Año de publicación: 2001
Valoración: recomendable
El arma en el hombre ubica su inicio en el final de uno de los frecuentes conflictos armados producidos en América Latina a finales del siglo XX. Es entonces cuando Robocop, apelativo que un militar profesional se ha ganado, se encuentra en el desempleo. Una situación anómala: desde que fue contratado (imaginamos por la descripción de las condiciones, sin que su voluntad interviniera demasiado), su vida ha consistido en participar en operaciones militares. Su día a día ha consistido en matar. Aunque el libro está escrito en el 2001, establezcamos algunas analogías. Robocop sólo sabe hacer eso: combatir y derrotar a su oponente, y ahora resulta que eso ya no va a servirle para ganarse la vida. Ser mercenario entonces estará justificado: nadie puede pagar mejor su cualificación profesional que, incluso, aquellos contra los en otros tiempos combatió.
El arma en el hombre es un libro cruel sin ser violento. Las muertes son descritas con una frialdad narrativa propia de noticiario. Como si se tratara de información estadística. Como si los asesinos fueran un escalón más del ecosistema que sostiene a la especie humana. Eso sólo lo hace más escalofriante. Como los protagonistas de La virgen de los sicarios, el crimen gratuito o la matanza indiscriminada son sólo anécdotas de la jornada laboral. Uno se afeita, se ducha, desayuna, mata y vuelve a comer. Castellanos Moya logra ponerse en esa dura piel del militar profesional (por una bandera, se supone, por unos ideales que luego se manifiestan volátiles) que luego es asesino profesional (por dinero). Logra que su personaje no exhale nada minimamente cercano a sentimiento alguno, ya no digamos de culpa o arrepentimiento.
Pero como lectores no olvidamos que eso, a pesar de la imparcialidad del tono, no anda muy lejos de la realidad. Que todo se trata de situarse en la perspectiva adecuada. Tarde para apuntarte a un curso de jardinero si lo que has hecho bien en tu vida es acabar con las vidas de otros. Tarde si las balas se disparan como los tornillos se aprietan en una cadena de producción. Robocop no se emociona ni pestañea. No pretende otras relaciones que las basadas en la certeza casi absoluta de la traición. Compañeros de armas, personajes influyentes, prostitutas, víctimas inocentes, para qué perder el tiempo en intimar con alguien a quien posiblemente te veas a disparar. Todo sencillo, sin requiebros, sin más complicaciones ni recursos dialécticos que la descripción de una acción tras otra, de un trabajo tras otro.
Mejor vivir esta experiencia desde lejos. Probad leer este libro: es mejor que el Grand Theft Auto.
También de Horacio Castellanos Moya en ULAD: El sueño del retorno, La sirvienta y el luchador, Insensatez, El asco
El arma en el hombre es un libro cruel sin ser violento. Las muertes son descritas con una frialdad narrativa propia de noticiario. Como si se tratara de información estadística. Como si los asesinos fueran un escalón más del ecosistema que sostiene a la especie humana. Eso sólo lo hace más escalofriante. Como los protagonistas de La virgen de los sicarios, el crimen gratuito o la matanza indiscriminada son sólo anécdotas de la jornada laboral. Uno se afeita, se ducha, desayuna, mata y vuelve a comer. Castellanos Moya logra ponerse en esa dura piel del militar profesional (por una bandera, se supone, por unos ideales que luego se manifiestan volátiles) que luego es asesino profesional (por dinero). Logra que su personaje no exhale nada minimamente cercano a sentimiento alguno, ya no digamos de culpa o arrepentimiento.
Pero como lectores no olvidamos que eso, a pesar de la imparcialidad del tono, no anda muy lejos de la realidad. Que todo se trata de situarse en la perspectiva adecuada. Tarde para apuntarte a un curso de jardinero si lo que has hecho bien en tu vida es acabar con las vidas de otros. Tarde si las balas se disparan como los tornillos se aprietan en una cadena de producción. Robocop no se emociona ni pestañea. No pretende otras relaciones que las basadas en la certeza casi absoluta de la traición. Compañeros de armas, personajes influyentes, prostitutas, víctimas inocentes, para qué perder el tiempo en intimar con alguien a quien posiblemente te veas a disparar. Todo sencillo, sin requiebros, sin más complicaciones ni recursos dialécticos que la descripción de una acción tras otra, de un trabajo tras otro.
Mejor vivir esta experiencia desde lejos. Probad leer este libro: es mejor que el Grand Theft Auto.
También de Horacio Castellanos Moya en ULAD: El sueño del retorno, La sirvienta y el luchador, Insensatez, El asco
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