Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
La sirvienta y el luchador es una novela dura. No hay aquí casi nada del humor que atravesaba El sueño del retorno, y la violencia, que allí aparecía de forma puntual y soterrada, aquí adquiere una crudeza y una constancia desasosegantes.
La novela se sitúa en el Salvador en el año 1980 y narra la suerte de un grupo de personajes implicados, de distinta forma, en los enfrentamientos violentos entre la policía y los movimientos revolucionarios y sindicalistas, enfrentamientos que ese mismo año derivarían en una guerra civil. Conocemos así a los dos personajes del título, el Vikingo, un ex-luchador de lucha libre metido a policía y podrido por dentro por culpa de una úlcera; y Maria Elena, sirvienta de la familia Aragón y antiguamente pretendida por el Vikingo.
La acción se inicia cuando una pareja joven, Albertico y Brita, los nietos de los señores de María Elena, son detenidos (o mejor, raptados) por la policía y llevados a dependencias policiales para ser interrogados, torturados, violados, asesinados. María Elena inicia entonces una búsqueda frenética por San Salvador, intentando obtener información sobre su paradero y viéndose una y otra vez atrapada en medio de la violencia que asola la ciudad: barricadas, tiroteos, agresiones, secuestros de estudiantes, médicos, enfermeras...
Un personaje de La sirvienta y el luchador piensa, en un determinado momento que "Tantas coincidencias lo rebasan". Lo mismo pasa, también, con el lector, porque Castellanos Moya carga excesivamente la mano haciendo que un grupo muy reducido de personajes (el Vikingo y sus compañeros policías, la familia Aragón, la familia de María Elena) se crucen una y otra vez en medio del caos, en formas que terminan por resultar inverosímiles. Claro que en el mundo hay casualidades, y claro que al escritor se le permiten licencias con las leyes de la probabilidad, pero en este caso resulta sinceramente excesivo.
Como contrapartida, esta es una novela de una dureza sin concesiones, gráfica y explícita hasta provocar un desasosiego profundo. No se trata solo de la brutalidad policial, explicitada con crudeza (aunque afortunadamente nos ahorramos la descripción de los momentos más escabrosos), sino también la descripción del dolor, de la enfermedad, de las heridas abiertas, que en la novela abundan, especialmente concentradas en el personaje del Vikingo. No es, por lo tanto, una novela agradable, pero sí necesaria.
He leído ahora, por cierto, preparando esta reseña, que esta novela es la cuarta de una serie dedicada a la familia Aragón: una serie que empieza con Donde no estén ustedes, sigue con Desmoronamiento y Tirana memoria y termina, por ahora, con esta La sirvienta y el luchador. Cabe esperar que, continuando con el repaso de la historia de El Salvador, la siguiente novela nos muestre a los Aragón durante la Guerra Civil que atravesó los años 80; y será, seguro, una novela digna de leerse.
También de Horacio Castellanos Moya en ULAD: El arma en el hombre, El sueño del retorno, Insensatez, El asco
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