lunes, 8 de febrero de 2021

Sergio Vila-Sanjuán: Por qué soy monárquico

Idioma original: Español
Año de publicación: 2020
Valoración: Muy decepcionante

Fue enterarme de que Ariel publicaría Por qué soy monárquico y hacerme con un ejemplar. Nunca creí que Sergio Vila-Sanjuán, el autor del libro, me hiciera comulgar con su postura, pues soy republicano, pero pensé que sería intelectualmente estimulante confrontar ideas. Además, le supuse a Vila-Sanjuán una categoría argumentativa superior a la de otros monárquicos con los que me he ido encontrando hasta la fecha. Lamentablemente, mis ya de por sí moderadas expectativas se vieron frustradas. Esto se debe a varias razones: 

  1. Por qué soy monárquico es, antes que un ensayo, una suerte de «crónica impresionista (...) declaradamente personal». Lo cual reduce sobremanera su potencia conceptual y fomenta licencias y excesos alejados de una perspectiva objetiva e imparcial. 
  2. Vila-Sanjuán se centra tanto en la realidad española que pierde en el proceso la capacidad para hacer una reivindicación más amplia y enjundiosa de la institución a la que trata de defender. 
  3. Las tesis de la obra no ofrecen enfoques novedosos. Son las de siempre, por lo general tan vacías de contenido y carentes de rigor crítico como las que podría expresar un tuitero anónimo. Sin duda, esperaba más nivel de Vila-Sanjuán, a quien tengo por una persona culta y cuya labor periodística (no puedo juzgar su vertiente narrativa, porque la desconozco) me parece sobresaliente.
  4. Por qué soy monárquico nos enfrenta por enésima vez a debates que a estas alturas tendrían que estar superados, y recurre impúdicamente a varias falacias lógicas (la del falso dilema o la "cum hoc ergo propter hoc", por ejemplo). 
  5. El relato histórico de Vila-Sanjuán presenta imprecisiones, tergiversaciones, omisiones convenientes y lecturas sesgadas. Un caso flagrante de esto es el de Juan Carlos I, cuyas virtudes y hazañas son sobredimensionadas en estas páginas, y cuyas equivocaciones y tachas se intentan relegar casi exclusivamente a los años 2000 en adelante. Al menos, y esto honra a Vila-Sanjuán, se airean unas cuantas de las miserias del emérito (y de algún otro monarca); no todo el mundo se atreve a asumirlas.
  6. A ratos, uno tiene la impresión de que este texto no sólo es el peloteo laudatorio habitual, sino que es un ejercicio oportunista de blanqueamiento de la cada vez más desprestigiada Casa Real española. Y si no, que me expliquen por qué de los Borbones que Vila-Sanjuán aborda, aquél al que se dedica más tiempo es Felipe VI, quien a día de hoy no lleva ni diez años de reinado. Entiendo que Vila-Sanjuán ha conocido personalmente al actual jefe de Estado, pero no comprendo por qué le ve tanto interés. ¡Casi le pone más énfasis a su lucha contra el catalanismo independentista que al papel que Juan Carlos I desempeñó durante la Transición! ¿No sería conveniente tener mayor perspectiva histórica antes de endiosarle? ¿Quién te dice que en unos años no se le va a relacionar con los tejemanejes de su padre? Si a un monarca «se le pide que sea sabio y prudente», también a sus partidarios. 
  7. No ayudan a redondear el conjunto las constantes intromisiones de Vila-Sanjuán, que distraen del que debería ser el objetivo del texto. Sus comentarios y opiniones connotan situaciones que deberían haberse retratado con fidelidad documental; las referencias a su familia y amigos, amén de las que hace a su propio corpus literario y a su carrera laboral, huelen a ego y a autopromoción. 

Llegados a este punto, dejad que discuta algunas de las afirmaciones que se hacen en Por qué soy monárquico:

  1. Que entre los países con más calidad democrática del mundo se encuentren múltiples monarquías parlamentarias no implica que dichas monarquías parlamentarias sean la causa de la calidad democrática de los países en cuestión.
  2. Que la monarquía (o cualquier otra forma política) sea constitucional no quiere decir que se vea respaldada por la legitimidad.
  3. Los monarcas carecen del peso simbólico que se les intenta insuflar. Es más: a ningún ser humano (y menos todavía a uno que no lo obtiene a través del filtro de la meritocracia, sino a través de un derecho de nacimiento) debería atribuírsele peso simbólico alguno.
  4. Soy el primero en reclamar una separación (especialmente, en el terreno de las artes) de autor y obra. Por tanto, estoy a favor de que los méritos políticos de los reyes no queden opacados por sus defectos humanos. Pero es que a menudo olvidamos que los reyes alcanzan el estatus institucional que les permite intervenir en política mediante mecanismos hereditarios, lo cual hace que incluso sus méritos políticos sean injustos. Y, ¿de qué sirve separar, como propone Ernst H. Kantorowicz, la figura institucional de su actividad como persona normal sujeta a debilidades y fallos, si luego se dota a esta última de inmunidad jurídica, blindando obscenamente así sus debilidades y fallos? 
  5. ¿Puede considerarse monárquico (en sentido amplio, se entiende) alguien que se define exclusivamente como juancarlista o felipista? Yo no dejo de ser demócrata cuando un candidato que no me gusta gana las elecciones presidenciales; si acaso, me vuelvo más crítico todavía con el sistema imperfecto al que me adscribo. 
  6. Sugerir que las conquistas modernizadoras y democráticas alcanzadas gracias a los Borbones sólo podrían haberlas logrado ellos, y que por esto la institución monárquica es necesaria en España, es deshonesto.     
  7. Si vamos a ensalzar el valor de los rituales, citando fuera de contexto a Byung-Chul Han, ¿no sería mejor que nuestro país dejara de ser aconfesional? A fin de cuentas, la religión ofrecería unos cuantos «rituales y ceremonias»; esos que, según parece, son tan necesarios. Tampoco deberíamos revisar críticamente varios de nuestros rasgos identitarios, como el toreo, pese a su insultante anacronismo. 
  8. Y bueno, no creo que haga falta entrar en por qué declarar que Felipe VI encarna los valores republicanos es una paparruchada. Por no hablar de lo falso que es asumir que, económicamente, la aportación del rey al Estado es muy superior a lo que cuesta al contribuyente. 

Para ir concluyendo, destacaré que la única virtud que puedo encontrarle a este opúsculo es que sugiera conclusiones que, pese a su obviedad, los republicanos más radicales se niegan a admitir. A saber: 

  1. Que los reyes pueden ser, hasta cierto punto, gobernantes (o agentes políticos) reformistas.
  2. Que no todos los que los apoyan deben ser necesariamente gente conservadora, pues suelen atraer también a perfiles liberales.  
  3. Que se les puede reivindicar sin caer en el proselitismo.

Poco más que añadir. Por qué soy monárquico me ha decepcionado bastante. A la postre, lo que debería haber sido un ensayo como es debido, se queda en una mera reafirmación de las convicciones del autor, en un estéril panegírico salpimentado con trazos de crónica familiar. Ya sé que Vila-Sanjuán no pretendía otra cosa, pero eso no ha hecho menos frustrante mi experiencia lectora, ni ha servido para satisfacer mi curiosidad intelectual.

75 comentarios:

Joselu dijo...

Para mí el argumento central es que soy monárquico porque no soy republicano -con dos ya tuvimos bastante-. Por lo demás, no encuentro ningún argumento que sea en abstracto mejor una monarquía que una república, no en abstracto pero sí en este puñetero país.

Juan G. B. dijo...

Hola, Oriol:
Tu reseña me ha recordado un libro bastante interesante e incluso entretenido que leí hace tiempo, sobre la vida cotidiana durante la dictadura de Primo de Rivera, escrito por José Luis Vila-Sanjuán, que por lo visto era el padre de este Sergio. También se declaraba monárquico, creo recordar que por seguir la tradición familiar, aunque lo curioso es que, si bien el libro se centraba en aspectos costumbristas o sociales de la España de aquella época, revelaba los suficientes datos sobre el rey Alfonso XIII y su compinche Primo de Rivera como para dejar de serlo...
Por cierto, que googleando me he enterado que tuvo otro hijo, hermano de Sergio V.-S., llamado o al que llaman Morrosko y que, pese al nombre, no se dedica al deporte rural vasco, sino a la cosa audiovisual, tanto en cine como televisión.
Por lo demás, Salud y República, compañero ; )

Oriol dijo...

A mí me pasa al revés, Joselu. No quiero que parezca que hablo desde la superioridad moral, pero la monarquía me parece intelectualmente indefendible, y más todavía desde el punto de vista abstracto. Y admito que la implementación práctica de una república puede acarrear sus cosillas (como cualquier proyecto humano), pero bien hecho es, a mi juicio, una mejor alternativa.

En todo caso, no soy un dogmático y tengo la mente abierta. Si alguien quiere dialogar desde el respeto y con argumentos, estoy seguro de que se puede crear un debate interesante. ¡Incluso me podéis persuadir y atraer al lado oscuro, quién sabe!

Juan, precisamente el libro de Sergio deja claro que lo de ser monárquico es algo en lo que la familia ha tenido mucho que ver. De ahí que diga que esperaba de este libro una justificación que el autor ni siquiera se molesta en ofrecer. Desde el principio no pretendía explicar sus convicciones, sólo reafirmarlas.

