jueves, 16 de enero de 2020

Colette: La vagabunda


Idioma original: francés
Título original: La vagabonde
Año de publicación: 1910
Valoración:Bastante recomendable



Colette (1873-1954). Otra autora de indudable calidad, espíritu libre y pionera en su época, que solo encontraremos en librerías de viejo, bibliotecas bien surtidas o, como mucho, en alguna estantería heredada. Quizá el nombre les suene por Gigí, su novela más conocida, adaptada al cine en 1944 y al teatro en alguna ocasión. Casada tres veces, protagonista de sonados escándalos, de personalidad polifacética –también fue bailarina y actriz de cabaret– y escritora más que prolífica con más de cuarenta títulos en su haber, llegaría a integrar –incluso a presidir– la prestigiosa Academia Goncourt y a obtener varias veces la Legión de Honor, el mayor galardón de Francia.
Tanto aisladamente como su obra completa ha sido traducida al castellano, las más recientes fueron Chéri y El trigo tierno. Hoy traigo aquí La vagabunda porque he pensado que entre tanto título recién salido del horno que pretende situarse en primer lugar del ranking dejando patidifuso al lector poco avezado, a veces hay que apostar por lo seguro. Y es que, aparte de escribir de maravilla –si obviamos adjetivos y expresiones, por almibarados, radicalmente pasados de moda– plantea cuestiones universales con la sinceridad y conocimiento de causa de quien ha vivido bastante. Aunque no podemos identificarla con Renée Néré, su protagonista, la autobiografía es, obviamente, su fuente de inspiración: (…decidí someter mi tarea de escritor al ritmo de mi existencia de artista. Lo raro es que lo lograra.”).
Nos creemos a Renée porque narra su historia en presente al albur de los acontecimientos, porque se describe a sí misma y a quienes la rodean, así como lugares y ambientes, con el mayor desparpajo y detalle y, por encima de todo, porque nos aporta un punto de vista que es exclusivamente suyo, pues sabe desnudarse tan bien por dentro que es fácil llegar a conocerla.
Superviviente de un primer matrimonio que la marcaría de por vida, entre otros motivos, por haberse apropiado el marido de la autoría de sus escritos, Colette crea un personaje dolorido, precozmente frustrado, que no es capaz de olvidar y empezar de nuevo, aunque a su modo, melancólico y autosuficiente, se siente más o menos feliz. Ambas, autora y personaje, se caracterizan por anteponer su afán de independencia a cualquier eventualidad que se presente, ambas creen que el sentido común, la capacidad de disfrutar de lo que ofrece la vida (arte, amistad, naturaleza… ) y de ofrecer al público sus propias dotes artísticas pueden resultar satisfactorios.
De un modo que parece casual, se nos ofrece un magnífico retrato de ambientes: el particular carácter de los actores de revista, la cicatería de los empresarios, la vulgaridad y sordidez de algunos entornos, las penalidades de una vida precaria. Paradójicamente, a su comprensible temor al futuro se une el agradable vértigo de la aventura y el disfrute de sentirse bohemio.
El argumento es muy simple y tiene una importancia relativa, así que me lo callo si no les importa. Destacaré que quien maneja los hilos de la trama es el (estupendamente caracterizado) personaje femenino, un personaje tan agudo como escéptico. Conocemos sus opiniones, vida pasada, previsiones de futuro y este, su momento vital. Renée y su soledad, que le desespera a ratos pero  que es requisito fundamental del escritor (“Escribir… Derramar con rabia toda la sensibilidad de sí misma sobre el papel tentador, tan de prisa, tan de prisa, que a veces la mano lucha y se encabrita, agotada por el dios impaciente que la conduce…”), Renée y su dignidad, que defiende a capa y espada, Renée y sus errores juveniles, Renée y su fuerza casi indestructible (“En mis horas buenas me digo y me repito alegremente que me gano la vida. El music-hall donde me convertí en mima, danzarina, hasta comediante, hizo de mí una pequeña comerciante honrada y dura.”). Y es que tuvo que reinventarse porque la sociedad que abandonó no aceptaba su petición de divorcio. Con estos elementos, desembocamos en una encrucijada que tarda en resolverse, y sin embargo el clímax se mantiene con un pulso tan firme que nunca llega a decaer.
Como ven, el mundo de 1910 retransmitido en directo, un mundo que, en efecto, es distinto del nuestro pero menos de lo que suponíamos. Por eso, casi cualquier cuestión relacionada con las mujeres que pueda surgir ahora mismo nos la muestra Renée a través de un cristal distinto: la realidad distorsionada por el tiempo, es decir, caricaturizada, que es la mejor forma de verla claramente. (“¿Qué demonios vas a hacer en esa galera…, ni siquiera eso, en esa barcaza-lavadero sólidamente anclada, donde se lava una ropa patriarcal?”).
Lo dicho, hay que recuperar a Colette, ella sí que era valiente.

