Idioma original: francés
Año de publicación: 2019
Título original: Serotonine
Traducción: Jaime Zulaika
Valoración para K: Recomendable alto
Valoración para F: Tesla Motors
Menudo carácter de mierda que tengo. Prometí y juré no reseñar demasiado repetitivamente a ciertos autores y, seré más concreto, llegué a decir que no me encargaría de ninguna eventual nueva novela de Houellebecq (entonces ni intuía que Serotonina aparecería tan de repente) pues, para empezar, he de reconocer que me temo no poder eludir mi subjetividad. Admiro a este hombre, queridos. Su valentía, su irreverencia, su excelente mal envejecer en lo físico y en lo mental. Me acompaña en mi madurez y me sirve de contrapunto para ciertas máximas: que la sociedad actual esté como está no tiene que entristecernos sino cabrearnos. Mucho.
Entonces me perdonaréis que haya tardado tan poco (unos segundos) en aceptar la propuesta de mi compañero Koldo, al que cedo la palabra.
Yo no llego a tanto, Francesc. No llego al punto de admirar a este hombre, pero sí que me parece uno de los mejores “cronistas de nuestra época”, aunque esta crónica se circunscriba casi exclusivamente a un “varón blanco heterosexual y europeo (occidental, en general) de mediana edad”.
¡Pero centrémonos en “Serotonina”! Con este libro, el bueno de Michel demuestra que está en forma. No creo que sea el mejor libro de Michel (yo me quedo con “El mapa y el territorio”), pero es una buena novela. Las dos primeras páginas de la misma nos dan idea de lo que en ella encontraremos ya que habla de “necesidad extrema”, de “momento más doloroso”, o de “si mi vida termina en la tristeza y el sufrimiento…”. Porque para mi “Serotonina”, al contrario de lo que puede leerse en muchas críticas profesionales, es una novela casi apocalíptica, tanto a nivel personal como colectivo. Es cierto que hay momentos en los que vemos a un Houellebecq “tierno” o “romántico”, como cuando alrededor de la página 80 rememora su historia con Kate, por ejemplo. Pero a mi lo que me transmite en todo momento “Serotonina” es una terrible sensación de desencanto y de derrota por aplastamiento (ojo que es tal esa sensación que no me extrañaría que esta fuese la última novela de Houellebecq) y me despierta importantes dosis de empatía con su protagonista.
La derrota ya digo que es tanto a nivel personal, con todas sus historias amorosas y profesionales condenadas por H o por B al fracaso, como a nivel colectivo, con mención de honor al amigo Aymeric. Además, la derrota es inevitable y no importa la actitud que se tome ante los hechos, ya que esta solo tiene un efecto redentor a nivel individual.
Por otra parte, “Serotonina” vuelve a confirmar esa capacidad de Houellebecq para analizar al individuo (y la sociedad) de nuestro tiempo y de ponernos frente a frente con nuestras miserias. Y es que Florent es el prototipo de personaje houellebecquiano: un contemplativo, un hombre “sin atributos”, amargado, ácido, irónico, aunque con un punto de esperanzas siempre truncadas. ¿Un retrato del hombre actual? Diría que sí, aunque me joda.
Un último apunte, también al hilo de las críticas profesionales. Estas se centran, no sé si por poner titulares impactantes o qué, en los aspectos “polémicos” y “visionarios” de Houellebecq. En cuanto a aquellos quizá habría que recordar una frase que dice el protagonista de “Serotonina” en la página 17: “Simplifico, pero hay que hacerlo porque si no, no llegamos a nada”. Son, en cualquier caso, algo accesorio producto del derrumbe. En cuanto a los aspectos visionarios, como el tema de las protestas de los agricultores franceses, quizá habría que vincularlos con una profunda capacidad de observación.
De todas formas, recomendaría olvidarse de titulares altisonantes y centrarse en lo que hay de verdad en “Serotonina”, libro altamente recomendable en cualquier caso. aunque algo inferior a otras obras del bueno de Michel. Uno echa en falta algo más de mala hostia, algo más de acidez. Quizá Michel se nos haya enamorado de verdad! Y, ahora, turno de Francesc!