Jose Luis Vila-San-Juan aparece en el libro, así como su padre. Se aborda la relación entre Alfonso XIII y Pablo Vila San-Juan (abuelo de Sergio y progenitor de Jose Luis), además de la del mentado Jose Luis con Juan III, o la del propio Sergio con Felipe VI.

Juan G. B. dijo...

Hola otra vez:
Sólo un inciso: entiendo que has puesto lo de "Juan III" inflyido por el libro, pero permíteme recordar que, por más que a los monárquicos españoles _incluyendo el periódico ABC) les haga ilusión llamarlo así y que incluso su hijo se adoptara lo fe "Juan Carlos" para no teber líos con el ordinal, Juan de Borbón fue tan rey de España como pudiera serlo yo o tú. De hecho, te puedes hacer llamar Oriol I de ULAD y tan pancho, si quieres...; )

Oriol dijo...

Lo sé, lo sé, Juan. He empleado el III para citar con exactitud al libro, del mismo modo que he escrito de distintos maneras, si te fijas, el apellido familiar del autor según a qué pariente acompaña, también respetando al libro. Pero soy consciente de que Juan de Borbón (de este modo también se le menciona en “Por qué soy monárquico”) no fue rey.

1984 dijo...

Muy buena la reseña, argumentada de manera impecable. Nunca se me hubiera ocurrido acercarme al libro del señor Vila-Sanjuán, pero después del repaso de Oriol se me despiertan las ganas de leerlo. Algunas discrepancias con Oriol. La esencial: la monarquía española sí está respaldada por la legitimidad porque su legitimidad no es otra que la Constitución de 1978, aprobada por los ciudadanos españoles en referéndum y aún en vigor. La Constitución establece que la forma de Estado es la monarquía parlamentaria, PERO que la soberanía reside en el pueblo español; la de 1978 es una Constitución democrática en cuanto a la legitimidad última del poder político o soberanía, PERO monárquica en cuanto a la jefatura del Estado, que es obviamente hereditaria. Constitucionalmente, el rey no gobierna, pero reina. Este compromiso entre la soberanía nacional o democracia y el derecho hereditario regio es sin duda sorprendente, pero no resta legitimidad al monarca. La única legitimidad del rey de España es la Constitución. No tiene otra legitimidad en el siglo XXI.

Algunos de los países más civilizados y democráticos son monarquías. Empezando por GB, en donde nace nada menos que el liberalismo y el parlamentarismo. No serán "causa", pero las monarquías en estos países han sido un factor importante en su desarrollo político democrático. Por eso sobreviven esas monarquías. En España, resulta indiscutible el apoyo del "emérito" y de la institución que representa a la democracia.

Las monarquías son puro simbolismo. Como lo son todas las instituciones estatales. El rey es símbolo vivo de una nación. Piénsese en Japón o GB. La República Francesa es casi monárquica por su fuerza simbólica cuasi regia. Lo mismo en EEUU etc.

Felipe VI encarna como jefe del Estado una democracia=símbolo. Porque España es una democracia. Cosa que algunos de la izquierda niegan.

Pero bueno, todo se puede discutir. Evidentemente, lo más democrático es escoger directa o indirectamente al jefe del Estado. Resulta anacrónico que la jefatura del Estado le corresponda a una familia por derecho patrimonial de sangre. De todas formas, como dicen los ingleses, lo que funciona, funciona. La de ellos, funciona. También otras. Prefiero Suecia, Noruega, Holanda o GB a la República Popular China, por ejemplo.

Solo reiterar mis felicitaciones a Oriol porque su reseña obliga a pensar, lo que no es poco.

Un cordial saludo.

Bernardo Cilleros dijo...

El debate Monarquía-Republica no soporta en la actualidad ningún debate basado en argumentos racionales salvo que se pretenda convertir falacias o medias verdades en criterios acompañados por la razón. Basta decir que el único argumento que te dan los monárquicos, después de haber desmontado uno a uno los suyos, es que mejor el rey que está que cualquiera de los políticos (casualmente todos de izquierdas, con motes incluidos ). Eso lo resume todo.

Dicho lo cual, mi máximo respeto a todos aquellos que se declaran monárquicos como, por citar a otro colectivo igual de respetable, por los católicos, los judíos ultraortodoxos o por aquellos que creen ciegamente en tantas otras cosas hasta ahora no demostradas. Respeto al máximo los sentimientos, las tradiciones y la fe, sea cual sea, sobre todo cuando suplen a la razón pero reconfortan el espíritu y no hagan especialmente mal al prójimo. Evidentemente el título de libro es una contradicción perfecta y si me permitís con haber leído la reseña me es más que suficiente. Ningún argumento de los expuestos me es novedoso.

Saludos a todos y sobre todo, en este caso, a los monárquicos de buena fe, que los hay y muchos.

Bernardo dijo...

Ah y a 1984 yo le digo que también prefiero a Francia, Alemania, Estados Unidos, Canadá , Chile y Portugal a la República Popular China... y ya puestos a Arabia Saudí, que no es precisamente una república. Por favor, seamos más serios. Es más entre Arabia y China a lo mejor me quedo con China, que quieres que te diga.

Saludo discrepante.

James dijo...

1984 estaba argumentando con lógica su posición, aunque yo no la comparto. Pero después del argumento de la República Popular China, todo se viene abajo.
Yo también prefiero Suecia o Noruega a que me abrace un oso pardo con un cinturón de explosivos adherido a su cuerpo. Pero eso no me parece un activo que avale la Monarquía como un sistema válido y coherente.

Marc Peig dijo...

Hola a todos, interesante el debate sobre las monarquías. Solo me gustaría decir, para matizar el comentario de James, que en monarquías como la Noruega también puede haber terroristas, a lo mejor no con un cinturón de explosivos atado al cuerpo (o sí), pero sí rifle en mano como Breivik.
Saludos
Marc

1984 dijo...

Bueno, antes de que me abrace un oso pardo prefiero Corea del Norte ja ja. Quería decir que todo es relativo y depende de las tradiciones políticas de cada país, de su historia etc. Hay países que parecen consustanciales a la república: EEUU, Francia; otros, menos, a la monarquía: GB o Japón. España no es consustancial a ninguna forma de Estado, creo yo. Ahora bien, la experiencia histórica de las dos repúblicas españolas no fue precisamente buena. La primera fue de coña; la segunda terminó en un golpe de Estado militar y el desencadenamiento de una guerra civil, con un epílogo de 40 años de dictadura. Naturalmente, estas malas experiencias no invalidan ser republicano; ni Fernando VII impide ser monárquico y hasta borbónico; ni Arabia Saudita valorar como se merece una monarquía constitucional etc etc.

Particularmente, y en el orden de las ideas, prefiero una república a una monarquía (basta con pensar en Victoria Federica o en Felipe Juan Froilán de Todos los Santos o en Corinna Von lo que sea para que uno se convierta en Robespierre e incluso Durruti), siempre que la república sea parlamentaria y no presidencialista (porque eso supone un poder casi absoluto, dictatorial, para el presidente de la república). Demasiado poder en pocas manos siempre es malo, aunque sea un poder "republicano." Por lo demás, las personas de izquierda que quieren república deben entender que en una república puede llegar a ser presidente Bush, Trump, Aznar o hasta SS Abascal. Muchos, a mi juicio, identifican república con izquierda radical, autodeterminación, federalismo, la independencia pura y simple de ciertos territorios españoles o mil cosas más, lo que es discutible, además de peligroso para el asentamiento de una posible república en España. A mí estas personas me espantan del campo republicano porque no confío nada en ellas, sencillamente. Hay muchos matices en toda esta discusión.

Saludos

Anónimo dijo...

Enhorabuena por la reseña. Está muy bien escrita y argumentada. Me gustaría simplemente puntualizar que la supuesta legitimidad de la monarquía española es más que cuestionable. Recordemos que fue Franco quien elige a Juan Carlos I como sucesor antes de su muerte en 1969. Desde ese momento y a lo largo de toda la Transición su figura es incuestionable, intocable, no sujeta a debate. Ni se vota ni se opina sobre este punto. La Constitución de 1978 se hace bajo unas circunstancias históricas muy concretas, que imposibilitan el debate de ciertas cuestiones, entre ellas la de la forma del Estado: monarquía o república. En esencia, lo que impide plantear alternativas a la monarquía durante el proceso de redacción de la Constitución es la vigilancia del ejército y de los sectores franquistas que seguían muy vivos y aferrados a los puestos de mando del Estado en 1978. Cuestionar a Juan Carlos I en 1977 o 1978 en forma de una alternativa republicana era sencillamente inviable. La sombra de estos sectores era alargada y llegaba hasta la misma mesa de negociación de la Constitución. La cúpula del ejército y del Estado seguía siendo franquista y velaba por que se cumpliese la voluntad última de Franco, encarnada en la figura de Juan Carlos I como rey de España. Por lo tanto, la aceptación de la monarquía no fue realmente una opción, sino una condición sine qua non para poder empezar a hablar de democracia y libertad. Desde el primer momento se impuso la monarquía como única opción política, acallando las voces republicanas y sin preguntarle nunca al pueblo soberano qué forma de Jefatura de Estado prefería. Es cierto que la Constitución fue aprobada en referéndum, pero también lo es que la monarquía nunca fue sometida a debate ni se pudieron plantear opciones o alternativas. Entiendo que esto fuese así en 1978, pues las circunstancias eran las que eran. Sin embargo, lo llamativo es que ahora que se puede debatir y opinar sobre este tema (y muchos queremos hacerlo), se sigue considerando el referéndum sobre la monarquía como un tema tabú, defendido tan sólo por partidos de izquierdas (léase no precisamente el PSOE) o nacionalistas. Sin embargo, aunque los políticos socialistas se empeñen en no hablar de este asunto, no está tan claro que los votantes socialistas prefieran la monarquía a la república. Ese es el punto clave de la cuestión. ¿Cuenta la monarquía con un apoyo mayoritario de los españoles en 2021? Realmente no lo sabemos ni podemos saberlo porque la pregunta está sujeta a una censura tácita: no llega siquiera a formularse. No aparece en ninguna encuesta del CIS ni ningún medio de comunicación se atreve a formularla. Y ese es precisamente el quid de la cuestión: que la legitimidad de la monarquía solo puede conseguirse con un referendum democrático y plenamente libre. Y hasta que eso se haga, la monarquía seguirá siendo constitucional, sí, pero desprovista de la legitimidad democrática que otorga un consenso probado y reforzado en las urnas.

