miércoles, 15 de febrero de 2017

Ray Loriga: Ya sólo habla de amor


Idioma original: español
Año de publicación: 2008
Valoración: exasperante

Pedía la multitud: variedad en las valoraciones. 
Digo yo: podemos elegir entre toda la porquería que se publica. Pero es que hay autores que son toda una garantía.


Raylorigafacts #4. Niuyorkear, verbo que Loriga estaría encantado de haber creado si no sonara a palabra inventada para un anuncio de snacks.

Raylorigafacts #5. Oído a Christina Rosenvinge (antes del divorcio) en un desayuno con amigas en una cafetería mega chic en la planta setentaynosécuantos: "La manía esa de Ray de acostarse sin haberse aclarado el pelo de los potingues que se mete. Lo poco que gano en un disco se me va en lavar fundas de almohada." Dijo. "Estoy fatal." Añadió.
Raylorigafacts #6. Dijo una vez: "Ahora (no es esta) he escrito una novela juvenil porque necesitaba dinero."

¿Ahora?

Uno de los problemas de Loriga: su incapacidad para que sus libros le dejen atrás como personaje, y de darse cuenta de que repetirse con fruición no es crear un universo propio. Que parece que el narrador tenga que ser el tipo con las sempiternas Rayban con cristal forma de pera y barbita fumanchú. Porque observo que de forma desapercibida sus libros van publicándose, ya tenemos una pila (para escribir esta reseña-bajo-demanda he tomado los tres que había en la biblioteca y me he decantado por el que tenía una frase más positiva de todo un NY Times: "Loriga es la estrella del rock de las letras europeas" - ¡ja!) y hay que preguntarse por qué. Wonder why
Cómo posa el tío en las fotos, por eso. Fuma. Se tatúa desde antes de que fuera moda y lleva anillotes con calaveras que pesan lo suyo. Gusta de fotografiarse con pose inclinada con algún callejón de mala muerte al fondo, pero luego escribe en un reluciente Mac de 3.500 euros, que tiene en un rincón preferente e impoluto del salón, como diciendo "esto me lo he comprado con el fruto de mi talento". No. "Con la sangre que brota directamente desde mis sienes al papel". 
Pero lo cierto es que Loriga escribe como Javier Marías en pleno ataque de hemorroides. Su novela hace aguas por todas partes. Ésta, y me temo que ya voy convenciéndome de que todas. La manía de crear personajes literalmente inexistibles. Sorry about the word. La cuestión de esa separación suya entre párrafos donde acaba aislando siempre el peor de todos, dos líneas grandilocuentes, para que luzcan. La insoportable auto-adulación fruto de su obvio buen gusto para las referencias y su terrible decisión de que, si Kafka, Walser o Joyce pudieron hacerlo, qué tienen ellos que no tenga yo. Terrible porque parece haber enredado a alguien, algún directivo de importante editorial que supongo que decidió firmarle un contrato prolongado justo antes de la crisis. Qué otra explicación cabe. 
La mencionada elección de los personajes trasuntos de sí mismo. El de esta novela es Sebastián, un traductor crítico e inédito de poesía que acaba de pasar por un divorcio y se inventa un alter-ego que es un jugador de polo argentino (¿eeeehhh?). Que le hace compañía, pero no tanta, porque no existe. Joder, la cosa empieza a liarse.
Entonces lo de la trama. O lo que se deduce que puede definirse como tal de entre ese amasijo de verborrea pretenciosa e incomprensible. Parece que el hombre arrastra el trauma del divorcio, que le ha acarreado pérdida de prestigio y de otras cosas. Habla de un contable en algún momento. Acude a una recepción en una embajada y todo lo que le rodea es un oropel del que él pretende prescindir. Se pasa cien páginas muy joyceanas dudando sobre sacar a bailar a una moza. No nos hagamos ilusiones de conocer los motivos. Inicia un diálogo con Christian, un suizo que parece pretender a la misma moza y le pide permiso para abordarla. Y él duda y se somete a cábalas sin fin y para eso necesita casi 200 páginas. Así que no le exijamos coherencia a este ejercicio. Porque encima Loriga tiene una peculiaridad curiosa; cada vez que parece que el libro se va a hacer legible, que algo empieza a fluir, lo estropea de alguna manera volviendo a recargar los párrafos y a complicar sus mensajes. Un criterio muy discutible, el suyo, y ya cuando chocamos con el criterio, mal vamos: parece que Loriga se guste más a sí mismo cuanto más insoportable es para quien lo lee.
Ya con estos precedentes invocar cuestiones de mayor calado para el lector exigente como ritmo, estructura, interés de la temática, trascendencia de la historia y otras chorradillas... mejor pasemos de puntillas sobre ello. 
Porque lo peor de esta lectura es su desprecio total por lo que pueda pensar el lector. Un desprecio que no tiene pizca de gracia. Hasta libros infumables por ligeros tienen momentos en que su autor claudica y demuestra sus limitaciones. Para mi desesperación, Ray Loriga no cede en su propósito de enlazar una tras otra frase cargada sin otra finalidad que llenar espacio. Y se hunde irremisiblemente en el fango. Aunque este libro parezca responder a un íntimo proceso catártico para superar su propia situación personal, cuestión que en otras circunstancias ha aportado grandes obras, aquí nada justifica este desastre absoluto, que no merecería trascender del disco duro o el cajón de un narciso onanista. Lo siento, pero hasta nunca, Ray.

