Idioma original: inglés
Título original: Solitary Sex. A Cultural History of Masturbation
Fecha de publicación: 2003
Valoración: está bien
Thomas Laqueur hace aquí lo que promete el subtítulo: una historia cultural de la masturbación. Aunque quizá sería más exacto añadir entre paréntesis "como problema", porque esto es en realidad lo que puede describirse. Es muy difícil, si no imposible, hacer historia sobre la existencia y los modos de esta práctica, de tan íntima y universal que resulta ser. Lo que puede describirse es su presencia en los discursos científicos y morales, algo que sólo llega a darse desde el momento en que se considera un problema. Quizá lo que más sorprenda del libro es la precisión con que fecha este momento: 1712.
1712 es muy probablemente el año de publicación de un libro (más bien panfleto) titulado Onania, o el abyecto vicio de la autopolución. Su anónimo autor es el primero que carga a la masturbación con todos los posibles males físicos y psicológicos. La masturbación se presenta como una vergonzosa adicción, un vicio secreto que acarrea un sinfín de enfermedades y causa la perdición de niños y jóvenes de ambos sexos. El texto formaba parte de una literatura muy común entonces que pretendía cargarse de autoridad médica para vender mejor los productos milagrosos del autor. En efecto, también la adicción masturbatoria podía curarse gracias a las píldoras y demás remedios que amablemente se ponían a disposición del preocupado lector.
Lo curioso es que, de entre todos los panfletos de la época, éste alcanzó un éxito inigualable. Rápidamente se tradujo a otros idiomas y comenzó una carrera de reediciones, cada una de las cuales aumentaba su volumen con más y más cartas de lectores contritos que hacían pública confesión de su "vicio secreto". Esto es justamente lo interesante: que algo que había pasado desapercibido durante milenios, se convirtiera de repente en un tema central para la educación, la medicina y la psiquiatría. Y es que, por más que pueda sorprender, la moral cristiana no hizo gran caso a la masturbación hasta hace bien poco. Quienes emprendieron una cruzada contra este terrible vicio fueron en realidad las mentes más avanzadas y preclaras de la Ilustración.
Es esto lo que trata de explicar(se) Laqueur, y lo acaba logrando. Lo que pasa es que antes de exponer su propia respuesta va repasando todas las soluciones que se han dado a la cuestión y mostrando su insuficiencia. Y esto, la verdad, resulta un poco agotador. Tampoco me ha resultado muy satisfactorio el modo en que Laqueur trata el vuelco en la consideración pública de la masturbación a lo largo del XX. La energía que emplea en explicar el surgimiento del problema aquí de pronto se le agota. Nada que se acerque, ni de lejos, a lo que hace Preciado en Testo Yonqui.
Más de Laqueur: La construcción del sexo.
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