Juan G. B. dijo...

Por ahondar en el comentario de mi compañero Marc, me gustaría recordar la delicada relación que han mantenido algunos miembros de las casas reales con las armas de fuego (y no me refiero sólo a la española, pillines), lo que hace que tampoco haga falta irse fuera de ellas para encontrar ataques que podemos calificar como terroristas:
https://elpais.com/internacional/2001/06/02/actualidad/991432801_850215.html
Curiosamente, la nepalí no se suele mencionar en los recuentos de monarquías ejemplares, no sé pir qué será...
En todo caso, esperemos que Froilán se mantenga lejos de Zarzuela, por el bien de todos.

James dijo...

1984, vuelves a usar un argumento que me parece, en este caso sí, doloroso.
Sostener que en España la república mal porque mira cómo acabó la segunda, es como decir que ser judío es una mala elección porque en un momento dado puedes ser víctima de un exterminio.
El final de la segunda república fue una infamia. Hay que apuntárselo a quien lo provocó, no a la república.
Y luego lo del signo político de una república, creo que ahí el problema lo tiene la derecha española, que no se aclara al identificar república con izquierda. Pero eso ya es problema de analfabetismo

Anónimo dijo...

A mí juicio (y por aportar más datos a este interesante debate), si la monarquía es atacada por Pablo Iglesias, es que la monarquía debe ser buena para España.

Oriol dijo...

Antes de que el debate se desmadre, me gustaría recordar algo: se puede apoyar una forma de gobierno desde el plano intelectual y reconocer, al mismo tiempo, que la implementación práctica de la misma puede tener sus defectos. Pero no mezclemos churros con meninas, por favor. Quien apoye la monarquía, que me deje saber por qué. No vale decir que en España ha habido dos repúblicas fallidas o que hay monarquías que funcionan. Si rebajamos el nivel de la argumentación a esto, yo también puedo contraatacar dinamitando a la Casa Real Española sólo porque Juan Carlos I ha sido un impresentable o mencionando monarquías deleznables (la de Marruecos, Nepal, Arabia Saudí...). Así que centrémonos. Y va por ti, Anónimo de las 19:28, que no sé si eres un “troll” o verdaderamente tienes una opinión así de pobre y te quedas tan pancho.

1. La monarquía parlamentaria no es un sistema atroz, claro, pero en abstracto es algo indefendible si lo que se reivindica es la democracia.
2. La monarquía española no es legítima. La Constitución del 78 no la legitimó en su momento, y todavía menos es capaz de legitimarla en la actualidad. Lo único que la haría legítima sería su validez filosófica y la voluntad de los ciudadanos. Ah, por cierto, ni siquiera a Juan de Borbón le pareció legítima la coronación de su hijo, pues ni siquiera se ciñó a los mecanismos hereditarios.
3. El papel del rey emérito durante la Transición tiene sus luces y sus sombras. Aunque aceptemos que fue determinante para instaurar la democracia en nuestro país (bueno, pensadores de la talla de Antonio García Trevijano niegan que tengamos una democracia real, pero ahora no voy a entrar en este jardín), eso no implica nada. También Franco logró alguna que otra hazaña, pero eso no va a hacer que sobredimensione sus méritos o le tenga estima.
4. Los monarcas tienen peso simbólico, es cierto. Así que mejor critico solamente que se les insufle uno que no merecen: el representar la intersección entre tradición y modernidad o el de abanderar los valores republicanos, por ejemplo. Los monarcas son lo que son: reliquias apolilladas pertenecientes a una institución agónica que no tiene cabida en el presente. Como seres humanos pueden ser estupendos, e incluso como gobernantes (o agentes políticos) pueden tener sus aciertos, pero no son fruto de la democracia o la meritocracia, señores, y esos dos filtros, aunque imperfectos, son los mejores de que disponemos en la actualidad para elegir a un jefe de Estado.

En cuanto a ti, Bernardo, decirte que no creo que el paternalismo sardónico sea una buena estrategia para enfrentarse a un adversario ideológico. Hasta la fecha no he encontrado ningún monárquico capaz de convencerme, pero estoy abierto a ello, si se tercia, porque sé que hay gente muy preparada entre ellos. Así que no los metamos a todos en el mismo saco. Eso sí, podemos burlarnos abiertamente de aquéllos tuiteros anónimos con un escudo de fútbol como foto de perfil que endiosan a Felipe VI sin aportar ningún argumento. Benditos sean, ellos y su entrañable ingenuidad.

1984 dijo...

Amigo James: los hechos son los hechos y ninguna de las dos repúblicas lograron arraigar en España. Las causas fueron muy complejas y este no es lugar para analizarlas, me parece. Únicamente decir que un dato esencial para entender el fracaso de la Segunda República fue la semilealtad a la democracia de los dos principales partidos de la época: la CEDA y el PSOE. Este dato, entre otros. Y es natural que la derecha española sea antirrepublicana viendo el pelaje de los defensores de la república aquí y ahora; servidor, sin ser ni de derechas ni monárquico, con tipos así no va ni a tomar copas, mucho menos se embarcaría con ellos en dirección a la Tercera República. Gracias, pero me quedo en casa. Pero ya digo que en estos asuntos de alto voltaje político lo normal es tener mil discrepacias. Por suerte.

Es muy interesante y sutil lo que plantea Anónimo. Es indudable que en 1978 la correlación de fuerzas era la que era y nadie hablaba de república; se quería la democracia, sin más. Con los chicos de ETA asesinando todos los días y los ultras conspirando todas las noches bastante es que se consolidó una democracia no efímera. Ahora bien, que la legitimidad de una forma de Estado dependa de poner en duda su propia existencia planteando un referéndum al gusto de los adversarios de esa forma de Estado lo encuentro bastante discutible. La República Francesa es plenamente legítima aunque nadie plantee un referéndum sobre si Francia debe seguir siendo o no una república. Y existen, aunque pocos, franceses que son monárquicos. ¿Y? Derecho pleno tienen a serlo; como aquí a ser republicanos. Lo mismo de Francia se puede aplicar a España. La monarquía española no deja de ser democrática porque no se convoque un referéndum sobre la forma de Estado en España. En democracia, en mi opinión, legitimidad y legalidad coinciden. Y no existe más fuente de legitimidad que la Constitución de 1978 y todos los procesos electorales regulares, libres y limpios, que se han celebrado en España desde 1977/1978. Democracia plena y consolidada. Esta es mi opinión.

El otro Anónimo. Breve, pero rotundo. Ese que aporta es un dato cierto y a tener en cuenta. Lo que dice Podemos que está mal, para mí no es que esté bien, pero tampoco es malo del todo. Ejemplo: la monarquía. Pero como los podemitas gobiernan y son ministros y, atención, hasta ¡vicepresidentes! de una monarquía constitucional, es de suponer que con boquita de piñón nuestros revolucionarios de bolsillo aceptan la plena legalidad y legitimidad del sistema político que ¡oh, brother! les permite mandar. Vaya, vaya; y decían que no había democracia en España; ahora sí, porque gobiernan, a lo que tienen por lo demás perfecto derecho si les dan los números. En fin.

Por desgracia, armas y borbones hacen buena combinación. Que se lo pregunten sino al elefante, al oso, al pie de Froilán y al hermano del emérito.

Un cordial saludo a todos.

Curro dijo...

Qué alegría me da participar de un debate sobre la monarquía sosegado en el que cada uno expone su opinión y sus diferencias. A ver si hay suerte y no aparece algún intransigente....

Lucas Despadas dijo...

Como dice mi paisano Juan y Medio: "¡Viva la República!"

Jon dijo...

Este panegírico es un ejemplo de tantos de que ser un intelectual respetable (así le considero, con grandes inquietudes y conocimientos culturales y literarios en particular) no asegura ni mucho más tener un criterio superior sobre nada. Sólo entiendo que este señor haya escrito esto con la lícita voluntad alimenticia en estos tiempos en los que la monarquía española está tan de moda. Alguien que ha leído tanto como él y al que se le supone, en consecuencia, sentido crítico no puede decir tantas simplezas y atribuirse razonamientos tan pobres. Todo sea porque todo el mundo tiene derecho a soñar con un boom de ventas en navidad con atajos tan burdos.

Acabo, respeto y admiro tanto a Vila-Sanjuan como periodista y divulgador cultural como sonrojo me produce que firme este triste y paupérrimo ensayo de consumo.

Lupita dijo...

Hola a todos y permitidme entrar en el debate:

Como Oriol, no soy nada dogmática e intento mantener la mente abierta, por lo que me parece muy loable que se acerque a leer algo que está basado en una ideología diametralmente opuesta a la suya. Me resulta rarísimo personalmente que en una época de tanto acceso a la información, sólo se siga a aquellos que piensen igual que nosotros, sin dar lugar al mínimo razonamiento crítico. Por todo ello, me ha gustado mucho la reseña.

En cuanto al debate monarquía-república, de forma abstracta la segunda (o cualquier forma de representación elegida por el pueblo)es la única que veo congruente en un sistema democrático. Otra cosa es como los dirigentes pueden estropear cualquier forma de gobierno de las múltiples formas que conocemos.
Oriol, en uno de tus argumentos dices que pensar que sólo Juan Carlos I hubiera sido capaz de colaborar en la transición como lo hizo es deshonesto; a los que nacimos en la transición se nos enseñó en los libros de texto que fue así, y era una verdad incuestionable que nadie a mi alrededor ponía en duda, al menos mientras fui niña y mi círculo era pequeño. Las personas que no tenían interés en la política, pero que querían olvidar la dictadura y lo que habían vivido, acogieron esa idea con facilidad: el rey había sido una pieza fundamental en la transición. Años después veo que ese consenso, aunque fuera aparente, hizo que no hubiera un descontento mayor entre el pueblo. Total, peor hubiera sido la dictadura. A mi alrededor, incluso en personas monárquicas, oí mucho lo de "no soy monárquico, soy juancarlista" Viéndolo desde ahora, una campaña muy bien hecha que vino desde el momento en que se quedó todo "atado y bien atado"

Yo no me siento monárquica ni republicana; los políticos me están decepcionando todos, pero un doble gasto administrativo y de gestión en el poder no se sostiene lógicamente.

Buen debate y sin insultos.
Saludos

James dijo...

Hombre, 1984, repites el esquema de nuevo. Decir que los hechos son los hechos y que las repúblicas no arraigaron, requiere mucho cuajo. La segunda república, así a bote pronto, no arraigó porque dieron un golpe de estado contra ella con el apoyo del estado nazi. Yo a eso no le llamo no arraigar, pero cada uno...
Y dices justo lo que yo comentaba. Confundes república con ideología, como hacen todos los de derechas, que no digo que sea tu caso. Y también mucha gente de izquierdas tiene esa confusión. Cada uno tiene sus motivos pero a mí no se me ocurre defender la república porque Abascal defienda la monarquía. Ese es tu argumento contra la república por lo que veo. Me parece flojo, sinceramente. El modelo de estado hay que defenderlo con argumentos, y eso no lo es.
Es como si me dices que estás a favor de la pena de muerte porque Pablo Iglesias está en contra.

Oriol dijo...

Exactamente, Jon. Que seas un intelectual y domines algún tema no implica que puedas hablar acertadamente de todo. Es el caso de Vila-Sanjuán, aunque ya digo que en ningún momento pretende arrogarse una gran autoridad al tocar la monarquía. Es verdad que da algunas razones (un tanto simples, a mi modo de ver) de por qué le parece que hay que apoyar a cada uno de los Borbones explorados en estas páginas, y que al final del libro da argumentos (fácilmente desmontables, insisto) de por qué la institución monárquica es válida e importante, pero en general queda claro que sus convicciones son fruto de la influencia familiar y motivos puramente subjetivos.

Yo le he dado el beneficio de la duda a Vila-Sanjuán, porque en el texto no parece que se haya beneficiado (ni él ni nadie de su familia después del abuelo) de la Casa Real. O sea, que no creo que la defienda por interés. Pero el producto final sigue teniendo cero garantías racionales y, a ratos, puede parecer un ejercicio de blanqueamiento. Sinceramente, no creo que deje en buen lugar a su autor, ni que sea una buena aportación para la causa monárquica.

Lupita, me parece contradictorio reconocer que el republicanismo es congruente con la democracia pero que aun así no te sientas ni monárquica ni republicana. Sin acritud lo digo. Hablando en el plano abstracto, queda muy claro lo que deberías sentirte. Que en nuestro país, los referentes republicanos (entre los políticos) sean unos trepas oportunistas capaces de tolerar a un rey injustamente impuesto no debería cambiar ese hecho.

En cuanto a lo de pensar que sólo Juan Carlos I hubiera sido capaz de colaborar en la Transición: ya sé que se os adoctrinó al respecto. Incluso en el remoto caso de que fuera verdad, incluso si diluimos toda sospecha sobre su participación y se demuestra que sólo gracias a él España escapó del franquismo, eso no significa nada. La Constitución no legitima a nuestros reyes, porque las circunstancias en las que se formuló y aprobó dejan mucho que desear, y yo no lo aceptaré hasta que se emita un referéndum.

Diego dijo...

Buen día. Agradezco a Oriol la reseña y sus comentarios (da gusto leerle), pero no encontré el debate. Creo que Oriol ha sido claro y, humildemente, ha pedido argumentos que no han sabido darle.
De los comentarios yo deduzco: miedo a lo que pasó hace 100 años, como si Europa en general se encontrara en un contexto parecido. Elitismo barato, ya sabéis, pertenecemos a un club selecto junto a escandinavos, nipones y británicos. Juas! Y para terminar, lo de llevarle la contra a Pablo Iglesias porque con ese no van de la mano ni a la esquina...
A mi también me parecen todos argumentos muy pobres.

Soy extranjero. Así que puedo dar mi visión sobre cómo ve parte del resto del mundo a vuestro símbolo humano. Como a un payaso. Básicamente, los habitantes de lo que vosotros llamáis "repúblicas bananeras" entendemos la figura del monarca como un capricho cargado de nostalgia por los viejos imperios. Como un lujo que algunas potencias se pueden dar para lucir sombreros y palacios.

En lo personal, y ya con la ciudadanía española, nunca me demoré en preocuparme por la existencia de esos parásitos hasta que nació mi hijo, Fausto, y comprendí que aunque sea tan español como vosotros siempre será un español de segunda, como vosotros, ya que por aquella época también nacía Leonor, la española de primera.
Esto solo es un símbolo, claro, pero supongo que para una mente conservadora es un símbolo importante. La manera de que su elitismo y racismo sigan legales, vigentes y palpables.
Más difícil es entender a los liberales españoles que defienden la monarquía. Partiendo de que la existencia de ésta es contraria a todo su ideario solo nos queda una conclusión sobre sus motivos. Una conclusión a la que, por cierto, también se puede llegar leyendo estos comentarios. Tampoco entienden la monarquía y reconocen que es un símbolo caro y, en parte, inútil. Pero su odio a la parte de España que ven encarnada en Iglesias es más fuerte que su razón. Así, parece que se agarran a este símbolo más por fastidiar que por lo bueno que entienden que el símbolo es.

Ya sea por miedo u odio, a mí los monárquicos españoles me dejan la impresión de que no creen en España y no creen en los españoles. Necesitan un "rey de espadas" en la manga. Un símbolo palpable de que España sigue siendo la que ellos imaginan.

Esa es mi opinión (desde fuera).

1984 dijo...

En principio, cabría decir que si los republicanos oficiales españoles están dispuestos a gobernar en una monarquía prometiendo lealtad a la corona es que una de dos: o no son verdaderos republicanos, o bien su pragmatismo político está por encima de cualquier ideario. En todo caso, demuestran tener muy poca confianza en esa república que tanto dicen defender de boquilla. Es una "pequeña" contradicción. Su republicanismo es pues pura verborrea demagógica. Que lo tengan en cuenta los republicanos sinceros.

La forma del Estado no es su sustancia. Democracias hay de nombre y monarquías hay que son perfectamente democráticas. Guste o no guste, España es desde hace décadas una democracia homologable a nuestros vecinos y además una monarquía constitucional. Esto no se puede negar.

Lo esencial es que el Estado respete los derechos civiles, sociales y políticos de sus ciudadanos. Si lo hace la monarquía, esa monarquía es compatible con el liberalismo. En varios países, entre ellos España, democracia y monarquía van de la mano. El liberalismo por lo demás es la limitación del poder y hay más concentración de poder en una república presidencialista que en una monarquía parlamentaria y constitucional. No hay contradicción entre el liberalismo y la monarquía constitucional.

Saludos

Lupita dijo...

Oriol, tienes razón en la incongruencia, pero es que lo que quería decir es que no siento una filiación con ningún tipo de gobierno concreto si no es elegido por el pueblo, lo que excluye a la monarquía claramente. Quizás no se ha entendido la referencia al "adoctrinamiento" (cómo duele reconocer que somos adoctrinados y qué cierto es), pero sólo lo he mencionado porque sirvió para crear un ambiente favorable a la situación del momento.

Diego, a ti también da gusto leerte, y tienes razón, no hay debate, quizás sólo conversación.

Alguien me dijo aquí que soy de centro, quizás sea cierto, y noto que mi moderación a veces hasta enfada. Es sólo cuestión de carácter.

Saludos

James dijo...

Desde luego tus argumentos me parecen bastante tramposos. O sea, que como son republicanos, deberían renunciar a gobernar porque lo que hay es una monarquía.
Con todo el cariño, los tienes cuadraos.

El viajero de una noche de invierno dijo...

