viernes, 9 de septiembre de 2022

Mariana Travacio: Quebrada

Idioma original:
español
Año de publicación: 2022
Valoración: Muy recomendable (aunque un poquito menos que Como si existiese el perdón)
 
Hace unos pocos meses no sabía quién era Mariana Travacio, y ahora ya soy su fan, no diré que número uno, pero sí uno leal y que va a acompañar el resto de su trayectoria a partir de ahora. Y eso que su producción hasta la fecha es relativamente reducida: tres libros de relatos (Cotidiano, Cenizas de carnaval y Figuras infinitas) y dos novelas cortas -que son las que yo he leído-: Como si existiese el perdón, publicada en 2016, y Quebrada, recién publicada tanto en Argentina (en Tusquets) como en España (en Las Afueras). Pero con esta obra, al menos con la que yo he leído, da para identificar a una escritora con un estilo, una voz y un universo propios, aunque, como decía en la reseña de la novela anterior, existan, creo, antecedentes o parentescos razonables con los que vincularla (Rulfo, literatura gauchesca, el western...). 

En realidad, casi podría decirse que Quebrada es una precuela (como se suele decir ahora) de Como si existiese el perdón, puesto que recupera algunos de los espacios y personajes de la primera novela, situándose cronológicamente en un momento anterior. La historia, sin embargo, y sus protagonistas principales, son nuevos: un matrimonio que vive en una quebrada (de ahí el título, que sin embargo puede tener múltiples significados), y que ante el empeoramiento de las condiciones de vida deciden irse a buscar una vida mejor y, sobre todo, un lugar donde haya algo de agua; primero parte ella, Lina, y poco después su marido, Relicario, que carga con sus difuntos en una carreta camino abajo. 

En ese viaje en busca de campos verdes, trabajo y felicidad, Lina y Relicario irán encontrándose con las mismas personas, viviendo diferentes aventuras y desventuras, avanzando penosamente a través de pedregales, montañas y llanuras interminables. Su destino final es un lugar que cumple algunas de las esperanzas de los personajes (hay lluvia, trabajo, comida) pero que quizás también contenga sus propios fantasmas y maldiciones - y es aquí donde la novela conecta con Como si existiese el perdón, aunque no voy a detallar demasiado cómo, que si no luego me acusan de hacer demasiados spoilers.

Pero aunque Quebrada tiene de hecho muchos puntos en común con su predecesora (personajes comunes, paisajes desolados que marcan la vida de sus habitantes, capítulos cortos, elipsis, un estilo próximo a la oralidad...), hay también, sin embargo, diferencias importantes. En este caso, por ejemplo, no es una única voz la que nos transmite la historia, sino tres: en la primera parte, las de Lina y Relicario, que se alternan contando sus respectivas odiseas, dando lugar a paralelismos y repeticiones, pero también a desviaciones y variaciones; en la segunda parte, una nueva voz, que tendremos que esperar para saber a quién pertenece, retoma la historia aproximadamente en el punto en el que se había detenido, pero introduce nuevas tramas y conflictos en la trama (aunque retome y acompañe, también, a los de la primera parte).

Quebrada es, así, una novela técnicamente algo más compleja que Como si existiese el perdón, y el lector tiene que hacer un mayor esfuerzo para componer las piezas, identificar los nombres y los personajes, ordenar los eventos. Y este es, quizás, uno de los motivos de que me haya gustado algo menos, no porque el resultado sea defectuoso, sino porque la novela anterior, con su aparente sencillez (una voz, un estilo, una historia) funciona con la potencia de las narraciones redondas y perfectas, encapsuladas sobre sí mismas. Quebrada, en cambio, se dispara en más direcciones, tiene más puntos de fuga, y me ha transmitido menos esa sensación de que no falta ni sobra absolutamente nada, que sí tuve con Como si existiese el perdón.

Claro que otro motivo para que me gustase más aquella novela es que en este caso ya se ha perdido el efecto sorpresa: al abrir Quebrada ya sabía lo que podía esperar (aunque, naturalmente, podía acabar recibiendo algo completamente diferente), así que la bofetada de la sorpresa no ha existido en este caso. (Por cierto, qué placer ese de abrir un libro sin saber lo que te vas a encontrar, y encontrarte con algo maravilloso que no esperabas en absoluto; me pasó con Mariana Travacio, y también con Panza de burro de Andrea Abreu, que vuelvo a recomendar aprovechando que el Pisuerga pasa por Un libro al día).

En todo caso, insisto en que Mariana Travacio ha ganado un nuevo fan, que va a estar atento a lo que publique a partir de ahora y que, con el tiempo, intentará también hacerse con alguno de sus libros de relatos para ver qué tal funciona en las distancias cortas.

3 comentarios:

Escotomo dijo...

Pues yo no sabría con cual de estas dos «nouvelles» quedarme ya que se complementan a la perfección. Puede ser porque las he leído casi seguidas este verano y el factor sorpresa permaneció. Me supieron a poco, quedándome con ganas de más. Habrá que ver en formatos más extensos como se maneja con la tensión narrativa ya que estas obras son demasiado breves. En todo caso, un descubrimiento para seguirle la pista.
Saludos.

Gabriel Aflalo dijo...

Tuve el placer de leer "Cenizas de Carnaval". Otra maravilla de esta escritora que, claramente, está para jugar en las grandes ligas. Una estupenda aparición en la literatura argentina.

Anónimo dijo...

Yo leí "Como si existiese el perdón" y si esta se parece en algo, no pienso repetir. La primera no pasa de ser un western clásico con nombres o apodos hispanos. Mantiene cierta tensión narrativa, eso sí, pero resulta bastante previsible.