miércoles, 26 de octubre de 2016

Semana del Libro de Culto. Enrique Vila-Matas: Bartleby y Compañía

Idioma original: español
Año de publicación: 2000
Valoración: está bien/imprescindible para interesados

Más de 200 páginas escritas acerca de la Literatura del No  por un autor con fama de metaliterario pueden sonar casi a broma pesada. Más si contamos con esa elegante sorna habitual de la prosa del escritor barcelonés. Más si partimos de una presentación de impacto. Marcelo, narrador, confiesa en las primeras líneas el defecto físico (es jorobado) que condiciona su existencia y complica su relación con las mujeres. Hecha la aclaración, se lanza al vacío. Bartleby: personaje de la novela corta de Melville que ya es un patrimonio de la literatura universal (aunque a mí me pareciera que no era para tanto), triste escribiente que nos lega su frase como paradigma de muchas cosas, que pueden ir desde el escepticismo hasta la desidia o la vagancia. Y punto de partida para esta disquisición sobre el hecho literario y el hecho no-literario y el no-hecho literario y...¡brrrrrr!... qué complicado es esto de explicar las cosas sin contar con la facilidad de expresión de Vila-Matas; menudo trato le da el hombre al lenguaje. Ni una palabra fuera de su sitio, ni una construcción incoherente, ni un escalón siguiente que se pise sin haberse afirmado con contundencia en el anterior.

Ensayo literario ligeramente aderezado con lo que parece un diario personal (incluyendo alguna experiencia de formación), Bartleby y Compañía dispone de un planteamiento y un desarrollo tan característico y casi exclusivo de su autor que ello se convierte en virtud y defecto a la vez. El libro atraerá y fascinará al incondicional tanto como repelerá y aburrirá al escéptico. Hace días que me reconfortaba que cierto libro pudiese juzgarse sin recurrir a los extremos, pero con este libro ello es imposible. Si hasta parece que en algún momento se esté hablando de escritores (o no-escritores) imaginarios, que Vila-Matas nos someta a un juego del escondite donde ciertos nombres nos suenan (cómo no: Melville, claro, Rimbaud, por supuesto, Kafka, Musil, Walser, Salinger. Pynchon), pero en otros nos vamos perdiendo de tal manera que la erudición de Vila-Matas (manifestada, eso sí, con elegancia y naturalidad) acaba arrinconándonos, postergándonos a un paraje donde, en aras de demostrar empíricamente que también hay no-escritores, no-novelas a destajo, y que ello está justificado, parece que debamos acudir a hacer cola cualquier noche a una no-librería.

Tantos y tan variados son los ejemplos de carreras literarias abortadas o cercenadas o abandonadas, tan suntuoso es el desfile de menciones a escritores y los hechos o motivos que les obligan o les invitan a dejarlo correr, a la vista de éxitos o fracasos o de escepticismo.
Un pequeño inciso algo oportunista: ¿cómo valoraría Marcelo el fenómeno pseudo-glups-literario que representa internet? ¿Acaso no son (¿somos?) todos los que nos comunicamos por la red y no damos un paso más allá, meras actualizaciones del concepto, como guarecidos gracias al carácter de borrador perpetuo que nos aporta esta editabilidad?

Seguimos. ¿Méritos de Bartleby y Compañía? A destajo: este es un libro a conservar para referirse a él, para citarlo, para entender la actitud (sobre todo europea) hacia la literatura como factor en la ecuación del hombre en el universo. Pero a la vez es demostrativo de todo lo contrario. Vila-Matas (o su alter-ego Marcelo, compilador a costa de salud, trabajo y bolsillo) juega con tanto fair-play que deja que se reflejen todas las opciones posibles. Comprended, es casi inútil explicarlo (recordad la Semana en la que estamos), porque casi cualquier frase de este libro, prestada o creada expresamente, es susceptible de ser citada por inspirada o vilipendiada por obvia o por pedante. No hay términos medios, aunque recomendar este libro a no iniciados es una actitud casi suicida. Es un escritor especial, escribe hace cuatro décadas, y esta, obra central en lo temporal y paradigmática en lo estilístico y hasta en su intención, es uno de sus buques-insignia. Quizás Dietario voluble constituya una reescritura de alguno de sus planteamientos, y es mucho más cercana y asequible. Pero la obra de Vila-Matas no puede entenderse sin el embrollo excesivo de citas y reflexiones que es Bartleby y Compañía. O sin el monumental y ambicioso reguero de frases brillantes que es Bartleby y Compañía. 
Espero que haya quedado claro ¿Alargarme más? Preferiría no hacerlo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

https://www.google.es/amp/elpais.com/diario/2009/02/07/babelia/1233967162_850215.amp.html?client=ms-android-lge

Locus solus reseñado el lunes también le gusta al bueno de Enrique.

Anónimo dijo...

Estoy más o menos de acuerdo con la reseña. Muy bien escrito el libro pero se me hizo pesado.
Tanta erudición, me desbordaba. Y por qué no reconocerlo, me irritaba un poco. Pero eso es algo subjetivo. Vamos, que es problema mía, no del libro. A otros les parecerá interesante esa sobredosis de autores desconocidos (para mí)


Anónimo dijo...

Soy de los fanáticos de Vila Matas y Bartleby y Compañía me parece un libro genial y perfecto, como también me lo parece esta reseña (y muchas otras de las vuestras). Si esto es un borrador perpetuo de Internet vale más que, probablemente, la mitad de los escritos publicados en papel, que por estar equipados con una portada, se llaman libros...
Vale, basta de odas grandilocuentes a ULAD, simplemente: ¡¡¡¡sois los más guapos!!!!

sal dijo...

Opino igual que el segundo anónimo, un libro interesante que sorprende al principio y luego termina por cansar y verse como una sucesión de datos.

Anónimo dijo...

Mañana re-reseña de Los detectives salvajes jjejeje

Francesc Bon dijo...

Gracias por los comentarios. Si Vila-Matas ya suele suscitar alguna controversia por su carga erudita, este es su ejemplo más paradigmático. Por cierto, este libro y "La pesquisa", de Saer, forman parte de la lista de los 25 mejores en español de los últimos 25 años, según el número conmemtorativo del suplemento cultural de El país.

Anónimo dijo...

Y La Grande!