Que las dos repúblicas hayan fracasado no invalida al republicanismo (por cierto, tenemos una larga lista de reyes fracasados). La I República fracasó al intentar transformar un estado centralista en uno federal (problema todavía hoy no resuelto). La II fue abolida por un golpe de estado seguido de una guerra civil, pero también es cierto que el republicanismo que elabora la constitución nunca trató de integrar a la derecha, convirtiéndola en enemiga (o en más enemiga) de la república, y que dentro de ese republicanismo había un sector importante (el largocaballerismo) para quien la democracia no era sino un medio para conseguir otros fines (no nos olvidemos que el golpe de estado se produce contra un gobierno sumamente débil y con escaso, por no decir nulopoder en la calle al haberse negado a formar parte de él el PSOE, dirigido por Largo Caballero).
Una vez dicho esto, y desde mi republicanismo utilitario (creo que los sistemas políticos tienen como objetivo hacer más feliz a la ciudadanía y que esa felicidad es imposible sin la famosa trilogía de los revolucionarios franceses de 1789) planteo la siguiente pregunta, pasando ya de debates intelectuales estériles en los que la superioridad democrática de la república sobre la institución monárquica es incontestable y yendo a lo concreto: En la situación en la que nos encontramos AQUÍ y AHORA, con una pandemia mortífera, una crisis económica terrible y de la que tardaremos años en salir, una clase política (que es la que es -no quiero utilizar términos ofensivos-), incapaz de llegar a acuerdos incluso en momentos tan graves como estos, y una sociedad cada vez más polarizada (no solo en Cataluña), ¿alguien cree que éste es el momento de celebrar un referéndum sobre monarquía o república como proponen algunos iluminados, con la apertura del consiguiente proceso de elaboración de una nueva constitución, suponiendo el triunfo de la opción republicana? No creo personalmente que eso contribuyese a la cohesión de la sociedad española que las actuales circunstancias exigen, más bien a todo lo contrario.
Otra aclaración desde mi republicanismo pragmático: como alguien ya dijo aquí, yo también prefiero una monarquía parlamentaria a una república presidencialista (me da miedo la acumulación de poder en una sola persona: me imagino al Sr. Ánsar como presidente y me echo a temblar).
Que García-Trevijano, íntimo colaborador del dictador Macías, a quien definió como “un dirigente progresista y eminentemente popular” haya menospreciado la democracia española tiene su guasa.

Anónimo dijo...

¿Pero alguien piensa que el campechano hubiese tenido otra opción? ¿Que por ejemplo hubiese querido crear una monarquía autoritaria como si fuese Felipe II? ¿Que tenía algún margen de decisión cuando entre bambalinas ya había planes y conversaciones para lo que tenía que venir tras la muerte del dictadorzuelo? De tanto machacarnos nos hemos llegado a tragar unas cosas..

Diego dijo...

Llevo tantos años perdiendo debates con liberales, atorado cuando en la mesa sueltan sus cartas de libertad y meritocracia, que me cuesta creer que renuncien a uno de sus pilares para sostener a una monarquía hereditaria.

El viajero de una noche de invierno dijo...

¿Hubiese tenido “el campechano” otra opción? Está claro que esa otra opción se le presentó a lo largo de la transición y de manera concreta el 23-F: la continuación de la dictadura franquista. ¿Qué recorrido tendría esa opción? Afortunadamente no podemos saberlo. Evidentemente contaría con la oposición de los gobiernos europeos (el grado de compromiso de esa oposición, no lo sé). Con respecto a Estados Unidos, creo que no se opondría al nuevo gobierno y que posiblemente lo apoyaría (fue muy significativo que el Departamento de Estado no condenase el intento de golpe y se limitase a considerarlo “un asunto interno de España”). Lo que sí está claro es que el golpe solo se detuvo tras la intervención de Juan Carlos, pues, salvo honrosas excepciones, las Capitanías Generales se mantuvieron a la expectativa, pendientes de la posición del Rey.
Llamar dictadorzuelo a Franco me parece minusvalorar al personaje y casi podría decir que ofensivo para los que hemos vivido bajo una dictadura brutal.

Anónimo dijo...

Viajero, todo esto que comentas es la historia oficial de la transición que nos han repetido hasta la saciedad, que yo y muchos otros ponemos en duda. Sin ir más lejos, el papel de EEUU en este tema comienza en los 70, cuando deja de gustarles que en España exista una dictadura impopular, quieren un aliado pero con otra imagen. Papeles desclasificados de la CIA lo dicen reiteradamente. Pero dejemos eso aparte, pues sería muy largo.
Lo de ofensivo no lo veo, dictadorzuelo es despectivo y no creo que implique considerar su dictadura como menos brutal.

Anónimo dijo...

Y en lo de que Trevijano era un perfecto imbécil, muy de acuerdo. La última entrevista que dio antes de morir es una pieza cómica delirante.

Oriol dijo...

No es lo mismo vivir en un régimen de libertades que en uno democrático. Decir que España es el infierno es mentir descaradamente, pero negar que tiene un margen de mejora brutal, también. Si menciono a Trevijano es por su acertado diagnóstico: en nuestro país no hay separación de poderes ni principio representativo, de modo que la forma de estado no es la de un democracia. Y conformarse con algo porque se vive bien es inmoral, es lo que se ha hecho bajo el paraguas de tantas y tantas dictaduras.

Viajero, entiendo tu pragmatismo. Hay que diferenciar entre las convicciones filosóficas y la viabilidad y aplicación práctica de las mismas. Pero ir postergando lo inevitable no me parece bien. Hoy encontraremos la excusa de la pandemia, luego de la crisis venidera, y al final nunca se actuará. Eso sí, lo que hay que evitar es reemplazar superficialmente la monarquía parlamentaria por una república sin modificar la forma de Estado, porque estaríamos en las mismas. Como digo en el párrafo anterior, los cambios España deben ser profundos, revolucionarios, o aquí seguirá todo igual.

Anónimo de las 13:34, Juan Carlos I tuvo múltiples opciones. En su juventud se vio en una situación algo peliaguda, pero victimizarlo es deshonesto. Podría haber renunciado a su coronación, cosa que su padre hubiera aprobado. Entonces, igual seguiríamos en pleno franquismo, quien sabe, pero podría haber optado por esa vía. Asimismo, podría haber desmantelado, con el paso del tiempo, el legado del dictador. Pero claro, no lo hizo porque le daba una posición privilegiada, como a tantos otros participantes del poder que tenemos en esta nuestra adorada patria. Y por cierto, la Transición estaba tan medida que atribuirle el mérito exclusivo a él es una estupidez en la que muchos incurren todavía hoy.

Anónimo dijo...

Yo lo de que Trevijano es imbécil lo decía por lo del comentario de Macías, pues esa fue una de las muchas estupideces que dijo. Y en materia de inmigración adelantaba a Vox.
Con Oriol estoy de acuerdo en todo lo que dice, salvo en que el residente en Emiratos tenía otras opciones, porque me refiero a opciones de plantear otra cosa para España. Si hablamos de que podría renunciar, pues sí, esa era otra opción, y así excluirse del tema. De todas formas no tenía mucho dinerito por entonces como para largarse.
Con todo lo planificada que estaba la transición, como tú dices, ¿te imaginas a este golfo diciendo al mundo que él quiere ser un nuevo Franco o algo así?
Su única posibilidad de salir bien parado era esta o pirarse.
No creo que le debamos ni la democracia ni el 23 F. Popularizar la vela, si acaso.

Anónimo dijo...

Igual lo he expresado mal. Quiero decir que descartado el apartarse, era una pieza que ni podía plantearse ni era capaz de variar el proceso en todo lo esencial.

El viajero de una noche de invierno dijo...

Aanónimo, la historia oficial de la transición es la que yo viví, militando en el PC desde 1970. Los papeles de la CÍA, ante el agotamiento evidente del franquismo, lo que proponían era un régimen seimautoritario del que eataría excluido el Partido Comunista que sería declarado ilegal (y por supuesto los demás grupos situados a su izquierda).
Oriol, por supuesto que la democracia española es mejorable (como todas), y también es cierto que en los últimos años se ha sufrido un retroceso especialmente en la libertad de expresión (retroceso que desgraciadamente no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, sino que es generalizado). En cuanto a que en España no hay separación de poderes, hombre, me parece una afirmación excesiva. Es cierto que la situación del poder judicial es manifiestamente mejorable, pero no olvidemos que ministros y altos cargos políticos han pasado por la cárcel. Tampoco nos creamos a Montesquieu al pie de la letra: la independencia absoluta de los tres poderes no es deseable, pues los tres está sometidos a la soberanía popular y ésta reside en el parlamento.
Lo de cambios profundos y revolucionarios, me gustaría que me los explicaras, pues así, sin más, me suena a pura palabrería. Y decir que las cosas siguen igual es mostrar un desconocimiento absoluto de lo que fue el franquismo.
¿De quién es el mérito de la Transición? Evidentemente ni del Rey ni de Suárez. La Transición fue posible gracias a la lucha popular que forzó a UCD a aceptar un proceso constituyente, pues su proyecto político.
La Transición no estaba medida ni planificada. Se hizo sobre la marcha, salvando grandes obstáculos y terribles amenazas, las más importantes provenientes de unas FFAA que eran casi monolíticamente franquistas y que se atrevían a agredir y zarandear a un General, Ministro de Defensa, y en una situación económica tremendamente grave, con una tasa de inflación del 30 %. Se hizo lo que se pudo y lo mejor que se pudo. Los que vivimos la España de los años 60 y 70 sabemos que este país no tiene nada que ver con aquel.

El viajero de una noche de invierno dijo...

