Título original: Ombres en la nit
Año de publicación: 2011
Valoración: se deja leer
El escritor valenciano Ferran Torrent lleva publicando, en promedio, una novela al año desde 1983. La estadística no es exacta, y obvia algunos pequeños baches en la producción torrentina, pero bueno, a nivel cualitativo no podría ser más exacta. Ferran Torrent es uno de los tantos arquetipos posibles del escritor de una novela al año que uno puede encontrar. Habida cuenta de que se trata de un creador que ha publicado casi toda su obra en catalán, tal situación no puede ser más que meritoria.
La última novela de Ferran Torrent, publicada simultáneamente en Cataluña por Columna Edicions y en la Comunidad Valenciana por Bromera, trata la historia de un grupo de supervivientes del Holocausto, casi todos judíos y uno un gitano de Valencia, Santiago Cortés, que conforman una célula del Nakam, grupo extremista judío, de existencia histórica real, cuyo objetivo era vengar el Holocausto y cuyo proyecto más ambicioso, abandonado a la postre, habría sido el de asesinar 6 millones de alemanes —un porcentaje mucho menor de alemanes en relación a la población de la época que el porcentaje de judíos asesinados por los nazis, pero una cifra muy contundente, en definitiva—. Es una novela, por tanto, histórica y de temática que bordea las de epopeyas judías, como Oh, Jerusalén (Lapierre, Dominique; Collins, Larry), Éxodo (Uris, Leon) o la Biblia (Moisés et al.). En ambos casos uno supondría que Ombres en la nit debería ser un mamotreto de, al menos, 400 páginas y no, son algo más de 200 páginas en mi edición de tapas duras, las cuales podrían leerse en un fin de semana (si la parienta o el pariente se encarga de cocinar y lavar la ropa y los platos; o si uno no vive en pareja y deja que la tierra del vano de la ventana facilite la germinación espontánea de semillas traídas por el viento).
Ombres en la nit es una novela que se lee fácil y rápido. Es claro que Ferran Torrent, en tanto escritor de una novela al año, la escribió con la punta de la polla, como quien dice. Si algo bueno tiene esto de escribir novelas históricas es que lo único que no importa en ellas (entiéndase esta afirmación como atendiendo, otra vez, únicamente a lo cualitativo, que no a lo cuantitativo) es el estilo. La redacción de una novela histórica puede ser, perfectamente, redactada en la lengua más neutra posible, y a nadie deberá molestarle. Desde el momento en que los personajes, en realidad, no hablan en la lengua en que acaban siendo reflejados sus parlamentos, un enorme suspiro de alivio puede escaparse entre los labios del escritor, que sabe que no deberá jugar el complicado baile de consonancias y disonancias que se juega cuando el personaje habla la misma lengua que el lector. Quiero decir, mucho más fácil es escribir El sueño del celta que escribir Conversación en la Catedral, no sé si me explico. Nada de todo esto es una crítica, sólo una descripción que pretende ser certera y ocurrente: jeje.
En casa, que yo recuerde, además de Ombres en la nit tengo un ejemplar de 1995 de Gràcies per la propina (Bromera) y otro, de 1989, de la colección l'ham (3i4), de No emprenyeu el comisari (esta última acabo de empezar a leerla hace unos días, y realmente es muy entretenida; la influencia de Donald Westlake se me antoja evidente, y es de agradecer. Conversando con los compañeros de trabajo, valencianos ellos, concordaron en que No emprenyeu el comisari había sido una de esas novelas que habían acabado leyendo con placer a pesar de que formaba parte de las lecturas obligatorias). No estoy en una época de mi vida en que me motive especialmente leer policiales negros, el único tipo de policial que alguna vez me gustó leer. No soy ni un especialista ni un mero aficionado a la obra de Ferran Torrent. Lo más parecido a una novela policial en catalán que he leído nunca fue Joc brut, de Manuel de Pedrolo (otro escritor de una novela al año, dicho sea de paso). Puedo afirmar, por tanto, que si escribo que Ombres en la nit se lee fácil y rápido no me mueve a hacerlo una predisposición positiva para con su obra. Y sí, las páginas pasan y uno no se aburre ni se cansa.