Yo no llego a tanto, Francesc. No llego al punto de admirar a este hombre, pero sí que me parece uno de los mejores “cronistas de nuestra época”, aunque esta crónica se circunscriba casi exclusivamente a un “varón blanco heterosexual y europeo (occidental, en general) de mediana edad”.
¡Pero centrémonos en “Serotonina”! Con este libro, el bueno de Michel demuestra que está en forma. No creo que sea el mejor libro de Michel (yo me quedo con “El mapa y el territorio”), pero es una buena novela. Las dos primeras páginas de la misma nos dan idea de lo que en ella encontraremos ya que habla de “necesidad extrema”, de “momento más doloroso”, o de “si mi vida termina en la tristeza y el sufrimiento…”. Porque para mi “Serotonina”, al contrario de lo que puede leerse en muchas críticas profesionales, es una novela casi apocalíptica, tanto a nivel personal como colectivo. Es cierto que hay momentos en los que vemos a un Houellebecq “tierno” o “romántico”, como cuando alrededor de la página 80 rememora su historia con Kate, por ejemplo. Pero a mi lo que me transmite en todo momento “Serotonina” es una terrible sensación de desencanto y de derrota por aplastamiento (ojo que es tal esa sensación que no me extrañaría que esta fuese la última novela de Houellebecq) y me despierta importantes dosis de empatía con su protagonista.
La derrota ya digo que es tanto a nivel personal, con todas sus historias amorosas y profesionales condenadas por H o por B al fracaso, como a nivel colectivo, con mención de honor al amigo Aymeric. Además, la derrota es inevitable y no importa la actitud que se tome ante los hechos, ya que esta solo tiene un efecto redentor a nivel individual.
Por otra parte, “Serotonina” vuelve a confirmar esa capacidad de Houellebecq para analizar al individuo (y la sociedad) de nuestro tiempo y de ponernos frente a frente con nuestras miserias. Y es que Florent es el prototipo de personaje houellebecquiano: un contemplativo, un hombre “sin atributos”, amargado, ácido, irónico, aunque con un punto de esperanzas siempre truncadas. ¿Un retrato del hombre actual? Diría que sí, aunque me joda.
Un último apunte, también al hilo de las críticas profesionales. Estas se centran, no sé si por poner titulares impactantes o qué, en los aspectos “polémicos” y “visionarios” de Houellebecq. En cuanto a aquellos quizá habría que recordar una frase que dice el protagonista de “Serotonina” en la página 17: “Simplifico, pero hay que hacerlo porque si no, no llegamos a nada”. Son, en cualquier caso, algo accesorio producto del derrumbe. En cuanto a los aspectos visionarios, como el tema de las protestas de los agricultores franceses, quizá habría que vincularlos con una profunda capacidad de observación.
De todas formas, recomendaría olvidarse de titulares altisonantes y centrarse en lo que hay de verdad en “Serotonina”, libro altamente recomendable en cualquier caso. aunque algo inferior a otras obras del bueno de Michel. Uno echa en falta algo más de mala hostia, algo más de acidez. Quizá Michel se nos haya enamorado de verdad! Y, ahora, turno de Francesc!
Voy. Pues bien, Michel: la has hecho de nuevo. Una expectación tremebunda, una práctica unanimidad en reconocer tus cualidades como incómodo testigo de la decadencia de la sociedad occidental/liberal/capitalista/europea e incluso en predecir sus convulsiones sean relacionadas con los flujos migratorios, con las políticas agrícolas, con las protestas sociales, con las perversiones, con los actos impuros, con lo que sea. Pase lo que pase, Houellebecq lo ha atisbado, lo ha insinuado, lo ha previsto, lo ha avisado.
A pesar de eso, Houellebecq repite muchas veces la palabra "feliz" en Serotonina. Es una de las que más aparece o más se recuerda del texto.
Está bien; algunas de las otras son "polla", "coño" y "mamada".
También apela, y esa mención se recuerda particularmente en el cierre de la novela. a Dios y a Cristo, circunstancia que no recuerdo en palabras del narrador en ninguna de sus novelas.
