martes, 3 de mayo de 2016

José Manuel Caballero Bonald: Ágata ojo de gato

Resultado de imagen de agata ojo de gatoIdioma original: español
Año de publicación: 1974
Valoración: Muy recomendable


Aunque el argumento ocupe un segundo plano en la novela, eclipsado por el espectacular despliegue de estilo que realiza su autor, no vendrá mal adelantar algo para que sirva de guía a los nuevos lectores que vayan a transitar por tanto meandro y vericueto repleto de barroquismo.
En primer lugar, no se van a encontrar con una trama realista al uso. Se trata de un relato con vocación de fábula que comienza presentándonos a un normando nómada y enseguida a la joven Manuela, personaje que –aunque no llega a ser protagonista por tratarse de una obra coral– funciona como la columna vertebral de esta. El transcurso de su vida sirve de novela-río: desde que el inmigrante la compra a sus padres (aunque hoy lo consideraríamos un secuestro), sufrirá vicisitudes varias, nuevas violaciones y luego –hasta el descubrimiento del tesoro oculto que había desenterrado el vagabundo y que le condujo a la enfermedad y la locura– la prostitución como medio de supervivencia. Al morir el hombre, Manuela pone el tesoro en manos del hijo, Perico Chico (Pedro Lámbert desde el momento en que cambia de estatus) que, en cuanto atisba la posibilidad de ser rico, olvida su preocupación por el padre, incluso se desliga de la madre y se convierte en un ser frío y calculador, dedicado a oscuros negocios a costa de la venta de las joyas y objetos artísticos desenterrados por el normando. Se inicia además en las ciencias ocultas para que estas le ayuden a aumentar su patrimonio y, cuando se desengaña de ellas –influido por su católica esposa y por la idea de que con la superstición pierde honorabilidad– busca eso mismo en la religión. Existe un segundo hijo, de otro padre, que vive al margen de la vida familiar y acaba por desertar de ella. Sin embargo, la familia no para de aumentar, secundariamente por el nacimiento de nuevos miembros, pero su fuente principal es la incorporación de personas sin ningún vínculo a las que Manuela adopta como hijos o Pedro Lambert acoge en su nueva mansión
Al final de la cuarta parte, comienza la guerra civil española que lo trastoca todo, dando lugar a que el escenario de la quinta sea radicalmente distinto y a que los personajes aparezcan como derrotados, hayan perdido fuerza, hacienda e ilusión, como si hubiesen transcurrido muchos años. Los tres de la guerra no forman parte del relato, pero se intuye lo ocurrido por comentarios que se hacen sobre la marcha. A partir de ahí, –excepto Manuela, cuya decadencia había comenzado mucho antes– todos los personajes, comenzando por Pedro Lambert van cayendo en picado, aproximándose a su dramático fin.
A pesar de su carácter coral, cuatro personajes se turnan en llevar las riendas del argumento: el normando, Manuela, su hijo Pedro Lambert y Pedro a secas, el hijo de este. Algún autor ha apuntado que las andanzas de Perico Chico son una reelaboración eficaz de El Lazarillo de Tormes, pues lejos de resignarse con su malograda existencia, se busca la vida como puede y sigue adelante con el contrabando de joyas. Lo que el autor nos presenta, a grandes rasgos, es el ascenso de una familia excluida socialmente hasta entonces que se aferra a la riqueza como único horizonte posible. Las preocupaciones éticas del autor, igual que en Dos días de septiembre, quedan aquí de manifiesto. Pero además, al describir el proceso de colonización de unas tierras casi en estado virgen y la consecuente defensa de estas ante quienes pretenden domeñarlas, constituye un canto al mundo natural y su influjo sobre los seres humanos.
Un ejemplo del magistral empleo de la tensión narrativa lo tenemos en ese cadáver que, intuimos, puede aparecer en cualquier momento. El autor nos pone alerta ante un bulto o algo que llama la atención en puntos desperdigados del relato, de ahí que, en cierto modo, el normando sea un cadáver viviente que mantiene su protagonismo hasta el final.
Aparte del esperpentismo de algunos párrafos, que me han recordado mucho a Tirano Banderas, me parece evidente su relación con Pedro Páramo (1955), pero sobre todo con Cien años de Soledad (1967), y no solo por el territorio mítico que Ágata comparte con las dos últimas. Se sabe que para Caballero Bonald fue determinante el boom latinoamericano de la época, de hecho, mientras escribía su primera novela fue profesor en la universidad de Bogotá. Pero, además, es fácil rastrear la huella del colombiano en la obra del jienense: Cien años de soledad es una novela coral que introduce sucesivos protagonismos no demasiado relevantes en el conjunto de la novela, Ágata también, aunque esos medio protagonistas sean muchos menos que los del colombiano. Ese Juansegundo, hijo de Juan Cristómo, recuerda mucho a Arcadio Segundo, aunque su papel tenga mucha menos relevancia. El maizal de los Golondrinos me recordaron a los golondrinos de las axilas que describía García Márquez. Algunos párrafos parecen calcados de episodios concretos pasados por el tamiz del jerezano. Manuela, aunque posea personalidad propia, es una clara recreación de Úrsula. Por último, la progresiva decadencia de la finca, su dramático  aislamiento final constituyen un paralelismo evidente.
A pesar de todo, no podemos considerar que Ágata ojo de gato sea el Cien años de soledad español, principalmente porque si existiese alguna novela digna de este calificativo tendría que resultar tan original como aquella lo fue en su época y, por tanto, no tendría que parecerse a ella en nada.