Oriol, ¿realmente crees que este es el momento de plantear el dilema de república o monarquía y celebrar un referéndum? ¿Crees que la pandemia y la crisis (que para ti será venidera, pero que para la mayoría de españoles ya es presente) son simples excusas y que realmente no condicionan la oportunidad de las posibles propuestas políticas?

Anónimo dijo...

Hombre, con todo el respeto, y lo digo muy en serio, haberlo vivido no convierte a nadie en portador oficial.
No hay más que ver las discrepancias entre quienes además de vivirlo se han dedicado a estudiarlo. Bastaría con preguntar a quien haya vivido una época y prescindir de historiadores.

Oriol dijo...

No entraré en lo de los cambios profundos, porque no atañen directamente a la monarquía, tema tratado en mi reseña. Pero para que te hagas una idea de a qué me refiero, te remito a los dos requisitos que según Trevijano deben darse en una democracia formal y que en España brillan por su ausencia. Yo no creo, como tú, que haya una separación (o independencia y vigilancia mutua, si lo prefieres) de poderes.

No he dicho que el referéndum deba plantearse necesariamente ahora, pero sería prudente dejar de aplazarlo indefinidamente.

Con que la Transición estaba planificada me refiero a que había mucha gente metida, aunque algunos se empeñan en atribuirla exclusivamente al emérito. Pero no me he explicado bien, porque como tú comentas, se hizo deprisa. Sólo hay que ver el tiempo récord que se tardó en gestar la Constitución.

Y bueno, agradecer tu razonado punto de vista y que el debate se mantenga en términos tan civilizados.

Diego dijo...

Buenas noches. Creo que también corresponde considerar que Oriol puede llevar Toda Su Vida escuchando: "ahora no es el momento". Y que por más que este sea un país de gente mayor, España necesita escuchar a los jóvenes como Oriol... (es que luego se hartan de que aquí nunca sea su momento y se largan a enriquecer otros países). Y quizás, digo, quizás, resulta que el presente y el futuro de España necesita más de los "Orioles" que de cualquier abalorio real.

También me parece oportuno recordar que no fue ningún Iluminado quien trajo la corona y su utilidad a la actualidad de la nueva normalidad en España. Fue la corona la que volvió apestar solita.

1984 dijo...

Muy interesantes todos los comentarios. Felicito al viajero por su realismo a la hora de enfocar este dilema. Para las gentes reflexivas que vivieron los coletazos del franquismo comparar aquello con esto es hasta insultante. Y no se trata de que alguien esté más autorizado que otros para interpretar un período porque lo vivió, pero el testimonio personal es esencial para entender los aspectos menudos de la época, que a veces dicen mucho más que el aluvión de cifras y datos abstractos.

Aquí nada ha cambiado, dicen algunos. Es mentira. España ha cambiado radicalmente durante estas décadas. Con monarquía, eso sí. Puede disgustar, pero es una realidad.

Oriol parece creer que la República es inevitable. No es así. La historia no se puede pronosticar, ni tiene una dirección prefijada, que casualmente coincide con nuestras preferencias particulares. España mañana será republicana, o cualquier otra cosa. La historia es como una caja de sorpresas. La historia la hacen los hombres, pero las consecuencias de sus actos son imprevisibles e incluso contrarias a las intenciones originales.

Nadie planificó la Transición porque la historia no se puede planificar. Además, quiénes fueron los planificadores? El rey adoptó las decisiones correctas en aquel momento y es mezquino negarlo. Podría no haberlo hecho. Pero lo hizo. Y acertó.

Trevijano era un señor con enorme ambición política y muchos cuartos, que creía que iba a desempeñar un papel capital en la política española tras la muerte de Franco. Esa era su planificación, pero quedó en nada. Y la tomó contra la monarquía. Era republicano por despecho. Un personaje irrelevante y marginal.

De jóvenes, todos queremos cambios definitivos y en profundidad. Cuando se cumplen años avanzan el escepticismo y la precaución.

Un saludo a todos.

Diego dijo...

De jóvenes, todos queremos cambios definitivos y en profundidad. Cuando se cumplen años vemos al país empobrecer desde muy lejos.

Somos la hostia! Nos pasamos todo el día repitiéndo a la juventud que tiene que ser autocrítica y pensar por si misma. Y cuando nos encontramos con un joven haciendo tal ejercicio, no solo no nos conformamos con no saber responder a lo que pregunta o darle la vuelta a su planteamiento, también resolvemos el asunto con un "¡chaval cuando tengas mi edad comprenderás!".
Somos la hostia! Viva el Rey!

Oriol, no olvides agradecer la transición antes de embarcar.

Òscar dijo...

Desde radicalmente ideas opuestas a S. Vila-Sanjuán, yo creo que es de agradecer que defienda las suyas con respeto. Comparado con otros comentaristas/escritores/políticos/intelectuales con un regusto autoritario y tufo a Reyes Católicos, la forma de expresar sus ideas de este señor es una canción de cuna. No he leído su libro, solo trozos aquí y allá. Me gusta que cuente un poco de su historia familiar, el tono es elegante. Tendría que leerlo bien y con la mente abierta, porque, por ejemplo, eso de que la Monarquía "aporta estabilidad" es como decir que los españoles somos un pueblo de bárbaros y que, al menos, el sistema medieval sirve para tenerlns controladitos, no vaya a ser que los militares se enfaden. En fin.

Pedro Valcarte dijo...

Oriol nunca dijo que la República es inevitable, simplemente que lo que hay que hacer es un referéndum y ver si la quiere la población. Y pese a su supuesta juventud, porque yo no sé de dónde habéis deducido su edad, le veo bastante precavido.

Lupita dijo...

Nunca he entendido porqué no se puede hacer un debate al respecto. No llego a tener claro que sistema me gusta más, pero la monarquía no pinta nada, el rey sólo es un embajador caro.

Pedro, a Oriol le conocemos todos, al menos los que seguimos asiduamente el blog.

Oriol, me has hecho pensar en temas que tenía aparcados ante la inmediatez de la vida diaria. Se suele dejar lo importante por lo urgente, y siempre estamos posponiendo. Lo digo en general, pero en este caso, aunque no sea ahora mismo, no encuentro ningún motivo para que no se haga un referéndum sobre la monarquía.

Diego, toda la razón. Supongo que te sucederá que habrás educado a los hijos para ser críticos y se volverán contra ti, criticándote, jaja. Gajes del oficio.

Saludos a todos y viva la libertad de expresión.

Oriol dijo...

Òscar, a mí también me parece agradable el tono que Vila-Sanjúan emplea para expresar sus ideas. Si hubiera intentado arrogarse autoridad, ya te digo que a su libro le caía un repugnante. Pero tampoco seamos buenistas ni bajemos el listón. De igual modo que se le agradecen sus formas, hay que entrar a cuchillo con sus insuficientes argumentos. Porque tener la mente abierta no implica que haya que mostrarse tibio ante el sentimentalismo barato, las insultantes tergiversaciones y el evidente sesgo que empapa esta obra. Vila-Sanjúan puede opinar así, por supuesto, pero estoy seguro de que hay monárquicos más capacitados para defender la causa común.

En fin, te recomiendo encarecidamente que leas "Por qué soy monárquico" y nos dejes tus impresiones.

Anónimo dijo...


Estupenda reseña y apasionante debate, pero el tema del libro no me interesa en absoluto. En cuanto a Monarquía, sí o no. Por supuesto que no, porque ni hoy ni entonces existe elemento alguno que justifique su utilidad y es contraria al concepto de democracia. Nada en esta vida es eterno, sólo se necesitan mayorías parlamentarias para acometer cambios, supongo Constitución incluida, a acaso está blindada de por vida ... Salud.

Anónimo dijo...

Referéndum? No estamos preparados todavía.

Oriol dijo...

Anónimo de las 13:05, no sé yo si la mayoría parlamentaria es, en la actualidad de nuestro país, una herramienta fiable que pueda vehicular la voluntad general del pueblo. Y aunque lo fuera, la Constitución (ilegítima, repito), no toleraría cambio alguno.

¿No estamos preparados para qué, Anónimo de las 15:26? ¿Para comprobar si el jefe de Estado es legítimo o no? Ya digo que no me hace ninguna gracia cambiar superficialmente la monarquía parlamentaria por una república, porque en España hay que modificar problemas de base, pero por el momento estaría dispuesto a aceptar el resultado de un referéndum, refleje o no mis ideas. Así que no nos limitemos a poner trabas y seamos constructivos.

1984 dijo...

El último comentario que voy a hacer sobre este asunto no es mío. Palabras del gran historiador Manuel Tuñón de Lara (1915-1997), escritas en 1985, pero plenamente aplicables a hoy día:

"Ninguno de los cambios políticos fundamentales introducidos en 1939 subsiste en la España de hoy. El poder político emana del pueblo, expresado por el sufragio universal en el libre desarrollo de los partidos políticos y de los sindicatos de clase. Los derechos humanos están reconocidos y garantizados. Existe una total libertad de expresión del pensamiento. Ciertamente, el régimen es una monarquía, pero constitucional, parlamentaria y democrática. El Gobierno tiene que contar con la confianza del Parlamento, elegido por sufragio universal, igual, directo y secreto. En una palabra, los principios de la democracia liberal que presidían la vida del país de 1931 a 1936 vuelven a estar vigentes. El régimen es monárquico y no republicano, pero los principios de la convivencia política son los mismos."