Fuera de estos pequeños detalles, que he capturado muy a vuelapluma (el francés sigue escribiendo de una manera que permite una lectura veloz sin una sensible pérdida de "sustancia"), he de reconocer que Serotonina es demasiado como uno esperaría de las novelas de su autor. En personajes, situaciones, reflexiones, Houellebecq sabe perfectamente qué captura a su seguidor incondicional (admito encajar en esa descripción) y aquí ha administrado esos recursos y esos golpes. O sea, que aquí hay sexo a punta-pala (más extremo, más procaz, más polémico) y toda clase de elucubraciones filo-capitalistas sobre muy diversos temas, desde especies acuáticas hasta rifles automáticos, surtidos en grandes supermercados, tipos de hummus, discos de rock o altavoces de artesanía, y mientras Florent-Claude, protagonista arquetípico en renuncia profesional, sumido en una reflexión sobre su existencia, conduce y va y viene en un algo confuso juego de situaciones con parejas, ex-parejas, etc.
Joder: se me tenía que escapar "etc".
Y esto, escribir "etc" a cuenta de esta novela, acaba siendo una pega, aunque también podría decirse que es una ventaja. Los cientos de miles de compradores de este libro puede que disfruten (ojo, comprar el libro no significa leerlo), pero creo que esta novela es algo precipitada. Cosa que no acabo de entender, cuando Houellebecq es un escritor en plena madurez creativa, que puede permitirse publicar cuando quiera, mejor dicho, que tiene el privilegio de elegir el momento adecuado para entregar sus obras. Serotonina, podéis intuir, no será recordada como su mejor novela, pero para la masa lectora no hay punto intermedio ante un autor así. Algo parecido le pasó a Franzen con Pureza. Autores con cierta repercusión: estáis condenados al fiasco o a la genialidad.
Y a Serotonina, hay que admitirlo, se le aprecian defectos. Es una sucesión de escenas con demasiado regusto a conocido o reconocible. Le han llamado "Grandes éxitos" y yo le llamaría "Menú Degustación", aunque, hace poco, sostuve que, a mi entender, no le sobraban, sino que le faltaban páginas, como unas doscientas, para rellenar todos los resquicios, brechas y elipsis no siempre claras que la hacen intermitente y entrecortada, la menos fluida en lo argumental de las novelas de Houellebecq. Cierta reseña que no pude evitar leer tildaba a Houellebecq de perezoso (mandrós) y alguna frase procrastinadora de la novela ("ya hablaré de esto más adelante") parece corroborarlo.
Le faltan partes que justifiquen a otras, afecta a su ritmo narrativo, pues se abusa del salto adelante y atrás y, al final, las historias de las parejas de Florent-Claude parecen demasiado intercambiables, siempre con el 4x4 arriba y abajo, siempre con la apelación a las prestaciones sexuales y siempre con la pesadumbre intrínseca a haber dejado que esa felicidad a que hago mención se haya escapado entre los dedos y ahora se la intente generar ingiriendo una pastillita. Por supuesto, la novela dispone de no pocos momentos brillantes y de su habitual carga de profundidad, claro: tiro en la nuca al sueño de la Europa unida, estirón de orejas a París como ciudad cruel y envejecida llena de gente que vive sola, patada en los higadillos a las ínfulas industriales del estado español, diatriba al oficio médico como alargador artificial de existencias que se han vaciado de contenido.
Ahora ya, cada uno, que la lea y opine. Parece ser que no habrá otro remedio.
Un montón de reseñas de (o sobre) Houellebecq AQUÍ
Un montón de reseñas de (o sobre) Houellebecq AQUÍ
25 comentarios:
Hola:
Me pregunto si es para tanto. No le he leído (hasta hace pocos años prácticamente leía sólo a escritores de habla hispana), así que recomendadme por dónde empezar. De todos modos, ya os digo que me temo que para ser tan bien considerado, ha de tener una buena dosis de cinismo. Me parece que es lo que más gusta ahora..
