Un libro al día
Cada día, una nueva reseña
lunes, 14 de julio de 2025
Samanta Schweblin: El buen mal
domingo, 13 de julio de 2025
John Steinbeck: El invierno de mi desazón
Traducción: Miguel Martínez-Lage
Año de publicación: 1961
Valoración: Recomendable
sábado, 12 de julio de 2025
Karina Sainz Borgo: El Tercer País
Año de publicación: 2021
Valoración: Entre Recomendable y Está bien
El Tercer País es un cementerio, un camposanto alegal situado en alguna zona fronteriza, quizá entre Colombia y Venezuela, y gestionado por Visitación, una mujer negra que recoge y da sepultura a cadáveres de las localidades próximas, cuerpos de gente desconocida o sin medios para pagarse un enterramiento oficial. Al lugar llegan Angustias y su marido, huyendo como tantos otros de una epidemia de peste y cargando con sus dos hijos recién nacidos y recién muertos, cuyos ataúdes son sendas cajas de zapatos.
Toda esta crudeza nos va a acompañar sin respiro durante las casi trescientas páginas de este volumen a través de tierras inhóspitas y polvorientas donde el calor es una maldición y donde campan a sus anchas los personajes más abyectos y los más bajos impulsos del ser humano: la ambición del terrateniente, la cobardía del alcalde corrupto, la bestialidad de los paramilitares, la rapacería del juglar, la ignorancia, el miedo, la indiferencia, el ansia de sangre. Solo Visitación mantiene la dignidad y el apego a la vida en su extraño reducto, sin que conozcamos sus motivos ni su historia.
El ritmo de la narración es de una regularidad aplastante, con capítulos muy cortos que le dan cierto aire cinematográfico y la hacen adictiva, aunque a veces se permite algunos guiños que quieren sonar a García Márquez y cambios de perspectiva no del todo justificados. Pero fundamentalmente lo que la autora no quiere es perder la pulsión dramática, añadiendo horrores con precisión de cirujano: violaciones, perros feroces, incendios, amenazas, desapariciones y mucha sangre, la violencia como vicio, diversión, como forma de vida.
Ciertamente el libro está muy bien escrito, responde a un patrón claro y lo cumple a rajatabla sin un vacío y con total eficacia. También los personajes, al menos los principales, están bien definidos, aunque en mi opinión tienen más bien poca profundidad, es más, con el paso de las páginas empiezan a caer un tanto en el estereotipo. Y por este mismo camino viene mi principal crítica: me da que tanta crudeza en todas sus variantes, tantos personajes tan marcadamente despreciables, el tono tan brutal, casi apocalíptico, a la hora de describirnos ese mundo ¿no está conduciendo la narración por el camino del efectismo?
Es una impresión que solo surge cuando la lectura está bastante avanzada, pero me parece inevitable, porque todo, personajes, situaciones, entorno, prosa, parecen estar al servicio de un objetivo, que no es otro que buscar el mayor impacto, dejar al lector sin aliento y sumergido en la atmósfera viciada y cruel de esos parajes de la sierra infestados de maldad, pobreza y violencia. Sin dobleces ni recorrido, la narración se sostiene por sí sola en ese medio hostil y solo en él, y lo que empezaba pareciendo una aproximación interesante a la gran literatura latinoamericana se convierte en algo diferente, un producto muy bien hecho, eso sí, potente y construido con destreza, pero algo que igual se aproxima un tanto al mero entretenimiento.
viernes, 11 de julio de 2025
A. S. Byatt: Posesión
jueves, 10 de julio de 2025
Paulina Flores: La próxima vez que te vea, te mato
Año de publicación: 2025
Valoración: Entre recomendable y está bien
Una historia de amor sin moraleja.
Cada vez que leo autoficción, recuerdo el documental de Barbet Schroeder The Charles Bukowski Tapes. En uno de los episodios, un amigo le reclama a Bukowski haberlo retratado como un borracho violento en uno de sus cuentos, mientras que él mismo se mostraba como un ser magnánimo. “Fue completamente al revés”, le increpaba su amigo. Bukowski respondió tranquilo, como si fuera una obviedad: “En mis historias, yo siempre soy el héroe”. Creo que tenía razón. Leer autoficción (y ni hablar de escribirla) es un acto de fe. Bajo esas condiciones, veo innecesario considerar a la autoficción como una categoría independiente; llamémosle, simplemente, ficción.
