martes, 25 de junio de 2019

Gustavo Adolfo Ordoño: La guerra de Ifni


Idioma original: castellano
Año de publicación: 2018
Valoración: Está bien

Salvo aficionados a la Historia o la geografía, y salvo los muy muy veteranos –no sé si hay alguno por aquí-, no muchos de los que lean esto sabrán lo que es Ifni. Y muchos menos aún, seguramente ninguno, habrán tenido noticia de que en ese lugar, en pleno franquismo, hubo una guerra entre España y Marruecos que duró unos meses. Pues amigos, vuestra ignorancia es normal y disculpable, porque el territorio en disputa carecía de toda importancia, y el episodio bélico fue convenientemente ocultado por la dictadura como ahora veremos.  Precisamente estas dos circunstancias (el objeto del litigio y su tratamiento informativo) son las que proporcionan cierto interés al libro que nos ocupa.

Por centrar un poco los hechos, Ifni era un muy pequeño territorio en torno a una también muy pequeña población (Sidi-Ifni), que constituía un enclave español en el sur de Marruecos, cuando España todavía poseía lo que se llamó el Sáhara occidental español, que a su vez dio lugar a graves, conocidos y persistentes problemas en su proceso de descolonización. Ifni era una de esas rarezas históricas, poco más que una pesquería, de valor estratégico muy limitado, cuya existencia como enclave derivaba de un viejo y confuso tratado del siglo XIX, revitalizado en época de la República (Chaves Nogales escribió sobre el tema). Según parece, en relación directa con la reciente independencia de Marruecos –y con el nunca confesado apoyo de sus nuevas autoridades- en 1957 Ifni sufrió el ataque de grupos guerrilleros frente al que apenas pudieron resistir guarniciones españolas poco y mal dotadas, compuestas en buena parte con soldados sin experiencia ni preparación. La consecuencia de este absurdo fue una guerra no declarada que duró seis meses, cerca de un centenar de muertos del lado español, y todo para que el territorio fuese restituido a Marruecos unos años más tarde. Vamos, un episodio dramático y ridículo a partes iguales, algo muy propio del Régimen.

Antes de nada hay que advertir que el libro apenas nos pone en conocimiento de los hechos concretos. Se diría que el autor diese todo ello por conocido, lo que resulta paradójico dada su insistencia en la escasez y opacidad de la información, pero el caso es que casi hay que imaginar lo ocurrido, porque de lo único de lo que nos habla es de su reflejo sobre el Régimen y la consecuente respuesta de éste. Tal vez porque es lo más interesante que puede deducirse de estos acontecimientos, porque pone luz sobre la actitud del franquismo en su doble esfera exterior (relación con el mundo árabe y los procesos de colonización/descolonización) e interior (hacia la sociedad española del momento y hacia el estamento militar).

Sin pretender reproducir las tesis expuestas en el libro, podríamos resumir la respuesta del gobierno de Franco en tres fases que en algunos momentos se solapan:

  • El desconcierto. La actitud oficial con respecto a las posesiones africanas engloba muchos matices (voluntad de satisfacer a los militares africanistas, cierto deseo ingenuo de emular las ‘hazañas’ coloniales de otras potencias, competencia directa con Francia), pero quizá predomina una especie de paternalismo que a su vez dio lugar al deseo de actuar como puente entre Occidente y el mundo árabe (un deseo realmente fundado en nada, y que ha perdurado en todos los gobiernos españoles posteriores, curiosamente con más fuerza en los de signo progresista). Con todo esto, el hecho de que ese patio trasero con el que tan buena relación había y al que se pretendía proteger (pónganse todas las comillas necesarias) se rebelase de forma violenta, dejó descolocado a Franco, que no supo reaccionar.
  • El silencio. En parte como consecuencia de lo anterior, el primer movimiento es un apagón informativo total. Pero no solo por no saber qué hacer con el asunto: cuando se empezaban a suavizar los efectos de la Guerra civil (finales de los 50), se considera que la sociedad no encajaría bien la idea de sumirse en otro conflicto bélico. Y además la situación no era para sacar demasiado pecho: el territorio en disputa estaba mal defendido, con dotación escasa y mal preparada (mayoría de soldados de reemplazo), y los medios obsoletos de un Ejército ineficaz, anclado en la verborrea y la parafernalia.
  • La mentira. Pero, claro, cuando empieza a haber cadáveres por medio la cosa se pone complicada. Entonces se recurre a combinar el silencio con puntuales informes sobre gestas y heroicidades, de forma que el Régimen pudiera enarbolar la figura de algunos mártires, que siempre son útiles para mantener la llama del patriotismo y contentar al auditorio (jerarquías, pero también ciertos sectores populares). Hubo por ahí un par de nombres que adquirieron cierta relevancia y gozaron de algún homenaje pero, según cuenta Ordoño, la gran mayoría de combatientes fueron ignorados y aun hoy siguen formando plataformas en internet para reclamar algún tipo de reconocimiento, o simplemente que se haga justicia con sus nombres.

La conclusión del episodio es igualmente absurda. La mayor parte del territorio fue abandonado y por tanto ocupado por los guerrilleros marroquíes, conservando España únicamente la capital Sidi-Ifni y un pequeño perímetro exterior. Esta ridícula posesión sería declarada provincia española… y diez años después (1969) restituida a Marruecos. Vamos, todo un proceso disparatado, alentado en principio por las ansias imperiales, sustentado después en satisfacer al poderoso estamento militar, para acabar, demasiado tarde y de mala manera, teniendo que aceptar la realidad de un proceso descolonizador que ya se venía desarrollando desde bastantes años antes.

