sábado, 15 de marzo de 2025

Javier Marías: Mañana en la batalla piensa en mi

Idioma original: Español

Año de publicación: 1994

Valoración: Muy recomendable

“Mañana en la batalla piensa en mí, caiga tu espada sin filo, desespera y muere” Shakespeare en Ricardo III.

Tengo que confesar que llegué a este libro hace años, en busca de nuevos autores que leer; sin embargo, me enganché desde las primeras páginas debido a un episodio familiar tan inverosímil que me sorprende cómo Marías logró convertir algo así en el punto de partida de esta novela.

Las respectivas parejas del hermano y de la hermana de mi madre sostenían relaciones extramaritales mientras mi tío se encontraba en su trabajo. Un día, mi tío recibió una llamada del hospital, notificándole que su esposa estaba en estado crítico (en ese entonces ya había fallecido, pero supongo que el protocolo impide dar semejante noticia de golpe). Al mismo tiempo, mi tía recibió otra llamada, esta vez de su marido, quien desde el ministerio público le decía que estaba detenido en calidad de sospechoso de feminicidio (el Estado de México es uno de los lugares con mayor índice de feminicidios en el país, por lo que cualquier muerte violenta o en circunstancias extraordinarias de una mujer se investiga como tal). Según él, por azares del destino, se había encontrado a mi tía en la parada del autobús y, mientras platicaban y se ponían al día, ella colapsó. Después se supo que todo era una farsa: mi tía sufrió un infarto mientras tenía relaciones sexuales con mi tío. Se armó un drama familiar del que los involucrados aún no se han recuperado del todo, a pesar de que esto ocurrió hace más de 15 años.

Como señalé antes, un episodio así parece poco creíble para la ficción, pero Marías consigue restarle ese elemento de inverosimilitud y usarlo como pretexto para explorar cómo afrontamos los seres humanos ciertas crisis vitales: la muerte, el amor, la infidelidad, la traición, la cobardía, la culpa, etc. El epígrafe que encabeza el texto funciona como leitmotiv a lo largo de la novela, recordándonos que dichos trances son atávicos e ineludibles.

En esta historia, una mujer muere mientras tiene sexo con el protagonista, quien, al encontrarse en una situación absurda (el esposo de ella está de viaje y el bebé duerme en la habitación contigua), decide no llamar a la policía ni a la ambulancia; sabiendo que la niñera llegaría a primera hora de la mañana, se marcha del lugar tras dejarle agua y comida al bebé, casi como si fuera un perro. Este hecho desencadena un caos de dudas, culpas, perplejidad y cuestionamientos. Está de más decir que Javier Marías era diestro en su oficio. He leído que para algunos puede resultar reiterativo en ciertas ideas, pero considero que esa insistencia ayuda a enfocar lo que realmente le importa al autor. Asimismo, el uso del leitmotiv me parece perfecto, sin resultar cansino, funcionando como una especie de coro de tragedia griega o de teatro Nō (en comparación, el uso similar del leitmotiv por parte de Almudena Grandes en El corazón helado me parece menos logrado).

Este libro es mi favorito de Marías (quizá porque fue el primero que leí). Lo he releído varias veces y, en cada ocasión, logra conmoverme.





viernes, 14 de marzo de 2025

Juan Bas: Alacranes en su tinta

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2002

Valoración: Recomendable


No sé si puede ser una necesidad psicológica inconsciente o, lo más probable, simple casualidad, pero últimamente llevo varias lecturas de corte humorístico, lo cual es bastante inhabitual. Pero la verdad es que estoy teniendo bastante suerte, o mi olfato está funcionando sorprendentemente bien. A Juan Bas solo le conocía por algún artículo y pequeños flashes que publica regularmente en prensa, ese tipo de aforismos que ya he dicho alguna vez que no me gustan casi nada, y tenía curiosidad por lo que podía dar de sí este autor puesto a escribir algo de más empaque. Y la verdad es que tiene publicada una obra más extensa de lo que creía, en la que Alacranes en su tinta es la primera de una especie de trilogía cuyos dos relatos posteriores están ya publicados en ULAD (ver enlaces abajo).

Miedo me daba, tengo que confesarlo, enfrentarme a este libro después de haber leído aquellas dos reseñas. Me esperaba algo muy pasado de vueltas, porque no parece Bas alguien que se muerda precisamente la lengua. Como quizá alguien también sepa ya, no me apetecen demasiado los excesos en un libro, y efectivamente los hay, pero vamos por partes.