En La próxima vez..., Paulina Flores nos cuenta la experiencia de Javiera (sería muy avaro de mi parte no derle el lugar de alter ego) como inmigrante chilena en Barcelona, primero como estudiante, luego como desempleada indocumentada. Además de lo que cabría esperar (choques culturales, aislamiento, nostalgia, etc.), se nos presenta una historia de amor. Pero amor amor, de esos que acaban en tragedia y muerte; ya saben de cuál. No se trata solo de un amor a la antigua: Javiera incursiona en el poliamor, lo cual, considerando que proviene del tercer mundo católico, resulta una aventura destinada al fracaso. Además, se relaciona con un catálogo de personajes, cada uno más extravagante que el anterior, lo que enriquece su mundo con ideas profundamente contrastantes respecto a su vida anterior.
La novela es breve, entretenida, e incluso tiene momentos reveladores. Es la segunda novela de Flores y, aunque se nota su juventud (referencias a la cultura pop millennial, reflexiones propias de una novela de formación, un tono desenfadado), también revela una escritura madura, aunque aún no se logre distinguir un estilo propio. (Por alguna razón, en la descripción del libro se lee “una voz a medio camino entre Violeta Parra y Bad Bunny”; no sé si eso es bueno o malo).
Por último, quisiera mencionar algunos reparos:
1. Entiendo que cada quien descubre el mundo a su manera y a su debido tiempo, pero esperaría que una protagonista inmadura, impulsiva, que descubre el mundo y el amor pasional, fuese una adolescente o una joven en sus veintes. Que la protagonista tenga 31 años me resultó un tanto anticlimático. Además, se relatan aventuras de secundaria, lo que deja un hueco en el curriculum de más de diez años (supongo que la escritora estaba demasiado ocupada con los estudios y el trabajo como para que le ocurriera algo interesante en ese periodo).
2. A falta de un mejor adjetivo en español, la trama me resultó, por momentos, demasiado edgy: pasiones exaltadas, intentos de asesinato y suicidio que rebasan mi gusto personal.
La próxima vez que te vea, te mato es una novela visceral más que confesional, que se mueve entre el drama amoroso y la búsqueda de identidad. Aunque su protagonista y sus decisiones pueden generar cierta resistencia, Flores logra construir una voz narrativa potente y honesta. Puede que no todos (digase yo) se identifiquen con el torbellino emocional que atraviesa Javiera, pero pocos quedarán indiferentes ante la intensidad con la que se cuenta su historia. Una apuesta arriesgada, con sus aciertos y excesos.
miércoles, 9 de julio de 2025
Seicho Matsumoto: Un lugar desconocido

Título original: 聞かなかった場所 (Kikanakatta Basho)
Año de publicación: 1975
Traducción: Marina Bornas
Valoración: bastante bien
Tsuneo Asai es un modesto, aunque de lo más eficiente, funcionario del Ministerio de Agricultura japonés que, en el transcurso de un viaje de trabajo con su jefe, recibe la noticia de que su esposa Eiko ha fallecido de forma repentina. Tras el estupor inicial y una vez cumplidas las debidas ceremonias funerarias Asai se pone a indagar sobre las circunstancias concretas de la muerte de su esposa, quien, por lo visto, sufrió un infarto y por ello hubo de refugiarse en una tienda de cosméticos de un barrio que no era el suyo, donde al fin falleció. Pero el viudo empieza a sospechar que hay algo raro en todo el asunto y comienza a investigar sobre una posible doble vida de su mujer.
La novela nos va desgranando, al menos en sus tres cuartas partes, toda esta pesquisa del infausto Asai para averiguar la verdad. No se trata, en todo caso, de un thriller trepidante, ya que el protagonista actúa exactamente como lo que es: un funcionario discreto e incluso gris, pero concienzudo y persistente, que va dando todos los pasos necesarios, uno a uno, pera llegar a su objetivo. Lo mismo que hace, por cierto, autor del libro, que elige una narración no diré que morosa, pero sí pausada y exhaustiva, con frecuentes recapitulaciones (quizá innecesarias, aunque tampoco es que molesten demasiado) sobre lo que ha ocurrido hasta ese momento. En todo caso, es una lentitud engañosa, puesto que llega un momento en que los acontecimientos se precipitan y de qué manera... No voy a adelantar nada, claro, salvo que el cuitado Asai acaba metiéndose por caminos que nunca pensó que fuera a transitar...
