lunes, 8 de abril de 2013

Juan Francisco Ferré: Providence

Idioma original: español

Año de publicación: 2009

Valoración: Decepcionante

Si algún valor posee esta novela, radica en su propósito antes que en el resultado. Su autor pretende servir de portavoz de una inquietud muy extendida hoy día, la de averiguar quién nos manipula, quien coarta y amenaza en esta sociedad hiper-tecnificada que conoce todos los movimientos casi desde antes que se produzcan y que posee medios suficientes para impedirlos cada vez que le plazca. He visto –y puede que me esté equivocando- la huella de Houellebecq, ciertas técnicas, contenidos y rasgos estilísticos me han recordado a los del autor galo. Incluso, he leído la expresión partículas elementales, una sola vez y de pasada, pero no creo que esté ahí casualmente.

Un argumento centrado en el mundo del cine cuyo estilo, no obstante, es todo menos cinematográfico, ya que el primer defecto que salta a la vista es su exceso de abstracción. El autor no consigue –o no quiere- materializar su intuición y la deja en su estadio argumentativo, sin describir actos, caracteres o entornos. Aparte de sus larguísimas especulaciones – repetitivas y prolijas en exceso- no existe más que un remedo de argumento y unos cuantos diálogos tan afectados que resultan increíbles. Personalmente, no conozco a nadie que reciba a dos desconocidos en su casa y les espete: “No me diga que el resentimiento contra ellas le viene de los problemas con su miembro viril”. Ejemplos como este, y mucho más cargantes, se multiplican a lo largo de la novela. Por fortuna, las conversaciones no se prodigan mucho. Sobre todo porque los personajes son casi intercambiables, mero instrumento de alocadas elucubraciones, y aparecen y desaparecen sin motivo aparente. Ferré tampoco siente empacho ninguno en introducir apresuradamente datos que se le han escapado con anterioridad, en lugar de volver sobre sus pasos y remediar el despiste.
Mediada la novela, parece haber caído en la cuenta de ese exceso especulativo, ya que se esfuerza en remediarlo introduciendo de repente enormes dosis de erotismo gratuito, maquinal y, sobre todo, soporífero. Su táctica consiste en presentar a las mujeres como corderitos articulados a los que se pone en marcha con la vista, lo que no creo que suponga un aliciente para lectores de ningún tipo. Las escenas homosexuales están, si cabe, aún más fuera de lugar. Parece que su pretensión es contentar a todo el mundo pero no veo nada estimulante para ningún lector medianamente exigente, y los otros han desertado antes de acabar el primer párrafo. En el fondo, peca de una ingenuidad que solo puede hacernos sonreír. O sonrojarnos, pero no a causa del alto voltaje sino de la impericia narrativa, al menos en este aspecto.
En cuanto al protagonista –y casi único personaje, pues todos los demás son comparsas- es tan irreal, tan inconcreto y tan desvinculado de la realidad que es imposible identificarse con él, pero tampoco suscita antipatía, esa irrealidad suya incluso imposibilita que lleguemos a odiarle. En realidad nos importa un pimiento su suerte, y si nos da igual lo que le ocurra a él, los altibajos de la novela, incluido el desenlace, lógicamente, nos trae al pairo.
En literatura, la cultura es necesaria pero no suficiente; no solo la banalidad, también un exceso de pretendido culturalismo puede arruinar completamente un producto. El que ha alumbrado Ferré es denso, aburrido, repleto de alusiones a una realidad inmaterial, a complots históricos o actuales, a actitudes sin ningún fin concreto, cuyo objetivo es demostrar algo que no solo no convence al lector sino que ni siquiera le importa. Por otra parte, los modelos son necesarios, incluso para saltárselos. En principio, hay que tenerlos en cuenta, más tarde quizá pueda dejarse por el camino lo mucho o poco que creamos conveniente. Ignorar lo que han hecho quienes nos han precedido solo conduce a la creación de obras tan delirantes que no pueden provocar más que indiferencia.

También de Juan Francisco Ferré en ULAD: Karnaval

3 comentarios:

JeanP dijo...

Acabas de definir tu relación con la literatura: "no conozco a nadie que reciba a dos desconocidos en su casa y les espete: ..." Triste, pero cierto.

Dicho esto, poco me importa el calificativo "Decepcionante" por no ajustarse el texto a las expectativas que habías puesto en él.

Unknown dijo...

Cómo logran valorarlo de "Decepcionante".

quisiera saber el o los criterios.

Gracias

Montuenga dijo...

Pues, Daniel, los criterios están en la reseña. Si no quieres leerla entera, los he resumido en el último párrafo.

Como supongo que no estás de acuerdo con mi valoración, te pregunto. ¿Cuál sería la tuya? ¿Por qué?

Muchas gracias :)