Valoración: entre recomendable y está bien
Si comenzamos una reseña diciendo que la obra que nos ocupa contiene referencias a Lúkacs, Adorno o Steiner, posiblemente más de uno de nuestros lectores pensaría que quien esto escribe es un maldito pendante hablamos de un ensayo sociopolítico o de un libro de filosofía. Pues hala, no: como puede deducir cualquiera por las ilustraciones que acompañan a la reseña de hoy, nos encontramos ante una novela gráfica-llámala-mejor-cómic, de lo más modernuqui, eso sí, dentro del panorama historietista hispano.
El cómic que nos ocupa destaca, sin duda, por su aspecto gráfico.. y eso que la historia que nos cuenta o pretende hacerlo, resulta también de lo más rupturista: la crónica -de aquella manera- del estallido de una revolución en un mundo distópico que se parece , por otro lado, bastante al real. Esta especie de crónica está articulada en cuatro capítulos. en el primero, se nos presenta una manifestación reivindicativa pero pacífica que acaba en trifulca general a partir de la actuación de un personaje cachotas y encapuchado que llaman "el Animador" (sí, como en los hoteles para jubilados de Benidorm). Vaya , que el tío la lía parda y hasta ahí puedo leer... No obstante, lo más interesante es cómo se reflejan las reacciones subsiguientes -y para todos los gustos-que tienen lugar en esa esfera virtual compuesta por tele y redes sociales y que se ha convertido en omnipresente en nuestro mundo tan empantallado (no digamos en el de este cómic).
El segundo capítulo narra el secuestro de un o de esos funcionarios-economistas que gobiernan en los organismos internacionales y que parecen hallarse por encima del bien y del mal. El tercero, un incendio en un hotel que sirve para reflejar la escasa intimidad que nos queda ya, a causa las vidas paralelas que llevamos muchos en esa esfera virtual que he mencionado antes. Para muestra, los datos a los que cualquiera puede acceder a través de Fakebox o la Willywonkapedia (sic). Ah, y por cierto, lo de bomberos y policías dándose leña no sé a qué me recuerda; humm... dejadme que piense...
El último capítulo cuenta la resolución de ese proceso revolucionario -tranquilos, que no voy a contar en qué acaba la cosa-, con la curiosa inserción de un par de guiños culturetas (que yo haya pillado): al célebre Eternauta, por un lado (quien nos lea desde Argentina sin duda sabrá de quién hablo) y al mismísimo Velázquez por otro. En fin, esto es lo que hay... la historia tampoco busca la profundidad ni la instrospección de sus personajes; el guión, con tener ciertos puntos de originalidad, resulta quizá demasiado fragmentario (tal vez fuera el efecto deseado): más parece una acumulación de escenas que una imbricación entre ellas hasta conseguir una narración bien lograda. Aunque ya digo que puede que sea lo que se haya buscado, de igual modo que estamos cada vez más acostumbrados a informarnos sobre la realidad (o lo que se nos ofrece como tal), a través de esa omnipresente multipantalla actual que lo trocea todo en titulares, videos, posts, tuits, gifs y yo qué se qué más...
Es su aspecto visual, sin duda, el que más seduce de esta obra, comenzando por el formato apaisado, que permite unas viñetas-escenas salpimentadas de otras de pequeño tamaño (supongo que esto tiene un nombre técnico, pero lo ignoro), verdaderamente espectaculares -y que ya tenía bien practicadas Rubín en un anterior trabajo: Beowulf-; terminando, o viceversa, por el genial uso del color, que es retorcido, desvirtuado y adaptado a cada ilustración de manera enérgica y atrevida, siguiendo, al parecer, los hallazgos de la ilustradora Lynn Varley -colorista, por ejemplo, de 300- en la obra Batman DK2. Una auténtica gozada, en serio. Ahora bien, para que se vea que uno también lee sus cosillas (aunque no las asimile...), aquí dejo una de las "suras" de Guy Debord, que nunca viene mal:
"Allí donde lo real se cambia por imágenes, las imágenes se convierten en la motivación eficiente de un comportamiento hipnótico".
El cómic que nos ocupa destaca, sin duda, por su aspecto gráfico.. y eso que la historia que nos cuenta o pretende hacerlo, resulta también de lo más rupturista: la crónica -de aquella manera- del estallido de una revolución en un mundo distópico que se parece , por otro lado, bastante al real. Esta especie de crónica está articulada en cuatro capítulos. en el primero, se nos presenta una manifestación reivindicativa pero pacífica que acaba en trifulca general a partir de la actuación de un personaje cachotas y encapuchado que llaman "el Animador" (sí, como en los hoteles para jubilados de Benidorm). Vaya , que el tío la lía parda y hasta ahí puedo leer... No obstante, lo más interesante es cómo se reflejan las reacciones subsiguientes -y para todos los gustos-que tienen lugar en esa esfera virtual compuesta por tele y redes sociales y que se ha convertido en omnipresente en nuestro mundo tan empantallado (no digamos en el de este cómic).
