viernes, 8 de octubre de 2010

Grandes villanos literarios en el archivo ULAD

Durante esta semana hemos hablado de algunos grandes villanos literarios de hoy y de siempre (Satán, Daniel Quilp, Heathcliff, Briony), pero sería injusto no hacer mención a otros, a los que no hemos dedicado una entrada por el simple hecho de que ya hemos hablado de los libros en los que aparecen. Estos son algunos de nuestros "malos favoritos":

-El Capitán Garfio, en Peter Pan, de James Barrie. Uno de esos villanos a los que es imposible odiar. Torturado por Peter Pan y sus Niños Perdidos, perseguido por el cocodrilo y su reloj, el Capitán Garfio es un malvado carismático que despierta nuestra simpatía y nuestra comprensión; sobre todo por contraposición con el niño-eterno, que es sencillamente insoportable.

-Jean-Baptiste Grenouille, en El Perfume de Patrick Süskind. Con su nariz todopoderosa, su espíritu de supervivencia y su absoluta falta de escrúpulos, este perfumista/asesino es uno de los personajes más originales e inquietantes de la narrativa del siglo XX.

-Domingo, en El hombre que fue jueves, de G. K. Chesterton. Pero ¿es Domingo verdaderamente un villano? ¿Es un héroe? ¿Es un diablo? ¿Es un semidiós? Es necesario leer la novela para poder contestar a esa pregunta. E incluso, después de leerla...

-Eso en It, de Stephen King. No sabemos qué es, cómo nació, de qué está hecho. Lo conocemos sencillamente como "eso", o, en su encarnación de payaso, como "Pennywise". Lo que sí sabemos es que nos da miedo. Mucho miedo. Ah, y que aquí todos flotamos.

-Annie Wilkes, en Misery, por seguir con Stephen King. Una voraz lectora de ideas fijas e higiene difusa: alguien que no quisiéramos tener como vecina. La gran pantalla ha hecho célebres algunos de sus peculiares métodos de enfermería.

-Dorian Gray, en El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. El perfecto dandy inglés seducido por la tentación de la eterna juventud, cuya degeneración moral y física se van reflejando en su retrato y no en su cuerpo, es ya un mito moderno de la literatura universal. Y además, con el incomparable estilo de Wilde.

-Dexter Morgan, en El oscuro pasajero (y los demás de la serie), de Jeff Lindsay. Porque antes de ser una serie de éxito, Dexter fue un personaje literario.

-El Coronel Kurtz en El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Otro de esos villanos enigmáticos, complejos, hipnóticos, capaz de dominar una novela en la que solo aparece en el último tercio, y de despedirse con una de esas frases memorables y mil veces repetidas y parodiadas: "¡El horror! ¡El horror!".

-Sauron, en El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien. Como no necesita presentación, pasemos al siguiente.

-El padre de Kafka, en Cartas al padre, o lo que es lo mismo, esa forma inaprensible y opresiva del poder que torturó al pobre Franz toda su vida, y sin la cual nunca habríamos tenido obras maestras como La metamorfosis, El castillo o El proceso. (Vale, igual es un poco excesivo llamar villano al pobre hombre, pero ya se entiende...)

-Voldemort en la heptalogía de Harry Potter, de J. K. Rowling. El reverso tenebroso del héroe, el lado oscuro de la magia, el-que-no-debe-ser-nombrado, que fue adquiriendo relevancia (y poder) a medida que los libros avanzaban y la serie iba volviéndose más adulta y más oscura. Hasta el gran enfrentamiento final...

Seguro que nos hemos olvidado de muchos otros, pero así os dejamos opción a vosotros, los lectores, para que nos habléis de vuestros "villanos de cabecera". Así que adelante, los comentarios son vuestros: ¿quiénes son vuestros malos favoritos?

2 comentarios:

Iván y El Terrible dijo...

David Carrera, en "Un libro al día".

Santi dijo...

Jajaja, qué grande. Sabes que al nombrarlo lo estás invocando, y que en breve lo tendremos por aquí hablándonos de universos trinitizados, ¿no?

Por si a alguien le falta contexto: http://unlibroaldia.blogspot.com/2009/10/el-libro-de-urantia.html