Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Fuera de concurso
Antes de nada, quiero pedir perdón al autor de este ensayo (si es que llega a leerme) por las burradas que pueda escribir en esta reseña. Ni mi formación "académica" ni "espiritual" permiten una lectura digamos plena de un texto en el que predominan los conceptos filosóficos y teológicos. Mis limitaciones son, por tanto, enormes, por lo que esta reseña no pretende tanto analizar el contenido del texto como transmitiros lo que su lectura me ha sugerido. De ahí la valoración inicial.
Entonces, ¿por qué leer y reseñar un libro de este tipo? Bueno, uno no es un hombre de fe pero la innegable influencia que el cristianismo tiene sobre nuestra civilización hace que me interese, ya sea desde el punto de vista meramente histórico o por lo que supone de permanente búsqueda de señales, y más en un mundo que parece haber convertido el cristianismo en "otra" religión de la interioridad.
El problema, para mi, radica en que el texto tiene un enfoque más filosófico / teológico que histórico / sociológico, lo que complica la comprensión de determinados conceptos que me suenan demasiado parecidos (a veces todo me resulta un galimatías dialéctico) y hace que, por momentos, me encuentre algo perdido. Limitaciones mías, claro está, y error mío por pensar que el libro era "otra cosa".
Pese a lo anterior, sería completamente injusto negar que el texto de José Cobo posee una serie de virtudes que hacen que resulte sumamente interesante hasta para un profano en la materia como yo. Así, entre las cosas que me parecen más destacables se encuentran:
- La revisión / reinterpretación de algunos de los dogmas de la Iglesia Católica, en especial aquellos referentes a la Reencarnación y Resurrección o a la relación Dios / Jesús y su naturaleza humana y/o divina. Por ejemplo, ¿es Jesús el hijo de Dios porque no salva o nos salva porque es el hijo de Dios?
- Los debates teológicos del pasado que dieron lugar a doctrinas como el docetismo o el arrianismo.
- La interpretación de los esquemas mentales de los primeros cristianos y la alteración que la declaración cristiana supuso sobre lo que se entendía como Dios.
- La idea de la relación entre el cristianismo y el nihilismo (la falta de esperanza - el nihilismo - es el punto de partida de la fe,) o el cristianismo y el ateísmo.
- La presentación de Dios como algo alejado del infantil ente sobrenatural, como algo más temporal que espacial, como alteridad en falta. (si tú crees en mi, Yo soy; si no crees en mi, no soy)
1 comentario:
"tengo metida esa mierda en la cabeza aunque no la quiera" decía Evaristo de la Polla con un tono acertado, aunque punk. La influencia del judeo-cristianimso en el más ateo de nosotros es innegable.
Hace un tiempo leí un librito de un agnóstico sin la más leve sospecha de tendencia a la religiosidad, Jürgen Habermas; el filósofo hacía hincapié en un futuro inmediato, transhumano, en el que la parte humana de nosotros necesitará más que nunca varios aspectos de las religiones. Me impactó.
Un saludo.
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