domingo, 30 de junio de 2019

D. B. John: Infiltrada

Idioma original: inglés
Título original: Star of the North
Año de publicación: 2018
Valoración: Recomendable



Hace unos meses me propuse recomendar algo trepidante y adictivo para el verano y, después de algún intento fallido, creo que lo tengo. Quizá el título resulte algo pretencioso y, desde luego, mucho menos realista que los sucesos relatados aquí. Pues lo que tenemos entre manos es un thriller político, muy bien documentado según parece, que recomiendo a todo aficionado al género. No para que lo llevéis en la maleta, pues es demasiado voluminoso a pesar de no llegar a las 500 páginas, pero sí en el maletero, ya que contiene todos los ingredientes: intriga, cambios constantes de enfoque, amores y odios, cuentas pendientes, personajes encantadores o aborrecibles o ambas cosas dependiendo del momento, hechos y personalidades históricas, tremendas injusticias y mucha, mucha violencia (no demasiado explícita, afortunadamente), con algún toque de ternura para compensar. Todo ello provocará nuestra indignación –aunque sin implicarnos demasiado debido a la lejanía geográfica de lo narrado– y nos mantendrá enfrascados en la lectura durante esas largas y calurosas tardes en las que lo único que apetece es quedarse en la tumbona. Pero voy a lo concreto para que se entienda.
D. B. John es un galés, de profesión abogado, que apenas había escrito una novela cuando visitó Corea del Norte y recibió una de esas impresiones indelebles con las que no se puede vivir si no lo cuentas (o bien encontró el filón que necesitaba para armar un argumento no demasiado explotado en el confortable mundo que habita). Siempre a mayor gloria de USA, dueños absolutos tanto del protagonismo como del punto de vista, y por tanto los buenos de la película –¡cómo no!– sin que eso signifique, en mi caso, disculpar ni un ápice a los otros. Porque: ¡qué prósperos, qué bien organizados, qué democráticos! No como esos mentecatos de allá lejos que osan no pensar como nosotros (nótese la ironía). En Corea del Norte, “el relato secreto nunca se reconocía, porque no había ninguna emoción o idea, ningún aspecto de la vida, que pasaran desapercibidos a la autoridad del Estado.” Pero recordemos que existe Internet, y démosle tiempo a ver qué pasa. Aquí os dejo otro botón de muestra:

 “… Una vez más, las fuerzas de la intolerancia se han reunido y urden sus planes contra nosotros. Están envalentonados, creen que nuestra libertad nos deja desprotegidos, que nos vuelve decadentes y nos llena de contradicciones. Nosotros, unos pocos afortunados, somos los guardianes de la libertad. Somos los buenos. Somos nosotros los que estamos en la línea del frente. Por eso os habéis unido. Habéis elegido la luz y no la oscuridad.”

Esta arenga, emitida por un supuesto dirigente de un campo de entrenamiento para recién reclutados por la CIA –naturalmente, inventada por el autor de la novela pero bastante verosímil, por desgracia–, da bastante miedo y se acerca a ese clima de lavado de cerebro del fundamentalismo coreano que se describirá más adelante. En ese punto, recién superadas las cien primeras páginas, el argumento no acababa de arrancar del todo, se acumulaban los detalles irrelevantes sirviendo de envoltorio a unas pocas pinceladas informativas: una cáscara de sentimentalismo bastante tópico al que no encontré sentido hasta más tarde. Pero he de reconocer que –aunque hubiese preferido un reportaje periodístico sin concesiones al lector– la narración mejora notablemente a medida que avanza. Poco a poco, va cobrando fuerza, comenzamos a entender hilos narrativos cuya inclusión no acababa de convencernos, nos vamos sintiendo cómodos con esa intriga que crece por momentos, algunos personajes se vuelven tan humanos que empezamos a comprenderlos y hasta a quererlos. Al final, y aunque no se nos explique punto por punto todo lo que ocurre, cada cosa encaja en su lugar y con eso es más que suficiente.

 “Solo tienes poder sobre un hombre mientras no se lo arrebates todo. Pero, si lo dejas sin nada, ya no está en tu poder. Es libre”.