La verdad es que tampoco puede decirse que se trate del todo de un relato de corte humorístico. Hay humor, claro, humor ácido, corrosivo, sal gorda en abundancia, sarcasmo hiriente y desacomplejado. Casi todo puesto en boca de Pacho Murga, un pijo de manual, confundido porque su padre, ya hasta el moño de todo, le ha dejado con una asignación modestita que apenas le llega para la racioncita de ostras y los whiskazos de Glenmorangie. Se diría que con frecuencia Juan Bas descarga por la boca de Pacho la mala baba que en buena parte es seguramente la del propio autor. Dardos que casi con frecuencia se hincan sobre los iconos populares del nacionalismo vasco, como Olentzero* (‘carbonero borrachón’ o ‘aldeano autista rescatado de la mitología de un valle perdido de la Guipúzcoa profunda, valga el pleonasmo’) o Marijaia** (‘espantapájaros travestido que oficia de tótem de la espantosa semana grande de fiestas de Bilbao’), pero también sobre el propio Franco, en esta genial descripción: ‘un viejo antipático, un pequeñajo con cara de tortuga para sopa y una voz ridícula, de capado’.

Franco, en efecto, tiene su papel en el relato, como objetivo de un rocambolesco intento para envenenarle, urdido por un grupo de protoetarras. Este episodio, montado en un formato de relato enmarcado, desencadena una segunda parte de la narración, que se podría definir como novela negra, repleta de planes para asesinar y rencores profundos que no se disipan con los años. El humor, sin dejar de estar presente, pasa a un segundo plano, y Bas disfruta inventando locas aventuras para materializar una venganza innegociable.

Por el camino descubrimos el talento para montar una narración descabellada pero coherente, y también los tics característicos del autor bilbaíno. El bilbainismo es una de sus notas definitorias, con sus pros y sus contras: hará disfrutar viendo moverse a los personajes en calles y bares conocidos, en los ambientes que nos son familiares, aunque a los foráneos les costará más identificar su verdadero carácter. La sátira es despiadada y podríamos decir universal, porque nadie queda a salvo. Pero Bas es también bastante bestia, se regodea en lo sórdido buscando los contrastes más brutales, y hay que reconocer que a veces se pasa de frenada, revolcándose en la fealdad y en ramalazos de sexo que apenas cabrían en el concepto de realismo sucio. Pero también hay que decir que, al menos en lo que a este libro se refiere, las incursiones en esos submundos no son abusivas, y funcionan bien en ese híbrido de thriller, iconoclastia y desparrame cómico, generalmente bien equilibrado.

* Olentzero es una especie de Papa Noel vasco, un carbonero que trae regalos por Navidad

** Marijaia es una figura femenina que encarna el espíritu festivo de la Aste Nagusia de Bilbao


También de Juan Bas reseñado en ULADVoracidadOstras para Dimitri


jueves, 13 de marzo de 2025

Emma Cline: La invitada

Idioma original: inglés.
Título original: The Guest.
Traducción: Inga Pellisa
Año de publicación: 2024.
Valoración: recomendable.

Tercera novela que leo de Emma Cline y, aunque ni la anterior Harvey ni esta La invitada vienen rodeadas del revuelo que supuso su toma como miembro femenina del clan Manson en Las chicas, sí empiezo a reconocer un cierto patrón, un perfil de personalidad de esta joven escritora californiana, y aunque sus novelas todavía no hayan llegado a las altas cotas que algún crítico exagerado – los hay – le ha asignado, me está gustando su evolución y su valentía a la hora de afrontar perfiles, digamos, complicados, como mínimo, nada al uso. Aunque no se haya puesto en el sitio de una hippy manipulada y criminal, o en el de un productor poderoso y depredador, para esta novela elige la cómoda tercera persona y encarna a Alex, una joven californiana que se ve envuelta en un obligado tránsito, físico y psicológico, cuando uno de los hombres con que suele convivir la despacha, temporalmente, de su vida y se ve obligada – pues los amigos con que convivía también la han echado de su casa – a planificar dónde va a estar durante los próximos siete días.

