Título original: Kiss me Quick
Año de publicación: 2011
Traducción: Carlos Jiménez Arribas
Valoración: está bien
Todos hemos visto Quadrophenia, supongo: trifulcas entre mods y rockers en Brighton Beach, lambrettas con multitud de faros y retrovisores, un Sting rubio platino saltando con un traje gris metalizado, y, por supuesto, música de The Who... una peli chula, sin duda. pero para el autor de este libro es, además, una película familiar, en cierto modo: el señor Danny Miller nació en Brighton y precisamente ese legendario año de 1964. Así que, para ésta su primera novela -hasta entonces había sido dramaturgo y guionista de televisión- eligió ambientarla en... Brighton, en 1964 y hacer que su protagonista fuera oriundo de.. .¿alguien lo adivina? ¡Premio: la venturosa ciudad de Brighton! La imaginación al poder, que dijeron en esa misma década de los 60, en París...
Bien, ya vemos que por original y hasta glamourosa que nos pueda parecer la ambientación de la novela, para su autor no lo es tanto. Y en lo que se refiere al argumento, lo es mucho menos: Miller ha optado por construir un noir -como mola decir ahora- de un sólido clasicismo: Besos para los malditos perfectamente podría haberse desarrollado en Los Ángeles o el Nueva York de los años 30 o 40 y no digo estar firmada por Chandler o Hammett porque eso ya son palabras mayores, pero por ahí va la cosa. De hecho, contiene una montón de tópicos del género negro: el héroe desengañado pero insobornable, el gángster de aura luciferina, la hermosa chica del gángster, los matones brutales, los polis corruptos... todo aderezado con un toque de elegancia british y una buena dosis de violencia descarnada, en principio (aunque luego la realidad iba por otro lado, me temo), menos acorde con ese estilo british, o al menos con la idea que nos hacemos de él... Por dar una somera idea del asunto: el protagonista es Vincent Treadwell, un detective de Scotland Yard, sección de Antivicio, que tras un oscuro incidente en un club del Soho londinense, es enviado a su Brighton natal para investigar la aparición en la playa de un cadáver sin cabeza ni manos. El sospechosos del crimen es el rey del hampa local, Jack Regent, que ha desaparecido de escena, dejando atrás su pavoroso lugarteniente, el "Piel Roja" Henry Pierce y a su novia, la fascinante Bobbie LaVita. Suena todo más noir que el gato de una bruja, ¿o no? Añadamos al cóctel una trama de tráfico de drogas, otra de pornografía extrema, juego y apuestas, comercio de antigüedades, la industria del pop, la mafia corsa y alguna que otra cosa más; el resultado es que la originalidad del escenario acaba siendo diluida en una propuesta de un clasicismo muy correcto pero no demasiado sorprendente, pese a la tendencia hacia el hardboiled desenfrenado, más que a la elegante tradición detectivesca de la literatura británica.
Una novela, en todo caso, bien escrita y que resulta por momentos de lo más entretenida -aunque tendente al melodrama, hay que decir-; pero creo que más recomendable para los asiduos de las Semanas Negras que se multiplican por la geografía española que del "Purple Weekend" de León; más para los nostálgicos del fedora y la gabardina que para los de la parka militar.
Una novela, en todo caso, bien escrita y que resulta por momentos de lo más entretenida -aunque tendente al melodrama, hay que decir-; pero creo que más recomendable para los asiduos de las Semanas Negras que se multiplican por la geografía española que del "Purple Weekend" de León; más para los nostálgicos del fedora y la gabardina que para los de la parka militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario