Valoración: Esclarecedor
Pasar un mes
entero escuchando a Franco –aunque sea a través de la reconstrucción de uno de
sus adversarios ideológicos– resulta agotador, al menos para mí. Aunque, desde
luego, ha merecido la pena, y la otra alternativa (hacer pausas estratégicas y
rellenarlas con lecturas menos enojosas), teniendo en cuenta que hablamos de
700 páginas largas, suponía no librarme de él en medio año. Y tampoco es cuestión.
Ahora pienso que opté por lo mejor: indigestarme durante un tiempo y a otra
cosa.
Hablo de
desacuerdo con el Régimen refiriéndome a un escritor que en su día fue militante de
izquierdas. Pero en aquellos tiempos –los que van desde el comienzo de la
guerra civil española (1936) hasta su muerte (1975)- el único franquista
auténtico era el propio Franco, porque el franquismo no era más que lo que le
pasaba a él por la cabeza, su santa voluntad, tan voluble y arbitraria como la
de cualquiera. Nunca existió un auténtico corpus ideológico, solo una sarta de
prejuicios enlazados por religión y militarismo, que él solía presentar como
certezas, y la firme e inquebrantable voluntad de ejercer el poder absoluto y
mantenerse en él lo que le quedara de vida y mil años más a ser posible. Todos
los demás, lo que no eran Franco quiero decir, incluso sus más incondicionales
adeptos –al margen de afinidades ideológicas que, en mayor o menor medida, las
había, sobre todo al principio– intentaban adaptarse, y hasta adelantarse a sus
pensamientos, movidos por una combinación de miedo, ambición, comodidad y sentido
del deber. No podía ser de otra manera, pues si acatando sus órdenes los de su camarilla –que nunca fue homogénea– alcanzaban sosiego, prosperidad y prestigio, pobre del que osase llevarle la
contraria. El general –apelativo escogido por el autor para interpelarle
en el inacabable diálogo que mantiene con él– no se andaba con chiquitas. El
que disentía, dependiendo de su relevancia social, la previsible peligrosidad
de su conducta y el grado de adhesión a su persona estaba condenado al
ostracismo, la miseria, el exilio, la cárcel, la tortura y/o la muerte. De ahí
la desconfianza y sospecha constantes junto al firme y nunca extinto propósito
de eliminar cualquier conato de contestación. Vázquez Montalbán pinta con trazos
firmes un régimen fuertemente personalista –como todas las dictaduras– y esto
implica que en todo un país, es más, en el mundo entero, solo una persona está
en posesión de la verdad pasada, presente y futura. En este caso, un tal
Francisco Franco, denominado generalísimo en vida en un alarde de
adulación sin límites.
Ya a punto de
cerrar el libro, me tropiezo con un párrafo que me ha parecido la introducción
perfecta a lo que sigue y toda una declaración de intenciones:
“Sin prisas pero sin pausas le estamos olvidando general y olvidar el franquismo significa olvidar el antifranquismo, el esfuerzo cultural ético más generoso, melancólico y heroico en el que se resistieron puñados de mujeres y hombres de la raza de (…) No quiero hacer un inventario de mártires, ni de laceraciones, ni de tiempo perdido. Me temo que dentro de cincuenta años los diccionarios enciclopédicos audiovisuales irán reduciendo el capítulo dedicado a usted: cuatro imágenes, cuatro gestos, cuatro situaciones y una voz en off obligada al resumen y a la objetividad histórica”.
No han pasado
cincuenta años desde que se publicó Autobiografía del general Franco,
estamos aún a mitad de camino y los hechos, así como la figura del dictador, se
han difuminado por completo en casi todas las memorias. Es lo que suele ocurrir
con esas predicciones cuyo autor considera catastrofistas, que acaban pecando
de candoroso optimismo.
Mediante un
exhaustivo trabajo de documentación y elaboración de datos se nos introduce en
la vida pública y privada del dictador desde los primeros años hasta su muerte.
De ahí que la obra no se pueda adscribir a un solo género y se considere un
híbrido de ensayo histórico y novela. Quizá les sorprenda saber que la faceta
propiamente novelesca no está a cargo de Franco sino de un alter ego del propio
novelista, un tal Marcial Pombo (nada que ver con el escritor del mismo
apellido) cuya vida y milagros no se corresponden con los de Vázquez Montalbán,
su relevancia literaria es sensiblemente menor, pero su postura política y opiniones
sobre personaje y hechos que protagonizó coinciden punto por punto con las suyas.
