Año de publicación: 2013
Valoración: Muy recomendable
Cuando Jorge Semprún le preguntó a Sartre en qué consistía la literatura, éste respondió que lo literario es aquello que, además de representar la totalidad del mundo, sirve como estímulo para actuar en y/o contra él. Si el filósofo francés tenía algo de razón, nos toca reconocer que Yo, precario, de mi paisano Javier López Menacho, es literatura con mayúscula. Perdón: Literatura.
En Yo, precario, Menacho da cuenta de su propia experiencia en trabajos temporales y mal remunerados, que a duras penas le permiten pagar el alquiler de su piso barcelonés, donde emigra desde Jerez en busca de mejores oportunidades laborales. Sus peripecias incluyen auditar máquinas de tabaco en bares, pasearse por las calles atrayendo a clientes hacia una tienda de telefonía, animar partidos de la Eurocopa de 2012 en un cine de Barcelona y, el más entrañable de todos, disfrazarse de chocolatina humana. (Vean la genial portada de Miguel Brieva).
Menacho, que al fin y al cabo es su propio protagonista, se sirve de un juego de espejos casi borgianos para reflejarse no ya a sí mismo, sino también a miles de jóvenes españoles, y de españoles ya no tan jóvenes, a los que la crisis, la «puta crisis», empuja a situaciones que él mismo califica de indignas. Yo, precario tiene el mérito de adentrarnos en las fauces de un puñado de empresas-lobo, sin escrúpulos, que pagan mal y pagan tarde y a veces ni siquiera pagan. Pero más meritorio aún resulta el hecho de presentarnos a un héroe post-moderno que se niega a dejarse «devorar» por las circunstancias. Menacho es un luchador nato, alguien capaz de salir huyendo de un mendigo drogado para evitar que le roben el poco dinero que lleva en la cartera y que no duda en aceptar trabajos cuyas condiciones son, según su propia tutora en la Oficina de Empleo, de dudosa legalidad y escasa o nula moralidad. Nada ni nadie parecen arredrar al protagonista de la historia.
Eso sí, lo más asombroso de este libro de poco más de 170 páginas, que uno lee del tirón, resignado, aguantándose incluso las ganas de ir al baño, es que está plagado de humor. «Sí, eso me vendrá bien», escribe Menacho, «la mezcolanza entre la ironía y el desespero, el reírse de nosotros mismos». En eso el autor jerezano es un maestro. Todas las desgracias son aquí tremendamente cómicas. Menacho usa la risa como terapia, como bálsamo, como infalible receta contra la incertidumbre. En consecuencia, cualquier lector, pertenezca o no a esos miles de jóvenes desamparados por la catastrófica situación económica española, está destinado a despegar la comisura de los labios a lo largo de estas páginas. Por una vez, la crisis, de nuevo: la «puta crisis», esa mañosa captadora de titulares de la que todos estamos un poco hartos, nos deja una pequeña joya para distraernos. Ahora bien, como apuntábamos al principio, es una joya transformadora, que nos impulsa a luchar contra situaciones abusivas e inaceptables.
Como guinda del pastel, Yo, precario viene envuelto en un estilo claro y preciso. Hay adornos, por supuesto, pero se trata de adornos sobrios, que no distraen de la lectura. Así que si es Usted un joven precario, o si alguna vez lo fue, o si tuvo la suerte de no serlo nunca, acérquese a la librería a echarle un ojo a esta novela/crónica, para que se rían de lo que son, o de lo que fueron, o de lo que nunca fueron y podrían haber sido, y sobre todo para que, en mitad de una de esas carcajadas, contribuyan a que todos nosotros demos un paso en la dirección correcta.
Firmado: José Serralvo
4 comentarios:
El editor del libro, que cuando leía el manuscrito original iba sintiendo cosas muy parecidas a las que dice esta reseña, no puede por menos que emocionarse al comprobar que, una vez más, lo que él leyó estaba ahí, que no le había dado un calentón. Que Javier >López Menacho es, por encima de todo, un escritor con mayúsucla. Perdón, un Escritor. Algunos días la vida te redime de dedicarte a ciertos oficios que han degenerado espantosamente. Gracias, reseñista¡
¿Muy recomendable? Pues por lo contado en la reseña no apetece nada, la verdad... y por alguna otra crítica que he leído por ahí, aún menos. Y en cuanto a la "genial" portada del libro, a mí el dibujo me da un poco de asquito... Bueno, pero si es de tu pueblo, pues vale, se entiende... Igual os sentábais juntos en el Insti, y todo....
"Alguna otra crítica...". ¿Te refieres a Tongoy and company? Yo que tú pasaría un poco de ese cubículo de resentidos por no poder escribir más de un microrrelato (no hablemos de publicar), lee este libro y luego decide por ti mismo. A no ser, claro está, que tú formes parte de ese Sálvame de amargados cibernético...
Jonan, gracias por tu aporte. No me sentaba con Javier en el Instituto. De hecho, Jerez es un pueblo bastante grande y ni siquiera le conocía. Lo que escribí en la reseña es sencillamente lo que pienso. Y, por supuesto, me parece estupendo si a ti el tema del libro no te inspira o la portada te da "asquito". In libris libertas. Y en las reseñas también ;-)
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