner que lo que no se nombra no existe y da la sensación de que, en general, entre nosotros, se mantiene pujante la percepción que asocia lo rural, sus habitantes, con lo basto, lo ignorante, lo bruto y paleto. Ahora además también le atribuimos nuevas cualidades; baldío, vacío, condenado. Y, encima, la cobertura es pésima y falla de continuo.

Vacía. La España vacía, que depara crímenes desgarradores -Puerto Hurraco, Fago, Tor…-, visceralidad cañi, tedio tradicionalista y agonía productiva. Por eso, libros como Tierra de mujeres tienen el gran mérito de colocar al lector frente a la urgencia de repensar, reaprender a mirar, a sentir, a comprender, y a reciclar y reubicar la manera y la función a la que hemos relegado el medio rural en nuestro imaginario colectivo. 

María Sánchez (Córdoba, Andalucía, 1989) es, además de poeta, veterinaria. Y es de pueblo. Le gusta rescatar y insuflar nueva vida a palabras desgastadas, veladas por el olvido, en proyectos compartidos como Almáciga. Ejerce la misma profesión que su padre y su abuelo pero se sitúa en esa tradición de mujeres, madres, abuelas, bisabuelas, que se encargaban y podían con todo, que ante la presencia de extraños escondían las manos en los bolsillos de las batas para no sentir delatada su condición, su dedicación. Que además de cuidar de todo y de todos, aún echan una mano en las faenas del campo o con los animales, sin cotizar, ni cobrar, ni poseer la titularidad de los bienes.   

La España vacía no es tal, para María Sánchez. En todo caso, la España vaciada, pues esos pueblos y comarcas están llenos de historias, palabras, vidas, semillas, veredas, animales, vínculos, personas, proyectos, oficios y comunidades. Una densidad vital notable e innegable, al margen de estadísticas demográficas, que no precisa de una literatura que les denomine granjeros, ni de paternalismos, ni de reportajes superficiales en los suplementos dominicales a todo color de los diarios, ni ser reducidos a personajes de Los Santos Inocentes. Y que, como hace la propia naturaleza, intrinsecamente aferrada al instinto de supervivencia, necesita de su propia narrativa, de voces que se alcen frente a las dudas, la inseguridad, el miedo y los complejos porque, en palabras de Chimamanda Ngozi Adiche, “el silencio es un lujo que no podemos permitirnos”.

Así, María Sánchez propone una narrativa que germine y propague sin miedo nuevas palabras: cultura, agroecología, soberanía alimentaria, ganadería extensiva, territorio, feminismo plural y múltiple. Una narrativa invisible que brote de las obsesiones y de lo que conmueve, que sea tarea y cobijo, donde las palabras tiemblen para despejar las sombras y la polvareda con la que percibimos el medio rural y quienes lo habitan. Una literatura que, como el campo, no debería permitirse la inmediatez ni los destellos, elaborada con paciencia y calma, “que descanse en las huellas de todas esas que se rompieron las alpargatas pisando y trabajando”, para escribir sobre su propio mundo y enfrentar el ninguneo de quienes han pretendido describirles desde fuera. Toca no avergonzarse de las raíces, ni de las manchas y las carencias, pues “sólo cuando nos quitemos las máscaras, nos deshagamos de prejuicios y nos sentemos en la misma mesa, de tú a tú” seremos capaces de tener un futuro y un territorio viable, sostenible, común y compartido, “donde poder asentarnos todos y encontrar el idioma común, la mano que recoge semillas de un lado y las esparce en otro”.

4 comentarios:

Antonieta dijo...

Gracias, muchas gracias.

José Torres Criado dijo...

Hola, soy el dueño del blog "El Gabinete de Cinemagnificus". Me cambio al blog "El Blog de José Torres Criado" y os sigo desde ese :) Un saludo.

Esperanza dijo...

Un libro imprescindible y auténtico de una mujer que ya con su poemario Cuaderno de campo nos dejó con la boca abierta

Sol Elarien dijo...

Personalmente solo me gusto la última parte, la que es más íntima y familiar, lo otro me pareció que tenía mucho de panfleto feminista y me decepcionó, esperaba otra cosa.
Un abrazo: Sol