La narración se desarrolla, pues, a dos niveles. Uno utiliza la cursiva para
reproducir unas supuestas memorias de Franco, el otro, con grafía convencional,
muestra los comentarios al margen del tal Pombo, que puntualiza y corrige la
versión principal, la completa con las aportaciones (orales o escritas) de
familiares y testigos, que le sirven de contrapunto, y no contento con eso se
permite narrar sus propio periplo vital de joven disidente. Este recurso,
además de aportar amenidad y verosimilitud al texto, muestra claramente las
consecuencias que tuvo para la gente común lo que se iba perpetrando en las
altas esferas del Régimen. Un régimen que, según Pombo/Montalbán, embarcó a los
españoles nacidos y por nacer en una mentira de carácter eminentemente visual, una fantochada
que, de no haber tenido consecuencias tan dramáticas, hubiese resultado cómica.
Y sucedió así simplemente porque un temperamento –y hasta un aspecto– tan mediocres
como el que se retrata en la novela, por una serie de carambolas –como los
ascensos tramposos en la guerra de África y la muerte de quienes podían hacerle
sombra–, asciende al poder y, a partir de ahí, se considera a sí mismo el
elegido por la historia para conducir los destinos de un país entero, no solo
hasta el final de su vida sino por toda la eternidad.
Este trabajo
recibió dos años después de su publicación el Premio Internacional de
Literatura Ennio Flaviano. A pesar de su brillantez, presenta a mi modo de ver un
factor de distorsión, me refiero a la calidad de la prosa y a la capacidad
analítica de su verdadero autor. Y es que Vázquez Montalbán pone sobre el papel
los que, a su juicio, fueron los pensamientos y modo de ver la vida de Franco, y
lo hace con total honestidad, imparcialidad y respeto, pero con sus propias palabras, con
su impecable estilo, con una lógica, una formación cultural y una larga
experiencia periodística y literaria que en absoluto se corresponden con las
del biografiado. Eso podría crear una imagen falsamente favorable en quienes carezcan
de un contexto donde situar los hechos que se narran.
Del mismo autor: Galíndez
25 comentarios:
Los acontecimientos que se están produciendo ahora en Cataluña ayudan a entender mejor por qué unos militares se rebelaron contra el régimen republicano. En aquellos años llegó a proclamarse el Estat Català. Mientras, los militares veían morir a sus soldados para degender la intefñgridad territorial en el norte de África. Y ellos no eran expertos politólogos. Sin separatismo es muy posible que no hubiera habido guerra civil.
(defender la integridad...) perdón
Yo también lo dejé a medias y al tiempo lo retomé y lo leí de tirón. Vázquez Montalbán es un genio (era). Tuvo la osadía de escribir este libro en primera persona. Te preguntas cómo un tío de izquierdas puede meterse en la cabeza del mayor "hijo de ....." que ha contemplado la historia de España.La verdad,mereció la pena leerlo
Buenas tardes,
Efectivamente, el independentismo catalán se lleva manifestando muchas décadas, pero eso que dices no te lo compran ni los herederos de la cosa.
Por otra parte, que unos militares decidan por todo un país es algo difícilmente justificable desde posiciones democráticas.
Luchar en el norte de África para conquistar/mantener territorios es COLONIALISMO, se le puede llamar "defender la integridad territorial" pero es un eufemismo al que se le ven las orejas.
Claro que no eran expertos, ni en política ni en nada. Sabían matar y punto. Esa, entre otras razones, habla de su desvergüenza a la hora de tomar las riendas de un país. No sabían hacerlo, nadie les eligió, pero ellos a lo suyo: el totalitarismo. Y por la friolera de 40 años.
Y eso es todo. Para cualquier cosa: Montalbán y los libros de historia.