Si me preguntan si es cierta la afirmación de que he leído una novela de esas que enganchan desde la primera página, tengo que contestar que no. El primer capítulo no está escrito para enganchar al lector. Es una introducción que en vez de llevar el título de Introducción, lleva el de capítulo 1 (“1”, en realidad). Es probable que fuera escrito al finalizar la redacción principal de la novela o que es una reestructuración de uno o más apuntes biográficos y estructurales del novelista. Si no es nada de esto, se lo parece. Pero tampoco he pretendido criticar en forma destructiva, sólo pretendo describir lo que veo. Pero sí, molesta un poco la mala decisión tan parecida a obcecación que uno intuye en eso de que la Introducción sea el capítulo 1, igual a la que sentí, tiempo ha, cuando el Epílogo de San Manuel Bueno, Mártir, no llevaba por nombre Epílogo sino nada. Nada, quiero decir. Que no tenía ningún nombre ni número de capítulo. O sea: nada (y debía llamarse Epílogo).
Es de agradecer que el escritor no cargara demasiado las tintas con las descripciones del horror fascista en la Alemania Nazi o la España franquista. Hay pocos momentos, generalmente necesarios, que la historia nos muestra la calaña de sus personajes o momentos históricos más tenebrosos, pero el escritor suele utilizar el estilo indirecto libre para tomar distancia de las afirmaciones que, es claro, también son propias de él en cuanto persona. ¿Si se nota el fastidio y el asco? A veces. Difícil que sea de otra forma.
¿Y quién es el protagonista de Ombres en la nit? No puedo estar de acuerdo con la contraportada. Santiago Cortés, el gitanocomunistaespañolsobrevivientedelHolocausto no es el protagonista de la novela. De hecho, pasan alrededor de 150 páginas de la novela y casi ni nos enteramos de qué hace o siente Santiago Cortés. Y esto nos lleva a definir, también, a Ombres en la nit como una novela río. Como en las anteriores etiquetas que ensayé colocarle a Ombres en la nit, tampoco ahora puedo afirmar taxativamente mis etiquetaciones. Pero bueno, la novela va permitiendo el protagonismo de unos y otros sin centrarse demasiado en ninguno hasta casi el final, cuando Santiago Cortés se vuelve uno de los pocos actores con el cual el lector puede sentirse identificado emocionalmente casi al completo. Y esto no me parece un dato menor, la elección de Santiago Cortés. Porque los judíos no están de moda, siempre que se habla o se lee de los judíos se piensa en Israel y en los palestinos, y el lector de Ferran Torrent no toleraría sentirse identificado con los verdugos de los palestinos. Santiago Cortés es el personaje que permite al lector volver a tomar aire y no sentirse incómodo, traicionando vaya uno a saber qué.
Santiago Cortés no es el protagonista de esta novela río. Acaba siéndolo de las últimas páginas, pero no más. Los protagonistas van cediendo protagonismo unos a otros a medida que sus historias se truncan. Y Santiago Cortés acaba siendo, quizás, el único personaje medianamente “redondo” de toda la historia.
¿Y qué pasa con la estructura de Ombres en la nit? La narración comienza In media res, y no veo bien por qué. Y acaba en forma más o menos abrupta. La verdad, es que si no me hubiera enterado de que el escritor presentaba la novela en Godella quizás no habría podido descifrar el sentido de cómo y porqué acaba como acaba; Ferran Torrent da en su charla sobre el libro información que en el mismo libro no está del todo claramente sugerida.
Cuanto más medito acerca de la estructura de la novela, más arbitraria me resulta. Seguir ahondando en el tema me haría meter las patas aún más en el lodazal del spoiler, por lo que prefiero dejarlo ahí, pero bueno, sin demasiado detallismo puedo afirmar sintéticamente, que las decisiones estructurales no me resultan nada justificadas. Eso no puedo pasarlo por alto. Lo que sí, esto no es óbice para poder afirmar que Ombres en la nit se deja leer. Yo me sentía casi obligado a leerla por la conexión de su temática y personajes con mi propia persona. Lo que sí, no podría recomendar a nadie que eligiera esta novela como la primera para leer de su autor.
Firma: Ferbr1
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