sábado, 13 de abril de 2019

Agustín Fernández Mallo: Nocilla Dream

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2006
Valoración: Recomendable

Supongo que más de uno ya se habrá dado cuenta de que no es fácil seducirme con novedades editoriales, por muy llamativas que parezcan o por mucho que den que hablar. A veces acaban cayendo en mis manos libros cuyo momento álgido queda ya muy lejano, y de los que todo el mundo habló hace demasiado tiempo. Confieso que, quizá movido por mi admiración por el siglo XX literario, a veces dejo pasar la actualidad más inmediata con cierta actitud desdeñosa, y no siempre es un acierto. Aun así, reivindico mi derecho a permanecer temporalmente al margen, lo que, si bien tiene el inconveniente de ignorar las modas, presenta también la ventaja de valorarlas con una perspectiva más amplia, y por tanto, más objetiva.

Valga lo dicho en relación con el llamado Proyecto Nocilla, sus componentes y derivados, que brotaron hace más de una década con cierto ruido, al menos dentro del mundillo literario. Rápidamente se acudió a la etiqueta de ‘vanguardista’ y se corrió a bautizar a todo un grupito de coetáneos, como gusta a los críticos. Pero veamos qué hay realmente dentro de esta movida.

Nocilla Dream es la primera obra de la trilogía de Fernández Mallo, y por tanto la que abrió el fuego allá por 2006. Si uno mira por ahí, enseguida se encuentra con adjetivos como ‘experimental’, ‘rompedor’ y cosas así. Y todo porque el libro es una secuencia de 113 fragmentos breves que no constituye un relato lineal, sino una serie de imágenes, reflexiones o escritos sueltos, de muy diversa índole, aunque algunos de ellos conectados entre sí. Hombre, llamar a esto ‘experimento’ me parece mucho decir, porque amigos, técnicas como el collage, el patchwork o como se le quiera denominar vienen utilizándose (en la literatura y en otras artes) desde hace más de un siglo. Y, descendiendo un poco más al contenido concreto de ese muestrario, tampoco son ni mucho menos desconocidos recursos como la apropiación de textos ajenos o su elevación a apócrifos, la descontextualización, la fragmentación o la ruptura cronológica, incluso la mezcla de varios de ellos.

Cosa distinta es que ese despliegue de formas alejadas del relato convencional resulte algo bastante inusual en la narrativa de las últimas décadas, quizá de forma más marcada en el panorama literario en castellano. Tampoco voy a ir dando lecciones de historia de la literatura, pero me atrevería a decir que desde los años 60 o 70 del siglo pasado la narrativa española ha seguido caminos mayoritariamente convencionales, con lo que se entiende que una propuesta como la de Nocilla Dream tuviese un cierto impacto en semejante panorama.

Al libro, que difícilmente se puede calificar de novela, se le ha buscado paralelismo con el formato de blog personal, por la dispersión casi aleatoria de los contenidos. Bueno, no es disparatado, aunque hay que reconocer que queda muy moderno eso de relacionar cualquier cosa con internet, lo mismo que con la globalización o con ciertos paradigmas de la sociedad posmoderna (soledad, eclecticismo, escepticismo). También hay algo o bastante de todo ello en Nocilla Dream: pequeñas historias que se desarrollan desde Pekín hasta una gasolinera de Albacete, flashes cinematográficos y científicos, un tipo que vive en el área de tránsito internacional de un aeropuerto, parejas rotas por la adicción al juego, un Che Guevara  atropellado por una moto tras fingir su propia muerte.

Si el libro es entonces más un pastiche que un caleidoscopio, y además, más que innovar formalmente, tan solo recupera viejas técnicas de vanguardia olvidadas desde hace mucho ¿cuál es realmente su valor? Pues que toda esa integración de técnicas y contenidos está muy bien hecha. Con una prosa sobria, se diría que intencionadamente objetiva y fría, Fernández Mallo va presentando todos estos fragmentos con absoluto equilibrio, trenzando algunos de ellos con sutileza y elegancia, sin dejar que el conjunto coja ritmo narrativo. No es eso lo que se busca, sino dejar ahí esa constelación de fogonazos, algunos completamente anodinos, otros que amagan con formar una historia, que en vez de cuajar se deja que se bifurque o se enrosque sobre sí misma. 

