Año de publicación: 2020
Valoración: entre recomendable y está bien
Para quien no la conozca, Desirée de Fez es una crítica de cine especializada en los géneros fantástico y de terror, colaboradora de programas televisivos, miembro (¿al final se podía decir "miembra" o no?) del equipo del Festival de Sitges y conductora del recomendable podcast Marea Nocturna, además de, como queda hoy patente, escritora de libros sobre, como es fácil de adivinar, el cine fantástico y de terror. De eso mismo, de hecho, va este Reina del grito... o quizás no del todo. O no sólo, mejor dicho. Porque la clave de este ensayo la podemos encontrar en el subtítulo: Un viaje por los miedos femeninos. Un viaje, eso sí de la mano de, cómo no, el cine fantástico y, sobre todo, de terror.
Porque, precisamente, lo que nos explica la autora, que se confiesa no ya asustadiza o timorata, sino directamente aterrada por las diferentes circunstancias que se encuentra y se ha ido encontrando por la vida, es cómo las películas de este género (aclaremos ya que no necesariamente se trata de películas que dan "mucho susto", sino, en general, películas que utilizan los diferentes elementos característicos y el lenguaje propio del género de terror para contarnos sus historias) le han ayudado de una u otra manera a identificar y enfrentarse con sus miedos e incluso, aunque parezca paradójico, a superarlos. Por citar solamente los ejemplos más obvios, la película Carrie le sirvió para asumir el paso de la infancia a la adolescencia (simbolizada en la primera regla, como es más que evidente); La posesión, la superación de una relación de pareja tóxica; Rosemary's Baby (me niego a repetir el título que se le dio en España a este film), los miedos inherentes al embarazo y El exorcista, el miedo a la posibilidad de fallar en su labor como madre... No son las únicas películas, que aparecen, claro, sino que muchas más son mencionadas y, en más de una ocasión, comentadas con cierta atención, a los largo de los diecinueve capítulos del libro. Desde clásicos setenteros como La profecía o Halloween a títulos más recientes de lo que algunos llaman "terror elevado", como Babadook o Hereditary, pasando por The Conjuring, ¿Quién puede matar a un niño?, Amenaza en la sombra... en fin, que el libro puede ser una buena fuente para sacar una lista de títulos para quien quiera adentrarse en el género. pero no es, que quede claro, un ensayo cinematográfico sobre el mismo; que no busque nadie aquí un análisis de los subgéneros -aunque de alguno que otro sí se habla-, los directores/as -ídem-, interpretaciones -lo mismo-, recursos escénicos, técnicos y narrativos, y demás pormenores que se suelen detallar en los ensayos sobre cine. Anécdotas, que también es algo que aparece con frecuencia en esta clase de libros, sí que hay, a montones, de hecho. pero no son anécdotas referentes a rodajes, promociones de pelis, etc. -de festivales sí que hay alguna que otra-, sino que en su gran mayoría se refieren a la vida privada y laboral de la autora, a sus recuerdos de infancia y juventud, y a sus dificultades para desenvolverse con soltura en los entornos en los que ha ido transcurriendo su vida. Dificultades por cierto, que, en su aspecto profesional, se refieren principalmente al hecho de haber sido, hasta hace poco, una de las pocas mujeres y joven, por añadidura, que desempeñaba su labor en un entorno muy masculinizado...
Así que sí: este libro se trata, más que de un ensayo sobre un tipo particular de cine, de una suerte de memorias de la autora, concretadas a través de esos dos vectores, sus miedos particulares (o generales, pues muchos de ellos seguramente sean compartidos por buena parte de sus congéneres) y las pelis de terror. Es decir, una piedra más en el muro de literatura autorreferencial o "literatura del yo" que se ha ido erigiendo (y cerrando) alrededor de los indefensos lectores/as a lo largo de este siglo XXI. Como, personalmente, odio casi toda turra ególatra que nos viene emparedando ya digo, en lo que va de siglo, lo lógico, habrá quien piense, hubiera sido abandonar este Reina del grito en cuanto me olí la tostada o, en último caso, haberlo puesto a caer de un burro en esta reseña, lo que tampoco estoy haciendo (dejadme acabar); hay, sin embargo, ciertas particularidades del libro que han propiciado que mi parecer vaya por otros derroteros, más favorables. A saber:
- Que, si bien se trata de un ensayo que podemos considerar memorialístico, no es, en ningún caso, un libro de la llamada (y malhadada) autoficción; es cierto que en él la autora habla continuamente de si misma, de sus miedos y las circunstancias, reales o imaginadas, que los provocan, pero creo yo que cualquiera que escribe autoficción lo hace para poder mixtificarse a sí mismo/a y presentarse ante el mundo como más cool de lo que es realidad, ya sea embelleciendo o encanallando su vida, mientras que también estoy seguro de que Desirée de Fez es, en la realidad, más guay de lo que aparece en este libro.
- Esta falta (sospecho que intencionada) de "guayotismo" se compensa con el sentido del humor, autoparódico, incluso, que muestra la autora en muchas partes del ensayo y que hacen que se la mire con inevitable simpatía. El devenir autobiográfico del libro, que refleja vivencias desde que la escritora y crítica era una niña hasta ser una profesional de prestigio y madre de familia, de la infancia a la mediana edad, pasando por todo el resto de etapas -adolescencia, juventud, primera madurez- está muy bien hilado a través del recurso a las diferentes películas y se lee con suficiente agrado, siendo un poco reiterativo, tal vez, pero no redicho.
- Por último, aunque quizás debería ser el primer punto, el tema del libro me resulta muy interesante; cómo, ante la gran variedad de miedos que podemos sentir los seres humanos en la actualidad (es decir, más allá de morirse de hambre o en un bombardeo israelí. O ahogarse al cruzar el Mediterráneo en una patera, que esos son miedos mucho más reales y acuciantes) y, en especial, los miedos más atávicos que han agobiado siempre a las mujeres, me temo, el cine de terror, en este caso, sirva no ya de representación de los mismos, sino incluso como catarsis y, en cierto modo, remedio contra esos miedos, a modo de medicina homeopática, si se quiere (que ya sé que es un timo, pero esto es sólo una metáfora) o de terapia de choque. Pero el caso es que puede funcionar...