Título original: We Should All Be Feminists
Año de publicación: 2015
Traducción: Javier Calvo
Valoración: muy recomendable
Disculpadme. Cincuenta páginas que se leen en media hora también son un libro. O vamos a hablar de promedios, 300 páginas o así, y si aplicáramos proporciones la TochoWeek hubiera sido TochoMonth, con una semana por reseña y al amigo Koldo CF su aventura con Proust le hubiera reportado un mes de omnipresencia aquí.
Debo decir, además, que no suelo estar muy de acuerdo con los inventos editoriales consistentes en el aprovechamiento de obras de escritores de éxito. Por ejemplo, no comprendo el revuelo de Esto es agua de David Foster Wallace, un texto que si destaca por algo dentro de la obra del autor es por su sencillez y asequibilidad (ergo: no es representativo).
Pero debo saltarme un poco estos prejuicios con Todos deberíamos ser feministas. Primero, porque Ngozi Adichie, solamente 39 años cuando escribo esto, aún no es una escritora absolutamente consagrada. Empieza a sonar con mucha insistencia hace un par de años y la gente de Mondadori empieza a recuperar sus escritos, pero es, de momento, una autora que empieza a ser difundida. Segundo, porque el texto que nos ocupa cuenta con su beneplácito; más aún, es una adaptación de un discurso en una de esas charlas TED que tanto movilizan a la gente de ciertos ámbitos (intelectualidad alternativa, ejem). Y tercero, porque desde el título hasta las intenciones, y provocadores de polémicas varias desde los comentarios anónimos vayan preparando los trastos de matar, no pueden ser más certeros y sus intenciones más inapelablemente loables. Ngozi Adichie adopta un tono coloquial, directo, una exposición muy poco dada a lo científico o a lo intrincado, y desgrana ejemplos de sus vicisitudes como mujer y escritora en una sociedad, la de Nigeria, su país de origen, cargada de preconcepciones y tradiciones de arraigo sexista, pero también en la de Estados Unidos, su país de adopción. Detallar las amenas anécdotas que sazonan el texto sería sencillo. Todas ellas de una cotidianidad pasmosa, pero también de un calado en el lector que deja huella. Puede que se trate de un texto menor y puede que se trate de una anécdota dentro de una obra más panorámica y ambiciosa, pero merece la pena su lectura, un análisis de su mensaje, y su posterior interiorización y asimilación. Aunque sea para que nos demos cuenta de que hay mucho camino por recorrer.
Y ahora, presentada la autora, vamos a responder por fin, la llamada desde mis estantes de pendientes que, hace un par de años, lleva haciéndome Americanah.
2 comentarios:
MARAVILLOSO este libro, ¡y tan necesario! De obligada lectura para adolescentes y personas de todas las edades.
Pues muchas gracias por el entusiasmo. Por cierto, se lo he tomado prestado a mi hija Mònica.
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