Saludos
Hola, todos las novelas que he leído de Houellebecq son recomendables: Plataforma, Ampliación del campo de batalla y Sumisión son buenas novelas. Sólo tengo un reparo: a veces tengo la sensación de que hace años que escribe el mismo libro (aunque puede decirse lo mismo de muchos escritores). Si puedo preguntar: por qué leías sólo autores de habla hispana?
Saludos
Gabriel
Tienes razón, Gabriel, en las dos cosas (o casi). Porque "La posibilidad de una isla" me pareció una mierda, directamente. Y en lo de que escribe el "mismo libro", pues sí. Ese es su mundo y esas son sus obsesiones, supongo.
Mi favorito, como ya comento, es "El mapa y el territorio", pero no tengo yo muy claro que te vaya a gustar, Lupita. Lo digo por otros comentarios en otras reseñas, pero todo es probar, oye!
Abrazo!!
Anímate, lupita, sólo el hecho de que el autor esté bastante bien recomendado en ulad debía bastarte ... y lo sabes. Sólo leí "El mapa y el territorio", que me pareció magnífico y como autor supuso uno de los descubrimientos del año.
Según iba leyendo la reseña se me confirmaba la sensación inicial, en la que habéis coincidido casi todos: casi siempre es un mismo libro, con un mismo personaje (sí, el mismo autor), su entorno sexual y, un poco más allá, las circunstancias de la sociedad actual, occidental y capitalista, en sus múltiples variantes, siempre bajo una óptica demoledora. Yo creo que Houellebecq es un buen narrador, me gusta su desparpajo y siempre parece tener algo potente que decir y talento para contarlo bien. Pero igual le falta la valentía para arrancarse por algún camino no transitado.
En mi opinión, recomendaría para empezar 'El mapa y el territorio', que tiene un hilo argumental más sólido y coherente.
Saludos.
A Houellebecq se le ama o se le odia. Una vez le regalé a una amiga por su cumple "Las partículas elementales", convencido de que le iba a gustar (no es ninguna mojigata), y por poco me lo tira a la cara; que si le había regalado una porquería pornográfica, qué clase de depravado era yo, etc.
He leído algunos libros de Houellebecq, y como ya dije en una ocasión, olvido enseguida el argumento, aunque en el caso de Houellebecq eso es lo menos importante, no usa una literatura de "asunto" precisamente, por utilizar un apelativo Pérez-Revertiano, pero sí deja ese regusto nihilista-hedonista (aunque ambos conceptos parecieran contradictorios, en su caso van siempre unidos) de que todo es una caquita. Algo que sabemos todos, pero que él relata muy bien. Mientras esa caquita global se nos va engullendo, con los años, con la decrepitud, y al final con la gloriosa nada que subyace en todo lo que escribe, el tipo se lo pasa genial. Toca todas las teclas del hedonismo, no solo el sexo escabroso, sino incluso el sibaritismo. En su libro Sumisión, se marcaba un conocimiento de algunos placeres gastronómicos, vinícolas y licores varios, que sonarían a chino a los compradores de Mercadona. ¿Realmente siente ese vacío que refleja en sus obras? ¿o lo que teme de verdad, es que ese vacío final -que ve como inevitable- le prive de todos esos placeres que él describe con crudeza y casi con hastío, pero que son en los únicos en los que cree? Como aderezo, críticas a esta sociedad caníbal en busca siempre del éxito demencial, que deja a la gente exhausta y demasiadas veces frustrada, pero que está condenada —sino quiere ser un paria o un excluido- a no dejar de ir tras la zanahoria anhelada, para vender de cara a los demás que su vida ha valido la pena.
Al final voy a tener que ponerme con este buen señor... Os odio cantidad a todos!
Hola de nuevo:
Vale, vale, lo leeré. Pero como sea otro autor europeo “lúcido” empeñado en que nos regodeemos en la miseria humana pienso ser implacable en mi opinión.
XD XD
Saludos
Uf, pues no descarto yo que a Lupita y a Beatriz os pasara como a la amiga de Pablo GP!