Totalmente de acuerdo, Anónimo, nada que añadir :)
Hola, Dani:
Estando totalmente de acuerdo con Montuenga y en cambio, sospecho, en tus antípodas ideológicas, permíteme
ofrecerte un consejo dialéctico:
Esa idea de que parte de los militates españoles se sublevaron en el 36 para evitar la independencia de Cataluña, en realidad no hace más que favorecer a esos separatistas hacia los que no pareces tener demasiada simpatía; puesto que, en la tesitura que tú afirmas sucedió y aún sucede, cualquier persona normal, pacífica y con un mínimo espíritu democrático preferiría vivir en una régimen democrático aunque sea dividido en dos o más estados, que en un estado que conserve la integridad de su territorio pero bajo una dictadura fascista que durase 40 años. Yo, por lo menos, lo tengo muy claro.
Un saludo y un pico de relax, que en realidad éstas no son las verdaderas memorias del Caudillo de España por la Gracia de Dios. No era hombre de letras, me temo...
Saludos, Juan. Es lo que digo al final de la reseña: la mayor pega que veo al libro es que quien lo lea sin saber mucho del asunto puede imaginarse a un Franco tan clarividente y culto como lo era Vázquez Montalbán. Y no era así para nada, lo reconocía hasta su propio padre.
Hola:
Tampoco tenía la mejor de las relaciones con su padre, tengo entendido, quien, digamos, tenía otro carácter más mundano...; )
Desde luego no justifico el levantamiento militar del 36: sólo digo que el separatismo (ahora recrudecido) ayuda a entender por qué se produjo. Tampoco creo que nadie pueda justificar la tentativa de golpe de estado del 23 febrero 1981, pero es claro que no se habría producido sin la previa y persistente actividad terrorista (100 muertos al año) de la banda Eta.
Mirad, soy familia de militares y tengo muy claro que a ellos les importa un bledo que gobierne la derecha o la izquierda en España. Pero lo que sí tienen claro es que la unidad territorial no es disponible, y de ahí el levantamiento del 36.
El propio Franco Bahamonde había dicho a otros militares que él no apoyaría ningún pronunciamiento contra la República mientras no peligrase la unidad territorial de España. Y sin el apoyo de Franco (y de las tropas destacadas en África que estaban a su mando) el alzamiento militar (de haberlo) se habría sofocado en pocas horas, como ya pasó años antes con la sanjurjada.
En cuanto al 23-F, está claro que lo que a los guardias civiles y militares implicados les movió no fue que gobernasen unos u otros (de hecho entonces gobernaba la UCD, que era derecha o centro-derecha), sino la insufrible pasividad frente a los constantes asesinatos de la banda terrorista Eta.
Sé que lo que digo no es políticamente correcto, pero en el fondo creo que todos sabemos que es la verdad.
Así es,Juan. Él era más de "la santa", y para colmo el otro cometió el atrevimiento de separarse de hecho y tener otra pareja.
A Dani. Creo que tus palabras explican mejor la mentalidad que desembocó en la dictadura que muchas lecciones de historia. Lo que te fallan son las estadísticas.
Para todos. Ser demócrata es dar por hecho que ningún estamento puede secuestrar un país. Los que se aprovechan de quienes han confiado en ellos usando en su contra los elementos defensivos sólo merecen desprecio.
Hola Dani:
Fíjate que yo había estudiado que la razón principal de la sublevación militar de julio del 36 había sido el establecimiento de un gobierno del Frente Popular y la estrategia de la tensión que llevaron a cabo partidos de derechas como Falange, con la consiguiente escalada de la misma. De hecho, nada más producirse la victoria del Frente Popular, en febrero, yabhubo un intento de golpe de estado por parte de políticos como Gil Robles y sectores del Ejército. Antes, por cierto, de que Companys fuera liberado de la cárcel y restaurado el gobierno de la Generalitat catalana .
Rn cuanto al intento de "golpe de Estado" (permíteme que lo entrecomille, pues dudo que fuera tal cosa), me alegro por ti que tegas tan claro que lo que sucedió no fuera sino una respuesta (?) a los atentados de ETA. A mí me gustaría másucedinos hubieran exhubiedo lo que sucedió de verdad personajes que tuvieron tanto que ver en el asunto como el actual Rey emérito o militares como el fallecido general Armada, entre otros.
Un saludo.
"Que nos hubieran explicado", quería poner. Perdon
Hola a todos:
Con este panorama político tan exaltado y el poco interés que me suscita comentar algo al respecto, pasaré a lo puramente literario.
