domingo, 27 de marzo de 2011

Martin Amis: El libro de Rachel


Título original: The Rachel Papers
Idioma original: inglés
Año de publicación: 1973
Valoración: Está bien

No siempre es una buena idea embarcarse en la ópera prima de un autor por mucha calidad que éste haya adquirido con el tiempo. Aunque, prejuicios aparte, la relación entre los inicios y la obra madura varía mucho de unos a otros. A veces, pocas, el autor al comienzo de su carrera produce su gran obra magna, dice de una vez todo lo que quería decir y los libros que suceden a ése no son más que meros epígonos. El libro de Rachel se sitúa entre ambos extremos. Nos encontramos, efectivamente, ante una novela de aprendizaje que además relata un episodio juvenil, de iniciación. Pero no por ello deja de estar bien escrita, perfectamente construida, con personajes creíbles y una trama coherente que mantiene el interés hasta el final. No será de las mejores de su autor pero está claramente por encima de muchas genialidades que luego resultan no serlo tanto.

Se trata de una historia de amor/desamor y una aceptable indagación sobre distintos tipos de relaciones humanas narrada con pulso firme, lo que implica una visión muy clara de cómo evolucionarán los personajes evitando irregularidades y desequilibrios. No falta, sin embargo, la dosis de sorpresa imprescindible para que la lectura resulte amena al lector. Aunque, en este caso, es fácil caer en la trampa y confundir autor y protagonista y aunque la inclusión de elementos autobiográficos es clara, Amis consigue construir una personalidad convincente. Sin disimular la simpatía que le inspira el personaje principal, es capaz de poner de manifiesto sin piedad sus puntos oscuros que, aunque justificados por el propio personaje en la mayor parte de sus páginas, se ponen en evidencia contundentemente al final.

Charles, el adolescente pretendidamente mundano que cree estar de vuelta de todo a base de mucho sarcasmo, agudas observaciones y bastante esfuerzo intelectual, pertenece a un tipo literario que se mantuvo durante mucho tiempo, que continuaba vigente por entonces pero que, hace tiempo, acabó pasando a la historia. Por sus ojos, conocemos a una Rachel idealizada, de la que no sabe gran cosa y, aunque piensa constantemente en ella y escribe para calmar su obsesión, pasarán muchas páginas hasta que logremos conocerla. Las dudas sobre la identidad de Rachel y sobre el destino de la relación entre ambos mantienen la intriga y ocupan gran parte de la trama. El hecho de que ella tenga ya novio y éste sea un individuo maduro y situado socialmente parece colocarle en clara desventaja, lo que se intuye claramente es que se trata de una relación con fecha de caducidad, si es que empieza, y que será la chica quien le ponga fin. Cuando más tarde se da un giro a la trama, nuestra intuición se desvanece. Mientras tanto, las otras relaciones – de pareja, paterno-filiales o fraternales – se van desarrollando a su ritmo con sus altibajos, sus pequeñas catástrofes, concesiones y pantomimas.

Esperaba un final más inseguro pero el Amis primerizo no se limita a cortar en cualquier punto con la excusa de los finales abiertos, al contrario: descubriendo la gran fatuidad de Charles y los pequeños fraudes que la sostienen así como la auténtica personalidad de su cuñado, logra cerrarla realmente y hacerlo con naturalidad y coherencia.

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