En ese momento la novela toma un aire reminiscente de dos clásicos: como Holly Golightly, la ocupación que hasta ese momento ha desempeñado Alex para ganarse la vida no acaba de quedar clara. Parece no tener reparos en emplear el sexo como retribución a cambio de que los hombres – jóvenes y no tanto – que frecuenta le cedan su tiempo, su espacio, algún rincón un poco oscuro de sus existencias. Y como Holden Caulfield ha de enfrentarse, en una temprana edad, a la imposición de la aventura, a la incerteza, a ese vagar que puede parecer tan atractivo siempre y cuando no sea la única opción. En ese punto, el devenir de Alex por amigos, antiguas parejas que la asedian, pequeños robos a que se ve obligada para subsistir, amistades a que recurre para pasar tiempo en una fiesta, en una casa, se convierte en el nudo de la novela, quizás una trama algo escueta y que hubiera quedado igual de resuelta en sesenta o setenta páginas menos, en los que hubiera agradecido que la autora (esto ya le sucedía en Las chicas) hubiera sido más directa, más osada e incluso procaz. Porque quizás estamos hablando de una novela de Generación Z en la que la desidia y la escasa pasión definen los pasos a dar: Alex solo contempla pasar el día siguiente y usará a quien haga falta para solucionar la siguiente noche. Se comportará de forma cruel precisamente con quién más se parece a ella y más sinceramente le desnuda su alma. Pero sus reacciones son tibias y calculadas, e incluso el texto parece sugerir que usa su atractivo físico como un puro valor transaccional. No hay mensaje moral, solo vacío y abulia, y no sé qué interpretar de ello.

Reseñados por ULAD de Emma Cline: aquí 

miércoles, 12 de marzo de 2025

Laird Koenig & Peter L. Dixon: Los niños están mirando

Idioma original: inglés

Título original: The Children Are Watching

Año de publicación: 1971

Traducción: Alicia Frieyro

Valoración: más que recomendable

¿Quién puede matar a un niño?, nos preguntaba Narciso Ibáñez Serrador en una ya mítica película basada en una terrorífica novela de Juan José Plans. Pues bien, eso era porque ni Chicho ni los protagonistas de su película habían leído esta novela (bueno, él tal vez sí), porque a los cinco niño que la protagonizan desde luego que dan ganas, más de una vez, de matarlos... También de quererles, claro, porque, después de todo, no son más que niños y se comportan como tales... en el mejor y en el peor sentido.

Pongámonos en contexto: Malibú, en la soleada California, a comienzo de los 70s. En una casa a pie de una playa privada pasan el verano los cinco hermanos/as Moss, de entre 9 y 4 años, a cargo de Graziela -a la que los pequeños monstruos llaman Aguacates-, una criada mexicana que no habla una palabra de inglés, mientras sus padres -él, productor de cine, oscarizada actriz, ella- ruedan una película en Italia. Sí, en efecto, esta situación no parece la más aconsejable para unos chiquillos tan pequeños y menos aún cuando, a partir de un incidente que mejor no contaré, los críos se quedan solos en la casa, bajo el liderazgo de Kathy, la mayor del grupo. Ellos y ellas -tres varoncitos y dos niñas- encantados, claro, porque eso les permite pasarse el día viendo la tele (hoy en día sería jugando con la videoconsola o con el móvil) y comiendo guarrerías, aunque también les obligará a estar en guardia frente a visitas inoportunas y, sobre todo, intrusos indeseados... Pero os adelanto (y tomáoslo como un spoiler, si queréis) que, para entonces, la historia de terror ya llevará tiempo empezada...

Con mucha astucia, los autores del libro nos presentan a cinco niños que representan cinco estereotipos de personalidad y comportamiento diferente, desde la niña lista pero marimandona que es Kathy a Marti, la más pequeña y, por tanto, cándida de los cinco. Pasando por el sensible e inteligente Sean, el tragaldabas Cary y, por último, el hiperexcitado y posiblemente futuro gymbro Patrick. Es imposible no empatizar con ninguno o incluso, en uno u otro momento, con todos. Por otra parte, Koenig y Dixon articulan la novela por medio de capítulos no muy largos, que son en sí mismos, pequeñas narraciones llenas de suspense; en todas ellas los hermanos se deben enfrentar a alguna dificultad más o menos peliaguda que mantiene al vilo al lector, incluso cuando se trata de aprietos un tanto previsibles. Sin embargo, que nadie espere encontrarse con una novela de aventuras juveniles "blanca", tipo las de Los Cinco o Los Hollister. O, en todo caso y si se quiere, podría tratarse de una parodia de este tipo de literatura, tan popular otrora, ya que en Los niños están mirando no hay nada blanco, nada a lo que nos podamos agarrar esperando una historia más convencional y tranquilizadora. Y, sin embargo, que bien funciona (o qué bien los hacen funcionar sus autores) el consabido "pacto ficcional", que provoca que no sólo nos parezca plausible lo que estamos leyendo, sino que aceptemos todas sus aristas y recovecos oscuros, mientras nos recome la impaciencia por saber cómo acabará todo este disloque. Que es tremendo, ya digo...