Traducción: E. Piñas


También de Colette: Chéri, Dúo

11 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Hola, compañera:
Pues quisiera comentar, por si le interesa a alguien, que hace no mucho vi la biopic dedicado a esta escritora y titulada justamente "Colette", e interpretada por Keira Knightley, que no está mal, y se centra sobre todo en el primer y tormentoso matrimonio que tuvo con el entonces célebre "escritor" Willy. Un tipo que no sólo se quedaba con los derechos sino que además la obligaba a escribir, encerrándola si era necesario (también hay que decir que en un principio, fue él quien la animó a hacerlo, algo que Colette, que era una chica de campo, no se había planteado antes...o eso aparece en la película).
Un saludo.

Koldo CF dijo...

Ostras, cuántas similitudes con la vida de Margaret Keane, cuyo matrimonio con Walter Keane (AKA Christoph Waltz en uno de sus peores papeles) fue llevado al cine por Tim Burton. Lo que nos lleva a pensar en cuántas mujeres han podido llegar a ser "opacadas" por sus maridos, parejas, padres, etc a lo largo de la Historia. ¡Qué barbaridad!

Y que me perdone Joaquina por un comentario que nada tiene que ver con el libro

Juan G. B. dijo...

Hola otra vez y perdón por monopolizar los comentarios:
No he visto esa película, pero sí, la historia tiene bastantes concomitancias con la de Colette, sólo que en el caso de ésta no es exactamente que su marido se apropiara de sus escritos sin el conocimiwnto de ella, sino que cuando se casó con el tal "Willy", éste ya era una especie de escritor-marca, que contrataba "negros" (entre ellos, Marcel Schwob) para que escribieran los argumentos que él les daba y luego firmaba. Hasta que se dio cuenta de que tenía una escritora de más talento en su propia casa y que además le salía gratis... Pero no es que ella no supiera lo que había.

Montuenga dijo...

A ver, yo me hinché a leer novelas de Colette que sacaba de la biblioteca cuando estaba en el instituto. Le tengo un cariño especial y nunca vería un biopic sobre ella porque sentiría que me la adulteraban. Estuve a punto de pedir La ingenua libertina, pero la hojeé, tiene un principio algo empalagoso y a estas alturas no soy capaz de digerir algo así. Esta me pareció una buena relectura y me confirmó que hay que reivindicarla.
Tal como dices, Juan, el primer marido contrataba negros literarios y por lo visto se le ocurrió pedir a Colette que escribiera algo sobre sus recuerdos, vio que tenía talento y, si no me equivoco, la obligó a escribir toda una serie con la misma protagonista. Hay que decir que ella tenía solo veinte años cuando se casaron y él la llevaba quince (hablo de memoria pero es así, más o menos). Al final, se hartó de sus infidelidades y de trabajar para él y se construyó su propia vida a su estilo.

Koldo, te preguntas cuántas mujeres fueron suplantadas por sus maridos. Pues, más o menos, todas las que tenían el suficiente talento y formación, y además estaban casadas. Hay pintoras, músicas y escritoras a porrillo, y otras de las que no nos enteraremos nunca. En esas condiciones, les merecía la pena no casarse y es lo que hicieron muchas, que son la mayoría de las que han pasado a la historia.
Y que me perdone Joaquina a mí también por no haber explicado el argumento, pero cada novela exige un tratamiento diferente.

agus dijo...

Te felicito por tu esfuerzo y constancia durante todo el ciclo en que el blog ha estado en vigencia. entré para buscar una reseña de "Antes que anochezca" y me dió curiosidad saber si seguia el proyecto en actividad. En fin, te/los felicito por este proyecto

Montuenga dijo...

Muchas gracias, Agus, en nombre de los 10 que componemos el equipo. De paso, añado que el 1 de marzo cunplimos 11 años con una reseña al día, espero que sigas leyéndonos.

Unknown dijo...

Quisiera leer el libro la vagabunda me gustó la película que vi

Montuenga dijo...

Pues muy buena elección. Si luego quieres comentar lo que te ha parecido, estaremos encantados de leerte.

Yubert dijo...

Cómo puedo saber si tengo la obra completa ,la tengo pero no sé cuántas páginas son en verdad ,mi libro está muy descuidado era de mi abuela

Montuenga dijo...

Hola. El libro que leí es una edición de 1971 de Plaza y Janes y tenía unas 450 pgs. Apunté la última frase, aunque luego no la utilicé en la reseña y veo que las últimas palabras son "diminuta sombra".
Suerte!

Unknown dijo...

Estas mujeres casadas se ríen de su comentario: Mary shelley, Virginia Woolf, Shirley Jackson, Elizabeth Gaskell, Elsa Morante, Natalia Ginzburg, Irish Murdoch,Irène Némirovsky,Clarice Lispector, et alii. Pero la palma se la llevan estas dos frases:
"Pues, más o menos, todas las que tenían el suficiente talento y formación, y además estaban casadas."
" En esas condiciones, les merecía la pena no casarse y es lo que hicieron muchas, que son la mayoría de las que han pasado a la historia."
Me atrevo a decir que la mayoría de las grandes escritoras de la literatura eran casadas, además de que sus maridos fueron de gran apoyo y algunos ejercieron algún tipo de influencia en la obra de estas ínclitas damas.