Pensaba que no había leído nada de Vázquez Montalbán, pero resulta que sí. He leído gran parte de su poesía, que, además, es muy buena. No sé porqué no he leido su narrativa, supongo que de joven me aburría, y Carvalho no me atraía nada. Este libro sí me atrae muchísimo; qué ejercicio literario tan difícil y audaz el distanciarse así de sí mismo, máxime cuando el protagonista es enemigo del propio autor.
Para terminar, os dejo un poema suyo que me encanta, y contiene una reflexión que da para pensar mucho.
Saludos
Si se supiera, de Una educación sentimental
"Si se supiera
lo que se presiente y no se dice
desde que Hiroshima
nos dejó sin habla
que la tercera guerra mundial
se ha declarado
que se muere
en los cuatro puntos cardinados
que crucifican la tierra en cruz gamada
lejos del parking amortizable
del supermercado de leches descremadas
de los lugares de vacaciones invernales
de las familias de hijos únicos
desplegables
lejos del Louvre y de la poesía tónica
lejos
muy lejos de la Plaza Roja y de la Casa Blanca
si se supiera
que a los vietnamitas del Líbano les abren en canal en Guatemala
más no se inventó el napalm para Le Bois de Boulogne
ni la violada de El Salvador será Miss Play Boy
en abril
aunque abril siga siendo el mes más cruel
en ésta guerra sólo se mata en los arrabales
el centro es ciudad abierta por mutuo acuerdo
entre el Bien y el Mal, mientras la ciencia
del alma calcula como calcular lo incalculable
por ejemplo
cuántos deben morir cada día en Etiopía
para que nos salga social
de pronto
la poesía. "
Hola Lupita,
Eso mismo pensé yo cuando alguien mencionó este libro hace unos meses. No hace tanto, pero en ese momento el tema no estaba tan candente como ahora, o ni siquiera se había planteado. Cuando por fin me hice con él supe que no tenía que demorarme en leerlo, ya que el personaje ha dejado de interesar excepto cuando, como ahora, surge alguna polémica. Y, como dice Montalbán, es un error: deberíamos tenerlo más presente para saber dónde estamos parados. Nada está superado por completo, todo se puede repetir, por desgracia.
El libro es muy denso, poco ameno salvo a ratos, más en su parte final y bastante ladrillo al principio. Pero muy interesante, bien documentado y tan respetuoso que se pasa. Porque, como apunto arriba, estamos leyendo una defensa apasionada del biografíado con una soltura y un argumentario muy lejos de la ramplonería mental que le caracterizaba. Es verdad que repite una y otra vez los temas que le obsesionaron, pero aún así, resulta demasiado elocuente.
Gracias por el poema. Leí algo de él en una antología de los Novísimos hace mil años, o sea, nada que quede en el recuerdo. Y es importante, porque la poesía social suele ser bastante mala. Salvo lo poquísimo que ha pasado a la historia, claro. Aunque hay una poeta reciente que me gusta mucho, y si no me equivoco, casualmente, coincide en apellido con el, o casi.
Un placer leerte. Saludos.
De hecho, durante años la estrategia de la ETA fue provocar un golpe militar para intentar, en el subsiguiente caos polìtico que se produciría (y con posible intervención internacional), sacar tajada a favor de una independencia de Euskadi. A eso jugaron descaradamente provocando al ejército con coches-bomba en cuarteles y con matanzas varias.
Afortunadamente, no leo los pensamientos de ETA y no puedo hilar tan fino, ni yo ni nadie ajeno a la banda.
¿Algo que decir del libro, de su autor, del protagonista?
Gracias, Montuenga.
Lo que es la disparidad de opiniones. A mí me gusta mucho la poesía social, sobre todo Gloria Fuertes, Marcos Ana, Gabriel Celaya y Neruda.
No me parece que sea mala,en general.
Respecto al personaje de Franco, parecía un chiste en sí mismo. Un hombre bajito, de voz aflautada y condenado a no tener vida sexual, pero con tal ansia de poder que cambió la historia de un país. Recuerdo que cuando yo era pequeña a mis padres aún les costaba decir algo en contra del "caudillo", como si tantos años de no querer significarse les hubieran dejado un poso imborrable. Nadie hablaba del régimen antiguo, había que olvidar y divertirse, divertirse y colocarse, como dijo Tierno Galván.
Y cuando alguien habla de lo bien que se vivía antes, con trabajo, paz y seguridad, ahí están personas como mi madre, que dice: "lo que había era mucho miedo. Yo no quiero vivir con miedo a decir lo que pienso"
Yo tampoco.