También de Laird Koenig y reseñado en Un Libro al Día: La chica que vive al final del camino

martes, 11 de marzo de 2025

VV.AA.: El coleccionista de las últimas palabras

Idioma original: Rumano
Traducción: Rafael Pisot
Año de publicación del volumen (originalmente en Italia): 2008
Valoración: Recomendable

El coleccionista de las últimas palabras agrupa once relatos de tres escritores rumanos contemporáneos celebrados tanto en su país como en el extranjero. La antología, pues, resulta una buena puerta de acceso a la narrativa breve que se hace en Rumanía actualmente. También funciona por sí misma, pues la calidad intrínseca de las piezas que componen este volumen es notable.

Los cuatro relatos inaugurales pertenecen a Lucian Dan Teodorivici:

  • De "Para las manchas difíciles" y "Un hombre corriente" destacaría sus trasfondos emocionales. Me ha gustado cómo, pese a la sencillez de sus planteamientos, el autor se guarda un par de giros argumentales y permite al lector sacar sus propias conclusiones sobre ciertos acontecimientos. 
  • De "Moisés, el mendigo" y "Circle" he apreciado su sentido del humor, pero sobre todo resaltaría el retrato psicológico que hacen de sus tragicómicos protagonistas. Y es que el primero de los dos cuestiona obsesivamente su piedad, encadena pensamientos sobre la culpa, el pecado y la fe, y entabla un diálogo interior con Dios repleto de congoja y contradicciones. Por otra parte, el segundo, hastiado con su matrimonio, su mujer y su hijo, desciende a la locura después de que varias personas le ofrezcan un chicle, pues se imagina que su aliento huele mal.

Seguimos con cuatro relatos de Dan Lungu:

  • En "El domingo del señor Chichifoi", la metáfora de los conejos ayuda a articular la idea de que el protagonista es una especie de Dios todavía ahora que está jubilado, como ya lo fuera, en cierta manera, cuando era portero en un bloque de pisos para solteros.
  • "Cinco, cinco y media" impacta por su forma de narrar cómo un amor platónico lleva a su protagonista a acosar a su amada, sabotear su carrera académica, distanciarse de su padre y falsificar documentos. Algunos de sus pasajes me han parecido magistrales, como por ejemplo este: «¡Tampoco ella sabe cuánto la amé! Ni mi madre, ni mi padre, ni Ciolovecu entero; y es posible que ni siquiera yo mismo sepa todo. El pobre papá no ha sabido nunca nada sobre mí. Quiso de corazón que yo me hiciera médico, que volviera al pueblo y cuidara hasta la vejez de sus varices y sus riñones (...). Fui (...) la decepeción de su vida. (...) Toda la vida me ayudó y yo, en cambio, toda la vida le mentí, quizá porque siempre sentí que no quería ayudarme a mí, sino a su propia vejez; que no era a mí a quien quería, sino que temía a sus enfermedades. Dios lo tenga en su gloria, porque fue un padre como los otros quince millones de padres en Rumanía.» (79)
  • "Colecta de gargajos" muestra el durísimo proceso de maduración de un muchacho con una contundencia envidiable.
  • Aunque por momentos cuesta entender lo que tan sutilmente se nos está narrando en "Jugando a la oscuridad", merece la pena zambullirse en el microcosmos oblicuo y enigmático de una niña, porque nuestros esfuerzos interpretativos serán generosamente correspondidos.

Cierran la antología tres relatos de Florin Lăzărescu:
 
  • "El mono" y "La lámpara con sombrero" saben plasmar la voz infantil y tienen diálogos chispeantes. Cuentan historias muy humanas con gran ternura y delicadeza, y aunque ponen el foco en las relaciones familiares, abordan también otros muchos temas complementarios.
  • "El tío Mihai y Dios, el camarada" es el relato del conjunto que alude de forma más directa al comunismo (tema, al igual que la religión cristiana, menor pero recurrente en este volumen), al rol que el individuo juega en él y al papel del Estado al invertir en proyectos sociales.

