Idioma original: inglés
Título original: Brendan Behan's Island
Año de publicación: 1962
Valoración: recomendable
Brendan Behan no es un escritor que podamos llamar "típico". Miembro de una familia obrera, culta (su tío Peadar Kearney compuso el himno nacional irlandés, su hermano Dominic también fue compositos y su hermano Brian fue actor y dramaturgo) y comprometida políticamente (su madre era amiga personal de Michael Collins y su padre luchó en la guerra de la independencia), Behan se unió al IRA con sólo 16 años y fue posteriormente encarcelado. Fue liberado gracias a la amnistía de 1946, cuando contaba 23 años, y abandonó la militancia armada, momento en el que decidió dedicarse a la literatura. Escribió obras de teatro, canciones y novelas, y su obra habría sido sin duda más extensa, si no hubiese sido también alcohólico, motivo por el cual desarrolló una cirrosis que lo llevó a la tumba con sólo 41 años.
El libro que hoy reseño, Mi isla, es tan atípico como su autor. La idea de escribir este libro, en realidad, la tuvo Paul Hogarth, un célebre dibujante inglés que quería ilustrar un libro sobre Irlanda y le propuso a Behan que le escribiera los textos para acompañar a las ilustraciones. Aunque éste aceptó, tenía ya tantos problemas con la bebida que no podía sentarse a escribir el tiempo suficiente para dar forma a un libro, así que Hogarth decidió grabar sus conversaciones (pues el irlandés, además de tener talento para la literatura, era un buen orador) y transcribirlas posteriormente.
Así, encontramos en Mi isla es un conjunto de textos de todo tipo: anécdotas, canciones, poemas, relato histórico, libro de viajes, relato humorístico... todo vale para conocer la vida en Irlanda, las relaciones entre protestantes y católicos, el carácter de la gente, la afición por la bebida, la relación con los ingleses (o los británicos en general)... y, también, para hacernos una idea de cómo era Brendan Behan cuando se encontraba cómodo con alguien y se le soltaba la lengua.
Acompañados de las estupendas ilustraciones a lápiz de Hogarth, este libro nos introduce en un país como no lo haría ningún otro libro de viajes. Precisamente porque no tiene una estructura clásica, porque los saltos de un tema o tiempo a otro son constantes, porque el único hilo que le otorga una unidad es la mente de Behan y porque es el tipo de texto que leeríamos, si un amigo nos contara un viaje, es un placer leerlo. Caótico, sí, pero placer, al fin y al cabo.
También de Brendan y Hogarth en ULAD: Mi Nueva York
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