Bien, si les interesa el tema, ahí está el libro, muy bien documentado y que ahonda en los asuntos que modestamente me he permitido resumir. Tiene en su contra cierto déficit de información en los hechos concretos y, por qué no decirlo, una sintaxis peculiar que a veces entorpece la lectura. Y si no les interesa en absoluto, pues eso, que ULAD estará mañana aquí mismo, con la puntualidad habitual, para proponer otras cosas que seguro les van a gustar.

8 comentarios:

El Puma dijo...

Te imaginarás Carlos que, como buen argentino, jamás había oído hablar de Ifni. Sin embargo, leyendo tu reseña, acudieron a mi memoria recuerdos de 1982. Mes de abril, más precisamente. Un joven estudiante de ingeniería, flaco y pelilargo, se despierta una mañana con la noticia de que tropas argentinas habían reconquistado Malvinas. A partir de ese día, muchos amigos y compañeros de escuela fueron enlistados y enviados a las islas. Preparación? Cero. Experiencia en combate? Nula. Superiores calificados? Inexistentes. Conocemos el fin de la historia. Algunos de estos amigos fueron protagonistas de actos de una heroicidad sin par. Un periodista nos afirmaba diariamente que estábamos ganando. Que venga el principito!, exclamaba.

Perdimos la guerra. Los argentinos y la verdad. Miles de ex combatientes perdieron la dignidad, de regreso a un país que mayoritariamente les dio la espalda. Muchos se quitaron la vida. No hubo contención.

Vaya, al final, Malvinas e Ifni no son tan diferentes. Tampoco lo eran Franco y Galtieri, dos dictadorzuelos de pacotilla.

Perdón por la disgresión.

Carlos Andia dijo...

Ay, amigo, de Ifni no había oído hablar nadie en Argentina, pero tampoco casi nadie en España, ya ves. Es revelador lo que comentas: a las dictaduras de todo pelaje les gusta mucho eso de meterse en berenjenales extraños en los que creen que no tienen nada que perder y sí mucho 'prestigio' que ganar (en la doble vía del populismo nacionalista y del militarismo). Y por lo visto parece inevitable que estas aventuras terminen de forma dramática y patética a partes iguales, eso si, con gente totalmente ajena pagando los platos rotos. Al menos en vuestro caso este disparate pudo resultar un detonante para terminar con el régimen. Aquí no hubo tanta suerte.

Un placer charlar contigo una vez más. Saludos!

Koldo CF dijo...

Por no hablar de la Guerra del Rif!

Carlos Andia dijo...

Precisamente creo que en uno de los tratados con que terminó la guerra del Rif se encuentra el origen del desatino de Ifni, y ahí arrancaba también el peso de los militares africanistas en quienes estuvo buena parte del peso operativo del 18 de julio. Todas estas anomalías fueron habituales en los procesos de descolonización, pero en el caso de España la cosa se agravó y adquirió ese carácter esperpéntico por las peculiaridades y el profundo anacronismo del régimen. Lo cual concuerda con el comentario del Puma: se ve que, como en tantos otros aspectos, las dictaduras añaden siempre un plus de sinsentido a todo lo que tocan.

Saludos, compañero!

Pablo GP dijo...

Puma, mi profesor de inglés en la escuela el año 1982 era argentino; el pobre como sufrió, y nosotros tan pequeños e inocentes ni sabíamos muy bien de que iba esa guerra.. Al año siguiente se despidió. Nos quedamos todos muy tristes.

Juan G. B. dijo...

Pues yo sí había oído hablar de la guerra del Ifni, porque en los años de mi errabunda juventud (que mal suena eso) coincidí en un tren con un señor que había combatido en la misma y que se entretuvo contándome algún episodio truculento (también se empeñó en cobtarme cierta experiencia erótico-festiva que había tenido en otro viaje en tren con una pasajera...En fin, a ver quien le callaba...). Así que luego yo intenté leer alguna cosa sobre aquel conflicto abélico que el gobierno español se apresuro a tapar. Curioso que desde la Guerra Civil todos los conflictos armados en que ha intervenido el glorioso ejército español se hayan saldado de manera más bien chusca y con poca gloria (recomendable leer "Aunque caminen por el valle de la muerte", de Álvaro Coloner). Curioso, digo, porque luego la ultraderecha patria se pasa el día autoerotizándose con el rollo militar, pero bueno...a esos les hace falta poca cosa para entusiasmarse.
Buena reseña y muy interesante libro, compañero.

Carlos Andia dijo...

Por empezar por el final, el libro sí que es interesante y muy documentado, aunque tiene en mi opinión las dos carencias que comentaba en la reseña: una prosa a veces algo confusa, y falta de información sobre el hecho mismo del conflicto bélico. Aunque en tu caso, Juan, esto último no es inconveniente, porque has tenido datos de primerísima mano, jeje.

El conflicto de las Malvinas, visto desde este lado del océano, parecía algo con origen bastante entendible (recuperar un territorio geográficamente muy próximo), pero que tenía todo el tufo de la maniobra política de una dictadura para reivindicarse internamente. Les salió mal, claro, pero seguro que dejó mucho sufrimiento en quienes menos lo merecían.

Saludos a los dos.

El Puma dijo...

En términos extremadamente simplificados, Carlos, el conflicto por Malvinas es parecido al que teneis con el Peñón de Gibraltar. Los ingleses apropiándose de territorios ajenos. La dictadura argentina se apropió de un reclamo genuino e histórico con el claro objetivo de perpetuarse en el poder. Las urnas están muy bien guardadas!, decían los jerarcas del regimen.

Y como bien señalas, quienes fueron literalmente carne de cañón fueron miles de jóvenes que creían en la justicia de la reconquista. Cientos de muertos, secuelas psicológicas presentes aún hoy. Una auténtica tragedia. Recién están terminando de identificar a las decenas de NN enterrados en las islas!