Como he dicho antes, recomiendo El coleccionista de las últimas palabras para catar la literatura breve rumana contemporánea, pues nos permite iniciarnos con tres de sus más reivindicados cultivadores. 

Pero también insisto en que el volumen funciona por sí solo en tanto que compendio de relatos de una calidad nada desdeñable. Relatos todos ellos que tienen un registro eminentemente costumbrista (aunque un par se inclinen en su clímax hacia una deriva mística) y hablan de gente sencilla (tirando en muchos casos a marginal).

A título personal prefiero los relatos de Dan Lungu (sobre todo "Cinco, cinco y media", "Colecta de gargajos" y "Jugando a la oscuridad", cuya crudeza, sordidez y oscuridad encajan perfectamente con mi mi visión del mundo y mi gusto estético). Sin embargo, resulta innegable que tanto los de Lucian Dan Teodorivici como los de Florin Lăzărescu son igualmente competentes en lo estilísitco y sugerentes en lo temático.

lunes, 10 de marzo de 2025

Rosella Postorino: Me limitaba a amarte

Idioma original: Italiano

Título original: Mi limitavo ad amare te

Traducción: Miguel Izquierdo 

Año de publicación: 2023

Valoración: Recomendable 

Los libros se comunican y hablan entre sí. Si no, ¿cómo explicar las conexiones entre Me limitaba a amarte y tres libros recientemente leídos y reseñados por aquí, como son No matarían ni una mosca, Juegos prohibidos y Diarios del olvido?

Veréis, Me limitaba a amarte es la historia de unos niños bosnios (de diferentes orígenes) que, en pleno asedio de Sarajevo, son enviados a Italia. Pero pasan los años y allí han de permanecer y tratan de (re)hacer sus vidas como buenamente pueden. 

Y así, aparecen las citadas conexiones: con Diarios del olvido en la permanente sensación de desarraigo y "extranjeridad", tanto en un lado como en otro; con Juegos prohibidos en el extrañamiento infantil ante el mundo adulto, en el manejo de lo simbólico y en los intentos digamos atolondrados de canalizar la rabia y el dolor; con No matarían ni una mosca en esa violencia normalizada que persigue a algunos de los protagonistas del libro a través del tiempo y el espacio.

Más aún, la novela se abre con una cita de Slavenka Drakulic y una de las niñas se llama Nana Drakulic, así que ella conexión Postorino - Drakulic resulta obvia.

Volviendo a la novela, finalista del Strega en el año 2023, esta se divide en 4 partes en función del momento temporal de los hechos que se narran. Esto permite una lectura de la misma como "novela de formación", por aquello del paso de la infancia a la madurez. 

En ese sentido, me parece que está muy bien tratada la importancia del pasado y de los sucesos o heridas de la infancia en la vida adulta (¿está Marcel Proust por aquí?). También es destacable cómo la autora teje, ya desde las páginas iniciales de la novela, las red de relaciones que se establecen entre los distintos personajes y su evolución en el tiempo. 

Otro aspecto a mencionar es el manejo de las voces infantiles en la primera parte de la novela. Creo que la autora acierta con el tono y evita caer en lo excesivamente melodramático.  

- No quiero estar allá dentro, no me gusta. Aquí veo el cielo.  

- En Sarajevo no mirabas nunca el cielo.

- En Sarajevo estaba mamá.

Sin embargo, el melodrama aparece en el tramo final del libro y algunas de las escenas o situaciones se acercan peligrosamente al telefilm (sí, de esos los domingos por la tardes). Ya sabemos que la vida y la muerte están hechas de casualidades, pero creo que a Postorino se le va un poco la mano y fuerza en exceso según qué situaciones.