Ni siquiera está claro si todo ello constituye un gran mosaico aleatorio o algún tipo de estructura, pero el mismo texto ya nos pone en la pista del concepto de ‘rizoma’, una forma de crecimiento que desde el punto de vista científico seguramente tampoco tiene nada de anormal, pero que a la vista sugiere formas fortuitas, un crecimiento tumoral, la generación de unidades independientes, algunas que prosperarán, otras que quedarán en muñones sin desarrollo. Algo que tiene que ver con lo imperfecto, lo invasivo, que se extiende con arreglo a parámetros que desconocemos, y que ofrece esa imagen de heterogeneidad, de una lógica desconocida pero que suponemos existente, todo lo cual se desprende de las páginas de este libro.

Aun considerando que todo esto está, repito, muy bien elaborado, seguramente el alcance real, es decir, si responde a una idea de cierto peso en lo creativo, o es el resultado de una inspiración feliz pero circunstancial, tal vez habrá que verlo en las posteriores entregas del Proyecto. Pero en principio, me interesa.

Otras obras de Agustín Fernández Mallo en ULAD: Nocilla ExperiencePostpoesíaTrilogía de la guerraLimboEl hacedor (de Borges). Remake

4 comentarios:

Diego dijo...

Hola. Muy identificado con tu exposición del principio. Si a tu manifiesto le agregas la variable independiente: el tiempo inalterable en las abscisas obligándonos a elegir, -"quizá movido por mi admiración por el siglo XX literario" -, dijiste. Si conjugamos eso nos libramos de casi toda culpabilidad por lo nuevo que nos perdemos. También de tener que sentirnos otros viejos chotos sacando la estampita de todo libro escrito en siglo pasado fue mejor.
Es cuestión de tiempos. Del que disponemos y, como bien dices tú, del tiempo mismo de la obra, su madurez y trascendencia juzgadas por este.
Yo también reivindico nuestra elección.

No conozco nada de este autor así que capaz que el libro en cuestión algún día cae. Un saludo. Buena reseña.

Carlos Andia dijo...

Gracias Diego. Por aclarar un poco mi posición, aun reiterando mi admiración por todo ese reguero de autores y obras tan enormes que dejó el siglo pasado (y naturalmente, otros anteriores), tampoco es razonable (ni justo, ni inteligente) ignorar lo que se está escribiendo en lo que llevamos del XXI, porque está claro que de aquí saldrán, y han salido ya, cosas muy interesantes. Pero sí me he visto en la obligación de confesar que prefiero darme algo de perspectiva aun a riesgo de perder un poco el paso de la actualidad. En todo caso, también creo que es algo que debo corregir un pelo, y estoy en ello.

Encantado de contar con tu opinión, como siempre.

Gerard dijo...

Fue y es tan pobre su trilogía que da pena esforzarse en criticarla. Ocurre que el canto de las sirenas nos aturde y dejamos a veces de lado lo esencial, los libros con enjundia, sean de trazo vanguardista o tradicional. Me quito el cráneo con El Jarama y con Trilce, pero con estos fragmentos tan pobres, no. Uno de estos libros lo leí en la librería. No digo más.

Carlos Andia dijo...

Ha tenido gracia lo de la librería, Gerard. Pero tengo que discrepar por lo menos un poco y por lo menos en lo referido a Nocilla Dream. A mi no me ha parecido un mal libro, está muy bien construido, es inteligente y relativamente innovador, como he intentado exponer en la reseña. Sobre el resto de la trilogía, de momento no puedo opinar, claro está.

Y, ya que estamos, El Jarama me parece una novela muy interesante para su época, que quizá no ha envejecido demasiado bien pero conserva el valor de haber captado el pálpito de una generación de jóvenes muy particular. Y qué decir de Trilce. Leches, que César Vallejo es uno de mis autores favoritos! Lástima que ahora esté tan desenganchado de la poesía, porque es imperdonable que no tenga una reseña en esta casa.

Gracias por tu opinión y por darnos pie a la charla.