Idioma original: inglés
Título original: Women with men
Año de publicación: 1997
Traducción: Jesús Zulaika
Valoración: muy recomendable
¿Pero cómo no hemos reseñado aún nada aqui de Richard Ford?
Título original: Women with men
Año de publicación: 1997
Traducción: Jesús Zulaika
Valoración: muy recomendable
¿Pero cómo no hemos reseñado aún nada aqui de Richard Ford?
Bueno, puede que no sea un autor tan prolifico como Roth, tan mediático como DeLillo, tan aguerrido como McCarthy. Puede que ese retrato del americano medio, gris, dedicado a profesiones convencionales, sirva para que los lectores se vean reflejados, pero que opten por autores más extremos a la hora de elegir favoritos. Pero no todo en la vida va a ser querer aúparse a los primeros puestos. Y Ford me recuerda, en eso, a un corredor de fondo. Seguramente sus relatos se parezcan más a pequeñas novelas cortas con un ligero tono situacional que al chispeante estilo de Carver. Pero resulta que estamos ante un escritor muy eficaz, de estilo sobrio, que traza a sus personajes con una solvencia muy notable.
Austin, titubeante (como Matthews, en el tercero) protagonista del primer relato, El mujeriego: casado sin hijos, a la búsqueda no tanto de una aventura como de la sensación de una aventura. Testigos somos de su fútil tonteo, un inconcreto affaire que obsesiona a Austin, que lo obsesiona hasta exponerle a una situación a medio camino entre lo sórdido y lo ridículo.
Un elemento común a los tres relatos, por cierto. El contacto puntual de sus protagonistas con lo trágico, que se revela como situación culminante, como punto de inflexión, y siempre, una extraña adaptación a la nueva realidad que se genera.
Y el título: todos los personajes son hombres que se autoconsideran al mando de sus vidas y de sus relaciones, o, al menos, piensan que llevan el peso de éstas. Todos están equivocados, de forma más o menos cruel.
Puede que los relatos de Richard Ford no contengan las pronunciadas pendientes y escarpadas cuestas de las de otros escritores. Pero su estilo directo y su eficaz manera de ponerse en la piel de un perfil tan extendido de hombres de nuestros días (de media edad, de triunfos modestos o de fracasos insignificantes) es, en el fondo, tan necesario en la creación literaria como enfocarse en héroes o en villanos. Los relatos contenidos en De mujeres con hombres, a pesar de que tendrían entidad como novelas, encajan perfectamente entre sí y dan sentido a su presencia unidos. Preámbulo finiquitado, por tanto sobre Richard Ford. Ahora cualquier día me voy a Canadá.
También de Richard Ford en ULAD: Rock Springs, Canadá, Incendios
Austin, titubeante (como Matthews, en el tercero) protagonista del primer relato, El mujeriego: casado sin hijos, a la búsqueda no tanto de una aventura como de la sensación de una aventura. Testigos somos de su fútil tonteo, un inconcreto affaire que obsesiona a Austin, que lo obsesiona hasta exponerle a una situación a medio camino entre lo sórdido y lo ridículo.
Un elemento común a los tres relatos, por cierto. El contacto puntual de sus protagonistas con lo trágico, que se revela como situación culminante, como punto de inflexión, y siempre, una extraña adaptación a la nueva realidad que se genera.
Y el título: todos los personajes son hombres que se autoconsideran al mando de sus vidas y de sus relaciones, o, al menos, piensan que llevan el peso de éstas. Todos están equivocados, de forma más o menos cruel.
Puede que los relatos de Richard Ford no contengan las pronunciadas pendientes y escarpadas cuestas de las de otros escritores. Pero su estilo directo y su eficaz manera de ponerse en la piel de un perfil tan extendido de hombres de nuestros días (de media edad, de triunfos modestos o de fracasos insignificantes) es, en el fondo, tan necesario en la creación literaria como enfocarse en héroes o en villanos. Los relatos contenidos en De mujeres con hombres, a pesar de que tendrían entidad como novelas, encajan perfectamente entre sí y dan sentido a su presencia unidos. Preámbulo finiquitado, por tanto sobre Richard Ford. Ahora cualquier día me voy a Canadá.
También de Richard Ford en ULAD: Rock Springs, Canadá, Incendios
5 comentarios:
Después de leer la reseña me parece un gran atino la portada. Los cuadros de Edward Hopper reflejaban , precisamente, la vida cotidiana de los estadounidenses (con toda su soledad), y por eso lo poético de la misma.
Curioso, a los pocos días de leer este libro, que tenía hace unos años en casa, vi uno de esos artículos en internet donde mostraban que el mismo cuadro de Hopper había sido usado para la portada de otra media docena de libros. Pero sí: aquí resulta particularmente acertado su uso. Gracias por el comentario.
Puede que no sea deslumbrante, pero después de leerlo coincido en la valoración. Creo que mantiene un nivel muy alto en estas tres novelas cortas, sobre todo en el retrato de los personajes y los lugares. También iré a Canadá.
Ayer terminé de leer este libro. Lo devoré, en realidad. Después de un año largo de lectura pausada, un involuntario aislamiento, fruto de que mi hijo adolescente diera covid positivo, hizo que resurgiera mi deseo de leer. Y quién mejor que Richard Ford para este regreso?
Alguna vez leí un reportaje que le hicieran al asistir a la feria del Libro de Buenos Aires. Allí indicaba que era disléxico, y que por eso escribía lentamente. Y así, lentamente, leí y disfruté su maravillosa tetralogía de Frank Bascombe, pero estos tres relatos los leí en menos de 48 horas.
Indudablemente, el primero y el terceo no solo comparten su geografía (Paris) sino también que sus protagonistas son semejantes. Austin y Matthews (curioso que Ford los menciona siempre por sus apellidos, no así a las mujeres, a quienes llama por sus nombres) son dos hombres infelices y bastante concientes de su infelicidad. Y sí, como bien señala Francesc en su reseña, ambos son poseedores de módicos triunfos y pequeños fracasos, hasta llegar a finales...fuertes.
El relato intermedio es el más sórdido. Celos. De la tía hacia la madre? No me queda muy claro.
En fin, Richard Ford nunca defrauda. Por ahora estoy haciendo un paréntesis con Alessandro Baricco antes de abordar Canadá.
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