Traducción: Rafael Pisot
Año de publicación del volumen (originalmente en Italia): 2008
Valoración: Recomendable
El coleccionista de las últimas palabras agrupa once relatos de tres escritores rumanos contemporáneos celebrados tanto en su país como en el extranjero. La antología, pues, resulta una buena puerta de acceso a la narrativa breve que se hace en Rumanía actualmente. También funciona por sí misma, pues la calidad intrínseca de las piezas que componen este volumen es notable.
Los cuatro relatos inaugurales pertenecen a Lucian Dan Teodorivici:
- De "Para las manchas difíciles" y "Un hombre corriente" destacaría sus trasfondos emocionales. Me ha gustado cómo, pese a la sencillez de sus planteamientos, el autor se guarda un par de giros argumentales y permite al lector sacar sus propias conclusiones sobre ciertos acontecimientos.
- De "Moisés, el mendigo" y "Circle" he apreciado su sentido del humor, pero sobre todo resaltaría el retrato psicológico que hacen de sus tragicómicos protagonistas. Y es que el primero de los dos cuestiona obsesivamente su piedad, encadena pensamientos sobre la culpa, el pecado y la fe, y entabla un diálogo interior con Dios repleto de congoja y contradicciones. Por otra parte, el segundo, hastiado con su matrimonio, su mujer y su hijo, desciende a la locura después de que varias personas le ofrezcan un chicle, pues se imagina que su aliento huele mal.
Seguimos con cuatro relatos de Dan Lungu:
- En "El domingo del señor Chichifoi", la metáfora de los conejos ayuda a articular la idea de que el protagonista es una especie de Dios todavía ahora que está jubilado, como ya lo fuera, en cierta manera, cuando era portero en un bloque de pisos para solteros.
- "Cinco, cinco y media" impacta por su forma de narrar cómo un amor platónico lleva a su protagonista acosar a su amada, sabotear su carrera académica, distanciarse de su padre y falsificar documentos. Algunos de sus pasajes me han parecido magistrales, como por ejemplo este: «¡Tampoco ella sabe cuánto la amé! Ni mi madre, ni mi padre, ni Ciolovecu entero; y es posible que ni siquiera yo mismo sepa todo. El pobre papá no ha sabido nunca nada sobre mí. Quiso de corazón que yo me hiciera médico, que volviera al pueblo y cuidara hasta la vejez de sus varices y sus riñones (...). Fui (...) la decepeción de su vida. (...) Toda la vida me ayudó y yo, en cambio, toda la vida le mentí, quizá porque siempre sentí que no quería ayudarme a mí, sino a su propia vejez; que no era a mí a quien quería, sino que temía a sus enfermedades. Dios lo tenga en su gloria, porque fue un padre como los otros quince millones de padres en Rumanía.» (79)
- "Colecta de gargajos" muestra el durísimo proceso de maduración de un muchacho con una contundencia envidiable.
- Aunque por momentos cuesta entender lo que tan sutilmente se nos está narrando en "Jugando a la oscuridad", merece la pena zambullirse en el microcosmos oblicuo y enigmático de una niña, porque nuestros esfuerzos interpretativos serán generosamente correspondidos.
Cierran la antología tres relatos de Florin Lăzărescu:
- "El mono" y "La lámpara con sombrero" saben plasmar la voz infantil y tienen diálogos chispeantes. Cuentan historias muy humanas con gran ternura y delicadeza, y aunque ponen el foco en las relaciones familiares, abordan también otros muchos temas complementarios.
- "El tío Mihai y Dios, el camarada" es el relato del conjunto que alude de forma más directa al comunismo (tema, al igual que la religión cristiana, menor pero recurrente en este volumen), al rol que el individuo juega en él y al papel del Estado al invertir en proyectos sociales.
Como he dicho antes, recomiendo El coleccionista de las últimas palabras para catar la literatura breve rumana contemporánea, pues nos permite iniciarnos con tres de sus más reivindicados cultivadores.
Pero también insisto en que el volumen funciona por sí solo en tanto que compendio de relatos de una calidad nada desdeñable. Relatos todos ellos que tienen un registro eminentemente costumbrista (aunque un par se inclinen en su clímax hacia una deriva mística) y hablan de gente sencilla (tirando en muchos casos a marginal).
A título personal prefiero los relatos de Dan Lungu (sobre todo con "Cinco, cinco y media", "Colecta de gargajos" y "Jugando a la oscuridad"), cuya crudeza, sordidez y oscuridad encajan perfectamente con mi mi visión del mundo y mi gusto estético. Sin embargo, resulta innegable que tanto los de Lucian Dan Teodorivici como los de Florin Lăzărescu son igualmente competentes en lo estilísitco y sugerentes en lo temático.
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