martes, 11 de noviembre de 2025

N.D. Cocea: El vino de larga vida

Idioma original: Rumano
Título original: Vinul de viață lungă
Año de publicación: 1931
Traducción: Borja Mozo Martín
Valoración: Bastante recomendable

- A ver, listillos: Tirando de memoria, ¿cuántos escritores rumanos podéis nombrar? 
- Cartarescu.
- Sí, sí, muy bien, correcto.
- ¡Hertha Muller!
- Medio punto porque nació en Rumanía pero escribe en alemán.
- ¿Cioran?
- Lo mismo que a quien ha dicho Hertha Muller, pero en francés.
- Max Blecher.
- A ver, ¿quién cojones es el repelente que ha dicho Max Blecher?... Vamos, que las vacas sagradas y poquito más, eh!

Bueno, pues para demostrar una vez más lo "rarunos" que somos (y también por si pensáis ir a Pasapalabra y os preguntan "C: apellido del escritor rumano autor de la novela El vino de larga vida"), aquí os traemos una novela de 1931 de un autor rescatado hace escasas semanas por la editorial Muñeca Infinita. Hablamos de El vino de larga vida y de Nicolae (Ceaucescu. No, no, que nos cierran el blog) Dumitru Cocea.

Pese a su brevedad, apenas 120 páginas, la novela lleva en su interior 3 o 4 libros diferentes. Porque aunque digamos que el envoltorio general es el de un cuento moral (¿como los de Erich Rohmer? pregunta el ya mencionado repelente), la novela contiene partes que podrían ser leídas como novela de iniciación, como novela social o como drama lorquiano, con un punto que me recuerda a La hiedra de Grazia Deledda. Vayamos por partes:
  • Novela de iniciación en forma del aprendizaje que el joven juez auxiliar extrae de su relación con Don Manole, noble local "apestado" y blanco de las habladurías de las "fuerzas vivas" del pueblo.
  • Novela social a través de la crítica a personajillos como el alcalde, el cura, etc y las creencias / supersticiones de estos y de la contraposición entre sus ideas y opiniones y las de Don Manole (retornado de París, amante de la buena vida, el arte y los libros, etc)
  • Drama lorquiano por esa historia que Don Manole narra al juez en la parte final de la novela y que marca un punto de inflexión en la vida de aquel. Esta es la parte que me ha traído a la mente a Grazia Deledda y su novela La hiedra, de temática más o menos cercana y con la que comparte protagonismo el paisaje que rodea a los personajes.
Y aunque estos ingredientes por separado podrían dar lugar a un batiburrillo del carajo, Cocea los integra de forma coherente bajo la ya comentada forma de cuento moral, con el que nos invita a pensar en lo realmente importante, en si estamos prestando excesiva atención a estupideces, en qué demonios es la felicidad y cómo tratar de hallarla, en si estamos acertando o no con nuestra forma de los distintos aspectos de la vida.

Me queda, en el lado menos bueno, la sensación de que Cocea podría haber ahondado más en las relaciones de poder que se establecen entre los miembros de las fuerzas vivas del pueblo y que el cuento que se añade al final del texto, obra de Corina Sabau y que vendría a ser una especie de revisión / actualización de la novela de Cocea, no está a la altura de este.

Pero la impresión global es más que favorable, así que bienvenidas estas recuperaciones "medio rarunas" para gente "medio raruna" como nosotros. ¡Y que sean muchas más, oye!

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