Saludos
Claro, Lupita, esos son los buenos representantes de la poesía social. Por eso digo "salvo los poquísimos que han pasado a la historia". Porque poesía social ha habido mucha, pero la mayoria (o sea, los bodrios) ha quedado sepultada por el sentido común.
Y, mira, ya de paso me ha dado tiempo a buscar el dato. La poeta que comentaba se llama Isabel Pérez Montalbán (que ya es casualidad) y, en mi opinión, merece muchísimo la pena.
De Vazquez Montalbán, estos versos de "Coplas a la muerte de mi tía Daniela":
Recuerdo
qué poco amé
a quien me amó
y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso
Qué interesante reseña! No he leído nada de Vázquez Montalban. Ni siquiera alguna de las novelas de Pepe Carvalho. Desconocía esta "autobiografía" de Franco, que por su estructura parecería tener semejanzas con Los idus de marzo, de Thornton Wilder (el autor hablando por boca del protagonista, lo que lleva a esa ilusión que muy bien señala Montuenga: protagonistas sabios y eruditos, muy lejos del personaje real).
Como argentino no opinaré de la historia ni de sus actores. Sí desearía compartir una anécdota. En 1988 viajé a España por segunda vez. Visité el Valle de los caídos y presencié como una anciana lloraba desgarradoramente, de rodillas sobre la tumba del generalísimo. Una imagen tremenda, increíble, sobre todo para alguien como yo que, pocos años antes, había celebrado el fin de una de las dictaduras más sanguinarias de la historia contemporánea.
Gracias por la aportación, Sandra.
Hola Puma,
Gracias por los elogios. Sí, tanto Los idus de marzo como Memorias de Adriano tienen un protagonista muy poderoso, pero tanto Adriano como César vivieron en la antigua Roma y nos pillan un poco lejos. Leí ambas novelas cuando estudiaba y las tengo bastante olvidadas. Creo recordar que eran: cartas en el primer caso y un largo monólogo en el segundo, sin nadie que les diese la réplica. Si no es así, corregidme.
En este caso, a Franco lo tenemos todavía a la vuelta de la esquina. Además, el autor le interrumpe constantemente, para contradecirle o ampliar datos, valiéndose de su alter ego. A quienes no tenemos mitificada su figura nos choca la estatura intelectual que se muestra porque nos consta que no la tenía. César y Adriano vete tú a saber, pero es que ya nos da igual.
Tu anécdota me ha traído un recuerdo simpático. Hace años, estaba oyendo las noticias de la radio y hablaban del mal estado de salud de Hugo Chavez. Conectaron con Venezuela y salió una señora repitiendo: "Ahora que vamos a hacer sin él, pobres de nosotros, qué nos va a pasar etc. etc." muy lacrimosa ella. Cuando conectaron con la emisora española, a la locutora le empezó a dar la risa, no podía parar y tuvieron que dejarlo y pasar a otra cosa en la voz de un compañero. Es lo que tiene el culto a la personalidad, llega a crear ídolos entre la gente sencilla que se traga toda la parafernalia.
Saludos :)
Es asì como tù dices, Montuenga. En Los idus de marzo, el intercambio epistolar entre Julio César y un antiguo amigo, Lucio Mamilio Turrino que, inválido, pasaba sus últimas horas en la isla de Capri. Mientras que en Las memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, es el propio emperador quien en un largo monólogo recorre su propia historia. Enorme obra, también!
Hola de nuevo:
Gracias a todos por vuestras aportaciones (poemas, consejos sobre escritores, etc..)
Da gusto que aprendamos todos
¿Será casualidad que todos los dictadores sean bajitos y anodinos hasta que se inventan maldades para destacar?
No lo creo, Isabel. Pero el problema no está en ser bajito, narigudo o lo que sea, porque nadie somos perfectos, sino en no asumirlo y tratar de compensar ese complejo siendo un déspota.
En mi niñez, escuchaba hablar de Franco y de ese otro defensor de la raza aria. Del primero había visto fotos, pero al segundo lo imaginaba alto y rubísimo. Me quedé de piedra con 10 0 12 años cuando vi la primera foto porque su aspecto era todo lo contrario a lo que insinuaba su discurso.
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