sábado, 7 de abril de 2012

Amélie Nothomb: Antichrista

Idioma original: francés
Título original: Antéchrista
Fecha de publicación: 2003
Valoración: Se deja leer


Hoy, de nuevo, la Nothomb.


Ya van cinco reseñas de sus obras en ULAD, ¿no? Pero bueno, dada la asombrosa actividad productiva de la aludida (libraco al año), no es de extrañar.

Y antes de nada, dos cosas: la primera, que me niego a volver a presentar a la que probablemente sea la escritora belga contemporánea más famosa del mundo; la segunda, que no comparto para nada la fascinación que muchos sienten por ella, porque aparte de la conseguida Estupor y temblores, el resto de sus novelas creo que no pasan de ser curiosidades y gamberradillas ingeniosas pero ligeritas ligeritas... Quizás la autora debería dedicarle más tiempo y esfuerzo a cada una de sus obras, pero qué sé yo...


Y a lo que vamos: a la anticrista que da título al libro del día.

Pues a ver, la diablilla de turno es una belga llamada Christa (bravo por el currado juego de palabras), una de esas adolescentes odiosas por su aparente y repelente perfección que caen bien a todo el mundo. Pero en el fondo de su ser les brota una retorcida maldad que se esfuerzan en reprimir y que dejan de domar cuando escogen como víctimas a ciertas pobres pardillas inversamente proporcionales a ellas. Primero las toman como sus protegidas, fingen intentar "pigmalionalizarlas" para que se parezcan a ellas lo máximo posible, pero fracasan estrepitosamente en esta misión, y acaban haciéndoles la vida imposible. Y sus víctimas, a base de humillaciones más o menos explícitas, pasan de venerarlas a odiarlas. ¿A que os suena todo esto, queridos amigos? Es que esto pasa mucho, oh, claro que lo hace: sobre todo, en los telefilmes de sobremesa de Antena 3. ¿Que no?


Pero aquí Christa no es la jefa de las animadoras ni mucho menos. Se limita a ser una cría atractiva, flaca y descarada, muy descarada, y que cae bien a todo el mundo. Y la buena de la historia (porque por si había alguna duda, los personajes de esta novela pecan de maniqueísmo extremo), es la burguesita, estudiosa y tímida Blanche, tan poco segura de su aspecto y tan discreta vistiendo, que cuando en un descacharrante momento de la trama ambas crías se quedan en paños menores, Christa descubre que su "enamiga" tiene pechos prominentes. En fin...

La novela es tan corta que no voy a contar cómo se juntan las dos muchachas ni cómo la pájara de la Christa cae tan bien a los padres de Blanche que acaba prácticamente instalada en su casa y casi la sustituye como hija: una hija mejorada. Vamos, más que anticristo o súcubo, en pocas páginas la chavala se erige en una vampiresa emocional de tomo y lomo. Pero la buena de Blanche no tiene ni un pelo de tonta y jugará a los detectives para vengarse de la maligna...


Y lo dejamos aquí. Rápida, curiosa, llena de nothombismos..., pero lo sigo diciendo: los libros de la peculiar A.N. podrían estar mucho mejor y dejar mucho más poso si la excéntrica dama belga metiera más horas de curro. Pero es mi humilde opinión, claro...


Au revoir!



3 comentarios:

Francesc Bon dijo...

Rstoy repasando viejas (bueno; viejas es un decir) reseñas. Lo siento, hemos sido demasiado magnánimos con la Nothomb, y supongo que uno de los motivos es que sus libritos son breves y rápidos de leer en una tardecita de nada. Otra cosa es que se pueda aguantar tanta ligereza y tanta vacuidad. A mí me parece de lo más sobrevalorado que hay, y experimenté cuatro libros suyos seguidos, incluída esta intragable e increíble fábula tardoadolescente, y me dije a mí mismo, "ya está bien", y no me lo he retirado. Qué banal, madre mía.

Anónimo dijo...

Pues a mí me ha gustado, sinceramente. No es ninguna maravilla la forma, ni siquiera se puede decir que de gusto leerlo, pero la verdad es que me he identificado mucho con los personajes. Claro, también he de decir que tengo soy joven y mi experiencia en la lectura es corta y mis temas de interés son otros, pero lo digo por contrastar un poco las opiniones. Un saludo.

ERIK GUTIERREZ dijo...

Lo de este hombre Francesc con la Nothomb ya rayaba en la obsesión, me parece.