domingo, 9 de diciembre de 2018

Raúl Guerra Garrido: Lectura insólita de 'El capital'


Idioma original: castellano
Año de publicación: 1976
Valoración: Muy recomendable

Raúl Guerra Garrido tiene una gran capacidad para hacerse con pequeñas historias que pueden pasar desapercibidas, sobre las que edifica relatos que mezclan ficción y datos históricos, poniendo luz sobre realidades sociales casi siempre ignoradas. Ya lo hizo con El año del wolfram, en torno al descubrimiento en los años 40 de vetas de wolframio en Ponferrada, hecho que desató toda una trama de maniobras nacionales e internacionales que dieron para una novela de intriga ensamblada sobre el entorno de la minería del Bierzo.

En Lectura insólita de ‘El capital’ el foco se pone en la peculiar industria de la siderurgia guipuzcoana, un sector que históricamente ha presentado un perfil muy peculiar, con pequeños empresarios de la tierra, en buena parte autodidactas, que han levantado proyectos empresariales sólidos aunque de tamaño limitado, a base de iniciativa un poco loca, riesgos y mucho currelo. La excusa para adentrarse en ese mundo es nada menos que el secuestro de uno de estos industriales por parte de un grupo confusamente vinculado a ETA. El relato se desarrolla en dos líneas que se van alternando. Por una parte, el desarrollo en sí del secuestro, y simultáneamente, los testimonios de familiares, vecinos y trabajadores de la empresa en torno a la figura del secuestrado.

El asunto parece tener su origen en la muerte en accidente de un trabajador y un posterior conflicto laboral. Como es sabido, por esa época –años 70- ETA decidió involucrarse en este tipo de situaciones para acentuar su perfil obrerista, con lo que la historia es de plena actualidad en la época en que se escribe el libro. El cautiverio del empresario se desarrolla en diversas escenas que combinan breves monólogos interiores con diálogos de distinta intensidad con sus captores. Los cuadros están bien dibujados, sin deslizarse hacia el maniqueísmo o la demagogia. Los secuestradores facilitan a la víctima una edición resumida de El capital, de ahí el título, aunque no se profundiza mucho más por ese camino.

El mayor peso del relato recae en las opiniones que alguien –quizá un periodista- va recabando en el entorno del empresario. Gentes que le conocen de toda la vida hablan sobre él, muchos de ellos desde el anonimato, y se extienden sobre su vida, su personalidad, y la historia y circunstancias de la empresa. Algunos de los más veteranos se explayan en interesantes retazos de la historia guipuzcoana, la posguerra, los tiempos de la cartilla de racionamiento, el contrabando, el sálvese quien pueda. Trabajadores y vecinos nacidos en otros lugares (los ‘cacereños’, en Bizkaia ‘maketos’ o ‘coreanos’) cuentan su experiencia, el peso de su origen en una sociedad que a veces les mira con recelo. Los nativos muestran su admiración por el gran hombre que empezó trabajando la huerta y dio trabajo y prosperidad a toda la comarca. Los más jóvenes lo ven como un empresario obsoleto, paternalista, despótico, y algunos le tildan directamente de explotador.

En la figura del emprendedor intachable, del vecino generoso y campechano, van apareciendo grietas que a veces dejan ver odios secretos, vejaciones, injusticias. La gran empresa que el hombre hizo posible con su arrojo y su dedicación tiene luces y sombras, como las tiene el modelo industrial de la región. Las opiniones son plurales, el cóctel equilibrado, realista, honesto. Lo que en principio parece un problema local, gracias a ese amplio espectro, adquiere un valor universal: la sociedad es compleja, pesa la historia, los intereses o las debilidades de los individuos, su diferente posición en el puzle, y todo ello demuestra lo inane de los juicios superficiales, de los estereotipos. Ese mensaje se transmite con toda claridad al lector.

Vale que haya técnicamente algunos aspectos mejorables: los testimonios de los vecinos tienen un tono quizá demasiado uniforme, el relato del secuestro queda a veces un tanto arrinconado, y al giro final, en mi opinión muy logrado, le sobra un último fleco. Pero el conjunto me parece sumamente sólido, mantiene el interés y tiene la virtud de resultar equilibrado en un tema, localización y época sumamente delicados.

P.S.: Menudo favor que le hace al libro el prólogo de ese buen escritor que es Isaac Montero. No sólo es un compendio (afortunadamente breve) de lugares comunes para un análisis político de vía estrecha, sino –todavía mucho peor- su contenido no tiene prácticamente ninguna relación con lo que el relato cuenta en realidad. Vamos, que se diría que ni siquiera se lo ha leído, y ha aprovechado para soltar su speach. Mi recomendación es que no lean ustedes ese prólogo. O, mejor aún, que lo lean después de terminar el libro. Así verán si tengo o no razón.

7 comentarios:

ToniLV dijo...

Lo leí hace muchos años y de casualidad, porque tampoco conocía al autor. Formaba parte de una colección de "nadales" de mis padres y lo elegí al azar. Recordaba a grandes rasgos el argumento y que me gustó bastante. Tu acertada reseña ha hecho que la recuerde con agrado y con la impresión que me dejó de lectura sin artificios y con un relato de unos hechos que bien pudieron ser reales. Ciertamente una lectura recomendable. Del autor leí con posterioridad otra novela sobre un guardaespaldas, y también en territorio vasco, de la que no recuerdo el título, que pese a tener su interés, no me dejó tan buen sabor de boca. Salud.

Carlos Andia dijo...

Me alegro de haber hecho reverdecer un buen recuerdo. Como bien indicas, la novela podría muy bien ser la crónica de un hecho real, y esa habilidad del autor para darle verosimilitud ya la demostró también en 'El año del wolfram'. Aunque a mi me ha interesado más esa perspectiva profunda, muy objetiva y muy poco habitual en torno a la figura del industrial vasco clásico. Será por las circunstancias de una época muy concreta, pero pocas veces he podido ver un análisis tan ecuánime (y en mi opinión, tan certero) de este fenómeno.

Y, ejem, desconocía que hubiese sido premiado con el Nadal, ya ves.

Gracias por tu aportación y un saludo, Toni.

Juan G. B. dijo...

¿Empresario guipuzcoano? ¿Terrorismo? ¿Novela coral?¡Qué vergüenza, otro escritor que se arrima para tratar de sacar tajada del éxito de esa obra maestra de la literatura que es "Patris"!

ToniLV dijo...

Sí, parece que vio el filón ... 30 o 40 años antes. Yo creo, Juan, que te asomas por aquí porque echas de menos los agotadores comentarios de "Patria", 93 según he comprobado. Pero dudo que aquel tuviese semejante trascendencia. Salud.

Juan G. B. dijo...

Tienes razón, Toni... De hecho estoy ansioso porque estrenen ña serie para poder reseñarla en "Una serie al mes" ;)

Toloveo dijo...

Es un escritor interesantísimo en las distancias cortas. Quiero decir, tratando de su entorno inmediato y en el que tiene raíces. Ese entorno es, por otra parte, muy variado. Resulta muy curioso su breve "Viaje a una provincia interior", sobre El Bierzo que conoció en su infancia.

Carlos Andia dijo...

No conozco el libro a que te refieres, pero efectivamente Guerra Garrido conecta muy bien con esos entornos que conoce de primera mano. El Bierzo es efectivamente el escenario de la novela que citaba antes, y en Gipuzkoa es donde se afincó hace ya muchos años. Demuestra gran agudeza porque, en este caso, sin ser vasco de nacimiento, esa realidad de la industria guipuzcoana yo creo que la ha clavado.

Muchas gracias por tu opinión.