Idioma original: inglés
Título original: Memoirs of a dipper
Año de publicación: 2015
Traducción: Inga Pellisa
Valoración: muy recomendable
No penséis que concebir un personaje memorable es tan sencillo en los tiempos que corren. Ni siquiera se intenta la gran parte de las veces. Para qué. Mucho de lo que hoy nos venden como literatura está basado en la dispersión. Que es como probar todas las teclas hasta que una suena. Relato, articulillo, blog, novela rural, para qué 300 páginas de personaje complejo en primera persona donde surgen dudas y miedos, donde se aprecian altibajos. Para qué impresionar al lector, si el libro va a acabar igual en una estantería.
Ya me seguís. Porque esto sí lo consigue Nell Leyshon. Gary seduce al lector. Fascinante cómo ocurre. Porque Gary es el raterillo que hurta en las tiendas, es el carterista que tienta la cremallera de tu mochila, es el asaltante de pisos que tanto tememos que nos visite. Es el pobre desgraciado que emplea ese dinero en drogas de todas clases. Y aún con ese historial, sus memorias de un ratero (traducción más fiel de su título) nos desvelan alguien entrañable, coherente, seguro de sí mismo, las más de las veces, con ganas de vivir y de salir adelante, y tan dispuesto a usar para ello su encanto personal como todo su bagaje, ejem, profesional. Porque a pesar de todo Gary conserva alguna ética, más instintiva o animal que racional, pero ha de ser un superviviente aunque sea para llevar la contraria a quienes quieren que no lo sea, a quienes le empujan hacia cualquier otro lado.
Gary se inicia en la delincuencia antes de cumplir los diez años. Su padre, un maleante en constantes entradas y salidas de todos los lados (cárcel, casa, matrimonio, legalidad) hace que le acompañe a dar un golpe, y eso constituye su rito iniciático. Demuestra su intuición, una especie de cualidad sobrenatural (a añadir a un sentido que le hace percibir los ruidos más ocultos, algo así como una precognisción encubierta) que le permite, casi siempre, ponerse en la piel de sus víctimas y adelantar sus actos. Claro, Gary vale para lo de delinquir, y pronto se hace cargo de la desastrosa estructura familiar que su padre contempla a intervalos. Madre alcohólica, hermano, Alan, que intenta salir a flote sin afectarse por tanta porquería, hermana, Sharon, que comparte con Gary debilidades pero no fortalezas. Intentará salir de allí, intentará tirar adelante una vida donde le esperan muchos obstáculos. Normal, cuando se apuesta fuerte por lo que Gary apuesta.
Con ese telón de fondo de la Inglaterra clasista, del país deprimido de los chavs y los gobiernos conservadores y liberales, El show de Gary podría interpretarse como una especie de fábula donde el destino arrastra o donde la cabra tira al monte. Pero Leyshon se aleja del sensacionalismo y del pesimismo que muestran otros famosos villanos. Gary es descarado y tiene una última finalidad noble que toma muchos caminos equivocados. Y Leyshon, vuelvo al principio, nos regala un personaje que a veces toma rasgos de Dickens y a veces parece prestado de novelas de Fitzgerald, de Capote, hasta puede que de Bunker. Formidable novela a la que solo un final levemente moralista aleja del imprescindible. Que ya es mucho hoy en día.
También de Nell Leyshon en ULAD: Del color de la leche
También de Nell Leyshon en ULAD: Del color de la leche
2 comentarios:
Lo estoy leyendo en estos momentos y coincido con tu apreciación: Gary es un excelente personaje. Nell Leyshon sabe construir voces muy interesantes (también lo hizo con la protagonista de "Del color de la leche"), que despiertan simpatía y a la vez son como una bofetada por la crudeza de su relato.
Imprescindible, Francesc, qué placer de lectura! La acabé ayer y ya tengo mono; también necesidad de reposo antes de empezar otro libro. Hacía tiempo que no leía una novela que me dejase una sensación tan especial. Me gusta cómo está contada la historia, me gusta Gary, su tesón por reinventarse y ser la persona que quiere ser...
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