sábado, 2 de noviembre de 2019

Mercè Rodoreda: Aloma

Idioma original: catalán
Título original: Aloma
Año de publicación: 1938
Valoración: Recomendable



Aloma es la primera obra de Mercè Rodoreda en la que se percibe claramente la consolidación de su madurez literaria. Se trata de una novela de inspiración autobiográfica y se caracteriza por tener dos versiones —la original o «republicana» (1938) y la revisada o «de posguerra» (1969)— en las que se pone de manifiesto la evolución de la autora. Estamos, en este caso, en la versión original.

Resumen resumido: Aloma es una joven de dieciocho años, sensata e introvertida; vive en la destartalada casa familiar de Sant Gervasi que comparte con Joan, su hermano mayor, su cuñada Anna y su sobrino Dani. Aloma tiene una percepción poco ilusionante de su perspectiva vital por lo que se aferra a sus deberes domésticos y a sus lecturas. Un día llega una carta desde América anunciando la visita de Robert, el hermano de Anna, con el que Aloma tendrá su primera experiencia sexual y amorosa. 

Aloma es una novela de crecimiento en la que, sin embargo, el desencanto no es el resultado de la maduración de la protagonista si no que es un elemento presente ya desde las primeras páginas. No es casualidad que la novela empiece con Aloma profiriendo la frase: «L’amor em fa fàstic!» («¡El amor me da asco!»), tras haber sido testigo durante meses de las escaramuzas amorosas de una gata callejera que la han acabado conduciendo a una muerte miserable. Tampoco es casualidad que la novela empiece con una frase en estilo directo ya que, aunque la novela se narra en tercera persona, el punto de vista se desvía continuamente hacia el pensamiento y las acciones de su protagonista.

La voz narrativa, por tanto, es la voz de Aloma que se entreteje hábilmente entre los mimbres de la narración convencional hasta el punto que la lleva a transitar en el ámbito del monólogo interior. El efecto resultante de este falso narrador tiene como objetivo acercarnos íntimamente a la protagonista, sin perder los privilegios del narrador omnisciente, mediante un vaivén perfectamente orquestado que garantiza que la lectura no se resienta si no que adquiera una textura y un ritmo genuinos.

La voz de Aloma, por otra parte, refleja muy bien la personalidad de la protagonista así como la transición que está viviendo: es contundente y orgullosa pero también insegura, es sensata y racional pero también inmadura. Aloma conmueve porque vive desde la negación, sabe muy bien qué no quiere ser: no quiere ser como la gata callejera, no quiere ser como su frívola vecina Coral, no quiere ser débil y sumisa como su cuñada Anna… y todas esas negaciones la mantienen resguardada del mundo pero también la salvaguardan de enfrentarse a su propio yo. Aloma se resiste a saber quién es porque eso significa enfrentarse a la vida y ella, con una infancia marcada por las pérdidas, aprendió muy pronto que vivir duele.

Por ello, Mercè Rodoreda concibe una trama en la que Aloma va siendo despojada sin compasión de todas sus corazas y salvoconductos para obligarla a dar el paso hacia la vida adulta; la vida de unos adultos a los que detesta. De ahí que Aloma no sea una novela que se pueda resumir con frases como «pérdida de inocencia» o «llegada del desencanto», porque lo que sucede en Aloma es la contradictoria, dolorosa y compleja construcción de la mujer adulta y cómo, al fin y al cabo, es una cuestión de fortaleza y resistencia. Esa fortaleza muda es, sin duda, uno de los elementos comunes de las heroínas rodoredianas, como la Colometa de La Plaça del Diamant o Teresa en Mirall trencat. Mercè Rodoreda se caracteriza por explorar la feminidad en sus obras y en poner el foco en algo que hoy día estamos empezando a vislumbrar: que ser una mujer que sobrevive o medra en un mundo pensado para los hombres (sin acabar imitándolos) requiere de una fortaleza suprema.

Otro de los elementos característicos de la obra y también del estilo de Mercè Rodoreda es la calidad poética de su prosa, la potencia de la atmósfera psicológica y toda la simbología presente en sus historias. Cómo, por ejemplo, la casa y el jardín de Aloma adquieren una personalidad propia que contribuye al mundo interior de la protagonista.

Así que Recomendable porque la prosa (de una gran belleza) y la mirada crítica y audaz de Mercè Rodoreda siempre son garantía de una grata experiencia lectora, y porque Aloma forma parte de la tríada del mosaico femenino que se cierra con Mirall trencat (Espejo roto) y La Plaça del Diamant (La Plaza del Diamante).

También de Mercè Rodoreda reseñado en ULAD: Mirall trencat, La Plaça del Diamant, El carrer de les Camèlies

6 comentarios:

lupita dijo...

Qué reseña tan bonita, Beatriz. Me voy a leer el libro en cuanto pueda, me has recordado que tengo a esta escritora pendiente, pues sólo he leído "La plaza del diamante" y casi lo he olvidado del todo.
Y por cierto, los adultos somos un asco. Totalmente de acuerdo.

Besos y a cuidarse

Anónimo dijo...

Magnífica reseña que invita a leer no solo Aloma sino en mi caso a releer La plaza del diamante. De esta novela, pieza mayor de Rodoreda, únicamente recuerdo la sensación de tristeza que me provocó su lectura, desde la primera a la última página. Era como si la Colometa más que vivir asistiera a la vida de los demás desde muy lejos y a través de un cristal empañado. Una novela psicológica pura porque la verdadera vida de la protagonista era su mundo interior, que intentaba proteger del fracaso de una vida vulgar marcada por las inclemencias y los prejuicios sociales de la época. La vida al margen de Colometa es como una metáfora de la situación de las mujeres de su tiempo. Quedaba recordar para seguir viviendo. Mirar hacia adentro, salvarse a través de la memoria, era lo que hacía realmente vivir a Colometa. La vida diaria era tan triste, tan árida, que mejor recordarla, porque el recuerdo depura lo poco bueno que se vivió. Mejor recordar lo vivido que vivir a secas. De ahí esas bellísimas pinceladas impresionistas de la vida corriente que van construyendo toda la novela. Son como sensaciones a lo Proust de un primor japonés. Pero mis recuerdos son muy vagos. Rodoreda merece relectura. Sin entusiasmarme, es una autora que me merece un enorme respeto.

Alan dijo...

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Beatriz Garza dijo...

Lupita, gracias por tu comentario. Creo que Aloma te gustará. De todas formas, tal como explico en la reseña, hay dos versiones: la reseña está hecha con la original pero yo leí la revisada hace casi veinte años y tengo el recuerdo de que era mucho más depurada, rigurosa y perfeccionista en el lenguaje. Ya me dirás por cual te decantas.
Y la pobre Aloma detesta realmente a los adultos que la rodean pero ¿no nos pasa a todos un poco? :D
Un abrazo!

Anónimo, totalmente conforme en todo. Y también pienso que Rodoreda deja una huella especial que hace que cuando te la mencionan después de mucho tiempo te entren ganas de revisarla.
Gracias por tu aportación!

Anónimo dijo...

Un comentario corto. El hermano de Anna se llama Robert, no Francesc.


Gracias.

Beatriz Garza dijo...

Anónimo:
(Wow...) Muchas gracias! Corregido!