En cualquier caso, una recomendable novela sobre abandonos y reencuentros y sobre el derecho a la propia salvación en un mundo extraño en el que, aunque existan, resulta difícil encontrar asideros.

domingo, 9 de marzo de 2025

Colaboración: Sombra de la sombra, de Paco Ignacio Taibo II

Idioma original: Español

Año de publicación: 1986

Valoración: Está bien (Recomendable para quienes quieran tener idea de México inmediato a su revolución)


1922, un año dentro de un periodo donde la sociedad mexicana luchaba con violencia en múltiples terrenos. Crímenes, asaltos, asonadas, levantamientos armados, espionaje, traiciones, fuerzas extranjeras tratando de intervenir política, económica y hasta militarmente para cambiar el rumbo de la revolución mexicana; movimientos populares y de obreros empujando para recuperar rumbos perdidos por la misma; prensa, arte, transporte, naciendo o renaciendo tras la guerra popular que cambio al país. Ese es el marco donde se desenvuelve la novela Sombra de la sombra. Paco Ignacio Taibo II logra describir ese marco, hace sentir sus tensiones, permite al lector vivir por momentos su turbulencia y, sobre todo, aproxima a la comprensión de una época todavía cercana del pasado mexicano, lo que facilita entender mejor el presente de esta república.

Los protagonistas de Sombra de la sombra son cuatro personajes que se encuentran cada noche para jugar dominó. Durante el juego platican y reflexionan de lo que pasa en la ciudad de México y en el país. El estado de la sociedad en que viven se empieza a delinear desde ahí, en la descripción de la personalidad de cada uno de los cuatro jugadores, que representan a una buena capa del pueblo mexicano. Los jugadores de dominó tienen diferentes oficios que se irán revelando poco a poco, al tiempo que se van describiendo sus personalidades.

Son cuatro temperamentos muy distintos, lo mismo que los empleos de los que viven. Si bien el juego de dominó es lo primero que los une, conforme se desarrolla la trama se van involucrando en sucesos que los unen todavía más, sucesos a través de los cuales los lectores se van dando cuenta de qué era lo que pasaba por esos años en México.

Desde luego es la visión de los de abajo. No ¿por qué unos abajo y otros arriba? En un tablero de ajedrez no hay abajo y arriba entre negros y blancos, solo lucha entre ambos. Así en la novela asoman ampliamente dos partes: el pueblo llano, con diversos oficios con los que enfrentan la vida y sus dificultades económicas y los vividores que han sabido aprovechar el río revuelto de la revolución mexicana para acomodarse en cualquier bando de la misma y medrar económicamente. Aparecen también personajes o segmentos de la sociedad que no se pueden colocar en ninguno de los grupos descritos, pero que tienen resultados importantes para la narración. Los grupos que se enfrentan son, uno, el de los fieles a ellos mismos y a sus empleos y otro, el de los que aprovechan la situación para beneficio personal, abusando de las circunstancias.

El grupo de los fieles a sí mismos está conformado básicamente por los cuatro jugadores de dominó, uno de los cuales ve casualmente un asesinato y otro presencia una muerte que puede tomarse como accidente o tal vez crimen. Como ambos acontecimientos se relacionan y uno de los jugadores es periodista, los cuatro se involucran en el intento de desentrañar esa relación, máxime que desde la sombra sufren atentados y amenazas varias, decidiéndose finalmente en convertirse en sombra de la sobra que los persigue. Sombra de la cual surgen los que abusan de la revolución. 

No sé en qué momento empezó Taibo II a utilizar la estructura que emplea en esta novela, diseñada en 57 capítulos, algunos muy cortos. Muchos capítulos tienen títulos similares o idénticos, por ejemplo los que inician con “Los personajes juegan dominó” añadiendo, a veces sí y a veces no, otras indicaciones, o los apartados que se llaman “Bonitas historias que vienen del pasado”; estos últimos complementan las personalidades de los protagonistas o nos hablan de los antecedentes de algunos sucesos de la trama. Esta misma estructura, de capítulos cortos o con títulos semejantes, la utiliza el autor en otras de sus obras como Cuatro manos, La lejanía del tesoro y Retornamos como sombras; esta última, por cierto, está protagonizada por los mismos cuatro personajes pero veinte años después y ya no juegan dominó. Retornamos como sombras esta comentada aquí.

En resumen: México en 1922, cuando la revolución mexicana, finalizada formalmente con la Constitución de 1917, había dejado al país en un torbellino de locura del que iría saliendo remando sobre una roca y cuyos vientos todavía lo impulsan, sin que deje de estar presente la locura. Si la novela policiaca negra es aquella que nos pinta una sociedad, esta novela lo es y se desarrolla en un escenario que así fue, aunque su personajes sean ficticios.

Firmado: David Batista

También de Paco Ignacio Taibo II reseñado en ULAD: Retornamos como sombras