No se puede decir con más economía de medios y de manera más certera y concreta. Tuñón de Lara era republicano, marxista, lucho en el bando republicano durante la GC, pasó por cárceles y campos de concentración y en 1946 se exilió en Francia. No volvió definitivamente a España hasta la muerte del tirano. Él sí sabía diferenciar una democracia de una dictadura. En España ha habido dos democracias: la primera, entre 1931-1936; la segunda, a partir de 1977-1978.

Saludos

Anónimo dijo...

Oriol, insisto, no estamos preparados, quizá en otros 40 años el pueblo español alcance su mayoría de edad.
Que no!!!!! Si este comentario como el otro era sarcástico, pero a veces no es tan obvia la ironía como nos creemos al escribirlo.
Si de todos es contigo con quien más de acuerdo estoy.

El viajero de una noche de invierno dijo...

Haced un estudio comparativo entre la constitución de 1931 y la actual y decidme cuál es más democrática. Oriol, ¿la constitución es ilegítima?

El viajero de una noche de invierno dijo...

Anónimo, claro que el pueblo español está preparado, pero no solo para decidir en referéndum la opción monarquía o república. También está preparado para votar en los procesos electorales y los resultados son los que son. Y no veo, desgraciadamente, esa mayoría republicana en el Congreso. ¿Se celebrará algún día ese referéndum? No lo sé (espero que sí). ¿Cuándo? Cuando el pueblo lo demande. Mi padre me contaba que a finales de los años 20, en su pueblo, la gente común hablaba en las tabernas de la república. Ese anhelo popular fue lo que trajo la república, como respuesta a una monarquía deteriorada, desprestigiada, autoritaria e intervencionista. Hoy en la calle no se habla de república; son otros los temas de conversación.
Fuera del final de una institución anacrónica, me gustaría que se hablase de las mejoras que supondría una sistemática republicano para España.
Cuando hablo de la historia oficial de la Transición me refiero a estudios académicos como los de Santos Juliá o Carme Molinero, por citar a dos historiadores, o las aportaciones de Nicolás Sarorius. Ya he dicho que la Transición no fue una balsa de aceite, sino una época extraordinariamente convulsa, con la presencia permanente de una amenaza real de involución. Oigo hablar de que se desmovilizó a la clase obrera, que fue traicionada por la izquierda. Pues los datos dicen otra cosa: esos años tienen el récord de movilizaciones y horas perdidas por huelgas de cualquier país europeo después de la II Guerra Mundial. Y esa presión popular hizo posible la transición a un régimen democrático. La versión rosa de tertulianos, prensa y politiquillos no es la versión HISTÓRICA oficial.
Oriol, permíteme un consejo, ya que no desde mi sabiduría (pues no la tengo), sí al menos desde mi experiencia: búscate como guías constitucionalistas más rigurosos que García Trevijano. Por cierto, el republicano (o repúblico, como se hacía llamar) García Trevijano fue un monárquico seguidor de D. Juan, que al fallarle esa opción monárquica en la que él sería primer ministro, pasó a defender una república... postulándose, tras las bambalinas, como presidente. Finalmente, en 1994 fundó la AEPI (Asociación Española de Prensa Independiente, o algo así), junto a... Luis María Ansón, quien años más tarde confesaría que el objetivo de dicha asociación era difundir noticias que impidiesen la reelección de Felipe González. Y no hablemos del papel de este señor en la independencia de Guinea Ecuatorial y de su aportación como jurista a la “democrática” constitución de ese país.

El viajero de una noche de invierno dijo...

Oriol, la Constitución no solo es modificable, sino que (como cualquier otra constitución) es derogable y puede ser sustituida por otra de acuerdo a la voluntad popular. A lo mejor, incluso una nueva constitución llega a tiempo de que yo la pueda ver. Desgraciadamente (lo digo por mí, no por la actual Constitución), nada es eterno.

Berni dijo...

Gracias por este apasionante debate sobre literatura. Cuando lleguéis a 100 (55 de momento y con este 56) avisad para opinar un poco sobre el libro en cuestión. Cuanto estadista frustrado, válgame Deu!

Anónimo dijo...

Berni, dile a la persona que te obliga a leer estos comentarios que eres una persona libre y que harás lo que te parezca. Incluso censurar debates sanos si te apetece.

El viajero de una noche de invierno dijo...

La verdad es que Berni tiene su parte de razón. Con esto doy por terminados mis rollos en este intercambio de opiniones.

Oriol dijo...

Vamos a ver, Berni. Yo soy el primer interesado en debatir sobre literatura. Pero aprovechando que los argumentos del libro son tan genéricos, no entiendo qué problema hay en abordar el tema de la Monarquía. De eso va, precisamente, la obra de Vila-Sanjúan, ¿sabes? ¿Qué tal si te la lees y contrastamos puntos de vista?

En cualquier caso, admito que ya se ha dicho todo lo que se podía decir sin divagar demasiado ni desplazarnos excesivamente hacia terrenos políticos. Han quedado muy claras las opiniones de todos (gracias por mostrárnoslas, por cierto). Por mi parte, doy por zanjada mi participación, pues ya he elaborado varias veces mi forma de pensar. En principio, no intervendré de nuevo salvo que alguien quiera comentar “Por qué soy monárquico”.

Un abrazo a todo el mundo, incluso a los monárquicos.

Anónimo dijo...

Buenos días, en mi caso, el comentario me ha parecido un bodrio insoportable (lo he dejado a las pocas líneas), al igual que la sensación que me he dejado de la obra, que, gracias al esfuerzo del exégeta, ni leeré, pues me parece una chorrada monumental, ¡y eso sin sacar a colación mi opinión sobre la Corona, la Monarquía, sobre ese Iluminado que por "sangre" está ahí o cómo quiera decirse en relación con su designación digital! ¡Como si fuera necesario tener conocimiento sobre una Institución para criticarla! ¿Dónde queda la libertad de expresión? Podrá está mejor o peor formada la opinión de quien la emite, pero, de ahí a este totalitarismo, hay un mundo. Es preocupante observar cómo el dogmatismo y autoritarismo aún campa de esta forma tanto en el mundo real como en el irreal de internet. Por favor, empezad a respetar los comentarios del autor del artículo así como del resto de participantes, que la tolerancia así debe (de) comenzar a brotar, que no es de generación espontánea.

Juan G. B. dijo...

Ja, ja... lo de quejarse de que no se habla de literatura al respecto de un libro que se titula "Por qué soy monárquico" es de lo más chistoso que he leído en este blog. Y mira que ha habido buenos momentos... XD

Oriol dijo...

Siento que mi reseña no esté a la altura de tus expectativas, Anónimo de las 11:24. ¿Entiendes ahora cómo me sentí yo cuando constaté que el libro tampoco estaba a la altura de las mías, y eso que, dada mi buena fe, no eran demasiado elevadas?

Creo que el que le hace un flaco favor a la libertad de expresión eres tú, por cierto. Si hubieras terminado de leer mi reseña verías que yo estoy dispuesto a debatir sobre temas con los que no comulgo, que siempre le doy el beneficio de la duda a quienes no comparten mi ideología, que admito que posturas que están a las antípodas de la mía pueden tener validez intelectual y ser respaldadas por autoridades cuyo criterio hay que tener en cuenta, que estoy abierto a modificar mi opinión si se tercia.

La gente como tú, que llama totalitarismo a exigir que los razonamientos ajenos tengan lógica si quieren enfrentarse con los propios, sois unos ingenuos. Yo he argumentado que, desde el punto de vista intelectual, la Monarquía me parece indefendible, especialmente en el plano abstracto. Pero no me cierro en banda por ello a la defensa monárquica, sólo a las justificaciones de la misma que son teóricamente insostenibles. Quizás algún día entiendas que en mis palabras no hay ni dogmatismo ni autoritarismo, o me demostrarás con hechos que así es. Hasta entonces, aquí te espero.

Francesc Bon dijo...

Llego tardísimo pero no puedo evitar una aseveración: una democracia que quiera llamarse así o puede continuar con la línea de poder que definió un dictador sanguinario, ni un minuto de esa monarquía decretada e impuesta por Franco tiene la más mínima validez. Y todo aquel que se declare monárquico me parece un panoli servil. Ale, salud y república.

Anónimo dijo...

Francesc Bon, no necesitas recurrir a Franco (muy trillado y no tiene ninguna consecuencia en la actualidad) ni faltar a quien no piense como tú (pierdes bastante) para criticar a la monarquía o defender la republica. Que el poder de una institución lo tenga alguien solo por su sangre ya es suficiente.

Oriol dijo...

Francesc, la monarquía española es, hablando en abstracto, intelectualmente indefendible, pero no porque sea el legado de Franco, sino porque no es democrática. Ya pasando a cuestiones más contingentes, podríamos aceptar puntualmente a los Borbones (¡qué remedio!) si fueran elegidos por el pueblo en un periodo de libertad constituyente, o si fueran la única alternativa de gobierno viable.

En cualquier caso, se puede defender esta institución, aunque de momento no lo ha hecho nadie de forma convincente, pero es deshonesto afirmar que es legítima. Os recuerdo que se nos impone con una Constitución tramposa y que ni siquiera sigue sus propios mecanismos hereditarios.

Montuenga dijo...

Si me permitís. Oriol, que la institución sea antidemocrática y que fuese impuesta por Franco es exactamente lo mismo. De hecho, es el mismo argumento con diferentes palabras. Por lo demás, de acuerdo contigo y con Francesc.

Oriol dijo...

No estoy de acuerdo. Una monarquía es antidemocrática más allá de si viene impuesta o no, de si es el legado de una dictadura o no. En el caso de España, lo de Franco no es más que un agravante a algo que, por definición, ya es intrínsecamente antidemocrático.

