lunes, 21 de septiembre de 2009

Jorge Luis Borges: Otras inquisiciones

Idioma original: español
Fecha de publicación: 1952
Valoración: Imprescindible

Borges es reconocido como un maestro del relato. Aunque, desde luego, comparto este juicio, siempre he creído que el verdadero género de Borges era el ensayo. Si algo le caracteriza como autor de relatos, es su capacidad para encarnar ideas y hacer que el lector note bien cerca su aliento verosímil. De hecho, la trama viene marcada a menudo por las intrincadas consecuencias de una hipótesis metafísica, elegida por su valor estético. En los ensayos encontramos este mismo juego con las ideas, pero descarnado, es decir, regido por las solas reglas de un rigor lógico algo peculiar. El texto no se resiente con el cambio: lo que se pierde en materia narrativa se gana en la tensión intelectual a la que obligan las restricciones del discurso. El lector afronta aquí también una trayectoria sorprendente, quizá menos tangible, pero más concentrada.

En muchos de sus ensayos Borges no se comporta de modo distinto a un narrador; por momentos parece incluso estar construyendo la trama de un relato policiaco: plantea un enigma y amaga diversas soluciones. La diferencia, quizá, es que aquí no tiene cabida ningún monólogo final del detective, donde todos los cabos queden atados y la curiosidad del lector, satisfecha. En "La muralla y los libros", por ejemplo, Borges parte de un hecho histórico: un mismo emperador chino hizo construir la Gran Muralla y ordenó quemar todos los libros anteriores a él. Lo que los libros de historia registran con escrupulosa indiferencia es para Borges motivo de asombro, de sospecha. Algún secreto sentido debe de esconderse en la extraordinaria coincidencia de tan grandes obras de creación y destrucción. Tras proponer varias explicaciones, sin embargo, Borges acaba dándose por vencido y entrega al lector al poder que reside en la imagen misma de esa coincidencia.

Otras inquisiciones reúne algunos de los ensayos más visionarios de Borges, los que le señalan como un escritor intempestivo, capaz de ver sobre los provincialismos de su tiempo. "Kafka y sus precursores" recoge unas intuiciones sobre la construcción de las tradiciones culturales que se adelantan dos décadas a las que propondría el post-estructuralismo. En este ensayo Borges repasa los lugares de la literatura mundial donde ha reconocido, a lo largo de los años, la voz de Kafka: las paradojas de Zenón (que tienen su correlato narrativo en El castillo), cierta fábula china o dos parábolas de Kierkegaard, entre otros. Todos estos textos -dice- no tienen nada en común, si no es su afinidad con la obra de Kafka; una afinidad que empezó a existir sólo después de que ésta fuera escrita. Borges concluye que "cada escritor crea a sus precursores" y que "en esta correlación nada importa la identidad o la pluralidad de los hombres": El primer Kafka sería menos precursor de su obra madura de lo que lo son algunos de los nombres mencionados.

Borges libera así la formación del canon literario de dos arraigadas supersticiones: las que lo someten a un proceso de acumulación lineal y al azar biográfico. Se anuncia ese tema estrella del post-estructuralismo que se dio en llamar "la muerte del autor". Esta influencia de Borges sobre la filosofía francesa de los años 60-70 es abiertamente reconocida por Foucault, que escribió Las palabras y las cosas para tratar de explicarse la risa que le suscitaba un texto de Borges. Se trata del célebre extracto de una (imaginaria) enciclopedia china, citado en "El idioma analítico de John Wilkins". No me resisto a recogerlo aquí:
Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.
Otras obras de Jorge Luis Borges en ULAD: Aquí

5 comentarios:

Santi dijo...

Recuerdo haber leído esa clasificación varias veces, citada por otros autores, pero no sabía de dónde venía.

Como posiblemente vieras venir, no estoy de acuerdo con que el ensayo sea "el verdadero género" de Borges: como ensayista es demasiado juguetón, demasiado poco analítico, diría yo. Tiene intuiciones genialísimas, pero le falta sistema y disciplina para extraerles todo su jugo. En cambio, en el relato sus intuiciones geniales cobran vida, se multiplican y se humanizan, y su capacidad de sugerencia y provocación es aún mayor por el hecho de que abren más caminos de los que cierran.