Otras obras de José Manuel Caballero Bonald en ULAD: Dos días de septiembre

11 comentarios:

Ana dijo...

Me ha ayudado mucho a terminar de comprender un libro que ya de por sí, me estaba gustando. Gracias.

Montuenga dijo...

Me alegra saberlo, Ana, porque es lo que pretendía. Habitualmente no incluyo el argumento en las reseñas a no ser que quiera destacar algo de él o exista algún motivo de peso, aquí me pareció necesario dado el hermetismo de la prosa.
La novela exige esfuerzo por parte del lector pero es maravillosa. Saludos y gracias a ti.

El sentir de Ana dijo...

Gracias. Me aclaró mucho.

Montuenga dijo...

Ese era el objetivo. Me encanta saber qué lo conseguí, al menos en tu caso, y te agradezco un montón que me lo digas.

Montuenga dijo...

Ese era el objetivo. Me encanta saber qué lo conseguí, al menos en tu caso, y te agradezco un montón que me lo digas.

Jos dijo...

Me ha aclarado por completo, se me hacia muy difícil la lectura porque perdía alguna vez el hilo de los personajes. si bien es verdad que me recordaba mucho a cien años de soledad y esto me consolaba dejándome llevar y sin querer controlar tanto. para nada lo he relacionado con la guerra civil, me faltan 15 paginas para terminarla, pero al decirlo ahora caigo que si.
Quiero decir que leo mucho, me dejo llevar por la imaginación, pero no hago crítica, ni soy un estudioso.
Me gustaría aclarases la: relación ocasional de citas. Se refiere a que estas citas le han inspirado, o de alguna manera están camufladas en en el texto?
Muchas gracias

Jos


Montuenga dijo...

Hola Jos. Desde luego, la novela es realmente enrevesada, por eso -como ya he dicho- me propuse ante todo dar claves que facilitaran la lectura, lo bueno es que te puedes dejar llevar por su magia y que, cuando se consigue cogerle el truco, es maravillosa. Por lo que veo, es lo que te ha pasado a ti.
No entiendo muy bien lo que preguntas. Si te refieres a las novelas que cito, todas ellas están emparentadas de alguna forma con Ágata ojo de gato. En unos casos la influencia que ejercieron sobre Caballero Bonald está documentada, en otros no puedo saberlo, pero hay muchas coincidencias entre ellas y todas son anteriores a Ágata, como puedes ver ya que he puesto las fechas de publicación al lado de los títulos.
Espero haberte aclarado la duda.

Palmeral dijo...

Me has ayudado mucho a comprender una novela que nunca he comprendido su trama. Pasa como con Pedro Paramo que hasta que no llega un comentarista y te hace ver los imposible no lo ves, quizá lo que más si disfruta de Caballero Bonald es su prosa poetica. Enhorabuena.

Montuenga dijo...

Antes de escribir l@ reseña pensé que el futuro lector que entrase aquí lo haría, más que para confirmar acuerdos y desacuerdos, para aclarar dudas sobre argumento y personajes. Los que habéis
comentado lo confirmais, y seguro que hay más en el mismo caso aunque no lo hayan dicho.
Caballero Bonald tiene otras novelas menos complicadas y que merece la pena conocer.
Saludos

Rafael Muñoz dijo...

Es un muy buen libro. Modernísimo para la época. Si conoces el entorno ( el de Doñana) es sencillamente perfecta. Le pasa algo parecido a la película La isla mínima, un film extraordinario cuyo valoración se multiplica por 100 conociendo el entorno marismeño, que poco tiene que ver con la idea generalizada que lo reduce al lince, pinos y flamencos. Es un terreno hostil, áspero, tan inhóspito como mágico en el que Bonald da lo mejor de sí mismo. Destaca también, por ejemplo, su poemario Diario de Argónida aunque en éste el rostro de Doñana (Argónida) es más amable.
Muy interesante también su Examen de ingenios - totalmente al margen de su querida Argónida - , muchos de ellos desgraciadamente olvidados por el mero e inevitable paso del tiempo, en el que me cautivó tanto su elegante escritura como su exquisitez en algún que otro ajuste de cuentas.





Montuenga dijo...

A mí me decepcionó Campo de Agramante, que leí por las alabanzas de la crítica, y me encantó la muy clásica Dos días de septiembre.
Sobre el adelanto a su época, creo que es al contrario, la literatura se ha ido volviendo más conservadora en la forma. Pero aquella era la época del experimentalismo. En España, además de razones estéticas y el influjo del boom latinoamericano, servía para burlar a la censura.