A mí Serotonina me dejó profundamente deprimido, al punto de acabar volviendo sin más excusas a la meditación y al yoga. Por otro lado, nada propiamente nuevo en esta novela, que viene más bien a confirmar la coherencia de Houellebecq con su propia obra y su análisis de la bancarrota de Europa y de la sociedad occidental en general a través de los sospechosos habituales: el libre comercio como el ángel exterminador, las puestas de luto por todos esos instantes de verdadera felicidad que dejamos escapar y ya nunca vuelven, el sexo como la ecuación del todo, la constatación de que la literatura no es una tabla de salvación, etc., todo siempre con Francia en el epicentro. Un discurso que no por conocido deja de cautivarnos. Dicho lo cual, me parece un libro rápidamente olvidable. No malo: es sólo que esta vez la sobredosis de ultrarealidad me dejó muy jodido. Y bueno, de las 5 o 6 entradas que Houellebecq decide poner directamente en español (en el original), 4 deben de llevar errores de ortografía, un poco a lo Dylan cuando se pone a cantar en castellano: ni a él parece importarle mucho si eso está bien ni a nadie de su entorno parece habérsle ocurrido echarle un vistazo antes de mandarlo a imprenta, algo que ya le ocurría en otras novelas. Curiosamente, no me parece haber detectado despistes con sus entradas en inglés.
Lo mismo digo
Gracias por los comentarios. "Plataforma" es, para mí, la novela más redonda de Houellebecq, y una de las diez mejoras novelas de las últimas décadas. Pero su nivel es muy alto y me refiero a un escritor dotado, sobre todo, de una visión excepcionalmente aguda y certera que sabe transcribir a sus textos y las situaciones que genera en sus textos.
Como veis, un prodigio de objetividad, la mía.
Estoy con Francesc al 100%. También pienso que Plataforma es lo mejor que ha escrito Houellebecq. Y tampoco entiendo esas críticas furibundas a La posibilidad de una isla, fue lo primero que leí de este autor y con ese libro me convertí es seguidor suyo de por vida (aunque no sé todavía si por la mía o la suya, el tiempo lo dirá). Me compré Serotonina el martes pasado y ahora mismo me debato entre leerlo ya y darme el atracón o retrasar la recompensa para disfrutar unas semanas simplemente con la oportunidad de leer una nueva novela suya. Un poco masoquista sí, pero me gusta.
Coincido bastante con la crítica, aunque hay algo que me ha cautivado de Serotonina y que no se menciona demasiado en casi ninguna crítica que he leído... y es el uso del humor o de la ironía, esta novela me ha arrancado en más de una ocasión una sonrisa, y un par de veces o tres, una pequeña carcajada. Una ironía descarnada, triste, deprimente en el fondo, pero más acusada que en otros de sus libros, que normalmente son terriblemente deprimentes. Este también lo es, sin duda, pero desde una fina ironía muy bien conseguida. Estoy de acuerdo con la idea de que la novela es intermitente, en lo del Houellebecq perezoso... pero también creo que tiene momentos de gran lucidez, me encanta su reflexión final sobre Proust y Mann... sólo él puede decirlo como lo dice y... en fin, tomártelo en serio. No es mi novela favorita de este autor, prefiero Plataforma o Las particulas elementales, pero es superior, en mi opinión, a Sumisión. a mí me ha gustado más.
Acabo de terminar de leer "Serotonina" y me gustó mucho. Coincido con la mayoría con que la mejor novela del autor es "plataforma", que es de hecho, la primera que leí de Houellebecq y me hizo estallar la cabeza. A partír de ahí devoré todo lo que encontré de él y me declaré fiel seguidora. Es que lo que este escritor me da no lo encontré, hasta ahora, en ningún otro libro. Esa agudeza para describir al humano posmoderno, ese tono despersonalizado, apático, deprimente, me resulta adictivo. Casi parece que los personajes de sus novelas fueran el mismo, alguien desapegado con su entorno pero que al mismo tiempo encarna los signos de una era. Violento desde lo desaprensivo. Creo que este autor es el único que, desde una mirada casi antropológica, absorve el tono actual y lo vuelca sobre el texto sin miedo a no agradar o a hasta en ciertos momentos, resultar descomponente.
Todas sus novelas son la misma novela, como todas las películas de Woody Allen son la misma película.
Eso no lo desacredita... Creo que como dijeron por ahí, superar Las Partículas Elementales es como para Fransen superar Las Correcciones... En fin, también me gustaría recomendar, aparte de sus novelas, su libro epistolar con Levy, como también Intervenciones. Ah y sobre todo Poesía...
Bien, la cuestión es que hay que leer el libro y formarse una opinión y diría que Houellebecq es un autor particularmente válido para relecturas en las que a sus novelas se las reposa y se las disfruta, de nuevo. En el caso de Serotonina el ruido mediático aún ha de remitir. Y, último Anónimo, alguno de los últimos libros que mencionan ya me he encargado yo mismo de incluirlos en este blog.
Gracias por los comentarios.
“¿Hace falta un Houellebecq para enterarnos que Francia y también Europa en general y también Estados Unidos y ahora también Brasil y tal vez nosotros mismos, entre otras sociedades, se encuentran en una profunda crisis que saca a luz, como de un inconsciente reaccionario, inaceptables niveles de dolor y crueldad social, que son experimentados masivamente no como derrotas sino como alegres victorias? La literatura de Houellebecq no hace foco en esa crisis sino que es producto de ella. ¿A esto llamamos hoy literatura? ¿Debemos resignarnos al último fetiche del mercado cultural de las calamidades? Por supuesto que Houellebecq da a pensar y mucho. Pero no acerca de la sociedad –sobre la que no dice nada que no veamos cada noche en el noticiero– sino sobre la crisis de la literatura, la cultura y la crítica.
....interesane ensayo acerca de este libro, lo recomiendo.....(soy fan del primer Houellebecq)
https://www.clarin.com/revista-enie/literatura/michel-houellebecq-escarbando-sintomas-malestar_0_-sLzEfJaj.html
Muchas gracias por la reseña, qué nivel.
Creo que Plataforma es el mejor sin duda, y me gustaron también mucho El mapa y el territorio, y Sumisión. Releí Ampliación del campo de batalla y Las partículas: respectivamente mejor y peor que en mi recuerdo de veinteañero.
Total: que soy incondicional de este hombre. Desde la primera página del primer libro me dejé llevar por su lucidez y su manera descarnada de ponerme frente a las miserias (y a las oportunidades de grandeza, que las hay). Y ojo: con las relecturas me ha dado la impresión de que tiene mucho más humor del que generalmente se le atribuye.
Recordemos que el tío hizo una peli sobre su propio secuestro, historia loca donde las haya.
Por suerte la saqué de la biblioteca. Puede entretener pero no aporta demasiado. Tampoco es para elevarla a los altares. Si fuese de otro autor se diría que es un libro irregular, desequilibrado, mediocre. Su nihilismo hedonista y quejica acaba cansando. Tiene reflexiones interesantes y puntos de humor pero la mayoría son puras boutades. Hay otros libros mejores.
Hola, ULAD:
He leído Serotonina, animada por vosotros sobre todo. Me ha fascinado, aunque sea incómodo, doloroso y tenga tanta carga de tristeza. Vaya repaso a la sociedad actual, y que forma de escribir. Ah, no ha sido mi primer Houllebecq, en verano leí “Las partículas elementales” Esa lectura fue un puñetazo a la conciencia. Caerán más.
Beatriz Garza, te toca a ti ahora.
Saludos
Querida Lupita: qué envidia siento por el hecho de que puedas enfrentarte al resto de la obra de Houellebecq por primera vez. Plataforma, Sumisión, El mapa y el territorio, colosales. Ampliación del campo de batalla, La posibilidad de una isla, Intervenciones, muy notables. Sin olvidar el libro sobre Lovecraft, claro.
La novela en su primera parte da la impresión de ser, además de caótica, una grosera sobreactuación del "estilo Houllebecq".
Sin embargo, a medida que avanza el texto, redescubrimos con sumo placer el porqué Houllebecq ha sido y sigue siendo un excelente escritor.
Recomendable. Aunque para los no iniciados en la obra del francés, las primeras cien páginas pueden resultar tan desconcertantes que posiblemente hagan abandonar a más de uno.
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