Jaime dijo...

Desde luego, tienes toda la razón en eso de que a Borges le falta sistema. Nunca pretendió construir algo así como "su pensamiento" y por eso se equivocan quienes tratan de colgarle la etiqueta de filósofo (o filólogo, o historiador de la literatura). Pero creo que eso le descalifica como tratadista, no como ensayista. Supongo que depende de lo que entendamos por ensayo, claro.

Aquí en el blog casi (o sin casi) lo usamos como sinónimo de prosa de no-ficción, lo que es muy amplio, claro. Yo me estoy refiriendo más bien al sentido que le dio Montaigne, que es precisamente eso que dices, más lúdico, más subjetivo. Cuando digo que el ensayo es su verdadero género, quiero decir que ese espíritu de juego intelectual es lo que todo reconocemos como propio de Borges, incluso en sus relatos.

Si es que, en realidad, casi podría decirse que sólo una minoría de sus relatos son narraciones, en el sentido de que haya algo así como un curso de acción reconocible. "La biblioteca de Babel", "El Aleph", "La lotería en Babilonia", "El libro de arena"... son casi ensayos, aunque siempre haya algo de acción. Ensayos fantásticos, eso sí.

Supongo que el problema con Borges es que incumple sistemáticamente las reglas de todos los géneros. "Pierre Menard...", por ejemplo, lo presenta como un cuento (es decir, en un libro de cuentos), pero es un ensayo ficticio; y lo mismo el "Examen de la obra de Herbert Quain". Uno estaría tentado de decir: bueno, lo que distingue a los ensayos "de verdad" de los que son "de broma" es que en los primeros no se permite la ficción, y en los segundos sí. Pero tampoco esa regla de delimitación vale, y el mejor ejemplo es precisamente esa cita apócrifa de la enciclopedia china.

Nunca podemos estar seguros de qué dice "en broma" y qué "en serio", pero eso es precisamente lo que fascina de Borges, ¿no?

Libros Gratis dijo...

Comparto lo que dices, Borges es un ensayista fantástico y uno de los grandes maestros de la literatura. Lo único que no comprenderé jamás es por qué no ha ganado el Nobel...creo que será una mancha que quedará grabada siempre en esa institución...

Jaime dijo...

Estoy de acuerdo: que Borges se quedara en eterno aspirante al Nobel y no lo recibiera, no es un demérito suyo, sino del premio. De todas maneras, la razón por la que no se lo dieron el Nobel está clara como el agua: su postura política.

En 1976 la Universidad de Santiago de Chile le anunció que había decidido investirlo doctor honoris causa. Como en todos los demás casos (fueron al menos 8), Borges aceptó esta distinción académica. María Kodama ha contado cómo en aquel momento alguien llamó a Borges desde Estocolmo avisándole de que este año le tocaría el Nobel, siempre que no viajara a Chile, en lo que podría entenderse como un gesto de contemporización con la dictadura de Pinochet. Borges entendió la llamada como un intento de presionarlo (que es lo que era, en el fondo) y respondió que, si hasta entonces hubiera podido tener alguna duda, se la acababan de resolver.

Fue a Chile y recogió, no sólo el doctorado, sino también la Orden del Mérito Bernardo O'Higgins de manos de Pinochet. Durante el viaje no emitió una sola crítica contra el régimen, más bien lo contrario. Arthur Lundkvist (miembro del jurado del Nobel) reconoció luego abiertamente que aquel viaje cerró para Borges las puertas del Nobel.

En fin, la postura política de Borges siempre ha sido muy polémica, y yo no pienso defenderla. Lo que sí es sorprendente es la parcialidad del jurado del Nobel: Neruda escribió varias loas a Stalin en Canto general y en Las uvas y el viento, y recibió en 1953 el Premio Stalin llamado "de la Paz", y nada de esto impidió que le dieran el Nobel en 1971. Lo merecía, desde luego, pero Borges también.

santi dijo...

Jorge Luis Borges utilizó muchos símbolos en sus relatos. Cito algunos: El laberinto, El caos, El infinito, El río. El tigre, Las barajas, El cuchillo; etc.
En las ruinas Circulares, cuento fantástico, lo define como un Borges conceptista, alejado de toda realidad. De todos modos, merecía el Nobel.