jueves, 3 de marzo de 2022

Ilustres olvidados #4: La lengua salvada, de Elias Canetti

Idioma original: alemán

Título original: Die gerettete Zunge. Geschichte einer Jugend

Año de publicación: 1977

Valoración: Imprescindible para admiradores del autor



Me he dado cuenta de que hacía mucho que no leía nada de Canetti (1905-1994). Tras el deslumbramiento de Auto de fe que, por cierto, recuerdo mucho mejor que otros más recientes, y a pesar de la admiración que siento por él, dejo pasar demasiado tiempo entre un libro y otro. Ahora, por fin, he llegado al primer tomo, el que abarca desde los recuerdos más antiguos hasta sus dieciséis años, edad en que su madre le aparta de Zurich, ciudad en la que luego viviría mucho tiempo. No haber leído estas memorias en el orden (cronológico) en que fueron escritas me ha dado libertad para interpretarlas. Cuando escribo esto, solo quedan dos años para que se anule la prohibición de publicar -que abarcará tres décadas a partir de su fallecimiento- el material (novelas, diarios, cartas etc.) contenido en las ciento cuatro cajas que se conservan, custodiadas y bajo tierra en .la Biblioteca Central de la ciudad que le vio morir.

Según cuenta el prólogo, a cargo de Ignacio Echevarría, este primer volumen surgió para estimular a su hermano menor, ya muy enfermo, y con el que apenas convivió, avivando sus recuerdos de infancia y, aunque no lo acabó a tiempo, la idea sirvió de espoleta para ampliar esa primera memorias con otras dos, que su hija ampliaría, póstumamente, con una cuarta basada en apuntes de su exilio en Londres. A pesar de haber publicado tanto Auto de fe como Masa  y poder muchos años antes, fueron estas Memorias las que le aportaron el reconocimiento suficiente para recibir el Nobel en 1981.

Desde el primer momento el personaje se muestra tal como lo veremos hasta el final de estas páginas, alguien obsesionado por aprender y elaborar lo aprendido: la sabiduría y el pensamiento como ejes de su existencia. Del lugar donde nació, Rustschuk (Bulgaria), lo que destaca es la variedad de procedencias de sus habitantes, que implica a su vez múltiples mentalidades y culturas, y su condición de frontera entre oriente y occidente, así como los idiomas –comenzando por el español por su origen sefardí– que marcaron su trayectoria. Desde niño se le inculcó el orgullo ancestral que caracterizaba a su madre, muy interesada en lo cultural gracias a la prosperidad de su familia. Esto, unido a su precocidad e inteligencia le proporcionaron un engreimiento, que transmite en cada anécdota pero del que no parece ser consciente y que, por lo que cuenta, no le abandonaría nunca. A esto se unen los frecuentes traslados de domicilio, le vemos viajar de un país a otro (Bulgaria, Inglaterra, Austria, Suiza) unas veces por cuestiones familiares y otras huyendo de la guerra. Desde muy pronto se muestra afín a un bando u otro, lo que no cambia, gracias al influjo materno, es su pacifismo a ultranza. Y no solo en este campo, como hijo mayor y desde el fallecimiento del padre, ella se encarga de dirigir sus intereses, opiniones y conocimientos, supervisando amistades y lecturas, condicionando sus gustos y aficiones, y aunque el arranque de rebeldía y con él un progresivo distanciamiento, surge bastante temprano, es evidente que es ella quien acaba determinando su futuro.

Profesores y alumnos desfilan por estas páginas y son juzgados apasionada y sinceramente tanto a favor como en contra. También sus filias y fobias literarias y artísticas, así como sus ideas sobre cualquier asunto que le interesase, se entremezclan con la vida familiar y cotidiana de un chico consciente de su inteligencia, obsesionado con lo que va descubriendo en sus lecturas, al que le gusta destacar entre sus compañeros, y así nos lo hace saber aunque no lo reconozca. Esa arrogancia suya parece que solo le ocasionó algún problema en 1919, cuando tenía catorce años y el antisemitismo empezaba a extenderse. Desde que tenía once, su madre –que siempre había llevado una vida de lujos y ahora atravesaba por una situación muy distinta– ingresa en un sanatorio internando a Elías en una pensión para señoritas de Zurich, donde era el único varón, mimado y celebrado pero apartado de su familia aunque la correspondencia era bastante frecuente. Él parece feliz a pesar de todo, hasta que cinco años después la propia madre cambia de opinión y decide arrancarle de ese paraíso pues piensa que se está reblandeciendo. A partir de ese momento, la complicidad que siempre habían tenido empieza a agotarse.

Aunque el texto en su conjunto traza un amplio panorama cultural e histórico de una parte de la Europa de aquellos años con la mirada de un chaval de la época, el relato evoluciona mediante cuadros, relacionados pero independientes, que son historias mínimas con un desenlace más o menos abierto. Una forma de narrar, a base de pequeñas dosis, que acerca las escenas al lector involucrándole, a veces con una ironía tan sutil que apenas la notamos. Cada descubrimiento le vapulea, todo lo que menciona lo convierte en parte de su  vida, sus sentimientos son tan convincentes que, una vez nos ha llevado a su terreno, acabamos participando de cada uno de sus estados de ánimo.


Otras obras de Elias Canetti: Auto de feLa antorcha al oído

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