Idioma original: inglés
Título original: Just killing time
Fecha de publicación: 1993
Valoración: Repugnante
Lástima que no tengamos una etiqueta que ponga "Gamberrada", porque esto es lo que creo que es Matar por matar el tiempo.
Me lo recomendó una amiga en plena adolescencia. Era la época en la que Quentin Tarantino disfrutaba de su Edad de Oro gracias a sus películas trufadas de violencia viñetera, diálogos ingeniosos y gangsters con mucho estilo, y como yo era una gran admiradora del padre de Pulp Fiction, pues hice caso a mi amiga y me tragué el libro que hoy reseño en un par de semanas. ¿Y qué opinión me mereció? Pues me pareció espantoso...
Matar por matar el tiempo cuenta la historia de un cuidadoso psicópata que mata a sus víctimas por el motivo que da título al libro, por matar el tiempo básicamente, y del policía que trata de atraparlo a lo laaargooo de los años, porque resulta que el matador de turno, de nombre Zak Dorani, ¡lleva nada más ni nada menos que treinta años dando matarile a quien le place! Y el bueno del poli bueno, llamado Jack Scott, sufre la horrible frustración de haberle dejado escapar porque en una ocasión le tuvo cogido por los pelos, sí, pero la maldita e injusta Justicia no vio que el tal Dorani mereciera pasar su vida entre rejas y acabó por dejarle libre.
Al principio hay una larga reflexión del protagonista bueno que deja claro que podemos encontrarnos un super psycho en cada rincón de nuestras ciudades, que puede serlo desde el vecino del quinto hasta el frutero del hipermercado, pero el libro no es ni ameno ni interesante, y peca de exceso de páginas y de ser pesado en demasiadas ocasiones.
Por tanto, etiqueto con la categoría más baja que tenemos en ULAD este libro que leí hace ya unos cuantos años porque, en mi opinión, no logra ni siquiera entretener al lector, aunque sepamos de antemano (sólo hay que ver la portada) que mucho no nos podemos esperar...
2 comentarios:
"No juzgues un libro por su portada"... :P
Pues a mi si me gustó en su momento, porque puede hacer mas de diez años que lo leí. Los hay peores.
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