Año de publicación: 2024
Valoración: entre recomendable y está bien
La protagonista de esta novela con título de bichito que se come la madera es una mujer que vive con su abuela en un caserón de las afueras de alguna localidad sin especificar, física y socialmente distanciadas del resto de la comunidad, que las evita, excepto para solicitarle favores a la abuela, que practica ciertas brujerías...
Sí, no me he equivocado de novela, amigos/as de este blog; este comienzo bien podría servir para otra novela ya reseñada magníficamente en este blog, (magníficamente por mis compañeros Santi y Oriol, quiero decir, que yo no di un palo al agua), de tal forma que cualquiera podría pensar que Garazi Albizua se ha inspirado, de forma consciente o no, en la novela de Layla Martínez... Bueno, pues hasta ahí, porque lo cierto es que, más allá de la primera premisa, ambas novelas no tienen mucho que ver la una con la otra. La que nos traemos hoy entre manos no nos propone una historia de carácter o con componentes sobrenaturales -aparte de las supuestas brujerías que he mencionado-, ni tampoco una reivindicación de los humillados por el pasado -bueno, un poco sí, pero de forma tangencial-; se trata, en cambio, de un conjunto de vivencias, pensamientos y recuerdos de la protagonista, una mujer ya madura con ciertos problemas de relación social, un trastorno de apetito desenfrenado y un vínculo basado (aparentemente) en la dicotomía amor/odio con su abuela, a la que ella llama la Termita.
Es la figura de la abuela, precisamente, la que va tomando cada vez más importancia a lo largo de la novela, haciéndose un hueco en el espacio ocupado, casi en su totalidad, por la protagonista/narradora y sus cuitas; de hecho, hasta el final es difícil entender porqué la autora le ha puesto este título a la novela, pues en gran parte de ésta la abuela es un personaje de fondo, extraño y enigmático, si se quiere, pero no central. Extraño y enigmático para su nieta, claro, que si algo demuestra a lo largo de la novela es que es un ejemplo evidente de una narradora poco fiable, de forma que la percepción que tenemos de ella y de su entorno cambia a lo largo del libro; es evidente también que se trata de una persona con problemas psicológicos o con "disforia existencial", si se prefiere usar una expresión más ad hoc... aunque no errónea porque, de hecho, tiene algo de personaje de novela existencialista, como un Meursault femenino, gord... perdón, de tamaño diferente y que trabajara de teleoperadora. Bueno, también en apariencia, porque al final (y no pretendo hacer un spoiler, así que seguid leyendo bajo vuestra responsabilidad), la historia se revela más como un drama familiar lleno de buenos sentimientos que como una descarnada y escéptica novela sobre contra el mundo y contra la vida, que diría nuestro amigo Michel...
La cierta confusión para una lectura lineal de esta novela que nos puede inducir una protagonista-narradora de estas características -siento denominarla siempre así, pero es que en el libro no llegamos a conocer su nombre- resulta desconcertante en un principio pero, a la postre, se entiende su causa y, es más, refuerza la comprensión de la historia que, ya digo, resulta contarnos algo diferente de lo que parece en un principio. Ayuda a que nos sumerjamos en la novela, en gran medida, la prosa de esta autora vasca, llena de brío y recursos, con un estilo fácil de emparentar con el de muchas escritoras contemporáneas, sobre todo (aunque no sólo latinoamericanas) que retratan a sus personajes femeninos y sus circunstancias vitales "sin pelos en la pluma", por así decir, sin obviar lo que de conflictivo, violento o , desagradable que tiene el mundo que las rodea, las urgencias del sexo sin remilgos o las esclavitudes y miserias del cuerpo. No hace falta que dé nombres, supongo, pero sí añadiré que, a diferencia de alguna que otra escritora, en el caso de Garazi Albizua esta identificación de su estilo con una posible tendencia literaria contemporánea femenina (todo este rollo es para no poner el término "movimiento", puesto que no lo es) no resulta impostada ni manierista, sino perfectamente adecuada a lo que nos quiere contar. Es cierto que el partir de una premisa similar al de esa otra novela que ha tenido gran éxito (al menos en España), si bien esto no es óbice para escribir una igualmente interesante (ni es algo insólito; no es el primer caso que me encuentro este año), sí que le puede haber restado a Termita algo de impacto y repercusión... Aunque también hay que decir que le han dado el premio Euskadi de Literatura en Castellano, que, mira, no está nada mal.

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