viernes, 17 de junio de 2011

Henning Mankell: El chino


Idioma original: sueco
Título original: Kinesen
Año de publicación: 2008
Valoración: Está bien




Esta vez Mankell ha dejado descansar a Wallander, pero la ausencia del famoso detective no augura ninguna calma. Todo lo contrario. En la Suecia que recrean estas páginas, dónde todo es desmesurado, los crímenes se multiplican. Nada menos que
diecinueve contamos en un thriller trepidante, que en su momento fue éxito de ventas – era fácil encontrarlo en el hiper delante de la caja registradora –, dónde se mezclan escenas truculentas con ambientaciones históricas, en cuya acción se implica a zonas muy distintas del mundo y que plantea candentes temas de actualidad. Todo esto por medio de una trama complicadísima que se inicia con la inquietante peregrinación de un lobo hambriento. Es verdad que, una vez abierto, el libro no se nos despega de las manos, y no sólo por las grandes dosis de intriga que contiene sino porque la desazón que provoca nos empuja a acabarlo cuanto antes.

Pero esta impaciencia tiene un límite, en un momento dado la tensión nos empieza a fatigar, el exceso de datos resta algo de interés, la complejidad de la investigación resulta forzada, artificial, poco creíble. Y, sobre todo, el hecho de trasladarnos a escenarios tan distintos en espacio y tiempo da lugar a que olvidemos un poco el motivo que nos había llevado hasta allí, es decir, los crímenes. Y este despiste relativo es el peor enemigo de cualquier producto del género negro. No es que las peripecias que suceden en el S. XIX no resulten apasionantes, sino que regresar al mundo actual para encontrarse de nuevo con la truculenta atmósfera que ya se había respirado da una pereza increíble.

Henning Mankell ha dado con una fórmula infalible para atraer lectores y mantenerlos fieles de por vida, pero repetir siempre lo mismo, por muchas satisfacciones que le haya proporcionado, puede cansarle hasta a él. Sobre todo si dicho autor es un temperamento inquieto, al que le encanta experimentar, profundamente comprometido con su época (desde hace 20 años vive en Mozambique, ha escrito sobre la infancia africana, el sida, la inmigración y el año pasado fue detenido por el ejército israelí en la flotilla humanitaria que llevaba víveres a los palestinos, en una acción que produjo nueve muertos) y que, debido a esa forma de ser, precisamente lo que más teme y detesta es volverse rutinario. Claro que todo tiene un límite y tanta complejidad, concebida con el fin de interesar y producir tensión dramática, puede desembocar en el efecto contrario. Y hay algo más, no es fácil, ni siquiera para un experimentado artesano del género, conseguir que elementos tan diversos ajusten perfectamente dando lugar a un conjunto coherente y verosímil. En el intento siempre se puede aflojar alguna pieza. Supongo que Mankell cuenta con ello y quizá confíe en que el lector, abrumado por la sobresaturación de datos no se dé cuenta del lugar exacto en qué chirría la maquinaria. Pero eso nunca funciona: puede que, sumergidos bajo al avalancha de datos, no seamos capaces de identificar los elementos discordantes pero no cabe duda de que notamos que existen.

Por eso, al volver la última página, y por mucho que hayamos disfrutado de los manjares servidos por Mankell, notamos que se nos han indigestado un poco. Y decidimos que, si volvemos a leerle, tendremos que elegir mejor.

También de Henning Mankell en ULADAsesinos sin rostroAntes de que hieleHuesos en el jardín

6 comentarios:

Santi dijo...

No he leído esta novela de Mankell en concreto (me la habían recomendado hace no mucho, pero nunca me puse a buscarla), pero es verdad que otras suyas, de la saga Wallander, me han resultado algo plomizas. No recuerdo los títulos, porque las mezclo. Ah, y Firewall me pareció muy mala, se ve que intentó meterse en un berenjenal que no controla, y así salió la cosa.

En todo caso, y en abstracto, me parece loable que un escritor que tiene ya una fórmula de éxito establecida, decida salirse de ella e intentar cosas nuevas más arriesgadas...

Montuenga dijo...

Más que arriesgado, es un poco tramposillo... Pero así y todo me sigue cayendo bien.

geronimo dijo...

Hola,

Leí hace tiempo el Chino y me gustó mucho.
Está vez no estoy muy de acuerdo con la reseña. Yo diría que en las novelas de Mankell, tanto las de Wallander, como esta, la trama tiene una importancia muy relativa.
Me quedo mucho más con los personajes y con el contexto histórico.
Pero incluso si nos centramos en la trama, no cuesta nada de seguir. Entre otras cosas porque Mankel escribe muy bien.
Y, con todo el respeto, lo de repetir siempre lo mismo o fórmula de éxito a que te refieres me lleva a preguntarte: que tiene que ver "El chino" con "Huesos en el jardín"?

Saludos

Montuenga dijo...

Pues me parece muy bien que no estés de acuerdo, cada uno es muy libre de opinar lo que quiera. Y comprenderás que, después de nueve años, no pueda argumentar como si lo hubiese leído hace poco.
Mankell me encanta y sentí mucho su pérdida. Si no has leído Antes de que hiele, te la recomiendo.

Gerónimo dijo...

Hola,

Estaba paseando por ULAD y he vuelto a ver está reseña. Si algún lector se está planteando leer a Mankell, tengo la sensación que se va a desencantar.
Yo le animo, humildemente a que lo haga. Hay varios Mankells:

-La serie Wallander, aconsejo empezar por el principio. Encontrará toda la evolución del personaje de Wallander, desde la ilusión inicial al desencanto. También encontrará mucha sociolgía sobre Suecia. Y cosas que aquí nos cuestan de entender (cuando les sale un delincuente, se preguntan donde fallaron los servicios sociales. Cuando tienen que viajar por una caso se preguntan si al contribuyente le parecerá bien). También es un tratado en gestión de equipos.

-Las novelas sobre inmigración: "El ojo de leopardo" "El hijo del viento" Aquí Mankell se pone en el cerebro del "otro"

-Las novelas sobre Africa actual, especialmente su "Trilogía africana" la maravillosa historia real de Sofía narrada desde el conocimiento directo

-Novelas como "Profundidades" donde se habla de la maldad en estado puro, con una alegoría brillante entre una sonda que explora el fondo del mar y la exploración del cerebro humano.

Disculpad el rollo, pero me sentía en deuda con este autor por los maravillosos momentos que me ha hecho pasar.

Anónimo dijo...

Al contrario, Mankell no desencanta, es mi modesta opinión.Lo he pasado muy bien leyendo todas las novelas de Mankell.Y se lo agradezco mucho,allá donde esté. Mankell me has hecho sentir bien, cosa que no es fácil en el mundo actual.Gracias.