En su climax la novela se acerca a niveles epopéyicos, y hasta el recurso –ya tan manido– de reunir a miembros de familias desmembradas –en este caso, por un destino con fisonomía comunista– nos recuerda a la anagnórisis de los clásicos. También es un acierto que ciertas líneas narrativas se abandonen sin concluir o apenas esbozadas –como ese conato de adopción a Kyu por parte de la señora Moon–, que se muestren cambios de estrategia u opinión por parte de algún personaje, o que los acontecimientos no se produzcan según lo previsto, ya que todo ello se acerca mucho a la vida real y resulta bastante convincente. Y, como en la vida, no existe un solo desenlace sino muchos. Por otra parte, y dentro de los elementos a favor, la trama está repleta de dilemas éticos, que únicamente se plantean y es el lector quien ha de resolverlos. Solo diré que el ambiente está tan cargado de corrupción (constantes sobornos, tráfico de estupefacientes a cargo de diplomáticos, algo muy, muy turbio denominado Programa Semilla etc.) y represión que parece a punto de explotar. Pero ahí siguen, en pie, tanto el país como su régimen, muestra palpable de que el ser humano es capaz de lo mejor y lo peor.
Pero, claro, a una novela con formato de best-seller hay que pedirle lo justo. Algún episodio capital resulta surrealista de puro increíble, los personajes evolucionan, sí, pero no de forma progresiva, sino de golpe. Además, y a medida que nos vamos adentrando en los tejemanejes del gobierno liderado por (el ya fallecido) Kim Jong-il, nos preguntamos hasta que punto esos hechos están documentados, cuales son los fundamentos de lo que afirma el novelista. Por eso considero imprescindible el apéndice que detalla, y explica, las fuentes que ha utilizado. Mi convencimiento ha aumentado después de leerlo, he de admitir. Aunque he creído encontrar también alguna fuente un poco más novelesca: en concreto, un tenue rastro de la serie  Breaking Bad (que aparece en la pag. 383 y alguna otra, para quien quiera consultarlo). Se ofrece, además, un glosario de términos coreanos que no viene mal, aunque los podemos comprender por el contexto.

Traducción: Javier Guerrero

5 comentarios:

Montuenga dijo...

En el día de hoy (30/6/2019), un presidente de Estados Unidos pisa Corea del Norte por primera vez en la historia. No os voy a contar cómo he conseguido hacer coincidir la reseña con tal acontecimiento, solo diré que el esfuerzo ha sido ímprobo.

Aquí, la noticia:

http://www.rtve.es/noticias/20190630/trump-se-reune-este-domingo-kim-jong-frontera-divide-dos-coreas/1964700.shtml

pepelleo dijo...

Lo vi en la repisa de entrada de la pequeña biblioteca del pueblo donde vivo, Santa Brigida,Gran Canaria, y fue un amor a primera vista.Y no me defraudó en lo mas mínimo.No se si es bueno o malo, si está bien escrito o no, solo se que es un novelon como la copa de un pino.Y que nos ayuda algo a entender que es lo que pasa en ese extraño pais.

Montuenga dijo...

Hola Pepelleo. Desde luego, es muy interesante lo que cuenta, es una novela en la que te enfrascas, tira de ti y te da un poco igual si tiene algún defecto de construcción. Lo que me preocupa es la cuestión de la objetividad, por eso, para completar la información, conviene acudir a otro tipo de libros (de reportajes, históricos etc), de no ficción en cualquier caso, bien documentados y neutrales a ser posible.
Es lo que pienso hacer.

El Puma dijo...

Antes que nada, bienvenido un best-seller a ULAD. Gènero ampliamente denostado, la mayoría de las veces con justicia, pero que engloba obras de valor y escritores de cierto talento. De niño y adolescente he leído decenas de libros de autores como Arthur Haley, León Uris, Morris West, Ken Follett o Michael Crichton. Ya de adulto solo permanecí fiel a Frederic Forsythe y el Maestro John Le Carré. Por lo que cuando una buena novela cae dentro de mi radar, afuera con los prejuicios.

Gracias por tu reseña, Montuenga.

Montuenga dijo...

De acuerdo, pero hay bastantes best-sellers en ULAD y no todos tienen valoración negativa, esto mismo se hace de vez en cuando.
Gracias a ti, como siempre.