lunes, 11 de enero de 2016

Semana de la autobiografía #1, James Rhodes: Instrumental

Idioma original: inglés
Título original: Instrumental
Año de publicación: 2014
Traducción: Ismael Attrache
Valoración: muy recomendable


Pues resulta que, de todas las frases que decoran el fajín, la que más me convence la dice alguien tan teóricamente alejado de lo literario como un juez. Que reconoce a Rhodes su derecho legítimo a contarle al mundo su sufrimiento. Que no es poco. Es importante para ponerse en contexto: Rhodes ya es una relativa celebridad en el Reino Unido y hay quien intenta impedir que estas memorias sean publicadas porque, supongo, no le gusta lo que sale en ellas o se siente aludido.
Rhodes es, dicen, un renovador del ámbito de la música clásica, un concertista de piano que ha traspasado la barrera del restringido, anquilosado y rígido mundo propio de ese estilo e intenta que sea accesible a mucha gente. Lo hace por pasión, parece, y su conocimiento se manifiesta no solo en los textos iniciales que jalonan cada capítulo, donde da rienda suelta a elogios sin medida hacia compositores, intérpretes e interpretaciones, sino de forma constante a lo largo de todos los capítulos. La música ha salvado la vida a James Rhodes. De momento, porque se autodefine aún como una persona insegura e inestable, siempre al borde de la autodestrucción.
Importa más saber los motivos de esa personalidad.
Hay uno principal.
Rhodes fue objeto, desde los seis años, de un prolongado episodio de "abusos".
Pero él no lo llama "abusos", más bien no soporta que se use ese eufemismo. En esto estamos muy de acuerdo. James Rhodes, niño. fue violado de forma reiterada por Peter Lee, que era su profesor de gimnasia en la carísima escuela a la que acudía. Y no importa que las circunstancias en cuyo detalle Rhodes no tiene reparo en extenderse puedan parecer escabrosas. A ver si es que estábamos más tranquilitos sin saberlo, claro. Estamos siempre tan tranquilos sin conocer los detalles que la palabrita "abusos" cumple una función tranquilizadora. Y es importante que Rhodes le dé una contundente patada a esa preconcepción. Claro que habrá quien opine que ser tan explicito es entregarse al morbo o al sensacionalismo. Pues voy a discrepar. Es valiente y es muy conveniente, por no decir necesario. Hoy mismo leía una reseña en un medio teóricamente "desinhibido" que ponía en tela de juicio que Instrumental sea apto para según que rango de lectores precisamente por eso, por llamarle penetración a la penetración, y todas esas cosas.
¿Vamos a escandalizarnos ahora? Por favor. El valor de Rhodes es inmenso, su franqueza ejemplar, y si es oportunista o no, él lo sabrá, pero si pensaba que había de explicarlo, no veo a quién perjudica. Esas 150 páginas iniciales, donde esa situación polariza todo su comportamiento (sus relaciones personales, su matrimonio, su paternidad, la elección de su profesión), son vertiginosas. Nos fascina no lo que explica, sino que lo explique, que no se corte en describir tanto los hechos como sus consecuencias. Drogas, alcohol, autolesiones, traumas psicológicos, problemas familiares, son efectos no colaterales, sino directos. Y aún hay quien preferiría que todo quedara simplemente "sugerido". Claro: todo pulido y que el lector no haga esfuerzos ni recree situaciones desagradables.
Cuando Rhodes desplaza la narración hacia su situación actual, es algo inevitable que se acuse un cierto bajón. Como si el libro tuviera dos partes diferenciadas: recriminación vs agradecimiento, y queda claro que el plus de rabia beneficia a Rhodes, soez, áspero, frontal, pero, curioso, sin un especial énfasis en el rencor o en la persecución del desagravio. Curioso, como lo es la elusión de menciones extensas a sus padres, cuestión que sería muy interpretable en clave freudiana. 
¿Es Instrumental, aún con ese desequilibrio, una lectura muy recomendable? Por supuesto que sí. El testimonio de Rhodes es crudo, desinhibido a conciencia y procaz con un objetivo. No dejéis que esa equivocada evocación como "canto a la vida" os confunda. Rhodes demuestra algo diferente, una ira contenida de forma poco disimulada hacia aquel que destrozó su niñez y lo dejó sin poder existir en esa patria que dicen, es la infancia. Y que condicionó muchos de sus desequilibrios posteriores. Esa ira, parafraseando a John Lydon, es la energía que moviliza las partes más brillantes de este singular libro.

