Idioma original: inglés
Título original: The Signal-Man
Año de publicación: 1866
Valoración: Recomendable
No sabía yo, hasta hace dos días como quien dice, que Charles Dickens escribió relatos de fantasmas (más allá de los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras de Cuento de Navidad, claro... Pero resulta que sí, que escribió no una, sino varias, algunas de ellas incluidas como relatos más o menos independientes en distintas novelas, por ejemplo en sus Pickwick Papers. Pero entre todos sus relatos sobrenaturales, el más famoso es este, "El guardavía", publicado originalmente como parte de una publicación especial de Navidad titulada Mugby Junction (1866).
El protagonista del relato es, como indica el título, un guardavía: una
de esas personas que se dedican a dar o negar el paso a los trenes a
la entrada de estaciones y túneles para evitar accidentes. El
equivalente ferroviario de los controladores aéreos, vamos. Este
guardavía en concreto está aterrorizado por la presencia de un ente sobrenatural e invisible para cualquier persona que no sea él: un hombre que se le aparece, le llama, intenta advertirle de algún peligro futuro. La primera vez que lo vio, fue unas horas antes de un terrible accidente de tren en el túnel; la segunda, poco antes de que una joven muchacha muriera en misteriosas circunstancias; y ahora que se le sigue apareciendo... ¿de qué intentará avisarle? (Claro que no voy a contar aquí de qué intenta avisarle: el que quiera saberlo, que se lea el relato...).
La historia está basada en hechos reales, hasta donde puede estarlo un relato fantástico, obviamente. En 1865, o sea, un año antes de la publicación del relato, el propio Charles Dickens se vio involucrado en un accidente de tren en Staplehurst: el tren en el que viajaba descarriló, y varios vagones cayeron al río, causando 10 muertos. Dickens viajaba en uno de los vagones que no llegó a caer, y colaboró heroicamente en el salvamento de las víctimas, pero quedó profundamenta afectado por el suceso. Sin embargo, el accidente descrito en el relato (un choque en un túnel) se parece más a otro accidente anterior, el choque del tunel de Clayton de 1861.
"El guardavía" conserva el atractivo de los clásicos relatos de fantasmas del siglo XIX, aunque está libre (gracias a dios) de la cansina adjetivación romántica ("espeluznante criatura", "horrenda visión", etc.). De una sencillez narrativa casi total, consigue ni más ni menos que lo que pretende: crear tensión, sugerir misterio, provocar una cierta inquietud en el lector y cerrar el relato sin ser ni demasiado obvio, ni demasiado rebuscado.
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