A Matsumoto, prolífico escritor de novelas no sólo policíacas (también de carácter histórico) se le considera, al parecer, el "Simenon japonés", al haber sido el primero en introducir una importante carga psicológica en la novela negra -más bien noir, en este caso- de su país. No digo que no, pero a mí esta obra me ha recordado más a las de la gran Patricia Highsmith, con sus personajes aparentemente inocuos pero proclives al crimen y sin remordimientos por ello -aunque sí con miedo al castigo-; sus tramas que transcurren en buena medida dentro de los pensamientos de sus protagonistas, su mundo de secretos y recelos... y también de los imprevistos de los que está trufada cualquier vida, por controlada que parezca y que determinan en muchas ocasiones nuestro devenir. Su comprensión de los rincones no sólo oscuros, sino turbios del alma humana y la empatía que no podemos dejar de sentir por sus personajes. Lo mismo que ocurre en este libro de Matsumoto, un escritor al que habrá que seguir leyendo y descubriendo pequeñas joyas como ésta, bisutería de aspecto modesta que pueden esconder brillantes quizá no perfectos del todo pero, precisamente por eso, más interesantes.
martes, 8 de julio de 2025
Catherine Lacey. Altar
Título original: Pew
Año de publicación: 2020
Traducción: Núria Molines
Valoración: bastante recomendable
Decidí, a raíz de mi anterior reseña de Catherine Lacey, indagar en la obra de la autora estadounidense. Cosa aparentemente sencilla, es una autora joven y ha publicado sólo cuatro novelas, que reseñaré en un orden cronológicamente inverso a su publicación, veré si se aprecia una progresión, ya que la escena literaria norteamericana suele responder a estallidos iniciales que, en demasiadas ocasiones, la lista es extensa ya, no suelen cuajar en carreras continuas, regulares, coherentes; cualidades éstas que quizás en estos tiempos no son necesariamente la panacea, pero ciñéndonos a los patrones clásicos, suele funcionar así: algunas novelas de tanteo hasta que se define estilo, consolidación, obras de madurez.
Biografía de X encajaría en este grupo. Novela de temática y estructura ambiciosa, muy bien acogida. Altar, en este sentido, es una obra que tiene poco en común pues es una novela mucho más introspectiva. Altar es el nombre que recibe una persona, no llegaremos a conocer ni su género en toda la novela, y su nombre es el que se le da cuando se la encuentra durmiendo cerca del altar de una iglesia a la que ha ido a refugiarse. La de un pueblo del sur de Estados Unidos, en un momento que no acabamos de identificar. La pequeña comunidad actúa de una manera hospitalaria, y Altar va siendo acogida en diversos hogares, entiende lo que se le dice pero no habla, no da indicio alguno sobre su pasado, sobre cómo ha llegado allí, a pesar de la insistencia de quienes le prestan cobijo, muestra una actitud pasiva y tenaz, incluso rehusando una pretendida revisión médica con la intención de comprobar su estado de salud. Altar es persistente en esa actitud, pero la comunidad empieza a no aceptar su actitud esquiva, su ensimismaniento, empiezan a urdir teorías sobre su pasado y la actitud hospitalaria pasa a tener matices, a acusar fisuras.
Altar funciona, obviamente, como una parábola, y tiene no pocos equivalentes audiovisuales, aunque a mí me ha recordado bastante, en su desarrollo, en su intriga reptílica, a Dogville, el clásico de Lars Von Trier, una de esas que yo llamo películas cabronas en el sentido de que revelan, a un nivel casi faulkneriano, la larva de maldad que anida a veces escondida tras la aparente bondad, el inevitable rechazo a lo que no se amolda a lo establecido. Creo que la pura elección del perfil del personaje, de edad y género inciertos, está hecha con una pura intención de universalizar la narración y hacerla adaptable a muchas situaciones, cuestión que entraña asumir cierto riesgo, por cuanto la historia que se nos relata, aunque su ubicación temporal no se identifica, posee arraigos contemporáneos, diría que lamentablemente, por el señalamiento del diferente a nosotros por su mera diferencia, aunque esta sea inocua y pasiva. Altar pasa de familia en familia y apenas intercambia unas palabras con otro personaje que ha sufrido circunstancias parecidas a las suyas, no causa más problemas má allá de su actitud hosca y esquiva, no es violenta, no es molesta, parece solo pendiente de que su presencia sea anónima y no tenga impacto.