lunes, 1 de febrero de 2021

Fiódor Sologub: Un pequeño demonio

Idioma original: Ruso
Título original: Melkij bes
Año de publicación: 1905, por entregas
Traducción: Manuel Abella
Valoración: Recomendable

Un pequeño demonio, de Fiódor Sologub, es un novelón. Su estilo, aunque sencillo, oculta reflexiones enjundiosas tras bambalinas; asimismo, su argumento excusa la sátira más mordaz. En esto me recuerda a Stepanchikovo y sus moradores, otro clásico ruso al que también adoro.

Dejad que introduzca a Peredónov, el protagonista indiscutible de Un pequeño demonio. Este profesor de instituto es un ser despreciable: clasista, vanidoso, cruel, mentiroso, envidioso, codicioso... A lo largo de la obra no se redime; si acaso, se vuelve peor persona. Y, pese a todo, llegamos a empatizar con él. Quizá nos veamos reflejados en su mediocridad, enmascarada tras unos hiperbólicos delirios de grandeza; quizá reconozcamos en su soberbia ese escudo con que nos defendemos de la cruda opinión de los demás, y del veredicto de la aplastante realidad. El caso es que nos es imposible no sentir un poquito de lástima por Peredónov una vez empieza a comprender (muy a su manera) que él no es el centro del universo, sino un efímero trozo de carne cualquiera. Nos es imposible dejar de conmovernos ante sus manías persecutorias, o ante esas alucinaciones en las que una sabandija gris le acosa.

Varios son los apartados en los que la obra de Sologub sobresale: 

  • En plasmar verazmente las dinámicas de una ciudad de provincias.
  • En concebir escenas sumamente grotescas, ante las cuales esbozamos una sonrisa de incomodidad. 
  • En transmitirnos la maldad (absoluta o cotidiana, según se tercie) que habita en el ser humano. 
  • En el retrato psicológico del protagonista, así como de su gradual deterioro mental.
  • En su hilarante sentido del humor. 
  • En su aguda crítica social. 
  • En la insinuación de un erotismo ambivalente.
  • En alcanzar un clímax apoteósico que cierra dos de las subtramas con más peso en el argumento: la de Peredónov y la de Sasha.

Por otro lado, hay algunos aspectos de esta por lo general lograda novela que la lastran un pelín: 

  • Su estructura se antoja, a ratos, algo reiterativa. Esto se debe, en parte, a que muchas escenas se parecen sobremanera a sus predecesoras. 
  • Ciertos personajes, amén de sus interacciones con el protagonista, apenas evolucionan. Es el caso de Varvara o Volodin, por ejemplo. 
  • No acabo de entender qué sentido tenía darle tanto foco a Sasha. A mi juicio, su conflicto no acaba de cerrarse satisfactoriamente. Eso sí, debo admitir que su participación en el baile de disfraces es genial. 
  • Me desconcierta el modo en que se relata esta historia. Sologub emplea un narrador en tercera persona que muy de tanto en tanto deja entrever que forma parte del microcosmos local. ¿Por qué no mantenerlo en el papel de cronista omnisciente todo el tiempo? 
  • Cuesta memorizar los nombres, apellidos y diminutivos de todos los personajes. 

Sea como fuere, debo insistir en que Un pequeño demonio es una lectura muy recomendable. Estoy seguro de que las tribulaciones de Peredónov se me quedarán grabadas durante un tiempo. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Da gusto leer algo tan bien escrito.

1984 dijo...

Muy buena reseña. Este libro se encuentra también en la venerable colección austral de espasa calpe con el título de “El trasgo.” La novela se publicó por 1905 y ofrece una estampa demoledora de la Rusia profunda: violencia, inmoralidad, suciedad y retraso. Y como contrapunto cómico-satírico, la locura progresiva de su protagonista. La novela está llena de un humor amargo, aunque desternillante: las conversaciones absurdas de algunos personajes son casi surrealistas. Y la violencia de las relaciones humanas en Rusia es otra clave de la novela. Una violencia a veces de una naturalidad pasmosa. La brutalidad casi inconsciente de una sociedad que es capaz de mantener como educador a un chiflado progresivamente peligroso es puesta en la picota por Sologub. Todo es absurdo, nos viene a decir, en la Rusia inmediatamente anterior a la revolución. Un país que imita modas occidentales sin ser propiamente occidental. Un mundo rural dejado de la mano de de Dios. Unos personajes que se comportan de manera impulsiva cuando no salvaje. El gusto por la bebida. El abandono. La pasión de hablar por hablar sin aportar soluciones. La dejadez, la incuria, las situaciones grotescas o risibles. El protagonista se agita como loco en este mundo aparentemente inmóvil, tradicional, pero que está a punto de estallar. Entre las grandes sátiras de la literatura rusa, esta novela alcanza un nivel excepcional.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Qué alegría. Más rusos por descubrir. Por esos momentos vale la pena seguir novedades
Gracias porque me pica mucho la curiosidad, voy a pedírselo a mi librero

No prometo leerlo ya pq hay unos por empezar antes, pero volveré.
Saludos

1984 dijo...

A quienes les guste esta novela, les recomendaría otra de la misma época: "Una aldea", de Iván Bunin.

GtM dijo...

Pues, sin previo conocimiento del autor ni de la obra hasta leer la reseña, hoy, de paseo consumista, lo he visto y me lo he pillado. No se cuando lo leeré, pero parece interesante.