jueves, 16 de febrero de 2012

Bernardo Atxaga: Esos cielos

Idioma original: euskera
Título original: Zeru horiek
Año de publicación:
Valoración: Recomendable

Se pueden decir muchas cosas de Bernardo Atxaga (y muchas de ellas, buenas), pero no que sea un escritor cobarde (ni literaria ni políticamente hablando). Lo digo, sobre todo, porque otro en su situación podría haber decidido acomodarse en la tranquilidad del éxito, haber seguido escribiendo novelas del ciclo de Obaba, con esa fantasía tan suya (algo así como un realismo mágico a la vasca), o haberse dedicado a la literatura infantil y juvenil en euskera, que le aseguraría ventas y tranquilidad. Pero no: llegó un momento, a principios de los 90, después del boom de Obabakoak (a lo mejor a causa del boom de Obabakoak) en que decidió dar un giro a su carrera, y cambiar de temas, de estética y de escenarios: tratar temas de la realidad vasca contemporánea e histórica que implican meterse en charcos en los que nadie le obligaba a meterse.

En esa nueva línea se sitúa precisamente Esos cielos, que relata el viaje de vuelta de una ex-etarra arrepentida, desde su salida de la cárcel hasta su llegada a Bilbao, en autobús. Ese autobús, precisamente, se convierte en un microcosmos abigarrado (monjas, policías, una mujer enferma, las azafatas) que retiene y oprime a Irene, la protagonista. Todo está en su contra: la policía (que quiere obligarla a cooperar como informante), la organización (que la considera una traidora), su familia (que le reprocha sus elecciones vitales), incluso ella misma, que duda y se reprocha constantemente. Los años pasados en la cárcel, con sus compañeras de celda, casi parecen apetecibles en comparación con lo que espera fuera. Solo la solidaridad femenina (humana) de las monjas y de la mujer enferma parecen ofrecerle cierto tipo de cobijo.

Esos cielos es una novela valiente en la trayectoria de Atxaga, pero no especialmente original en cuanto a su forma o estructura. La narración incluye sueños intercalados que, sin embargo, son más bien flashbacks que Atxaga utiliza para mostrarnos capítulos de la vida pasada de Irene que le han llevado a la situación actual. Parece mentira en una novela de Atxaga, pero se echa de menos algo más de fantasía, de imaginación, incluso (o sobre todo) en los fragmentos supuestamente oníricos. O sea: es Atxaga, nunca está mal leerle, pero yo me quedo con sus obras pre-Obabakoak, para qué nos vamos a engañar.

Otras obras de Bernardo Atxaga en ULAD: El hombre soloObabakoakSiete casas en Francia

7 comentarios:

Paulo Kortazar B. dijo...

Pues no la he leído. Aunque estoy de acuerdo con lo que comentas sobre que no se acomoda literaria y políticamente. Pero estéticamente, un pelín tardomoderno (no ya acomodado) para mi gusto.

izas dijo...

A mí me pasa con Atxaga lo mismo que con Marías: creo que escribe muy bien, pero sus libros me aburren soberanamente. Salvo Obabakoak y Memorias de una vaca, no puedo con el resto (hasta Un espía llamado Sara, que fue la última oportunidad que le di).

Leí Esos cielos hace unos cuantos años y, la verdad, me dejó igual que antes de leerlo. No me aportó absolutamente nada.

Santi dijo...

A mí me gusta el primera Atxaga, el del ciclo de Obaba, que es lo más personal, diría yo. Sugeak txoriari begiratzen dionean o Bi anai me parecen una preciosidad. Obabakoak ya tiene partes que me gustan menos. Y creo que si Atxaga solo hubiera escrito las novelas que han venido después (Esos cielos, El hijo del acordeonista, Siete casas en Francia), sería considerado un buen escritor, pero no destacaría tanto entre el conjunto de los escritores vascos.

Mónica dijo...

Yo también soy más del ciclo Obaba. Obabakoak y Bi anai son mis favoritos. Esos cielos no lo he leído, pero El hijo del acordeonista me dejó bastante indiferente. Aun así, le tengo a Atxaga como un buen escritor, me parece que hace propuestas interesantes...

José M. Martínez dijo...

No lo he leído, pero Obaba y Siete casas en Francia me dejaron buen sabor de boca, asi que le daré una oportunidad

Enrique Hormigos dijo...

Me decepcionó mucho Siete casas en Francia.

Era lo primero suyo que leía, y me mosqueó tanto ver como desaprovechaba tan buen material en una novela tan desganada, que no creo que le de otra oportunidad en una buena temporada.

Anónimo dijo...

Fernando Aramburu, que ya sabéis lo que piensa de Atxaga, escribe en su blog:
"Me flanquearon hembras a la mesa. Estaba, pues, como en casa. Es que congenio con el rebaño cuando es bello y huele bien".