jueves, 6 de noviembre de 2025

Adam Haslett: Madres e hijos

Idioma original: inglés
Título original: Mothers and Sons
Traducción: Francisco González López en castellano para AdN editorial
Año de publicación: 2025
Valoración: recomendable


Llevaba tiempo esperando una nueva novela de Adam Haslett, un autor al que le sigo la pista desde que leí «Imagina que no estoy», una novela muy redonda, interesante, conmovedora y que destaqué como lo mejor del año. También sus cuentos cortos en Aquí no eres un extraño no tienen pérdida, con un nivel muy elevado. Así que teniendo en cuenta que han pasado ya nueve años desde la publicación de su última novela, la expectativa era muy alta, y las ganas de leerlo le iban a la par.

Empieza el relato con un desbordamiento de cotidianidad, de la rutina que envuelve a su personaje principal, Peter, y que nos permite conocer su día a día. Vemos que es un abogado que ejerce en Nueva York, que se desvive por su trabajo porque, aunque en muchas ocasiones se le antoja reiterativo y aburrido, el solo motivo de poder ayudar a inmigrantes a obtener una solicitud de asilo defendiéndoles de la administración que los quieren deportar a su país de origen ya le es motivación suficiente para sentirse recompensado. Cabe decir aquí que el primer tercio del libro está construido desde la pausa, desde la rutina del día a día, y es que en este libro Haslett se toma su tiempo en construir los personajes a pesar de que empieza de manera algo alocada y dubitativa al situar el personaje principal en una situación laboral cotidiana, in media res, como si de repente al lector se le hubieran abierto las puertas por las que atisbar la vida de un personaje en su día a día; un día a día que se nos antoja ajetreado y en apariencia monótono y sin demasiado interés. Ahí el lector se contagia en parte de esa aparente apatía, a la vez que va adentrando en el argumento, pero sin saber muy bien cuál de esas pequeñas historias que constituyen los casos que Peter lleva desencadenará el núcleo central de la trama. Y mientras se avanza con pausa en la búsqueda de esa trama principal, en paralelo, el autor va tejiendo la historia de su madre Ann, desgranando cómo es su vida en comunidad, en un centro que ha creado de ayuda a mujeres, y en cómo su vida se ha encaminado a tal propósito de solidaridad y ayuda.  Madre e hijo, con vidas orientadas a ayudar al prójimo, quizá para subsanar unas heridas del pasado que van reabriéndose a medida que avanza la trama (aunque con cierta dificultad pues en las primeras cien primeras páginas uno transita intentando indagar hacia dónde lleva todo esto, sin llegar a tener la certeza de que el camino sea el adecuado).

Ya a partir de ahí, y trazados los mimbres sobre los cuales construir (ya sí) la historia, vemos como el buen creador de personajes que es Haslett nos cuenta una historia de fragilidades e incomprensiones, de tensiones ambientales pero también familiares, de aceptación y de reconciliación, de saber abrirse caminos a través de la maleza enredada por generaciones y costumbres. Es en este entorno donde Haslett destaca, porque es bueno retratando personajes y relaciones, creando, pero especialmente manteniendo, la tensión en núcleos familiares en cierta manera anquilosados y reacios al cambio. Es en estas situaciones (en ocasiones se asemejaría a la literatura de Franzen) donde nos devuelve a su anterior novela, pues lo hizo de manera magistral en «Imagina que no estoy», aunque en este caso tarda demasiado en llegar a ese punto en el que uno se engancha y necesita demasiadas páginas para llegar al punto de inflexión donde todo empieza a encajar. Demasiadas páginas destinadas a una cotidianeidad que dificulta que la historia avance y encuentre ese punto de enganche con el lector. Eso sí, cuando llega, entonces ya la lectura es fluida e interesante y vale la pena por la historia que cuenta y porque nos invita a la reflexión sobre cuanto pesan sobre nuestras vidas los hechos del pasado que dejamos sin resolver a la espera que el tiempo los cubra con una capa de sostenida tranquilidad.

También de Adam Haslett en ULAD: Imagina que no estoyUnion AtlanticAquí no eres un extraño

No hay comentarios: