Título original: Her Body and Other Parties
Año de publicación: 2018
Valoración: Está bien
No falla. Si eres lector habitual, pasas cerca de una librería y tienes tiempo no puedes evitar echar un vistazo. A veces empiezas por la mesa de novedades, otras te detienes en una sección concreta. Con esa disposición, es fácil que surja el flechazo y acabes llevándote algo a casa, lo que supone un riesgo cuando no conoces al autor, por muy bien que lo vendan en la solapa y a pesar de los reconocimientos que allí se anuncien. Esto, además, no suele admitir términos medios: o descubres un tesoro o te llevas un chasco enorme. Lo que me ha pasado con esta autora, sin llegar al extremo, se parece más a lo segundo.
La estadounidense de
ascendencia cubano-austriaca Carmen María Machado apenas ha comenzado su
recorrido. Sus relatos han aparecido en revistas, ha sido finalista de algún
premio y, aunque con mayores titubeos, muestra los rasgos de sus compañeros de
generación: necesidad de autoafirmarse, empeño por sorprender a toda costa –algo que,
pienso yo, resta sinceridad a las tramas– y un descaro bastante saludable. Lo malo es que suele quedarse a medio camino, se recrea en la insinuación sin llegar a mojarse, no profundiza en los asuntos que plantea ni se decanta por ninguna postura. Sus alusiones a los asesinatos machistas, relaciones de pareja entre mujeres y cierta frustración por la maternidad no llevada a cabo se quedan en meras anécdotas, nunca pasan de ser más que adornos, las cuentas de un collar un poco triste o siniestro que se cuelgan de sus historias sin ensamblarse del todo en el conjunto. Por otra parte, la colección entera se encuentra impregnada de erotismo y, como casi era de esperar,
presenta una marcada tendencia a la autoficción.
Su cuerpo y otras fiestas contiene ocho relatos de extensión media, parecidas inquietudes y
variedad de recursos. Especialmente
perversos es el más extenso, el de estructura más original y uno de los que
menos he disfrutado. Según parece es una interpretación libre de la serie de
televisión Ley y orden. Se trata de un
experimento posmoderno con bastantes elementos fantásticos, que muestra, a su
manera y mediante párrafos aislados, la trayectoria de los dos detectives
protagonistas. Pero, aunque se advierte una continuidad y un propósito –reflexionar
sobre la violencia y los sentimientos que genera– no consigue dar conexión a un
conjunto de retazos que acaban resultando bastante aburridos.
El más convencional de todos,
y quizá por eso e¡ más logrado al no añadir dificultades innecesarias, es el
titulado La residente. Narra las
incidencias ocurridas durante la estancia de la protagonista –trasunto de la
autora– en una residencia para artistas. Tampoco aquí falta el elemento
fantástico. En este caso, la creación de escenas, la personalidad del grupo de
residentes y los sentimientos que estos generan en la narradora están llenos de
verdad. Aún así, le sobran unas cuantas páginas. Con idéntica sinceridad,
realismo y posibles elementos autobiográficos, Ocho bocados narra el dramático recorrido del que está descontento
con su peso. De ahí que sea el más conmovedor de todos ellos y el que consigue
el desenlace más original y convincente.
Muestran cierto interés los
dos primeros. El punto de más es una
metafórica, imaginativa y metaliteraria historia de sumisión femenina con
aspecto de relato erótico que acaba de manera forzada y hasta algo inverosímil,
aunque se mueva en el terreno de lo fantástico. En Inventario, a través de notas aparentemente dispersas y con un tono
apocalíptico, la narradora va trazando su itinerario sexual y afectivo. Lo destaco porque
narrar así, a base de retazos, no deja de tener su mérito, pero lo artificioso
del procedimiento deja una impresión de frialdad que acaba distanciando al
lector.
Destacaría también Las mujeres de verdad tienen cuerpo,
porque demuestra una capacidad imaginativa notable y pone en juego una serie de
símbolos –algo crípticos por cierto– de origen claramente surrealista.
Absolutamente prescindibles me
han parecido Madres y Problemática en las fiestas. En este la
autora vuelve a sus temas recurrentes con una trama sin fuerza ni coherencia. En cuanto al primero, con su errática trayectoria,
un escenario más que ambiguo y sus constantes contradicciones, diría que
consiste en una serie de incoherencias rematadas por un injustificado vuelco
argumental.
Machado es, desde luego, una
escritora que promete, y alguna de las piezas del volumen se leen con interés,
pero quizá –y a pesar de sus éxitos– se haya lanzado a publicar demasiado
pronto.
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