6 comentarios:

Carmen dijo...

Hacía mucho que un libro no me enganchaba como lo ha hecho "Instrumental": ganas de llegar a casa para seguir leyendo, releer párrafos saboreando cada palabra. No sé si hay que haber tenido una vida como la de Rhodes para escribir con esa fuerza (por cierto, fantástica traducción y, en general, estupenda edición de Blackie Books), pero, desde luego, yo agradezco que no recurra a los eufemismos y cuente las cosas como son, por más que se me revuelva todo cuando pienso no sólo en las violaciones sino también, por ejemplo, en las durísimas secuelas físicas que describe (ni me había planteado esa cuestión).
Y qué placer disfrutar de la propuesta musical que hace Rhodes (cada capítulo lleva por título un tema musical, y escucharlo mientras se avanza en la lectura es, simplemente, magia).
Para mí el final flojea un poco pero entiendo que el libro es un "todo" en el que Rhodes necesitaba tratar varios temas, y eso incluye por ejemplo la cuestión de las discográficas, que sin duda para Rhodes es algo importantísimo pero que para el común de los mortales más bien es un añadido sin más. Y, tras una primera lectura en la que el capítulo sobre el amor me pareció que innecesariamente blandito y un poco "paolocoelhoso", volver sobre esas páginas me ha llevado a reflexionar un montón y me ha resultado muy enriquecedor.
En definitiva, yo lo considero tan "imprescindible" que es el libro que más he recomendado y regalado en mi vida, y esto sólo en las últimas 3 semanas.

Francesc Bon dijo...

He de reconocer que me cuesta el "Imprescindible" para este tipo de libros. Los veo como literatura, pero también percibo ciertas intenciones egocéntricas que me cuesta despejar.

Carmen dijo...

Está claro que la etiqueta de "imprescindible" es un plus que cada uno otorga a un libro (o a una película, por ejemplo) por la razón que sea. Yo, personalmente, la reservo para libros que, además de virtudes literarias (estar bien escrito, a ser posible "enganchar", si es ficción contar una historia que merece ser contada, si es ensayo tratar una realidad que lo merece), de una u otra forma me han marcado porque han tenido algo especial. Libros, en definitiva, que no sólo "recomiendas" sino que sientes la necesidad de "compartir".
En los últimos años tengo la suerte de que ese "algo" lo he encontrado en varias lecturas (por ejemplo, a "El olvido que seremos", de Héctor Abad Faciolince, a "De vidas Ajenas", de Carrère, a "El dios de las pequeñas cosas", de Arundhati Roy, o a "Todo se desmorona", de Chinua Achebe) y también a "Instrumental", que reconozco sí tiene un toque egocéntrico (puf, difícil no tener ese punto sin caer tampoco en ser un lastimero o un tarado, sin más, contando la historia que cuenta) pero que a mí, personalmente, me ha parecido un hallazgo.

Anónimo dijo...

Voy a tener que poner en cuarentena las valoraciones de Francesc. Y bien que lo siento... Libro sobrevaloradísimo. Absolutamente prescindible. Gran campaña de promoción. Y no solo en este blog.

Anónimo dijo...

Pues yo estoy con Anónimo #1.
Esperaba mucho de este libro.
Su vida es interesante y los pequeños prólogos de cada capítulo acompañados con la música correspondiente son una delicia.
Lástima que al describir su vida no sea tan bueno como hablando sobre Prokofiev o Bach.
Lo dejaría en Recomendable, el bombo publicitario ha sida enorme.

Francesc Bon dijo...

La cosa es que ciertos casos que se han hecho públicos últimamente han hecho que los temas tratados sean muy actuales. No sé si hasta el punto de enturbiar una valoración limpia y ajena a las circunstancias. Creo que es bueno que Rhodes escriba sobre la cuestión, y que "se vacíe" en lo concerniente a lo que le ha ayudado a superar algo tan terrible. También digo que cuando el libro gira hacia la "promoción" de su "reinvención" arroja dudas. Pero lo bueno es la disensión, acabo de escribirlo: faltaria. Y gracias por los comentarios y perdón por el retraso en contestarlos.