sábado, 18 de junio de 2011

Sławomir Mrożek: El elefante

Idioma original: polaco
Título original: Słoń
Año de publicación: 1957
Valoración: Muy recomendable

En realidad, para esta reseña casi podría remitirme a la que hice, hace ya más de dos años (¡hace ya más de dos años!) de otra recopilación suya de (micro)relatos: La mosca. Porque la unidad de temática y estilos entre las dos obras es casi completa. En esta, como en aquella, Mrożek utiliza el humor ácido, la ironía, el sarcasmo, para retratar la estupidez humana, muchas veces exacerbada u oficializada por las estructuras del sistema comunista polaco. Recuerdo que aquella me gustó; pero esta me ha gustado todavía más que el recuerdo que tengo de aquella.

El relato que da título al volumen, "El elefante", es bueno, pero no genial; es solo un cuento que muestra las torpezas de un sistema obsesionado con la imagen y los resultados. Hay otros muy superiores, como "Desde la oscuridad", una especie de relato gótico-socialista único en su especie; "El proceso", sobre una militarización del cuerpo de escritores; "El león", una magnífica alegoría sobre el modo en el que los dirigentes se guardan las espaldas por si cambian los vientos; "La aventura del tamborilero", una farsa muy bien llevada; "En el cajón", que recuerda a esa escena divertidísima de Men in Black en que Will Smith y Tommy Lee Jones encuentran todo un mundo encerrado en una taquilla, o "Peer Gynt", sobre el ascenso y caída de un campesino-metido-a-propagandista.

Creo que es importante no reducir a Sławomir Mrożek a la categoría de "escritor anti-comunista", ni siquiera de "escritor crítico con el comunismo". Mrożek es crítico con la realidad: a él le tocó vivir en la Polonia socialista de la segunda mitad del siglo XX; pero haciendo literatura ficción, podría imaginarse un Sławomir Mrożek que hubiera nacido en Estados Unidos, o en China o en España, y en cualquier país habría encontrado motivos para sacar a relucir su ingenio asesino. Y tampoco hace falta imaginar nada: muchos de estos relatos (los que se refieren explícitamente al comunismo, y los que no) sobrepasan su circunstancia concreta y representan los vicios, limitaciones, absurdos y ridículos de la condición humana.

Una nota al margen, para acabar, sobre la traducción. Evidentemente, ni hablo polaco ni tengo delante el original para cotejarlo, pero me ha llamado la atención que en varios puntos (cuatro o cinco, que recuerde) los traductores han elegido "españolizar" las referencias lingüísticas o culturales, de modo que el texto publicado habla de "el caballo de Espartero", de "el general Franco" o se incluye solapadamente un verso de Miguel Hernández (he intentado encontrarlo pero no lo he conseguido). La intención de los traductores, se supone, es sustituir referencias del original que habrían resultado incomprensibles para un lector español (lo que se llama "equivalencia dinámica": traicionar la letra del original para mantener su sentido o su efecto).

No digo que esta técnica sea errónea, por supuesto, y a veces es el único modo de traducir un texto sin dejarlo incomprensible; pero los ejemplos que he citado a mí me resultan chocantes, me distraen y me sacan de la lectura de un texto que que originalmente fue escrito en Polonia, en polaco y por un polaco. No sé, ¿no es mejor leer "el general Pichimichinski", y deducir por el contexto que se trata de un general muy importante y autoritario, antes que leer "el general Franco" y quedarte unos segundos rascándote la cocorota? Si hay algún traductor entre el público, que se manifieste, por favor...

También de Sławomir Mrożek en ULADLa moscaLos emigrados

3 comentarios:

Paula dijo...

Como futura traductora que espero algún día ser, voto por dejar que el lector piense que el General Pichiminski era "un general muy importante" y ya está. ¿No se supone que una de las cualidades de la literatura es la de trasladarnos a otros mundos y a otras épocas? Pues eso.

Montuenga dijo...

Se pone una nota a pie de pagina en los puntos más confusos y ya está.

Miguel dijo...

Yo, desde luego, habría tirado un poco más de equivalencia formal, con nota al pie a unas malas. Además, si el traductor decide acercarse más al lector final, se impone el principio de coherencia, y los personajes serían todos Juanes, Manolos, Marías, etc.

¿De qué año es la traducción? Hubo un tiempo en que parece ser que era bastante común este tipo de traducción. Se dice/se rumorea/se comenta que rula por ahí una de las primeras traducciones publicadas al castellano de "El hobbit" traducido cómo "El hobbito". Suena a nombre de furby, ¿o no?