El segundo capítulo narra el secuestro de un o de esos funcionarios-economistas que gobiernan en los organismos internacionales y que parecen hallarse por encima del bien y del mal. El tercero, un incendio en un hotel que sirve para reflejar la escasa intimidad que nos queda ya, a causa las vidas paralelas que llevamos muchos en esa esfera virtual que he mencionado antes. Para muestra, los datos a los que cualquiera puede acceder a través de Fakebox o la Willywonkapedia (sic). Ah, y por cierto, lo de bomberos y policías dándose leña no sé a qué me recuerda; humm... dejadme que piense...
El último capítulo cuenta la resolución de ese proceso revolucionario -tranquilos, que no voy a contar en qué acaba la cosa-, con la curiosa inserción de un par de guiños culturetas (que yo haya pillado): al célebre Eternauta, por un lado (quien nos lea desde Argentina sin duda sabrá de quién hablo) y al mismísimo Velázquez por otro. En fin, esto es lo que hay... la historia tampoco busca la profundidad ni la instrospección de sus personajes; el guión, con tener ciertos puntos de originalidad, resulta quizá demasiado fragmentario (tal vez fuera el efecto deseado): más parece una acumulación de escenas que una imbricación entre ellas hasta conseguir una narración bien lograda. Aunque ya digo que puede que sea lo que se haya buscado, de igual modo que estamos cada vez más acostumbrados a informarnos sobre la realidad (o lo que se nos ofrece como tal), a través de esa omnipresente multipantalla actual que lo trocea todo en titulares, videos, posts, tuits, gifs y yo qué se qué más...
Es su aspecto visual, sin duda, el que más seduce de esta obra, comenzando por el formato apaisado, que permite unas viñetas-escenas salpimentadas de otras de pequeño tamaño (supongo que esto tiene un nombre técnico, pero lo ignoro), verdaderamente espectaculares -y que ya tenía bien practicadas Rubín en un anterior trabajo: Beowulf-; terminando, o viceversa, por el genial uso del color, que es retorcido, desvirtuado y adaptado a cada ilustración de manera enérgica y atrevida, siguiendo, al parecer, los hallazgos de la ilustradora Lynn Varley -colorista, por ejemplo, de 300- en la obra Batman DK2. Una auténtica gozada, en serio. Ahora bien, para que se vea que uno también lee sus cosillas (aunque no las asimile...), aquí dejo una de las "suras" de Guy Debord, que nunca viene mal:
"Allí donde lo real se cambia por imágenes, las imágenes se convierten en la motivación eficiente de un comportamiento hipnótico".
3 comentarios:
Hola, Juan. Buena reseña. Sabía que Rubín (o el guionista de sus cómics) metía referencias, pero generalmente detectaba las más relacionadas con la cultura popular o las más obvias, como históricas y mitológicas. Está bien ver literarias. Por cierto, ¿has leído el héroe? Me encantó esa saga. Su estilo de dibujo, por cierto, me parece espectacular; añade el uso del color y la narrativa de las viñetas y ya ni te digo.
Oriol
Hola, Juan. Los argentimos sabemos de qué se trata cuando nos hablan del Eternauta, y también nos suena de lo más cercano cuando leemos todas las medidas de gobierno que se incluyen en la imágen que compartiste como ejemplo. Es feo que una distopía hable de vos. Muy buena la reseña.
Hola a los dos:
No he visto nunca "El héroe", Oriol, pero sí "Beowulf" y te puedo decir que éste tiene el mismo estilo espectacular. Ciertamente esas escenas Rubín las borda, aunque quizás sea menos lucido en las viñetas sencillas. Lo del color sí que es una virguería, desde luego...
Dr. Fabián, me temo que las circunstancias y actuaciones gubernamentales expeditivas son frecuentes en muchas latitudes y más que lo serán, me temo. Creo que ya vivimos todos en una distopía imaginadaor alguien, pues si no, no sé explica, por ejemplo, que pueda estallar una guerra nuclear por culpa de dos villanos de opereta como los que mandan en EEUU y Corea del Norte...
Gracias a ambos por vuestros comentarios y parabienes, sin duda inmerecidos... ; )
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