Título original: Lacombe Lucien
Año de publicación: 1974
Traducción: María Teresa Gallego Urrutia
Valoración: interesante y está bien
Durante la ocupacion alemana de Francia, en la II Guerra Mundial, Lucien Lacombe es un muchacho de un pueblo del sudoeste del país, hijo de un soldado cautivo y empleado a su vez en un hospicio de ancianos. Tras intentar incorporarse al maquis, acaba un poco debido al azar y otro poco al resquemor, integrándose en un grupo parapolicial que ayuda a la Gestapo en la represión de los resistentes.
De esta forma, de un día para otro, en el verano del 44, Lucien se ve formando parte de una pandilla variopinta, que comprende desde el fascista convencido al resentido o a quien no ha encontrado su lugar en otro sitio. Además, por medio de uno de sus compañeros, entra en contacto con el sastre judío Horn, que espera escondido la oportunidad de pasar a España, y con su hermosa hija France. En fin, que con las cartas repartidas, con los papeles asignados, ya puede empezar la historia... es decir, la película.
Porque este libro no es una novela, aunque pueda leerse como tal, ni una obra de teatro, aunque ídem, sino un guión cinematográfico, el que escribieron Patrick Modiano y Louis Malle para el filme que éste dirigió en 1974 y que en su momento supuso una conmoción en Francia, puesto que trataba sobre un tema casi tabú hasta ese momento: el del colaboracionismo con los invasores nazis durante la guerra mundial (tema que ya había tocado Modiano, cierto es). Pero, sobre todo, porque además el protagonista no se metía a colaborador filonazi por fanatismo u odio a judíos y comunistas, sino por cierta dejadez, por dejarse llevar, por estupidez, incluso... Vamos, por las mismas razones que la mayor parte de la población francesa (y la de cualquier otro país) tomó partido en aquel entonces, supongo. Es más, en algún lugar he leído que lo que pretendían hacer los guionistas era ejemplificar en su protagonista aquel concepto acuñado por Hannah Arendt de "la banalidad del mal"; mal que así no estaría encarnado por un sturmbannführer de las SS convencido de que su superioridad racial le eximía de cualquier escrúpulo ético o moral, sino por un campesino francés capaz de cometer cualquier atrocidad sólo porque se ha juntado con unos amigachos que le invitan a beber y le permiten vaguear a sus anchas cuando no tienen que perseguir a los maquis.
En este punto, sin embargo, quisiera, si no defender, sí resaltar una mayor complejidad de la que parece en el personaje de Lucien: su posicionsmiento y actuación no son sólo frutos del azar, de la pusilanimidad o la molicie, sino también, en gran medida, debidos a un rencor social que, en vez de manifestarse a través de la lucha de clases colectiva, lo hace por medio de una violencia individual, utilizada, en este caso, por un grupo fascista. Y hay también, claro, una urgencia juvenil, una necesidad de expresarse, de ser oído y de conseguir aquello que algunos disfrutan por nacimiento o por edad, pero que un adolescente pobre no tiene paciencia para esperar.
Estas circunstancias le dotan al personaje de Lucien de un carácter algo más trágico de lo que sugiere la propia peripecia política o bélica, algo que se percibe mejor en la película (según yo recuerdo) que en la lectura del libro. Porque si leer un guión no deja de ser un ejercicio interesante, cuando se trata de un determinado tipo de historia y determinado estilo de cine, no deja de resultar una lectura incompleta, me temo.
Porque este libro no es una novela, aunque pueda leerse como tal, ni una obra de teatro, aunque ídem, sino un guión cinematográfico, el que escribieron Patrick Modiano y Louis Malle para el filme que éste dirigió en 1974 y que en su momento supuso una conmoción en Francia, puesto que trataba sobre un tema casi tabú hasta ese momento: el del colaboracionismo con los invasores nazis durante la guerra mundial (tema que ya había tocado Modiano, cierto es). Pero, sobre todo, porque además el protagonista no se metía a colaborador filonazi por fanatismo u odio a judíos y comunistas, sino por cierta dejadez, por dejarse llevar, por estupidez, incluso... Vamos, por las mismas razones que la mayor parte de la población francesa (y la de cualquier otro país) tomó partido en aquel entonces, supongo. Es más, en algún lugar he leído que lo que pretendían hacer los guionistas era ejemplificar en su protagonista aquel concepto acuñado por Hannah Arendt de "la banalidad del mal"; mal que así no estaría encarnado por un sturmbannführer de las SS convencido de que su superioridad racial le eximía de cualquier escrúpulo ético o moral, sino por un campesino francés capaz de cometer cualquier atrocidad sólo porque se ha juntado con unos amigachos que le invitan a beber y le permiten vaguear a sus anchas cuando no tienen que perseguir a los maquis.
En este punto, sin embargo, quisiera, si no defender, sí resaltar una mayor complejidad de la que parece en el personaje de Lucien: su posicionsmiento y actuación no son sólo frutos del azar, de la pusilanimidad o la molicie, sino también, en gran medida, debidos a un rencor social que, en vez de manifestarse a través de la lucha de clases colectiva, lo hace por medio de una violencia individual, utilizada, en este caso, por un grupo fascista. Y hay también, claro, una urgencia juvenil, una necesidad de expresarse, de ser oído y de conseguir aquello que algunos disfrutan por nacimiento o por edad, pero que un adolescente pobre no tiene paciencia para esperar.
Estas circunstancias le dotan al personaje de Lucien de un carácter algo más trágico de lo que sugiere la propia peripecia política o bélica, algo que se percibe mejor en la película (según yo recuerdo) que en la lectura del libro. Porque si leer un guión no deja de ser un ejercicio interesante, cuando se trata de un determinado tipo de historia y determinado estilo de cine, no deja de resultar una lectura incompleta, me temo.
Otros títulos de Patrick Modiano reseñados en Un Libro Al Día: Tres desconocidas, El lugar de la estrella, Catherine, Ropero de la infancia, La hierba de las noches,En el café de la juventud perdida
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