Juan G. B. dijo...

Estoy de acuerdo con los últimos comentarios: la monarquía es una institución antidemocrática y deplorable, independientemente de por qué esté como sistema político; de hecho, en España ya ha habido reyes bastante impresentables antes de que hubiese nacido siquiera Franco (salvo a Amadeo I, que tuvo el buen detalle de pirarse). Pero es que, aunque estuviésemos hablando de un monarca ejemplar en todos los aspectos y no un chorizo jefe de una banda de mangantes, el propio concepto de monarquía en sí mismoes el que no es defendible en un estado democrático del siglo XXI.

Montuenga dijo...

Desde un punto de vista teórico o acronológico son cosas diferentes. Pero en este caso van de la mano,porque la Constitución que se votó en 1978 estaba muy condicionada por la ideología del régimen, alardeaba de rompedora pero no hay más que ver lo que pasó 3 años más tarde. Se tenía miedo a los militares y el 23F del 81 sacaron la cabeza. Todo estaba relacionado en ese momento histórico, cada contexto tiene su propia lógica interna, y aquí "secuelas del franquismo" "antidemocracia" "monarquía impuesta" iban en el mismo paquete.

Carlos Andia dijo...

Ya que os habéis venido todos arriba a remover las brasas, dejaré un momento lo que estaba leyendo sobre las comunidades protestantes en Galicia y León para entrar un poco en el tema.

La monarquía es una institución tan anacrónica como la peluca del speaker de la Cámara de los Comunes, eso lo sabe todo el mundo. Y tan poco democrática como la bandera de cualquier país. Porque ¿alguien en algún país ha votado qué bandera le gusta o la representa más? Bueno, alguno habrá, pero no es lo normal. Lo normal es que un país tenga una bandera que le representa desde hace mucho tiempo, y la bandera no se pone en cuestión cada dos semanas. La monarquía, siendo anacrónica como decía, es actualmente una forma de jefatura del Estado no electiva, nada más y nada menos. El hecho de que no sea electiva no quiere decir automáticamente que sea antidemocrática, porque tampoco son electivos los jueces (por ejemplo, en Estados Unidos algunos sí lo son, lo mismo que los fiscales) y no por eso decimos que sean una institución antidemocrática (así, en general). La importancia de que la institución tenga carácter electivo o no depende de su poder real, de su capacidad para tomar decisiones. Si hablamos de una jefatura del Estado con gran poder a su espalda, como los regímenes presidencialistas de USA o Francia, por ejemplo, es indudable que deberán ser elegidos, y además directamente por los ciudadanos, ni siquiera por el Parlamento. Cuanto menos poder tenga ese personaje menos importante será su forma de acceso al cargo. De manera que en una monarquía parlamentaria, como España o las demás de Europa, lo anacrónico de la institución pierde en mi opinión importancia porque el cargo no lleva aparejada prácticamente ninguna potestad auténtica.

En cuanto a la monarquía Española, es cierto que tiene una cierta raíz franquista, aunque no del todo. El franquismo quiso presentarlo así, como 'instauración' de la monarquía, pero realmente era la reinstauración del reinado que abandonó Alfonso XIII, al que don Juan -que era el heredero natural- no renunció hasta que lo hizo frente a su hijo, el hoy emérito. Aparte de eso, me parece indudable que la legitimidad viene dado directamente por la Constitución que, nos guste más o menos, fue aprobada de forma plenamente democrática incluyendo esa forma de jefatura del Estado y no otra. Que es una Constitución que se puede reformar por los cauces previstos y tal, pero ahora mismo está vigente. No tiene sentido decir que muchos de los ciudadanos actuales no votaron la Constitución, porque eso ocurre obviamente en todos los países del mundo, y las Constituciones no se votan periódicamente en ningún sitio.

Y aparte de todo esto están los comportamientos de un tipo u otro que muestren personas concretas que han accedido a ese cargo. Eso es otro problema, pero no deberíamos mezclar unas cosas y otras.

Bueno, y a hora me voy a recoger los platos, que ya no me da tiempo a leer.

Juan G. B. dijo...

Bueno, Carlos, que yo sepa en España los jueces llegsn a su cargo por medio de una oposición, y por muy endogámico que tienda a ser ese grupo, cualquier ciudadano/a puede estudiar Derecho, presentarse a la misma y convertirse en juez. Sin embargo, yo no puedo estudiar para convertirme en rey, mientras que es un derecho del actual monarca desde que su padre llegó al trono y de su primogénita desde que nació (del emérito no digo nada, porque él sí llevó a cabo un "concurso-oposición" frente a su primo Alfonso, con el Caudillo como único tribunal)...
Sobre que los reyes en una monarquía constitucional no tienen ningún poder efectivo, permíteme que me ría: no sólo pueden maniobrar por detrás, como todos sabemos, sino que no olvides que no dejan de ser los henerales en jefe de las Fuerzas Armadas. Mañana justamente se cumplirán 40 años en los que se demostró la potestad que tenía el rey Juan Carlos a este respecto; primero, propiciando un golpe de Estado y luego, parándolo.
Pero es que incluso en monarquías que se ponen como ejemplo de imparcialidad y democracia, los monarcas tienen un poder que nadie ha elegido otorgarles: hace poco el gobierno británico admitió que Isabel II había intervenido, "retocándolas" en la elaboración de 1000 leyes durante su reinado, nada menos... Generalmente aquellas que afectaban al patrimonio de la Corons, mira tú por dónde. Por no hablar de monarquías como la holandesa donde los reyes sí que tienen un poder sancionador mayor que en la española.
Por acabar: en una república presidencislista el presidente puede acumular un mayor poder sibre su petsona, pero si resulta srt un impresentable mangarrán, siempre se le puede echar a la calle por medio de unas elecciones. Ahí tenemos el ejemplo de EEUU sin ir más lejos. Que igual algunas cosas sí que podríamos aprender de ellos...

Juan G. B. dijo...

Se me olvidaba decir que no sólo la princesa Leonor tiene el derecho de sucesión al trono desde que nació; también lo tiene su primo Froilán, que es el cuarto de la lista (el tercero, de facto, pirque dudo que su madre llegara a ocupar la jefatura del Estado)... Por si hace falta algún argumento más en contra del sistema monárquico... ; )

Carlos Andia dijo...

Bueno, chascarrillos aparte, las funciones del jefe del Estado están bastante claras y son muy muy limitadas. Desde luego, ya te aseguro que es completamente imposible que retoque nada aprobado por el Parlamento, jeje. Aparte de representar al Estado (como la bandera y tal) creo que la Constitución habla de 'arbitrar y moderar', o sea limitarse a ejercer los 'buenos oficios' mediante consultas con los representantes políticos o en la esfera internacional, nada más. Evidentemente, el rey es un influencer y su opinión tiene su peso, pero es muy relativo y no se puede salir del carril. Así que digamos que pinta más bien poco a efectos prácticos, mucho menos por ejemplo que el presidente italiano y en la línea del alemán, que es un señor cuyo nombre casi nadie conoce.

Yo desde luego no son monárquico ni nada que se le parezca, pero sí me considero pragmático en ese terreno. No tengo nada claro que, siendo la política española como es, fuese mucho mejor tener un presidente de la República elegido por el Parlamento, un personaje partidista, enfangado y cuestionado por la refriega política permanente. La II República fue un periodo fascinante desde todos los puntos de vista, pero también dramático.

Entiendo muy bien las opiniones sobre el tema, y comparto algunas o muchas, pero lo que de verdad no entiendo es esa fobia que a veces se deja ver. Creo que Felipe desempeña el cargo con bastante dignidad y con equilibrio, que en nuestro país no es poca cosa, asunto diferente será que dentro de diez años descubramos que es un traficante de armas o que tiene pornografía infantil en su ordenador. Pero ahí ya hablamos de comportamientos personales y no de instituciones, creo yo.

Y bueno, que esto me agota un poco, compañero... aunque también me encanta discutir, tengo que reconocerlo.

Juan G. B. dijo...

Bueno, yo tampoco me quiero poner pesado con el tema; sólo tecordar que, aparentemente, la política italiana es tan farragosa o más que la española y siempre se las han arreglado para tener un presidente de la República más o menos presentable (otra cosa es si hablamos del primer ministro). No veo por qué aquí debería ser diferente.

Oriol dijo...

Gracias por tu intervención, Carlos. La disidencia razonada siempre es bienvenida.

Fíjate que das más argumentos a favor (o no en contra) de la monarquía que muchos de sus defensores. Pero éstos son, para variar, puramente pragmáticos, no abstractos.

No estoy de acuerdo con varias cosas que dices. Creo, como Juan, que la comparación entre la Corona y la bandera o los jueces de un país es desafortunada. Tampoco le atribuyo tan poco poder a la primera como haces tú, aunque es cierto que, aquí en España, no creo que Felipe VI abuse de su posición al mismo nivel que su padre. En lo de la Constitución no entraré para no repetirme.

E insisto: aunque el monarca de turno sea ejemplar y no trapichee tras bambalinas, pese a que sus intervenciones sean objetivamente meritorias, incluso si sus competencias están muy delimitadas, la institución a la que representa es reprochable. Aquí no se ha estado usando ejemplos concretos para desacreditar con un hombre de paja a todo un concepto; no se ha mezclado lo general con lo concreto.

En cualquier caso, gracias de nuevo por ofrecer tu perspectiva.