viernes, 7 de octubre de 2016

Luisgé Martín: El amor del revés

Idioma original: Español
Año de publicación: 2016
Valoración: Está bien

Este libro se titula "El amor del revés", pero perfectamente podría haberse titulado "Mi educación sentimental", "Mi pequeño inventario de arrepentimientos" o "Mi vida en sesenta secuencias". 

Y os preguntaréis: ¿A qué viene tanto "Mi"?
Pues a que estamos ante otro libro autobiográfico, tan de moda últimamente.

En este caso, "El amor del revés" es la autobiografía erótico-sentimental de Luisgé Martín y en ella narra el proceso que le llevó desde el descubrimiento de su propia homosexualidad, allá por 1977, hasta su boda, en el año 2006. Un proceso marcado en sus inicios por el juramento de ocultarla por siempre, no tanto por escarnio o por burla por parte de los demás, sino más por el propio sentimiento de culpa fruto de la educación de la época. Esta culpa llevará a que viva su sexualidad con fingimientos y ocultamientos, como una negación, hasta el punto de referirse a ella como tara, aberración o monstruosidad. Poco a poco irá admitiendo su homosexualidad, aunque no le abandone nunca ese sentimiento de culpa, y tendrá sus primeras experiencias furtivas, sus primeros enamoramientos, con los que, en parte, expulsará los demonios del cuerpo y con los que desterrará para siempre sus intentos de "ser como los demás". Nos hablará, a continuación, de sus aventuras y desventuras, de sus "éxitos" y sus fracasos, de sus dudas y arrepentimientos, de sus intentos por llevar una vida "normal". En resumen, de su camino de redención.

La verdad es que se trata de un libro, aparentemente, honesto y valiente. Hay que tener valor para desnudarse públicamente de esta manera. El problema es, en toda esta "literatura del yo", que la línea que separa la valentía del exhibicionismo es muy fina, y estar bordeándola sin pasar al otro lado durante 300 páginas es muy complicado. Relacionado con lo anterior está el interés que el tema o el autor puedan suscitar. Si el tema o el autor te resultan interesantes, genial; si no, te puede parecer que el libro es fruto de un ataque de egocentrismo agudo. Y yo, en este caso, creo que hay una mezcla de las dos cosas. Me explico.

La primera parte del libro, la de la adolescencia y primera juventud, el descubrimiento de la sexualidad, su negación, etc, sí que me parece "conseguida", sobre todo por el retrato sociológico de la España post-franquista que realiza. Pero la segunda parte, la más centrada es sus relaciones posteriores me resulta más anodina, menos reveladora y, hasta cierto punto, más exhibicionista.

En cualquier caso, se trata de un libro interesante. Y lo es a pesar de que hacia el final del capítulo VII "Los años felices" diga (¡oh, horror, sacrilegio, a la hoguera con él! que nunca terminé de leer En busca del tiempo perdido, pero lo empecé varias veces.

Particularmente, se trata de un libro que a los más jóvenes sorprenderá porque, afortunadamente, parece que esté hablando de otro país. Y es, además, un libro que recomendaría especialmente a los homófobos, aunque fuera solo por tratar de entrar en la mente de otras personas y por probar si de esa forma se les activan un poco las neuronas, cosa que dudo.

Otros libros de Luisgé Martín en ULAD: El alma del erizoLa mujer de sombra

3 comentarios:

Álvaro dijo...

No estoy de acuerdo con lo del exhibicionismo y el egocentrismo agudo. Evidentemente narra vivencias autobiográficas y el autor se descubre por completo en ellas, pero creo que eso está lejos de una intención puramente exhibicionista o fruto de un ego gratuito. Esas vivencias autobiográficas, imagino que más o menos novelizadas e imagino también que con cierto componente ficcional, resultan de gran utilidad para comprender el mensaje de la novela, tienen una razón de ser, y se relacionan con todo ese ambiente de represión y fanatismo que en este país se ha vivido hasta anteayer, y se sigue viviendo hoy día.
Coincido en que es un libro valiente y, añado, necesario (por desgracia, todavía necesario).

Koldo CF dijo...

Hola Álvaro:

No digo que el libro sea un ataque de egocentrismo agudo, sino que este tipo de libros (los de Knausgaard son otro ejemplo) son susceptibles de ser interpretados de esa manera. Lo que sí que digo es que hay una parte del libro, esa en la que ya el autor ha expulsado en parte sus demonios, que a mi me resulta menos reveladora (la represión y el fanatismo quedan claros desde el primer momento) y, por eso, hasta cierto punto exhibicionista.

Coincido contigo en que el libro es también necesario, aunque afortunadamente algo hayamos evolucionado.

Gracias por el comentario. Un abrazo!

Gracias por el comentario

Unknown dijo...

Hola
Acabó de terminar el libro, de Luisgé Martín, me pareció repulsivo, me dio vergüenza ajena,me llamo Osvaldo Castro García de Vinuesa, soy Galego, tengo 56 años, nací en un pueblecito llamado Cée, dirán para que coño este tío escribe su historia, porque todo tiene que ver,este escritor tira para atrás todo lo que por derecho propio la comunidad gay mundial a podido conseguir, hasta creo que es hipócrita su casamiento, porque ni el lo acepta, sólo en las última líneas al decir que si e feliz no es final , esta repleto de odio, amargura y venganza, me repele que tenga la misma orientación sexual que yo.
Estudíe en La Universidad de Barcelona y en los años que escribe como de represión , el que tenía la represión era él en sus cojones.
Luego ya que mis padres vivían en Sudamérica, Buenos Aires, volví al finalizar mi doctorado a Buenos Aire, y no existía, anda tío ni por asomo lo que describe, ni en Arentina ni España.
También y lo peor fue la falta total de respeto a todos los que murieron a consecuencia del HIV, mira es comparable a la administración Regan , o a los pedófilos de la iglesia de Roma a la cabeza de Maria Ecriva de Balager.
Este libro , lo compre este año en Barcelona, como el mejor en la literatura gay????, literatura gay????, diría el mejor en la literatua homofaga y de régimes totalitarios.
Lo peor no a mí, que tengo mucho hecho y se me han currido mucho, pero lo leen jóvenes indecios, temerosos, y al leerlo coño al carajo se la hagaran de culo.
Sinceramente no aporta nada al contrario.
Osvaldo Castro