También de Ray Loriga en ULAD: El hombre que inventó Manhattan, Héroes

10 comentarios:

Alba dijo...

Me ha hecho gracia la crítica, no lo niego, pero si soy sincera, tanto "El hombre que inventó Manhattan" como "Caídos del cielo" me gustaron, más la última, creo de hecho que es su mejor novela. "Tokio ya no nos quiere" es insoportablemente absurda.
Y sí, el 90% de este hombre es pura pose, ir de guay, creerse un neoyorquino decadente y torturado. Por eso me caía (y me cae) mucho mejor su ex, la Rosenvinge, me parece mucho más auténtica.

AlimañaChef dijo...

Yo leí "El hombre que inventó Manhattan" hace años y, la verdad, no he repetido...

Carlos Andia dijo...

Yo con 'Héroes' tuve bastante. Y mira que han pasado años. Ni con pinzas.

julian bluff dijo...

Para gustos, colores. Para buen gusto... ¡el mío! ;-)

http://julianbluff.blogspot.com.es/2015/09/ya-solo-habla-de-amor-ray-loriga-bajo.html

Opiniones divergentes.

Il Gatopando dijo...

La leí y me pareció muy floja.

Tommy Nava dijo...

Yo últimamente solo leo autores noveles. Hay que darles una oportunidad y muchas veces te sorprendes con las joyitas que puedes encontrar. Hace poco me leí El secreto de la painita (Julio Carreras). Es de estilo directo y fácil de leer. Una historia de intriga fantásticamente bien trabada. Os la recomiendo.

José Félix Arana Rivero dijo...

No me gusta e personaje de Ray Lóriga. No me gustan sus tics ni sus posados ni su artifiosa apariencia ni sus entrevistas prepotentes. Por esto, entre otras razones -la vida es corta para leer libros malos- no lo sigo ni lo leo. Con una honrosa excepción: "Trifero". Esta es una novela sólida con una trama original, entretenida y redonda. La mano de Ray Lóriga apenas se nota (lo que es de agradecer). Es una isla es su producción, podría decirse que parece escrito por otro autos. ¿Lo habéis leído? Os lo recomiendo encarecidamente. Recuerdo una entrevista que Sánchez Dragó(tampoco de mi devoción) le hizo a Lóriga; le comento que su mejor novela era "Trífero" sin ninguna duda. Completamente de acuerdo.
Por cierto 25 años han pasado ya de la publicación de "Corazón tan blanco", probablemente una novela que quedará. Y nosotros, los que estamos, 25 años más viejos. Saludos cordiales.

Francesc Bon dijo...

Buenas. Glups. Si yo fuera Ray Loriga empezaría a preocuparme de que, con tanta obra publicada, sus defensores sean tan escasos y tan tibios. Francamente, no sé si me atreveré con ninguna otra de sus novelas. Esta no ha sido una experiencia ni siquiera mínimamente estimulante.

Cities: Moving dijo...

Creo yo que si no te gusta una novela, que tus motivos tendrás, no hay necesidad de entrar en el ataque personal. Al menos se agradece que tratándose de Ray Loriga hayas inventado algunas simplezas (reconozco que lo de Cristina Rosenvinge quejándose de que no se quitaba los potingues del pelo antes de irse a la cama me ha hecho gracia), porque lo habitual es ridiculizarle porque decidió escribir con un nombre inventado por él, como si uno no tuviera derecho a crearse un personaje público o a escribir con seudónimo.

Una vez dicho lo cual, comentar que las tres novelas suyas que me he leído me han gustado, en concreto no me canso de recomendar "Tokyo ya no nos quiere", que superó con éxito una relectura años después de la primera.

Resumiendo, para gustos los colores, pero aplicar una falacia ad hominen para justificar la falta de calidad de su narrativa está muy, muy feo (no solo con Ray Loriga, con cualquiera). Y ahora me voy a ver el link de julian bluff, a ver qué saco en claro.

Francesc Bon dijo...

Bueno: creo que si Loriga llegara a leernos tampoco se lo tomaría muy mal. Lo veo en una nube de egolatría y autoconvencimiento y por tanto completamente capaz de superar nuestras opiniones. Tomo nota de tu consejo, cómo no, y gracias por leernos y comentar.