sábado, 13 de febrero de 2021

René Descartes: Discurso del método

Idioma original: francés
Título original: Discours de la méthode
Año de publicación: 1637
Valoración: Interesante, quizá recomendable

Justo antes de empezar a leer este libro me dije ¿por qué demonios me meteré yo en estos berenjenales? ¿Un libro de filosofía del siglo XVII cuando es tan cómodo leerse una novelita intrascendente? Bien, pues no se me asusten porque los reparos se me fueron bastante rápido y, como el mundo de la filosofía hace mucho que empezó a resultarme algo lejano, en esta reseña tampoco encontrarán cosas muy sesudas sobre las que tampoco me siento capaz de divagar casi nada. Solo cuento lo que me pareció el libro, y ya.

Por ponernos en antecedentes, René Descartes (un nombre que a todos nos es familiar) vivió, como decía, en el siglo XVII, y pasa por ser, precisamente gracias a este libro, el gran modernizador de la filosofía, quien cambió el rumbo o dio al menos el pistoletazo de salida para hacerlo, desde el pensamiento medieval hacia la era moderna. Ojo, que por esos tiempos andaban también otros personajes famosos y no menos innovadores, como Galileo, y eso también tendrá su importancia en la trayectoria de Monsieur Descartes.

El Discurso del método (que tiene un título mucho más largo, como era la moda entonces) es un librito muy breve, de lenguaje sencillo y prosa algo alambicada, aunque no mucho para la época. De ahí que mis temores se disiparan pronto. También bastante pronto cuenta Descartes que había escrito un trabajo más voluminoso que no había considerado oportuno publicar. Lo deja ahí, aunque después vuelve a mencionarlo, un poco misteriosamente, y al final del libro se extiende algo más sobre el tema, arguyendo que en ese libro había explicado un montón de cosas pero prefería no sacarlas a la luz para no distraerse con polémicas y poder centrarse en continuar con sus reflexiones en paz. Bueno, bueno. Ese libro parece ser que era El mundo, publicado más tarde, donde por lo visto ponía en cuestión algunos principios considerados inamovibles, y visto cómo se las gastaba la Inquisición, prefirió recoger velas por un tiempo. De ahí la referencia que hacía a Galileo.

Estas precauciones asoman un poco también en el propio Discurso del método, donde Descartes declara con cierta solemnidad su voluntad de acatar las leyes y mostrarse moderado, y casi desde el principio hace un alegato demostrando la existencia de Dios y su perfección intrínseca, todo ello, eso sí, desde el punto de vista de la razón. Porque, señores, aun mostrando públicamente mi limitado conocimiento de la filosofía (incluso diría, confieso, mi escaso interés, porque es algo que para mí ya quedó atrás), no creo que me equivoque si digo que Descartes es algo así como el padre del racionalismo. Es decir, que defiende que hay que borrar los prejuicios y todo conocimiento anterior, partir de cero y apoyarse solo en la razón para descubrir la verdad. Y para ello presenta las cuatro reglas del méthode, que vienen a decir:

  • Hay que poner todo en cuestión y no dar nada por supuesto
  • Ante problemas difíciles, conviene dividirlos en partes más simples por donde sea más fácil avanzar (esto es un consejo muy práctico para muchas cosas, la verdad)
  • En consecuencia, se debe ir siempre de lo más sencillo a lo más complejo
  • Hay que ser constante y resuelto para no omitir nada

Bueno, son principios bastante claros y que no necesitan mucha interpretación. Pero a la vista está que, al menos el primero de ellos, junto con ese poder absoluto de la razón en la búsqueda de la verdad, podía ser dinamita en la época. Y más aún si pensamos que el Discurso se escribió (y publicó inicialmente) en francés y no en latín, con el claro propósito de hacerlo inteligible a todo el mundo, cosa que tampoco habrá gustado mucho al poder eclesiástico, siempre tan celoso en la custodia del saber.

Descartes no era un revolucionario como lo entenderíamos siglos más tarde, no parece tener ninguna voluntad de transgredir ningún orden establecido, más bien al contrario. Lo que ocurre es que su énfasis en la razón, por muy inocentes que fueran sus intenciones, sí era capaz de poner en cuestión verdades reveladas y sistemas de pensamiento heredados sin discusión durante generaciones. Lo cierto es que el método está muy influenciado por las matemáticas y la física, materias que el autor conocía y trabajaba en profundidad, y que se prestan poco a aceptar conclusiones simplemente porque sí.

Da la sensación de que Descartes tampoco estaba muy a gusto con esa especie de autocensura que se impuso, y en el mismo librito desliza algunas ideas sobre el mundo, la luz, el fuego y el cuerpo humano, en parte como demostración de conocimientos que se podían obtener de la aplicación del método, pero que en el fondo parecen demostrar que don René no era capaz de quedarse del todo callado. 

Y, bueno, naturalmente, nos deja el celebérrimo ‘Pienso, luego existo’, después latinizado como ‘Cogito ergo sum’, que es un poco la piedra angular de su pensamiento, esa conclusión primera, la más básica y de la que parten todas las demás, y que cientos de años más tarde todos nos hemos aprendido.

P.D: Como curiosidad, hay algunas apreciaciones muy de pasada que algún lector temerario podría interpretar como destellos prematuros de cosas tan modernas como la teoría del big bang (sin chistes!) o la pintura cubista, y que en cualquier caso muestran a un pensador realmente riguroso y valiente.


10 comentarios:

Lupita dijo...

A mí me fascinó cuando lo leí de adolescente, porque lo entendí muy bien, y andaba entonces peleada con las matemáticas y la lógica. Recuerdo que hice dos trabajos de filosofía muy currados en BUP: uno de Balmes, que suspendí (no entendí nada) y otro de este libro.

Curiosamente, siendo una persona más intuitiva que racional, este libro me ayudó a analizar problemas de firma deductiva, y simplificando. La duda metódica la aplico en la vida diaria y más últimamente.

Creo que es un libro muy recomendable por su importancia, imprescindible para aquellos a los que les guste la filosofía, pero literariamente, lo dejaría en un está bien.

Saludos

Diego dijo...

Lo leí con 21 años y me fascinó su primera mitad. Aunque en la segunda entendí que se contradecía a sí mismo. Cosas de la dualidad o de que yo no entendí mucho. Je

Igualmente, es una de esas obras que siempre vuelve. Jamás lo releí pero aparece, dos por tres, cuando uno discute, cuando está en el curro pensando en vaya a saber qué, aparece.

Oriol dijo...

Muy buena reseña, Carlos.

Leí "El discurso del método" de adolescente, para el bachillerato, y me encantó. El lenguaje no me pareció nada complejo, las tesis de Descartes se entendían perfectamente y la metodología filosófica que estableció me parece sumamente práctica y versátil. Hay un par de pasajes que me enamoraron. Uno hablaba del genio malvado, o de un demiurgo, si mal no recuerdo. Otro de algo llamado imaginación quimérica, creo. En fin, libro a releer. Hablando de memoria, yo le daba un contundente recomendable y un imprescindible para interesados.

Carlos Andia dijo...

Vaya, pues me habéis dejado un poco acomplejado habiendo leído el libro a esas edades de yogurines o poco más.

Realmente es una lectura bastante sencilla y a la que, como señaláis, se puede sacar cierta utilidad práctica. Y también se entiende que en su época no gustase demasiado a ciertos niveles.

Gracias a los tres por los comentarios.

beatrizrodriguezsoto dijo...

Hola, Carlos:
El libro está bien. Es un pensador razonable, honesto, sencillo. Bueno, hay algunas descripciones sobre el alma que no si hoy serán rebatidas por los filósofos, equiparando el alma al sistema nervioso. Mi particular idea es distinta. También difiero en esas diferencias que marca con los animales. También creo erróneo que diga que las pasiones dependen del alma cuando dependen del temperamento,que lo condiciona nuestro sistema glandular. Y se pone la guinda con que ha demostrado, por la razón, la existencia de Dios. Pero es razonable.
A mí me gusta mucho la filosofía pero reconozco que no vale para nada, en el sentido de que estamos siempre en el mismo sitio. Aún después del Big Bang , que debería causar una revolución, el pensamiento de hoy sigue como el primer día de la creación. Por el contrario, pienso que los filósofos griegos estuvieron mas cerca o por lo menos lo exponían de una manera más bonita(claro, los griegos no mezclaron los dioses con la filosofía): Anaxágoras “ todo empezó en el agua” , Demócrito con los átomos,
Empédocles con los cuatro elementos...Te recomiendo, aunque no seas aficionado, De rerum natura de Lucrecio, en hexámetros que es precioso
Creo que el más pragmático ha sido Voltaire que decía que el universo, la vida, la perfección con la que todo encaja, no puede ser obra del azar, necesita un gran relojero. Él era ateo y fue muy crítico con las religiones. Simplemente decía que su inteligencia no era capaz de alcanzar esas cuestiones.
Pero, a pesar de su inestabilidad, la filosofía es grandiosa : nos lleva a pensar, a ampliar nuestros conceptos, a ser más sabios ( en cierto modo, claro)
Ah, me hizo mucha gracia la explicación de la circulacion sanguínea.

Cordiales saludos.

Carlos Andia dijo...

Por lo que he podido ver, Descartes sacaba con su método unas cuantas deducciones sobre el funcionamiento del cuerpo humano que parecen algo erróneas. Así que él mismo deja al descubierto sus propias limitaciones, porque (y lo digo desde mi posición de profano absoluto) en el campo de la ciencia no se puede ignorar el método empírico para poner por encima solamente la razón de un pensador encerrado en su habitación. O al menos así lo veo yo, vaya.

Gracias por tus opiniones, Beatriz, un saludo.

Anónimo dijo...

Debía tener 12 o 13 años cuando tomé el ejemplar de El discurso del método (Colección Austral) de la biblioteca de mi padre. Francamente, no recuerdo nada de su contenido, pero sí que fue el libro que creó la chispa que encendió mi curiosidad por la filosofía, más allá de lo que vería en el colegio secundario.
Tunel del tiempo, una vez más en ULAD...
Gracias, Carlos!

El Puma

Carlos Andia dijo...

Madre mía, Puma, vamos hacia épocas prepúberes, o casi! Y yo lo he leído a los...

En fin, pues bienvenidos sean el conocimiento y la razón, a cualquier edad! Y gracias por tus visitas tan agradables.

Rne dijo...

Descartes comprendió que con su duda hiperbólica se desmoronaría la estructura misma de su existencia, así que se ocupó desesperadamente de recuperarlo todo, onclusive a Dios, de manera racional, procedimiento que requirió no respetar fielmente en el método que él mismo había propuesto.
Es una obra filosófica, pero tiene tintes realmente dramáticos. Imagino al pobre René espantado ante sus propios descubrimientos.

Carlos Andia dijo...

Pues no sé si realmente el proceso fue así, pero es otra forma de verlo, así que podría ser.

Un saludo y gracias por tu aportación.